La desaparecida ikurriña “Trula”
Cuanto yo era miembro de las Juntas Generales de Bizkaia, acudió a mi despacho un hombre mayor al que no conocía. Me dijo que venía en nombre de otras personas que preferían mantener su anonimato y que recurrían a mí porque creían que podría ayudarles con un asunto relacionado con el patrimonio histórico.
Mi visitante pasó a contarme su preocupación respecto a un símbolo, muy importante y querido para él y sus compañeros, todos ellos veteranos del Batallón Gernika en la Guerra Civil. Se trataba de una bandera de combate de una sección del mismo, que en 1983 fue depositada en la Casa de Juntas de Guernica y que parecía haberse esfumado.
El asunto se retrotraía a la Guerra Civil y era el siguiente: el batallón Saseta, al que pertenecieron, era uno de los tres batallones de ametralladoras que tuvo el Ejército Vasco entre 1936 y 1937. Los otros dos fueron el Ariztimuño y el UGT Nº 3 "González Peña".
Por lo visto, estas unidades nunca operaban con toda la fuerza al completo, sino que normalmente lo hacían divididas en secciones para dar fuego de apoyo a aquellos sectores más comprometidos del frente, dada la preocupante escasez de ametralladoras de que adolecían los batallones de infantería del Ejército Vasco.
Por ello, cada sección de ametralladoras del Saseta tenía la autonomía suficiente como para considerarla una entidad autónoma capaz de mantenerse en el frente con sus propios medios durante un prolongado periodo de tiempo. Una de estas secciones estuvo al mando del teniente Ángel Trula, del que su bandera tomó la denominación, formando parte de la compañía "Beti Aurrera".
En el Goaz Museum de la Fundación Sabino Arana del PNV se conserva actualmente la ikurriña de la compañía "Beti Aurrera" del batallón Saseta.
Pero no fue la única enseña, hubo otras banderas, como la de la sección “Trula”, cuya inscripción incluía su nombre bordado: “Trula izkilaztarrak” (ametralladoras Trula).
Según mi visitante, la bandera de la sección “Trula” tuvo una peripecia posterior a la guerra civil mucho más relevante que la de la compañía, porque estuvo presente en importantes acontecimientos de la historia del siglo XX para muchos vascos.
Me informó que desde la Guerra Civil a la Segunda Guerra Mundial, la “Trula” fue enarbolada por los gudaris del batallón Gernika en la batalla de la Pointe de Grave y en los desfiles de Burdeos y París durante la conmemoración de la victoria en Europa.
Convertida en símbolo de la resistencia de los vascos en el exilio, la “Trula” acompañó las reuniones de veteranos del Gernika y llegó a su culmen de prestigio durante el entierro de José Antonio Aguirre en 1960, pues fue elegida para cubrir su féretro. Y también sobre ella juró su cargo Leizaola.
Más tarde, y para conservar bien la bandera, se reemplazó en los aniversarios de la Pointe de Grave por una nueva ikurriña que fue encargada ex profeso con la leyenda francesa "Bataillon Basque Gernika", idéntica a otra que se depositó en la sede del Gobierno Vasco en París.
A partir de entonces, la "Trula" fue custodiada durante veintitrés años por el gudari socialista Andrés Prieto y preservada con diligencia hasta su entrega por el mismo a la Casa de Juntas de Gernika, en presencia del Lehendakari Carlos Garaikoetxea y el Diputado General de Bizkaia José María Makua, el día 27 de abril de 1983. Y allí quedó custodiada, o eso creían aquel hombre y sus compañeros.
Precisamente poco antes de nuestra entrevista, el 7 de octubre de 2015, los gudaris supervivientes del Batallón Gernika habían sido agasajados en la Casa de Juntas. Mostrándome las fotos publicadas me señaló una ikurriña izada en un pequeño mástil junto al Árbol Foral, tras el Diputado General de Bizkaia y los miembros de la Mesa de las Juntas Generales.
Se trataba de una ikurriña con rótulos alusivos al Batallón Saseta pero, comparándola con las fotos antiguas, la bandera de 2015 ciertamente no se parecía a la enseña a la que saludó en 1945 el General de Gaulle tras la acción del Batallón Gernika de Point de Grave.
Tampoco se parecía a la ikurriña que aparecía en las fotos, cubriendo el féretro de Lendakari José Antonio Aguirre en 1960 en su entierro y en la jura de Leizaola.
Por tanto, aquella bandera de 2015 no era la llamada “Trula”, que debía estar guardada en la Casa de Juntas y ahora, según mi visitante, no aparecía.
Aquel hombre me dijo que tras preguntar sobre la situación de la enseña entregada en 1983 en las Juntas Generales habían comprobado que la misma estaba desaparecida, sin que nadie pudiera darles explicaciones sobre su paradero. La conclusión para él era obvia: alguien se la había llevado.
Aunque era un asunto patrimonial diferente a los habituales que conocía en Juntas, comprendía perfectamente y compartía la indignación de mi visitante y de sus compañeros, cuando un objeto simbólico, por el que literalmente te has jugado la vida durante años en las difíciles circunstancias de dos guerras y del exilio, se desvanece tras ser entregado para su cuidado a un organismo oficial. Como si nunca hubiera existido.
Le dije que naturalmente compartía totalmente su preocupación y me pondría a recopilar información sobre aquel elemento relevante de nuestra memoria histórica y a intentar averiguar qué había sido de la bandera y que razón se daba de ella por la institución donde se depositó, las Juntas Generales, de la que yo mismo era miembro en ese momento.
Lo primero fue reunir un dossier sobre la entrega de la ikurriña en 1983, que ciertamente tuvo bastante reflejo en los principales medios de comunicación de aquellos días, y luego pedir información oficial para que la institución me diera razón de los datos que tuviera sobre este patrimonio histórico que se le entregó.
Presentada la pregunta, la respuesta fue demoledora. El 30 de diciembre de 2015 se me contestó oficialmente esto, sin firma al pie:
“Expediente nº 601
Respuesta a la solicitud de información presentada por Arturo Aldekoa Ruiz
Leídas y analizadas las preguntas, se expone:
Que la ikurriña a la que hace referencia el Sr. Aldekoa no figura en el inventario de bienes de la Diputación Foral de Bizkaia.
Que según testimonios, dicha ikurriña no estuvo depositada en las Juntas Generales de Bizkaia.”
Y hasta ahí toda la información oficial que me facilitaron, como si nunca hubiera sido entregada la bandera en 1983 en la Casa de Juntas de Gernika, digan lo que digan los periódicos de la época y quienes allí la depositaron.
Naturalmente, desde entonces he seguido atento a cualquier pista de esta bandera histórica.
Recientemente, he hallado en una librería de viejo un folleto trilingüe en euskera, castellano y francés, editado en 1983 por la propia Diputación Foral de Bizkaia, bajo el título “La Casa de Juntas de Guernika” (sic), dedicado a explicar las obras de modernización realizadas en el recinto, una publicación que contiene en su parte final amplia información sobre la entrega en las Juntas de la ikurriña ”Trula”, la misma de la que nada supieron decirme desde la Diputación Foral en 2015.
En concreto, el folleto ilustra tres grandes fotos del acto de entrega de la bandera, con los siguientes textos:
- “Vista del acto celebrado en la Casa de Juntas el 26 de Abril de 1983, con motivo de la entrega de la ikurriña del batallón Gernika.
- Ante el micrófono el Lehendakari pronunciando su discurso con motivo de la entrega en la Casa de Juntas de la ikurriña del batallón Gernika. Al fondo los Diputados Generales de Alava y Vizcaya.
- Bajo el Árbol, el Lehendakari, los Diputados Generales y el Presidente del Parlamento Vasco, el alcalde de Gernika, rodeados de gudaris y de los excombatientes en la División Leclercq”.
Las fotos dejan claro que el acto estuvo concurridísimo, amén de ser “internacional”. Por ello está claro que los “testimonios” recabados para responder mi pregunta oficial en Juntas no eran fiables: la bandera fue entregada en la Casa de Juntas y ya no está. Por tanto, alguien se la llevó en algún momento entre 1983 y 2015.
Lo cierto es que lo sucedido con la ikurriña “Trula” no es un caso aislado. Otros elementos de nuestro patrimonio depositados en la Casa de Juntas se han “evaporado” entre los años 80 del pasado siglo XX y los comienzos del XXI, sin que se sepa dar razón de ellos. Así, se ha perdido la pista, por ejemplo, de los tres tomos de libros de firmas y dedicatorias de los visitantes ilustres desde 1876 a 1979, de las históricas banderas de los Tercios vizcaínos en la guerra de África de 1860, de los valiosos muebles del legado de Laureano Jado cedidos a las Juntas por el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1983 para amueblar el renovado recinto tras las obras realizadas, o de diversos cuadros de autores reconocidos procedentes del mismo Legado de Jado, obras que ahora no se sabe en qué paredes cuelgan.
A veces me da por pensar que alrededor de las Juntas habitó un “Gran Hermano” con “acceso libre” y que cuando quiso se llevó cosas para su casa o colección particular, fueran libros de firmas y dedicatorias, documentos singulares, banderas históricas, muebles antiguos, cuadros de firma o, por lo que parece, incluso ikurriñas como la “Trula” sin que nadie dijera ni viera nada. Y, lo que es peor, sin que al día siguiente nadie se preguntara dónde estaban las cosas. Solo cuando alguien desde fuera advierte la ausencia con una iniciativa parlamentaria se constata que ya no sabemos dónde está nuestro bien patrimonial.
Quizás esto último es lo más mosqueante, el que nunca nadie desde dentro advierta que faltan cosas y lo denuncie. Llegó a desaparecer la gran estatua de Basterra llamada ‘”El Palankari”, situada en la entrada del claustro de las Juntas, un objeto que se esfumó pese a su gran peso y altura de tres metros, sin que nadie aparentemente se extrañara de su ausencia ni la echara en falta durante decenios. ¿Es que la estatua se había ido a dar un paseo? En este caso sospecho que se les rompió en unas obras.
Lo malo es que debido a ello la Casa de Juntas parecía un poco como el “camarote de los hermanos Marx”, donde no se sabía ni lo que entraba ni lo que salía y todo era descontrol.
Como soy optimista, quiero confiar en que desde las Juntas vizcaínas se habrá aprendido la lección y se habrá reforzado el control del patrimonio depositado en cualquiera de sus sedes y que retomarán las pesquisas para recuperar los bienes perdidos que alguien se llevó.
Si no, cualquier día el “Gran Hermano” vuelve a las andadas y se lleva tranquilamente el tronco del árbol viejo de Gernika, con templete y todo, para hacer compañía a la ikurriña “Trula” en el jardín de su chalet – museo.
(*) Arturo Ignacio Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999-2019
Cuanto yo era miembro de las Juntas Generales de Bizkaia, acudió a mi despacho un hombre mayor al que no conocía. Me dijo que venía en nombre de otras personas que preferían mantener su anonimato y que recurrían a mí porque creían que podría ayudarles con un asunto relacionado con el patrimonio histórico.
Mi visitante pasó a contarme su preocupación respecto a un símbolo, muy importante y querido para él y sus compañeros, todos ellos veteranos del Batallón Gernika en la Guerra Civil. Se trataba de una bandera de combate de una sección del mismo, que en 1983 fue depositada en la Casa de Juntas de Guernica y que parecía haberse esfumado.
El asunto se retrotraía a la Guerra Civil y era el siguiente: el batallón Saseta, al que pertenecieron, era uno de los tres batallones de ametralladoras que tuvo el Ejército Vasco entre 1936 y 1937. Los otros dos fueron el Ariztimuño y el UGT Nº 3 "González Peña".
Por lo visto, estas unidades nunca operaban con toda la fuerza al completo, sino que normalmente lo hacían divididas en secciones para dar fuego de apoyo a aquellos sectores más comprometidos del frente, dada la preocupante escasez de ametralladoras de que adolecían los batallones de infantería del Ejército Vasco.
Por ello, cada sección de ametralladoras del Saseta tenía la autonomía suficiente como para considerarla una entidad autónoma capaz de mantenerse en el frente con sus propios medios durante un prolongado periodo de tiempo. Una de estas secciones estuvo al mando del teniente Ángel Trula, del que su bandera tomó la denominación, formando parte de la compañía "Beti Aurrera".
En el Goaz Museum de la Fundación Sabino Arana del PNV se conserva actualmente la ikurriña de la compañía "Beti Aurrera" del batallón Saseta.
Pero no fue la única enseña, hubo otras banderas, como la de la sección “Trula”, cuya inscripción incluía su nombre bordado: “Trula izkilaztarrak” (ametralladoras Trula).
Según mi visitante, la bandera de la sección “Trula” tuvo una peripecia posterior a la guerra civil mucho más relevante que la de la compañía, porque estuvo presente en importantes acontecimientos de la historia del siglo XX para muchos vascos.
Me informó que desde la Guerra Civil a la Segunda Guerra Mundial, la “Trula” fue enarbolada por los gudaris del batallón Gernika en la batalla de la Pointe de Grave y en los desfiles de Burdeos y París durante la conmemoración de la victoria en Europa.
Convertida en símbolo de la resistencia de los vascos en el exilio, la “Trula” acompañó las reuniones de veteranos del Gernika y llegó a su culmen de prestigio durante el entierro de José Antonio Aguirre en 1960, pues fue elegida para cubrir su féretro. Y también sobre ella juró su cargo Leizaola.
Más tarde, y para conservar bien la bandera, se reemplazó en los aniversarios de la Pointe de Grave por una nueva ikurriña que fue encargada ex profeso con la leyenda francesa "Bataillon Basque Gernika", idéntica a otra que se depositó en la sede del Gobierno Vasco en París.
A partir de entonces, la "Trula" fue custodiada durante veintitrés años por el gudari socialista Andrés Prieto y preservada con diligencia hasta su entrega por el mismo a la Casa de Juntas de Gernika, en presencia del Lehendakari Carlos Garaikoetxea y el Diputado General de Bizkaia José María Makua, el día 27 de abril de 1983. Y allí quedó custodiada, o eso creían aquel hombre y sus compañeros.
Precisamente poco antes de nuestra entrevista, el 7 de octubre de 2015, los gudaris supervivientes del Batallón Gernika habían sido agasajados en la Casa de Juntas. Mostrándome las fotos publicadas me señaló una ikurriña izada en un pequeño mástil junto al Árbol Foral, tras el Diputado General de Bizkaia y los miembros de la Mesa de las Juntas Generales.
Se trataba de una ikurriña con rótulos alusivos al Batallón Saseta pero, comparándola con las fotos antiguas, la bandera de 2015 ciertamente no se parecía a la enseña a la que saludó en 1945 el General de Gaulle tras la acción del Batallón Gernika de Point de Grave.
Tampoco se parecía a la ikurriña que aparecía en las fotos, cubriendo el féretro de Lendakari José Antonio Aguirre en 1960 en su entierro y en la jura de Leizaola.
Por tanto, aquella bandera de 2015 no era la llamada “Trula”, que debía estar guardada en la Casa de Juntas y ahora, según mi visitante, no aparecía.
Aquel hombre me dijo que tras preguntar sobre la situación de la enseña entregada en 1983 en las Juntas Generales habían comprobado que la misma estaba desaparecida, sin que nadie pudiera darles explicaciones sobre su paradero. La conclusión para él era obvia: alguien se la había llevado.
Aunque era un asunto patrimonial diferente a los habituales que conocía en Juntas, comprendía perfectamente y compartía la indignación de mi visitante y de sus compañeros, cuando un objeto simbólico, por el que literalmente te has jugado la vida durante años en las difíciles circunstancias de dos guerras y del exilio, se desvanece tras ser entregado para su cuidado a un organismo oficial. Como si nunca hubiera existido.
Le dije que naturalmente compartía totalmente su preocupación y me pondría a recopilar información sobre aquel elemento relevante de nuestra memoria histórica y a intentar averiguar qué había sido de la bandera y que razón se daba de ella por la institución donde se depositó, las Juntas Generales, de la que yo mismo era miembro en ese momento.
Lo primero fue reunir un dossier sobre la entrega de la ikurriña en 1983, que ciertamente tuvo bastante reflejo en los principales medios de comunicación de aquellos días, y luego pedir información oficial para que la institución me diera razón de los datos que tuviera sobre este patrimonio histórico que se le entregó.
Presentada la pregunta, la respuesta fue demoledora. El 30 de diciembre de 2015 se me contestó oficialmente esto, sin firma al pie:
“Expediente nº 601
Respuesta a la solicitud de información presentada por Arturo Aldekoa Ruiz
Leídas y analizadas las preguntas, se expone:
Que la ikurriña a la que hace referencia el Sr. Aldekoa no figura en el inventario de bienes de la Diputación Foral de Bizkaia.
Que según testimonios, dicha ikurriña no estuvo depositada en las Juntas Generales de Bizkaia.”
Y hasta ahí toda la información oficial que me facilitaron, como si nunca hubiera sido entregada la bandera en 1983 en la Casa de Juntas de Gernika, digan lo que digan los periódicos de la época y quienes allí la depositaron.
Naturalmente, desde entonces he seguido atento a cualquier pista de esta bandera histórica.
Recientemente, he hallado en una librería de viejo un folleto trilingüe en euskera, castellano y francés, editado en 1983 por la propia Diputación Foral de Bizkaia, bajo el título “La Casa de Juntas de Guernika” (sic), dedicado a explicar las obras de modernización realizadas en el recinto, una publicación que contiene en su parte final amplia información sobre la entrega en las Juntas de la ikurriña ”Trula”, la misma de la que nada supieron decirme desde la Diputación Foral en 2015.
En concreto, el folleto ilustra tres grandes fotos del acto de entrega de la bandera, con los siguientes textos:
- “Vista del acto celebrado en la Casa de Juntas el 26 de Abril de 1983, con motivo de la entrega de la ikurriña del batallón Gernika.
- Ante el micrófono el Lehendakari pronunciando su discurso con motivo de la entrega en la Casa de Juntas de la ikurriña del batallón Gernika. Al fondo los Diputados Generales de Alava y Vizcaya.
- Bajo el Árbol, el Lehendakari, los Diputados Generales y el Presidente del Parlamento Vasco, el alcalde de Gernika, rodeados de gudaris y de los excombatientes en la División Leclercq”.
Las fotos dejan claro que el acto estuvo concurridísimo, amén de ser “internacional”. Por ello está claro que los “testimonios” recabados para responder mi pregunta oficial en Juntas no eran fiables: la bandera fue entregada en la Casa de Juntas y ya no está. Por tanto, alguien se la llevó en algún momento entre 1983 y 2015.
Lo cierto es que lo sucedido con la ikurriña “Trula” no es un caso aislado. Otros elementos de nuestro patrimonio depositados en la Casa de Juntas se han “evaporado” entre los años 80 del pasado siglo XX y los comienzos del XXI, sin que se sepa dar razón de ellos. Así, se ha perdido la pista, por ejemplo, de los tres tomos de libros de firmas y dedicatorias de los visitantes ilustres desde 1876 a 1979, de las históricas banderas de los Tercios vizcaínos en la guerra de África de 1860, de los valiosos muebles del legado de Laureano Jado cedidos a las Juntas por el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1983 para amueblar el renovado recinto tras las obras realizadas, o de diversos cuadros de autores reconocidos procedentes del mismo Legado de Jado, obras que ahora no se sabe en qué paredes cuelgan.
A veces me da por pensar que alrededor de las Juntas habitó un “Gran Hermano” con “acceso libre” y que cuando quiso se llevó cosas para su casa o colección particular, fueran libros de firmas y dedicatorias, documentos singulares, banderas históricas, muebles antiguos, cuadros de firma o, por lo que parece, incluso ikurriñas como la “Trula” sin que nadie dijera ni viera nada. Y, lo que es peor, sin que al día siguiente nadie se preguntara dónde estaban las cosas. Solo cuando alguien desde fuera advierte la ausencia con una iniciativa parlamentaria se constata que ya no sabemos dónde está nuestro bien patrimonial.
Quizás esto último es lo más mosqueante, el que nunca nadie desde dentro advierta que faltan cosas y lo denuncie. Llegó a desaparecer la gran estatua de Basterra llamada ‘”El Palankari”, situada en la entrada del claustro de las Juntas, un objeto que se esfumó pese a su gran peso y altura de tres metros, sin que nadie aparentemente se extrañara de su ausencia ni la echara en falta durante decenios. ¿Es que la estatua se había ido a dar un paseo? En este caso sospecho que se les rompió en unas obras.
Lo malo es que debido a ello la Casa de Juntas parecía un poco como el “camarote de los hermanos Marx”, donde no se sabía ni lo que entraba ni lo que salía y todo era descontrol.
Como soy optimista, quiero confiar en que desde las Juntas vizcaínas se habrá aprendido la lección y se habrá reforzado el control del patrimonio depositado en cualquiera de sus sedes y que retomarán las pesquisas para recuperar los bienes perdidos que alguien se llevó.
Si no, cualquier día el “Gran Hermano” vuelve a las andadas y se lleva tranquilamente el tronco del árbol viejo de Gernika, con templete y todo, para hacer compañía a la ikurriña “Trula” en el jardín de su chalet – museo.
(*) Arturo Ignacio Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999-2019