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Carlos X. Blanco
Lunes, 22 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:

Al-Ándalus: La España que dejó de ser España

[Img #25437]En noviembre de 2023 salió a la luz la segunda edición de Al-Ándalus. La España que dejó de ser España. Es un libro del profesor Armando Besga que se suma a la ya larga serie de textos imprescindibles que el profesor de la Universidad de Deusto, destacado especialista en Historia Altomedieval de España, viene publicando en un plazo breve de tiempo. Los libros recientes constituyen una serie, un conjunto, y creo que deberían entenderse como largos capítulos de una magna obra destinada a comprender qué es España y cómo ha llegado a ser lo que es. Los textos, todos publicados por la editorial Letras Inquietas, son: Hispania: La primera España, Spania: La España visigoda y La Reconquista: La Restauración de España (dos volúmenes). Además de esta tarea hercúlea, Besga está comprometido en la denuncia y destrucción de las falsedades y trampas del nacionalismo vasco, y de todo nacionalismo separatista e irracional. En esta misma editorial, y en otras varias, también han salido recientemente obras suyas sobre El fraude de Amaiur, Sabino Arana, José Antonio Aguirre, etc.

 

El historiador vizcaíno es prolífico en obras, así como prolijo en documentación, notas a pie de página y argumentos. Todos sus textos son apasionantes, y, creo, higiénicos y obligatorios. Lo digo porque seguramente España sea una de las naciones donde mayor número de tonterías y falsedades se han dicho a propósito de su historia e identidad y, por ende, la historia rigurosa (aunque no es ciencia exacta, sino “blanda”) se echa en falta como en ninguna otra parte. En esta serie que está produciendo Besga, hay rigor y puntos sobre las íes.

 

Una de esas tonterías que abundan en la literatura española es la del “paraíso andalusí” (acordémonos de los Goytisolo, Gala, Cebrián...). De paraíso, nada. En los siglos de mayor esplendor de Córdoba y de los territorios españoles bajo dominio musulmán (siglos IX-XI), el esclavismo, la pedofilia, la poligamia, los harenes, el apartheid para con mozárabes y judíos, e incluso la discriminación de los conversos (muladíes, los musulmanes de origen cristiano) fueron notas permanentes, y tenazmente constatados en la documentación. La situación de toda aquella población que no fuera descendiente de los conquistadores árabes, la minoría privilegiada, incluso la condición de los correligionarios de Mahoma pertenecientes a otras “razas” (bereberes, muladíes), no era muy envidiable. Se trataba, bajo el Emirato o bajo el Califato, de un Estado despótico y además violento. Solo con la espada se podía mantener una cohesión social e interracial.

 

El modo de producción del “paraíso andalusí” era el despotismo tributario que, como acierta a decir Besga, posee su analogía más perfecta en el sistema de la mafia. Los conquistadores de la Hispania goda, venidos desde el norte de África, no buscaron tierras, a las que un pueblo de origen nómada y venido de lejanos desiertos siempre puso en segundo lugar en su lista de prioridades. Estas gentes de Arabia, junto con sus aliados-subalternos, los bereberes, nunca hicieron de España su verdadera casa y siempre, tras siglos y siglos de ocupación, sabían que su forzada presencia aquí obedecía a razones extractivas: captar tributos, así como esclavos. A los mahometanos que invadieron el reino godo de Toledo (Hispania) les preocupaba poco la conversión de los vencidos, mientras los vencidos fueran sumisos y pagaran sus impuestos. El despotismo tributario del Islam hacía de la guerra un sistema de ampliación de las recaudaciones.  El rebelde don Pelayo no era molesto a los moros por ser fiel cristiano (había millones de cristianos bajo poder muslime en aquel tiempo). Lo peor a los ojos de las autoridades musulmanas fue que el caudillo asturiano fuera un objetor fiscal.

 

Una tesis fundamental de Armando Besga es la “deshispanización” de España: Al-Ándalus dejó de ser España. Es un error considerar a los habitantes de aquel Estado musulmán como “españoles”. En ese error cayeron, nada menos, que Sánchez-Albornoz y toda una escuela de arabistas españoles de su tiempo. Las gentes que vivieron bajo el yugo del islam no tuvieron conciencia de ser españoles, ni deseo de serlo. Raras veces llamaron “España” al territorio en que vivían, y hasta los muladíes, los conversos al islam hablaban (con falsedad) de su pasado árabe. No entendían ni pretendían que Al-Ándalus fuera el Estado sucesor de la Hispania de los godos de Toledo. Tampoco tuvieron necesidad de conquistar la totalidad de aquel Reino, lo cual sería a la larga su perdición, pues desde una Asturias independiente se inició el foco de rebeldía que, a la larga, les desalojaría del país en 1492. Si se hubieran percibido a sí mismos como “los musulmanes de España”, habrían hecho lo posible por llegar de facto hasta el Cantábrico.

 

La España del siglo XXI, destrozada por el R78, pasa por una grave crisis de identidad. Es tal el cúmulo de mentiras, manipulaciones y trampas en las que ha caído el pueblo, que los mismos descendientes de los repobladores cristianos, habitantes de la actual región andaluza, dicen ser descendientes de los andalusíes. El nacionalismo andaluz honra a Blas Infante, un converso del siglo XX que añoraba ese pasado de dominación árabe y difundió muchas patochadas sobre él. La búsqueda de “señas de identidad” deshispanizadoras ha llevado a muchos andaluces a soñar un  “paraíso andalusí” que, de inmediato, nos llevaría a ser una mera prolongación del Magreb. Mientras que los mahometanos más radicales no han olvidado nunca la historia, y saben que una vez dominaron nuestra patria, maquinando hoy por recuperarla, los españoles de origen cristiano y norteño lo ignoran hoy todo, en su mayoría, y todo por culpa de una decadencia de la Enseñanza y una deshispanización cultural que avanza a marchas forzadas desde la invención del Estado de las Autonomías. Se pierde a gran velocidad la conciencia de contar con una historia y un destino común, y se refuerzan historias “autonómicas” a la carta, donde la verdad científica queda manipulada burdamente y los motivos de orgullo colectivo, como habernos liberado de una religión ajena y totalitaria, resultan zaheridos para siempre. Es un libro de combate este, y con sus armas hay que dar la batalla. Nuestro enemigo debe ser, siempre, el embaucador. Quien pretende engañarnos, busca nuestra esclavitud.

 

Armando Besga Marroquín: Al-Ándalus: La España que dejó de ser España. Letras Inquietas (Octubre de 2023)

 

Este libro se encuentra a la venta en la tienda online de Letras Inquietas clicando aquí. También está disponible en Amazon.

 

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