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Jueves, 11 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:

Turismo en España. Cuestión de Estado

[Img #25384]JUSTIFICACIÓN

 

Los antiguos modelos que se han venido desarrollando en España con el turismo no pueden seguir por más tiempo. Ha habido una irresponsabilidad de todos los partidos políticos en ámbitos nacionales, regionales, provinciales y municipales; unos como extensivos sin medida y otros como opresores. Urge un nuevo modelo más avanzado, similar al de países más desarrollados que potencian su identidad para generar economía.

 

En la más importante economía de estado con más del 12% al PIB y con su demostrada elasticidad económica en tiempos de crisis no se puede improvisar, algo que vienen demandando la importante patronal hotelera y hostelera desde hace años. La inteligencia turística no se puede gestionar desde disciplinas trasversales como el derecho, la geografía o la economía; deben ser estas complementarias.

 

Al horizonte del turismo español, se debe caminar hacia  ese empleo tan necesitado, que colabora obligatoriamente en la conservación del patrimonio, crea tendencias sociales relacionadas con nuestra identidad única e inimitable y sienta las bases de lo que debe ser un futuro diferente del que nos están diseñando. Existe de hecho, una función patriótica del turismo.

 

ESPAÑA ANTE SU CATARSIS TURÍSTICA: CUESTION DE ESTADO Y OPORTUNIDAD

 

Han sucedido distintos acontecimientos de todo tipo, relacionados con el turismo en España. Estos acontecimientos, han sido divulgados por los medios de comunicación, criticando al unísono el turismo español, su gestión y como está impactando negativamente en la sociedad española. En especial en las poblaciones residentes de cada destino o municipio donde se están produciendo los incidentes.

 

Lo cierto, es que estos problemas del turismo reflejados en estos hechos, no son sino un gráfico real de lo que se ha venido gestando en España en los últimos años. Sobre todo con las nuevas tendencias y corrientes de opinión creadas por ecologistas o consultores, que no han planteado la sostenibilidad desde sus tres interconexiones necesarias (medioambiental, social y económica) creando un distanciamiento cada vez más lejano entre empresarios turísticos y ecologistas. La capacidad de carga o límite de carga aceptable (LCA) es un “palabro” desconocido en el turismo urbano o cultural.

 

Por otro lado, la llegada masiva de turistas a las costas de España, ha posicionado el país como un destino de referencia y record de visitantes, pero ha obviado la posibilidad de la distribución de esos visitantes al interior peninsular, aliviando así la supuesta “presión” que ciertos sectores profesionales y políticos denuncian. Y todo esto teniendo en cuenta que, esta autocrítica está a un paso de convertirse en auto destrucción. Y que España se encuentra ante su catarsis turística; una cuestión de estado y oportunidad.

 

La distribución de visitantes al interior peninsular es viable por varios motivos:

 

  1. Los desvíos hacia el interior pueden alargar el número de noches totales de pernocta.
  2. La llegada de turistas extranjeros hacia el interior español podrían hacer de embajadores en sus respectivos países, al hablar del descubrimiento de una “nueva España”.
  3. Ese flujo hacia el interior, supliría en algún modo, la recesión del turismo rural español (así como el cultural), incentivando la resistencia de algunos negocios y acelerando la competitividad de otros destinos de interior, con el municipio a la cabeza.

 

Y además se dan otras fortalezas y oportunidades trasversales nada desdeñables a tener en cuenta:

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Pero de todo esto no se ha hecho nada de nada. Las políticas turísticas de estado han sido inexistentes en estas y otras líneas maestras, y lo cierto es que el papel de los municipios como destinos turísticos, es en la mayor parte de los casos, irrelevante. El enredo administrativo de las autonomías, diputaciones, destinos en comarcas o grupos de municipios (consorcios, mancomunidades, empresas mixtas, fundaciones o grupos de desarrollo rural), “inhabilita” al municipio a tomar las riendas de su futuro. Como consecuencia, el caso de Barcelona despertó la euforia en Baleares e incluso en otros destinos, como el caso reciente de Santorini, donde su alcalde, ante la masificación dijo que “…la solución no está en destinar más fondos para nuevas infraestructuras” y el vocal del tejido turístico en la isla que “…hay que poner coto a los alquileres privados…que han aumentado en 15.000 las plazas turísticas” o que “Santorini consiguió su notoriedad gracias a la calidad de los servicios de las empresas turísticas. El sector privado hizo y hace su trabajo. El estado debe hacer el suyo”.

 

Si un estado, un gobierno marca las reglas del juego al sistema turístico de un país, donde entran escenarios, actores y territorio, recursos y sociedad, exijamos respuestas inmediatas para proteger ese sistema que ellos mismos regulan. Y por ello en el pasado año internacional del turismo sostenible para el desarrollo, las problemáticas aparecidas, como el caso de Barcelona, son cuanto menos, muy importantes e interesantes a investigar.

 

La mayoría de estas problemáticas son tratadas con una acusación eufórica sin un análisis con rigor, más producto de tendencias políticas que otra cosa; “expertos” que dan su opinión positiva o negativa en función si, el partido o las ideas que representan están más o menos cerca del gobierno municipal de la Sr. Colau. Pero sin un rigor científico que apunte a la realidad de esta crisis y por lo tanto, aporte soluciones a las políticas turísticas, que deben ser acertadas para ser implantadas en una ciudad.

 

Si se define crisis turística según varios autores del sector, se puede definir como aquella “Situación no deseada que exige una respuesta inmediata y profesional a la causa que la ha generado y a sus efectos”. A partir de esta sencilla definición, la primera pregunta que habría que plantearse es si la “tasa turística” (obviando la verdadera palabra que debiera usarse, que es la de impuesto) es la mejor resolución para abordar y buscar una medida a la llegada masiva de turistas. Y dicho esto, la siguiente pregunta que debe plantearse es si el verdadero problema “antiturismo” existe, y si existe, quienes lo provocan y porque. Habría que hacerse por lo tanto esta pregunta… ¿Fueron aquellos incidentes de turismofobia en Cataluña el aperitivo que estaba gestando el golpe de estado?

 

Partiendo de los principios básicos de la sostenibilidad, hay que plantear tres preguntas relacionadas con esta crisis en Barcelona extrapolables a otros sitios similares con similares problemas:

 

  1. ¿La llegada masiva de visitantes está impactando negativamente en los recursos naturales y el medioambiente de la ciudad, tales como la calidad del aire, la gestión de residuos o la distribución y consumo de agua potable?
  2. ¿La llegada masiva de visitantes está impactando negativamente en la socioeconomía de las empresas de la ciudad?
  3. ¿La llegada masiva de visitantes está impactando negativamente en la aceptación social de los residentes y por tanto creando el rechazo generalizado al turista?

 

Pareciera que a priori, esta crisis de ser así, es más compleja de lo que parece y debiera ser resuelta con algo más que una simple “tasa turística”. Esta medida que ya se ha desarrollado en más de una ocasión no es la única medida, y en todo caso, seguro que al menos, el sector turístico que seguro hará de “recaudadores” municipales se hacen las siguientes preguntas:

 

  1. ¿Llegado el caso de imponer esa tasa, que se va hacer con ese dinero que se recaude?
  2. ¿Se va a emplear para retornar al sector turístico y corregir esos problemas en caso de que existan?
  3. ¿Se va a buscar como objetivo general, que con esta nueva recaudación se trabaje para recuperar la normalidad cuanto antes?
  4. ¿O nos encontramos ante un nuevo impuesto municipal para “refrescar” la liquidez de las arcas municipales que serán utilizada para otros usos?

 

Verdaderamente, con estas preguntas sin respuesta, se podría demostrar la falta de planificación turística de una ciudad como Barcelona, obviando otras opciones que al menos, debieran ser probadas. Algunas de ellas ya se emplean en otras ciudades y otros destinos turísticos para gestionar y administrar los visitantes, como por ejemplo:

  • Zonificar la ciudad y anillar su casco urbano.
  • Planificar los horarios de acceso con turnos.
  • Definir zonas muy frágiles en aquellos lugares donde existen los principales atractivos, que provocan la llegada masiva de visitantes.

 

En definitiva, cualquier medida que se tome, debe ir relacionada con la sostenibilidad, en sus tres interconexiones, con el objetivo de conservar los recursos naturales para generaciones futuras, mejorando las condiciones laborales de la población local.

 

LA CUESTIÓN DE ESTADO

 

Aunque con los recortes de la crisis económica ya se intentó intervenir en el turismo, por parte del estado en 2013, al dejar las transferencias totales de promoción y gestión a los municipios, lo cierto es que solo quedó en eso: en un intento. Con esta situación los ayuntamientos se emplazaban a una “guerra” local por ser “el pueblo mejor promocionado” sin financiación y sin técnicos. ¿Es posible imaginarse esta guerra a escala de un 10% del total de 8.116 municipios en España? Un desastre. Sin racionalizar la promoción por destinos competitivos estos es imposible.

 

Los motivos de que esta iniciativa fracasara fueron varios: carga económica extra para los ayuntamientos, falta de financiación para esos trabajos de promoción y sobre todo, desconocimiento absoluto de cómo poner a trabajar a técnicos, que hagan ese trabajo con garantías. De hecho este fue uno de los principales frenos para la iniciativa, ya que el primer obstáculo a salvar era “generar más gastos con la promoción cuando en ingresos los ayuntamientos solo integran liquidez con el IRPF y el IVA”. Así se rechazó, (en pleno crecimiento del turismo español en cifras generales) el sistema inductor del turismo y su capacidad de retorno de ingresos como de impuestos.

 

Por tanto tiene España una cuestión de estado, urgente para gestionar correctamente y con mejor modelo, esta gran economía, porque sin duda alguna, esta iniciativa puede ser buena si se hace bien. En definitiva, se trata de que los conceptos de la oferta y la demanda sean más amplios y mejor conocidos, que los municipios renueven su imagen estética, que modernicen e innoven en su promoción online y que tomen medidas o aprueben políticas, orientadas hacia la calidad de los servicios, que deben producir sinergias con la comunicación y promoción realizada y sin duda, de forma indirecta, mejorar las condiciones de vida de los residentes.

 

LA OPORTUNIDAD

 

Aunque se ha hecho un breve repaso por ideas relacionadas con las competencias municipales, ya que de ello dependen en parte en su estructura administrativa y a su vez, de las políticas autonómicas que tienen las competencias, existe aún una gran oportunidad en España tanto de crecimiento sostenible, como de organizar ese nuevo modelo tan pronunciado.

 

España dispone de un total de 15 parques nacionales que sitúan nuestro país, entre los más importantes de Europa, y no solo por el número. La diversidad de nuestros ecosistemas, y, por lo tanto de los modos de vida desarrollados en torno a ellos, sitúa a España en la 2ª potencia mundial en biodiversidad solo superada por EEUU. La distribución de los parques nacionales en España es uniforme y permite una estrategia global de turismo de interior, que permitiría con mucho, el empleo directo cualificado y profesionalizado, especialmente de jóvenes y mujeres. Pero para ello, es necesario una verdadera política turística, que permita quitar los miedos de antaño al “apestado del turismo” y ponga el “cascabel al gato” de la conservación moderna, autosuficiente, proactiva, rentable y sostenible. Algo parecido ocurre aunque en menor medida, en las 15 ciudades patrimonio de la humanidad, que lejos de ser un problema, se convierten en una oportunidad apasionante.

 

Se da la circunstancia de que en España tenemos nada más y nada menos que 4 parques nacionales que a su vez son patrimonio de la humanidad, y que de esa forma, están avalados por la UNESCO. Esos espacios naturales deberían tener una especial mención y sinergia con las ciudades patrimonio de la humanidad, como receptores de turismo extranjero e interno y catalizadores de turistas culturales. En esos lugares existe la oportunidad de inversión rentable con proyectos muy relacionados con la sostenibilidad y de forma general con el crecimiento del turismo español. Pero todo esto debe hacerse con conocimiento y ciencia, para poder crear empleo, riqueza y prosperidad, al mismo tiempo que se gestionan productos y destinos con una filosofía conservacionista, y, nunca más, proteccionista.

 

(*)  Ignacio Vega es doctor  y máster oficial en empresas y mercados turísticos (UNWTO - THEMIS – NEBRIJA), arqueólogo colegiado 2.249 (Historia del arte, investigación y gestión de bienes arqueológicos, IE, Universidad de Segovia). Ha trabajado como consultor más de 20 años desarrollando proyectos turísticos relacionados con su territorio y su patrimonio y ha sido presidente de varias organizaciones que impulsó. Ha trabajado como profesor doctor en varias universidades en la gestión de proyectos turísticos. Ha sido galardonado a nivel provincial, regional y nacional en varios proyectos.

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