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Pedro Chacón
Sábado, 17 de Febrero de 2024 Tiempo de lectura:

La secta sabiniana de los euzkos adoradores de la cruz gamada

[Img #25554]

 

El dibujo que les presento y que aparece en el libro de Labayru sobre la historia de Vizcaya es una reproducción, de bastante poca calidad, todo hay que decirlo, de un dibujo de Francisco de Iturribarría titulado “Una emboscada de bascones”. Francisco de Iturribarría Laucirica fue un sacerdote bilbaíno, coetáneo de Sabino Arana, puesto que nació en 1863 y falleció en 1916. El dibujo es significativo por el estandarte con la cruz gamada que lleva el guerrero situado en la parte superior. Se trata de una simbología que circulaba en aquella época, como tantas otras, pero que Sabino Arana convirtió en algo consustancial a los vascos tal como él los concebía. Lo que no sabía es que treinta años más tarde se convertiría en el símbolo más mortífero de la historia de la humanidad. El procedimiento de apropiación, en este caso, es el mismo que utilizó con el fuerismo, que nunca tuvo un sentido independentista sino diferenciador o a lo sumo reivindicador de la autonomía vasca, pero que el fundador del nacionalismo vasco convirtió en independentista y sobre todo en antiespañol.

 

Otra de las curiosidades del asunto es que Sabino Arana tuvo ocasión de criticar este dibujo, como hizo con todo el libro de Labayru nada más que apareció, por parecerle que, proviniendo de un carlista (Iturribarría también lo era), no podía contener los preceptos de la ideología nacionalista que él estaba intentando propagar. Pero a buen seguro que se quedó con la idea de la cruz gamada que aparece en la parte superior, tal como veremos luego. El dibujo que nos ocupa lo despachó Sabino Arana de esta guisa: “Una emboscada de bascones, por Iturribarría.- Composición mediana; dibujo, peor. No es extraño: al fin y al cabo, el Sr. Iturribarría no es más que un aficionado al arte de Miguel Ángel”. Dicha crítica apareció en el número 28 de Bizkaitarra, de 16 de junio de 1895. Lo cual no impidió que cuando Sabino Arana estuvo en la cárcel, Francisco Iturribarría le visitara y Sabino incluso le encargó una oda (Iturribarría fue, sobre todo, poeta) titulada A Bizcaya, según nos explica Sebastián García Trujillo en un artículo muy interesante de la revista Bidebarrieta titulado “Bilbao, nudo gordiano de la cultura vasca entre los siglos XIX y XX”.

 

Cuando en alguna ocasión he mencionado que el nacionalismo es una secta, no lo he dicho por decir. En sus primeros momentos, es decir, cuando Sabino Arana empezó con su proselitismo, funcionó así: en la clandestinidad y exponiendo a sus miembros a penalidades inmerecidas, como cárcel o persecución por las autoridades españolas que no sabían a qué carta quedar con aquella panda de zumbados, si dejarlos en paz para no darles publicidad gratuita o si emplear la mano dura para que no se extendiera la alucinación más de la cuenta.

 

Estaba tan atarantado este pobre hombre, cuyos seguidores tantos males han traído a esta tierra vasca, que en una de sus venadas le dio por decir que el nombre de los vascos era sinónimo de “euzkos”, así, con “zeta” y que estos “euzkos” eran adoradores del sol y, por lo tanto, de uno de los símbolos que más extendidos estuvieron del sol entre los pueblos primitivos: la cruz gamada o esvástica, por lo que justamente la etimología de “euzkos” iría íntimamente relacionada con el sol en eusquera: “eguzki”.

 

De esa alucinación vino el nombre de Euzkadi, que a partir de 1919 Euscalchaindia convirtió en Euskadi (véase la revista Euskera, nº 1, 1920, p. 62) y que para esta serie es Euscadi, y también el significado del propio término con el que designar la lengua vasca: euzkera (para nosotros eusquera) o lengua de los euzkos. Sabido es que hoy en día los nacionalistas más acérrimos continuan utilizando el término Euzkadi con “zeta”, para demostrar que a cabestros no hay quien les gane.

 

Veámoslo en una de las parrafadas del maestro Ziruelo en su revista Euzkadi, con las que pretendía dárselas de erudito.

 

[Img #25553]Para que vean que no me estoy inventando nada, les traslado aquí una captura de pantalla de dicha revista, de la que se extrajeron los artículos firmados por Sabino Arana y se recogieron en libro titulado Artículos publicados de la revista “Euzkadi” por Arana-Goiri’tar Sabin (Bilbao, Elexpuru, 1908), concretamente de su página 9 y dentro de un artículo titulado “Euzko”, que contiene esta advertencia inicial: “Encargado de escribir como primer artículo para esta revista, la explicación de su nombre Euzkadi, formado hace años para denominar al pueblo vasko, me ha parecido bien partir del mismo origen con este trabajo sobre Euzko”. Ahí Sabino Arana hasta se preocupó de dibujar, siquiera fuera de manera un tanto rústica, el símbolo del que nos estaba hablando largo y tendido, por si a alguien le cupieran dudas:

 

Para no aburrirles con un infumable texto, voy a entresacar los párrafos donde Sabino Arana nos lleva derechitos a convertir la “cruz gamada” en representación simbólica del sol (“eguzki” en eusquera), objeto de adoración de los euzkos hasta tal punto que precisamente, según él, esa adoración a la cruz gamada (símbolo del eguzki de los vascos) fue la que les dio su propio nombre de euzkos.

 

Nosotros contextualizamos todo lo contextualizable y sabemos que el momento histórico en el que se escribió esto distaba treinta años de lo que vendría después en Alemania, pero no está de más que recojamos esta historia en nuestra serie de “El balle del ziruelo”, en aras de la exhaustividad con la que estamos tratando al personaje. Para que ninguna de sus ocurrencias se queden fuera (las negritas y cursivas son de Arana):

 

“Comenzaré haciendo anotar la analogía que hay entre euzko y eguzki (sol), puesto que este eguzki se contrae, muy castizamente, en euzki [y aclara en nota: “por elipsis concisiva”] en casi todas las comarcas del país euzkeldun.

 

Y pregunto: ¿eguzko-a, sincopado en euzko-a, no pudo ser el nombre que, significando el del sol, se diera a sí mismo el vasko, por provenir del oriente, como todas las razas de Europa, que tuvieran natural empeño en consignarlo, o por la veneración que tributara al sol como a obra la más benéfica del Creador?

 

Pero aún hay más que esto de la semejanza morfológica de ambas voces, y es que muy probablemente los vaskos dieron culto al sol, como voy a demostrarlo.

 

Los ghonds de la India y sus dominadores los arios tienen en gran veneración un signo que en sanskrito llaman svasti y que consiste en dos rectas iguales que se cruzan en ángulo recto, siendo vertical una de ellas, y tienen quebrados en un mismo sentido, y también en ángulo recto sus extremos, a guisa de indicar rueda o movimiento rotativo.

 

Véase aquí representado:

[A continuación aparece el dibujo que hemos copiado en adjunto y termina concluyendo después de una parrafada de cinco páginas con profusión de notas:]

 

“De lo cual se infiere: 1º) que el signo semejante a una cruz y venerado por los cántabros era idéntico al svasti índico, a la rueda de cuatro rayos de Massilia, al Thors-hammar, escandinavo, etcétera; y 2º) que semejante signo era en Cantabria enseña propia, si no privativa, de la población vaska, pues los várdulos, que la usaban, no eran cántabros, sino vaskos que habitaban fuera de aquella tierra.

 

Fue, pues, objeto de gran veneración entre los vaskos la rueda de cuatro rayos, símbolo del sol.”

 

Y termina así: “Fundado en este origen de euzko, he comenzado a pronunciar y escribir este vocablo y sus derivados con z; y además, porque esta forma fónica es la que conserva en Bizkaya, Orozko, Amezkoa y Gipuzkoa, nombres geográficos indígenas los más antiguos en que se encuentra: lo cual concurre a confirmar la etimología que acabo de atribuirle.”

 

Pues nada, Sabino, majo, como se suele decir en estos casos: ¡Para ti la perra gorda! O también ¡con tu pan que te lo comas!

 

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