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Arturo Aldecoa Ruiz
Lunes, 15 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:

Dos consejos para el cierre de un ciclo político

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Si 2023 fue un año electoralmente importante, este año de 2024 no lo va a ser menos, se celebrarán como mínimo tres elecciones: las autonómicas de Galicia este próximo mes de febrero, ya convocadas, las del País Vasco cuando el Lehendakari y su partido lo crean oportuno para afrontar mejor el desafío de Bildu y las europeas en primavera.

 

A ellas se sumarán posiblemente las autonómicas catalanas a finales del año y quizás unas nuevas Elecciones Generales adelantadas si el Presidente de Gobierno ve que, salvo su cargo, ya no le queda nada por entregar al pequeño Napoleón de Waterloo y consigue asegurarse una salida internacional para mantener su ego satisfecho, lo cual es lo único que en realidad le importa.

 

Por ello, 2024 puede ser el año de cierre del ciclo político comenzado en España con la moción de censura de junio de 2018.

 

Por tanto, va a ser un año electoralmente muy movido a nivel nacional y autonómico,  y es muy posible  que más de un ilustre de nuestra clase política se lleve un susto al quedarse “colgado de la brocha” y sin mamandurria pública mientras su partido se hunde.

 

En 2024, como sucedió tras las elecciones locales de 2023, va a haber mucho “llanto y crujir de dientes”, mucho drama personal cuando algunos derrotados en sus elecciones vean alejarse el paraíso de la representatividad o gobierno que ansiaban alcanzar o, peor aún, pierdan el que ya tenían (pues el cielo que desean todos los políticos es el poder).

 

Los partidos políticos en la España actual me recuerdan a escuadras de navíos territoriales regionales y provinciales que recorren las tormentosas aguas de nuestra política siguiendo la estela y órdenes recibidas de su nao capitana central, al mando de la cual está su líder (o lideresa) Almirante, que lo decide todo, cuya habilidad para arribar a buen puerto está vinculada a su sentido común (a veces muy escaso) y a sus conocimientos políticos que, en muchas ocasiones, vistas las actuaciones de algunos y algunas, parecen bastante magros.

 

¿Cómo suceden los naufragios electorales? Una causa muy común es que quienes rodean al almirante no se atreven a decirle la verdad: por ejemplo, que debe cambiar de rumbo o, cuando es necesario, sacrificarse él mismo y abandonar el puente de mando antes de que sea demasiado tarde.

 

Este círculo de silencios es muy habitual cuando el líder se llena de soberbia y se considera una divinidad todopoderosa y, en vez de buscar buenos oficiales, se rodea de amiguetes, ascendidos no por una capacidad profesional o política demostrada, sino por su “fidelidad” a su persona.

 

Por ello, el líder acabará rodeado de gentes que nunca se jugarán su cargo (y el sueldo que lleva aparejado) diciendo lo que piensan de verdad y llevando la contraria a su jefe. En consecuencia, públicamente solo repetirán como loros las consignas que este les ordene.

 

Al final la cruel realidad se impondrá, y cuando lleguen los tsunamis electorales los malos resultados se llevarán por delante a los almirantes que no den la talla o equivoquen su estrategia, como ya le sucedió a Pablo Iglesias,  Albert Rivera, Inés Arrimadas, Pablo Casado y como puede que suceda este mismo año 2024 a diversos líderes regionales y nacionales, entre ellos a Ione Belarra, Irene Montero, Yolanda Díaz y  al propio Pedro Sánchez si confiado en su “baraka” se descuida. Pues,  como en el cuento del globo que se desinfla mientras intenta seguir volando, para conseguir que siga en el aire, llegará un momento en que ya no quedará otro lastre que tirar y deberá arrojarse el mismo de la barquilla del poder.

 

A lo largo de mi vida he visto muchas veces, y compartido en ocasiones, las amargas lágrimas de los fracasos electorales tanto de compañeros de partido como de amigos de otras fuerzas políticas, y siempre comentaban que lo sucedido era previsible, que lo veían venir, que las sorpresas son muy raras y que los errores de estrategia política se pagan, pues las elecciones son un juego de suma cero: si uno gana algo, alguien lo pierde a la vez.

 

Por ello a los militantes de los partidos que este año de 2024 salgan derrotados más les vale ser estoicos y recordar aquellos versos de Calderón de la Barca en  El Gran teatro del mundo sobre la naturaleza casi teatral de nuestras cuitas políticas mundanas:

 

“Ya se que si para ser

el hombre elección tuviera,

ninguno el papel quisiera

del sentir y padecer; 

todos quisieran hacer

el de mandar y regir,

sin mirar, sin advertir

que en acto tan singular

aquello es representar,

aunque piense que es vivir"

 

Y a los dirigentes políticos preocupados por el previsible desplome de su partido en 2024 y que no han hecho nada por prevenirlo, para evitar enfrentarse a su líder, creo que les conviene reflexionar sobre la poesía de Bertolt Brecht, titulada “A los que dudan”, cuyos versos pese a los casi noventa años transcurridos desde que fueron  escritos, siguen totalmente vigentes para meditar sobre cómo la responsabilidad personal es decisiva en política, y hay que asumirla.

 

“Nuestra causa va mal. La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen. Ahora, después de haber trabajado durante tanto tiempo nos hallamos en una situación peor que al comienzo.

 

Sin embargo, el adversario sigue ahí, más fuerte que nunca. Sus fuerzas parecen acrecentadas y presenta un aspecto invencible.


No se puede negar que hemos cometido errores. Nuestro número se reduce.

 

Nuestras palabras de orden se encuentran en desorden. El adversario distorsiona muchas de ellas hasta hacerlas irreconocibles.


Aquello que dijimos, ahora parece falso: Mucho o poco, ¿con qué contamos ya? ¿Somos lo que ha quedado, marginados de la corriente de la vida?

 

¿Marcharemos hacia atrás, sin nadie que nos comprenda y sin comprender a los demás? ¿No hemos tenido suerte?


Tú preguntas estas cosas. No esperes ninguna respuesta salvo la tuya.”

 

(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999-2019.

 

 

 

 

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