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Ernesto Ladrón de Guevara
Viernes, 09 de Febrero de 2024 Tiempo de lectura:

La liquidación programada del sector primario

No será porque se haya dicho pocas veces aquello que se atribuye a la Agenda 2030 de que “No tendrás nada y serás feliz”. O de las muchas proclamas de que el mundo se va a terminar si no paramos la explotación del suelo para consumo de recursos, (por ejemplo, el consumo de recursos hídricos que ha justificado que se derrumben presas), y que estábamos en una subida creciente de la temperatura de la atmósfera, que somos demasiada población mundial y que hay que controlar el crecimiento vegetativo, y que debemos acostumbrarnos a comer insectos porque no hay que comer carne, etc, etc.

 

Lo que nos ocultan es la dictadura mundial que ya es indubitable salvo para los que se niegan a verla porque sus filtros mentales les impiden percibir aquello que no entra en su programación cognitiva. Se está echando química desde aviones para controlar el clima; ha existido una verdadera experimentación humana para estudiar los comportamientos en situación de estrés psíquico; se están usando las Fuerzas de Seguridad del Estado al margen de los derechos individuales y de las garantías constitucionales; se está irradiando desde las antenas 5G provocando síndromes hasta ahora desconocidos y un incremento de las degeneraciones de reproducción celular con incremento del cáncer; se aplican políticas eugenésicas, vulnerando los principios más elementales del Derecho Natural (recientemente oí en una conferencia que el Derecho Natural no existe y que solamente es legítimo el Derecho Positivo, es decir la dictadura del consenso (Dalmacio Negro); y la superficie cultivable está siendo sustituida por lo que se llaman huertos solares (placas) que antes eran cultivos agrícolas. Podríamos extendernos hasta el aburrimiento de los lectores.

 

Y el sector primario está que ya no aguanta más. La burocracia de Bruselas, que lo que persigue es que los agricultores dejen de solicitar ayudas porque la carga del papeleo inane y absurdo invita a mandarles a hacer gárgaras porque bastante trabajoso es el laboreo de los campos y el trasiego de los productos para que los urbanitas comamos todos los días.

 

Pero no.  Las grandes superficies nos ofrecen productos que vienen desde otras latitudes por mecanismos de conservación que hacen que lo que comemos pierda sus propiedades nutricionales, en el mejor de los casos.

 

El dinero de nuestros impuestos se va a facilitar el trasiego de productos de países como Marruecos, que ha demostrado hasta la saciedad que es un rival que no nos favorece para nada ni en nuestra economía ni en los factores de riesgo para nuestra seguridad o defensa, con competencia desleal porque todos los requisitos de sanidad que se exige a nuestros agricultores no los cumplen los productos que acaban en las instalaciones de las grandes superficies donde compramos.

 

Nadie favorece el consumo de proximidad que nos ofrece productos frescos y de calidad, y la información de procedencia de los productos que compramos en ese comercio de minoritas no está siempre clara y visible, sin conocer el consumidor realmente de dónde vienen esas mercancías.

 

Pero hay que decir que esto viene de lejos, no es de ahora. La política agraria común (P.A.C) se creó en 1962, que es fecha que coincide con la preparación del Club de Roma, que es la fuente de la que beben las actuales políticas mundialistas, globalistas, de control de poblaciones. Eso que hoy llamamos Agenda 2030.

 

Las políticas comunitarias persiguen el reparto de áreas geográficas de producción, parcelando y especializando esas áreas según intereses geoestratégicos y por la dialéctica de imperios y de estados. Esa dialéctica es la que siempre ha sido… el fuerte se come al chico. Y por las políticas desarrolladas por los gobiernos españoles desde la llamada Transición (transación), España ha quedado disminuida, desvalorizada y reducida a ser la despensa, no de comida, sino de sol y ocio para el resto de Europa; no de producción de productos de consumo alimenticio que lo era por ser un país de actividad fundamentalmente agraria y pecuaria antes de la entrada en ese espacio de desigual trato según el peso político en las transacciones comunitarias.  De tal manera que se desmanteló el sector secundario (industria), por ejemplo, en la naval, siderurgia, etc (recordemos el I.N.I), y se privatizaron sectores estratégicos. Y previamente se impidió que España tuviera su propia política de Defensa, metiéndonos en la OTAN y subordinándonos a los intereses de Washington hasta el punto de que no solamente España, sino también Europa, es un protectorado del mundo anglo.

 

Pero, siendo las víctimas nuestros compatriotas agricultores, pescadores y ganaderos, lo cierto es que el haberse plegado a esas políticas de la PAC lo que ha producido es una subordinación pagada con dinero que es “pan para hoy y hambre para mañana”. Y en esas estamos. Ha llegado el hambre. Y las movilizaciones a la desesperada del sector primario son justas y legítimas, pero también la consecuencia de haber cedido en su derecho a la libertad de propiedad y uso de la misma para generar aquello que requería el mercado inmediato próximo, para lograr unas subvenciones que han traído la subordinación y la penuria.

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