Viernes, 26 de Septiembre de 2025

Actualizada Jueves, 25 de Septiembre de 2025 a las 22:55:50 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Pedro Chacón
Domingo, 21 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:

La españolidad renegada del nacionalismo vasco (I)

Que los nacionalistas vascos eran unos españoles renegados ya lo sabíamos. Y comprobemos el significado de “renegado” según el Diccionario de la RAE: “Dicho de una persona: Que ha abandonado voluntariamente su religión o sus creencias”. De hecho, todos los nacionalistas, como bien lo sabía Sabino Arana cuando empezó esta pesadilla, eran conversos. Y como sinónimos de renegado tenemos: “apóstata, desertor, traidor, perjuro y desleal”. Todos esos calificativos les cuadran perfectamente a los nacionalistas vascos. Ellos reniegan de España y las dos acepciones del verbo renegar también les encajan a la perfección. La primera es: “Negar con instancia algo”, e “instancia” aquí es acción de instar, es decir de “repetir la súplica o petición, insistir en ella con ahínco”. Y ellos reniegan así de España, con insistencia y con ahínco. Y la segunda es: “Detestar, abominar”. Y ellos detestan a y abominan de España. Y así tenemos la definición más acabada de nacionalismo vasco, cuyo único referente es España, el antiespañolismo, para lo cual construyen una historia de una nación vasca que se pierde en la noche de los tiempos, pero que es una construcción al servicio de su antiespañolismo, no al revés, como a veces se piensa. Es decir, el antiespañolismo no es consecuencia de la historia que se inventan.

 

Pero lo que no habíamos tenido hasta ahora era la prueba palpable, evidente, documentada de la españolidad renegada y de su condición de renegar de España. Y sorpresivamente la hemos descubierto. La pista de la que tiramos para llegar a ella nos vino al seguir indagando en las razones y las consecuencias de su insistencia en cambiar para toda España las denominaciones de Vizcaya y Guipúzcoa y ponerlas en eusquera como Bizkaia y Gipuzkoa, algo que consiguieron, después de intentarlo muchas veces antes, el año 2011, con motivo de la aprobación de los presupuestos generales del Estado, el último año de los dos gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. Y de esa manera llegué al concepto clave en toda esta historia: el de los exónimos de una lengua.

 

En todas las lenguas del mundo existen lo que se llaman exónimos. El diccionario de la RAE define así el exónimo: “Nombre con el que un lugar es denominado en una lengua distinta de la vernácula. Londres es exónimo de London.” En efecto, una lengua tan antigua como la española y sobre todo tan protagonista en otras épocas de una expansión por todo el mundo, tuvo oportunidad de denominar muchas ciudades y de dar topónimos a muchas partes del mundo, muchos incluso donde no existían ningunos, al ser los españoles los primeros en poblar dichos territorios, y otros donde los hablantes locales los denominaban con sus lenguas autóctonas a los que se sobrepuso el nombre en español y por el que luego fueron conocidos en todo el mundo. Eso ha pasado con muchas de las lenguas mayoritarias del mundo y el español, como es sabido, es una de ellas y de las principales además.

 

Podríamos poner muchos ejemplos de exónimos del español donde ni sospecharíamos el nombre con el que los habitantes del lugar nombran a su propia ciudad. Del mismo modo podríamos poner muchos ejemplos de exónimos del español para ciudades que en otras lenguas próximas se nombran de modos distintos. El ejercicio es muy interesante haciéndolo también con el eusquera respecto del francés, por ejemplo. El francés y el español tienen en común que, en sus países, separados por una frontera histórica, viven personas que hablan otra lengua, que es el eusquera.

 

Pues resulta que la fórmula genérica de los exónimos del eusquera, oficializados por Euscalchaindia en su norma número 38 (que, como se dice en su preámbulo, tuvo su primera versión el 28 de julio de 1995 y ha experimentado algunos cambios y actualizaciones hasta la última versión que es de 29 de noviembre de 2019), no es que se haya hecho a partir de la base española como vamos a ver, sino que en muchos casos son literalmente los mismos que en español y desde luego una inmensa mayoría de sus entradas, que si no hemos contado mal son 199, se pronuncian exactamente igual en eusquera que en español.

 

Y es que aquí toda la clave reside en que el eusquera y el español se leen igual, sus grafías se pronuncian igual en ambos casos, cosa que no ocurre en casi ninguno de los exónimos que consideremos con los otros dos idiomas de referencia que aparecen en el listado, que son el francés y el inglés. Ya lo dijo Iñaki Anasagasti cuando consiguieron convertir Bizkaia y Gipuzkoa en oficiales para toda España: ¡Pero si se pronuncian igual! Efectivamente, así es. Se pronuncian igual, pero, ojo, solo en el País Vasco español, ya que en el País Vasco francés es otro cantar, y lo que el nacionalismo vasco trata por todos los medios es que se escriban distinto. Y es en el caso de los exónimos donde queda más en evidencia la dependencia profunda del eusquera respecto del español, el españolismo inevitable en el que surge el nacionalismo vasco y que impregna por completo el eusquera, ese idioma autóctono que convierten en su símbolo.

 

Lo que estamos diciendo es que los nacionalistas que controlan Euscalchaindia han formado los exónimos del eusquera escribiéndolos como en español y que, aunque, en algunos casos concretos consiguen cambiarles su ortografía con las letras características del eusquera, como la “k”, la “b” por la “v”, quitándole la “u” después de la “g”, poniendo “tx” en lugar de “ch”, poniendo “z” cuando la “c” va detrás de “e” o de “i”, etc., y también quitando las tildes, porque en el eusquera no hay tildes, sin embargo la pronunciación es siempre la misma. Quiere decirse que con los exónimos no aplican (porque no pueden aplicar, porque les da más vergüenza todavía, porque les tomarían definitivamente por locos, porque nadie en sus cabales lo entendería) las reglas a rajatabla que se han aplicado con los topónimos en el País Vasco, donde todas las localidades vascas han sido cambiadas de nombre, en aras de la “normalización”, salvo rarísimas excepciones.

 

Y me dirán algunos: no, pero es que muchos exónimos se ponen así, sin guardar las reglas ortográficas del eusquera, porque se escriben así en todo el mundo. Ya, pero es que aquí la clave no es la escritura sino la pronunciación. Se puede escribir distinto y pronunciarse igual, que es lo que pasa con el eusquera y el español y se puede escribir igual y pronunciarse distinto, que es lo que pasa con muchos exónimos de los que vamos a ver, porque corresponden a lenguas como el francés y el inglés. Pero sea en uno u otro caso, con el español y el eusquera lo que siempre o casi siempre pasa, como veremos, es que, se escriban igual o se escriban distinto, tanto en español como en eusquera se pronuncian igual. Cosa que, como digo, no pasa ni siquiera con el francés, que está aquí al lado pero que es otro mundo, porque ni escriben igual ni, en los casos que escriben igual, se pronuncian lo mismo.

 

Lo cual lo único que revela es la profunda dependencia del eusquera respecto del español para los hablantes del eusquera en España, algo que no ocurre en Francia ni por asomo. Dicho de otro modo: un francés habla mucho mejor eusquera si previamente sabe español, porque la pronunciación, la forma de leer, la misma entonación de las palabras y de la frase completa son idénticas en español y en eusquera.

 

De una lista total de 199 exónimos, vamos a ir desglosándolos de la siguiente manera.

 

Veamos primero el caso de los 56 exónimos del eusquera que se escriben exactamente igual que en español y por lo tanto se pronuncian exactamente igual, mientras que varía su escritura en francés, que es el país de referencia principal para observar este fenómeno, dado que en Francia también se habla eusquera en una pequeña porción de su territorio:

 

Alemania en eusquera es Alemania, mientras que en francés es Allemagne

Andorra en eusquera es Andorra, en francés Andorre

Argentina es Argentina, en francés Argentine

Australia es Australia, en francés Australie

Austria es Austria, en francés Autriche

Barbados es Barbados, en francés Barbade

Bielorrusia es Bielorrusia, en francés Biélorussie

Bolivia es Bolivia, en francés Bolivie

Brasil en eusquera es Brasil, mientras que en francés es Brésil

Bulgaria es Bulgaria, en francés Bulgarie

Burkina Faso es Burkina Faso, en francés Burkina

Egipto en eusquera es Egipto, en francés Égypte

Eritrea en eusquera Eritrea, en francés Érythrée

Eslovenia en eusquera es Eslovenia, en francés Slovénie

Estonia es Estonia, en francés Estonie

Finlandia en eusquera es Finlandia o Suomi, mientras que en francés es Finlande

Cabo Verde en eusquera es Cabo Verde y en francés Cap-Vert

Gambia es Gambia, en francés Gambie

Georgia es Georgia, en francés Géorgie

India es India, en francés Inde

Indonesia es Indonesia, en francés Indonésie

Irak es Irak, en francés Iraq

Irlanda en eusquera es Irlanda o también Eire, mientras que en francés es Irlande

Islandia es Islandia, en francés Islande

Israel es Israel, en francés Israël

Italia es Italia, en francés Italie

Jordania es Jordania, en francés Jordanie

Kuwait es Kuwait, en francés Koweït

Letonia es Letonia, en francés Lettonie

Libia en eusquera es Libia, en francés Libye

Lituania es Lituania, en francés Lituanie

Malta es Malta, en francés Malte

Mauritania es Mauritania, en francés Mauritanie

Moldavia es Moldavia, en francés Moldavie

Mongolia es Mongolia, en francés Mongolie

Montenegro es Montenegro, en francés Monténégro

Myanmar o Birmania en eusquera también es Myanmar o Birmania, mientras que en francés Myanmar es igual por escrito pero pronunciado es “Mionmag”, y Birmania es Birmanie

Namibia es Namibia, en francés Namibie

Nepal es Nepal, en francés Népal

Palestina es Palestina, en francés Palestine

Polonia en eusquera es Polonia, en francés Pologne

Puerto Rico en eusquera es Puerto Rico, mientras que en francés es Porto Rico

Ruanda es Ruanda, en francés Rwanda

San Marino es San Marino, en francés Saint-Marin

Senegal es Senegal, en francés Sénégal

Serbia es Serbia, en francés Serbie

Sierra Leona en eusquera es Sierra Leona, mientras que en francés es Sierra Leone

Singapur es Singapur, en francés Singapour

Siria es Siria, en francés Syrie

Somalia es Somalia, en francés Somalie

Surinam es Surinam, en francés Suriname

Tanzania es Tanzania, en francés Tanzanie

Uganda es Uganda, en francés Ouganda

Vietnam en eusquera es Vietnam, mientras que en francés es Viêt Nam

Yemen es Yemen, en francés Yémen

Zambia es Zambia, en francés Zambie

 

Llama poderosamente la atención que en eusquera se ponga igual que en español los casos de Puerto Rico, teniendo Portu en eusquera (en francés es Porto Rico) y sobre todo Cabo Verde, donde ni siquiera se pone Berde, con “b”, ya que en eusquera la letra “v” no existe, mientras que en francés es Cap-Vert. Y también el resto de exónimos donde hay “v” en español y que en eusquera curiosamente se mantiene: Bolivia sigue siendo Bolivia en eusquera, Moldavia Moldavia y Vietnam Vietnam, y no Bolibia, Moldabia o Bietnam, como sería el caso si estuviéramos en el País Vasco español. Porque recordemos que aquí tenemos Vergara, que ha pasado a ser Bergara, o Bolívar, que ha pasado a ser Bolibar. ¿Por qué mantienen esos nombres en los exónimos, cuando al mismo tiempo oficializan los de Kuba, Txina o Kanada, como veremos? Lo dicho, dependencia absoluta del español en los exónimos eusquéricos, que seguiremos viendo en próximos capítulos, para pasmo de los talibanes del eusquera que se han cargado los topónimos del País Vasco para borrar en ellos todo rastro español.

 

Los que han hecho esta norma número 38 de los exónimos del eusquera son todos unos nacionalistas vascos de España que reniegan de su condición de españoles, pero que no la pueden evitar por mucho que lo intenten, porque es consustancial a su propio ser. Es lo que más les desequilibra, esa españolidad consustancial que llevan dentro, que les constituye en su misma forma de pensar, en su misma esencia como personas, en sus inclinaciones más atávicas y que por quitársela de encima, por sacársela de dentro, sin conseguirlo, son capaces de renegar hasta de su propia madre. Esa es su gran condena: no poder aceptar lo que en el fondo son y no pueden dejar de ser. Y por esa imposibilidad todos los demás tenemos que pagar sus neurosis, sus desequilibrios, sus arrebatos, sus desquiciamientos y, en definitiva, su enorme e insoportable pedorrez.

 

(Continuará)

 

https://amzn.to/3rvLG5t

 

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.