Socialistas vascos: colaboradores necesarios en los abusos lingüísticos
Cuando un agente político comete una injusticia social, un cuadro de anomia jurídica, siempre hay un colaborador necesario que lo permite.
En anteriores artículos en La Tribuna del País Vasco he ido desarrollando la crucial cuestión del atropello a los derechos individuales en materia de lengua y del incumplimiento del principio segundo de la Convección de los Derechos del Niño, que obliga a los Estados adheridos a proteger el superior interés del niño y supeditar todas las políticas y actuaciones a ese interés, a esas garantías de poner al niño por encima de cualquier interés político. Hemos desarrollado el tema del adoctrinamiento y de la utilización del euskera con fines partidarios y de formación del espíritu nacionalista.
El PSE-EE es uno de esos colaboradores necesarios del atropello durante más de treinta años.
Lejos quedaron aquellas palabras de Fernando Buesa, el día 4 de mayo de 1994, ampliamente reflejadas en los medios de comunicación, con el siguiente tenor literal:
“El PSE-EE de Álava afirma que la política lingüística del Gobierno ha fracasado” o estas otras en el mismo acto y protagonistas: “Educación ‘está en condiciones’ de asumir la planificación del euskera, dice Buesa”, o, “Rechazan medidas coercitivas para que aumente el uso del euskera”, o, “Piden que se reconsideren algunos perfiles lingüísticos”, o, “El PNV utiliza el euskera para rodearse de funcionarios adictos, asegura el PSOE”, o, “El PSE-EE alavés pide no exigir euskera a los funcionarios en determinadas zonas. Propone que no sea un requisito a las áreas castellano-parlantes de Alava”.
Bien es verdad, que esas palabras se pronunciaron en un determinado contexto. Se había culminado una legislatura en las Juntas Generales de Alava con una ponencia sobre el Euskera en Álava donde se encargó, con gran alboroto por parte de los nacionalistas de toda índole, una encuesta sociológica al afamado Catedrático y pionero en la disciplina de la Sociología en España, Amando de Miguel. Pese a las amenazas que tuvo que sufrir el propio Amando y el equipo que realizó las encuestas, que hicieron temer por el desenlace de aquel estudio, a múltiples movilizaciones, e, incluso, grupos nacidos expresamente con el fin de abortar aquel estudio sociológico, se culminó, dando un fiel reflejo de lo que todos presumíamos, es decir de la realidad pura y dura. Nadie pudo oponer criterio contrario a las conclusiones científicas de aquel trabajo, y se sentó un diagnóstico principal: las políticas lingüísticas nada tenían que ver con la realidad social y cultural de Álava, y una política de imposición, de rodillo político, arrasando todo principio de acomodación de dichas políticas, llevaban al fracaso, como es evidente que viene ocurriendo, con la simple constatación de que el uso social del euskera apenas a avanzado desde hace treinta años.
Fruto de aquella ponencia se aprobó una resolución en Pleno por el cual se dejaba a quienes estuvieran en la Cámara alavesa en la siguiente legislatura el mandato de adaptar las políticas lingüísticas a la realidad social y cultural de cada zona en Alava. Yo no repetí ni en Juntas ni en nada, puesto que se me fulminó al haber propiciado un pacto con el PP y Unidad Alavesa para desarrollar aquellos trabajos. Pero en ese contexto, el PSE-EE se vio en la necesidad de pronunciarse en el sentido expuesto.
Sin embargo, en la siguiente legislatura, se incumplió el mandato de la anterior, nada hicieron y echaron un tupido manto de silencio sobre aquella resolución de la que nunca más se supo.
Después, los socialistas, no solamente han ido diciendo justamente lo contrario de lo que enfatizaron en aquel Congreso, sino que han sido colaboradores necesarios para los abusos, atropellos y descabelladas políticas que en materia lingüística se han ido aplicando, sobre todo en el sector educativo.
Estas cosas deben ser conocidas por la opinión pública para que puedan ser juzgadas.
Noam Chomsky, incuestionable autoridad sobre la materia, escribió en cierta ocasión: “El caso es que un niño puertorriqueño de tres años quiere aprender español no porque piense en ello, sino porque es un organismo biológico que quiere aprender la lengua de su entorno social a los tres años. Pero un niño de diez años en Puerto Rico no ve ninguna razón especial para aprender inglés y, si no se le da a ese niño alguna razón para que aprenda inglés, no va aprenderlo por buenos que sean los métodos…”
Sin embargo aquí seguimos con la estupidez de eludir las políticas sensatas y el bien común, para favorecer la construcción nacional. Ya lo decían los movimientos de renovación pedagógica, denunciando la crueldad psicológica y la barbaridad pedagógica que suponía escolarizar en castellano a niños vascoparlantes. Lo que no se entiende que esos mismos que en aquellos momentos decían, con toda razón, aquello, hoy no denuncien el mismo atropello, pero en sentido contrario.
Así estamos como estamos.
Cuando un agente político comete una injusticia social, un cuadro de anomia jurídica, siempre hay un colaborador necesario que lo permite.
En anteriores artículos en La Tribuna del País Vasco he ido desarrollando la crucial cuestión del atropello a los derechos individuales en materia de lengua y del incumplimiento del principio segundo de la Convección de los Derechos del Niño, que obliga a los Estados adheridos a proteger el superior interés del niño y supeditar todas las políticas y actuaciones a ese interés, a esas garantías de poner al niño por encima de cualquier interés político. Hemos desarrollado el tema del adoctrinamiento y de la utilización del euskera con fines partidarios y de formación del espíritu nacionalista.
El PSE-EE es uno de esos colaboradores necesarios del atropello durante más de treinta años.
Lejos quedaron aquellas palabras de Fernando Buesa, el día 4 de mayo de 1994, ampliamente reflejadas en los medios de comunicación, con el siguiente tenor literal:
“El PSE-EE de Álava afirma que la política lingüística del Gobierno ha fracasado” o estas otras en el mismo acto y protagonistas: “Educación ‘está en condiciones’ de asumir la planificación del euskera, dice Buesa”, o, “Rechazan medidas coercitivas para que aumente el uso del euskera”, o, “Piden que se reconsideren algunos perfiles lingüísticos”, o, “El PNV utiliza el euskera para rodearse de funcionarios adictos, asegura el PSOE”, o, “El PSE-EE alavés pide no exigir euskera a los funcionarios en determinadas zonas. Propone que no sea un requisito a las áreas castellano-parlantes de Alava”.
Bien es verdad, que esas palabras se pronunciaron en un determinado contexto. Se había culminado una legislatura en las Juntas Generales de Alava con una ponencia sobre el Euskera en Álava donde se encargó, con gran alboroto por parte de los nacionalistas de toda índole, una encuesta sociológica al afamado Catedrático y pionero en la disciplina de la Sociología en España, Amando de Miguel. Pese a las amenazas que tuvo que sufrir el propio Amando y el equipo que realizó las encuestas, que hicieron temer por el desenlace de aquel estudio, a múltiples movilizaciones, e, incluso, grupos nacidos expresamente con el fin de abortar aquel estudio sociológico, se culminó, dando un fiel reflejo de lo que todos presumíamos, es decir de la realidad pura y dura. Nadie pudo oponer criterio contrario a las conclusiones científicas de aquel trabajo, y se sentó un diagnóstico principal: las políticas lingüísticas nada tenían que ver con la realidad social y cultural de Álava, y una política de imposición, de rodillo político, arrasando todo principio de acomodación de dichas políticas, llevaban al fracaso, como es evidente que viene ocurriendo, con la simple constatación de que el uso social del euskera apenas a avanzado desde hace treinta años.
Fruto de aquella ponencia se aprobó una resolución en Pleno por el cual se dejaba a quienes estuvieran en la Cámara alavesa en la siguiente legislatura el mandato de adaptar las políticas lingüísticas a la realidad social y cultural de cada zona en Alava. Yo no repetí ni en Juntas ni en nada, puesto que se me fulminó al haber propiciado un pacto con el PP y Unidad Alavesa para desarrollar aquellos trabajos. Pero en ese contexto, el PSE-EE se vio en la necesidad de pronunciarse en el sentido expuesto.
Sin embargo, en la siguiente legislatura, se incumplió el mandato de la anterior, nada hicieron y echaron un tupido manto de silencio sobre aquella resolución de la que nunca más se supo.
Después, los socialistas, no solamente han ido diciendo justamente lo contrario de lo que enfatizaron en aquel Congreso, sino que han sido colaboradores necesarios para los abusos, atropellos y descabelladas políticas que en materia lingüística se han ido aplicando, sobre todo en el sector educativo.
Estas cosas deben ser conocidas por la opinión pública para que puedan ser juzgadas.
Noam Chomsky, incuestionable autoridad sobre la materia, escribió en cierta ocasión: “El caso es que un niño puertorriqueño de tres años quiere aprender español no porque piense en ello, sino porque es un organismo biológico que quiere aprender la lengua de su entorno social a los tres años. Pero un niño de diez años en Puerto Rico no ve ninguna razón especial para aprender inglés y, si no se le da a ese niño alguna razón para que aprenda inglés, no va aprenderlo por buenos que sean los métodos…”
Sin embargo aquí seguimos con la estupidez de eludir las políticas sensatas y el bien común, para favorecer la construcción nacional. Ya lo decían los movimientos de renovación pedagógica, denunciando la crueldad psicológica y la barbaridad pedagógica que suponía escolarizar en castellano a niños vascoparlantes. Lo que no se entiende que esos mismos que en aquellos momentos decían, con toda razón, aquello, hoy no denuncien el mismo atropello, pero en sentido contrario.
Así estamos como estamos.