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Pedro Chacón
Sábado, 02 de Marzo de 2024 Tiempo de lectura:

El primer Koldo corrupto de la historia de España (I)

[Img #25632]Que el antiguo asesor y hombre para todo de José Luis Ábalos se llame Koldo se debe única y exclusivamente a que cuando sus padres le fueron a bautizar existía un nombre así inventado por Sabino Arana. Pero mucho antes que este Koldo, que se enriqueció obscenamente trapicheando en los peores momentos de la pandemia, gracias a ser un asesor del entonces todopoderoso José Luis Ábalos (quién le ha visto y quién le ve), existió otro Koldo trapicheador y marrullero, con un historial que dejó chiquito al de este Koldo de ahora y que además fue con toda seguridad la primera persona que se llamó Koldo. Bueno, en aquel tiempo primordial en el que un tal Sabino Arana repartía los nuevos nombres con los que denominarse sin tener que recurrir al Santoral español, era todavía Koldobika, que luego se quedó en Koldo. Este extraño nombre de Koldobika lo sacó el fundador del nacionalismo vasco de una inverosímil raíz de la que habrían surgido previamente nombres como Clodoveo y Ludovico.

 

Pero, antes de seguir, veamos la presencia del nombre de Koldo en España:

 

[Img #25631]

 

Como se puede apreciar por el mapa de intensidad, las provincias donde más presencia hay de Koldo son las vascas y Navarra, como cabría suponer. Pero como pasa en España con los nombres de pila eusquéricos (como ya vimos en un artículo precedente de esta serie), muchas otras provincias, aparte de las vascas y Navarra, tienen presencia de los mismos.

 

El cuadro numérico nos da los detalles, donde se aprecia el predominio de Vizcaya, aunque seguido bastante de cerca por Guipúzcoa. De hecho, Koldo García Izaguirre es vizcaíno. Pero también la presencia de Koldos en otras catorce provincias españolas, aparte de las vascas y de Navarra.

[Img #25630]

 

Pero, ojo, que Koldobika, el originario nombre de pila nacionalista, también persiste, aunque Koldo sea su sustituto actual natural:

[Img #25633]

 

En este caso de Koldobika vemos cómo en Madrid, Barcelona y Cantabria por este orden, existen portadores de este nombre tan genuinamente sabiniano. Y sobre todo destaca Vizcaya, muy por encima de las demás provincias vascas, por la razón de que se originó ahí y ahí mantiene su aura primigenia. Sabino Arana para las chicas se inventó Koldobike, pero de estas no hay ni una sola actualmente en el INE. Y la forma Kolda supongo que nunca existió.

 

El primer Koldo corrupto de la historia de España fue el hermano mayor del fundador del nacionalismo vasco, con el que se llevaba dos años, Luis Arana Goiri. Arana Goiri’tar Koldobika, como firmaba sus cartas al modo en que lo hacía la secta sabiniana, fue el primer Koldo de la historia, no ya de España, sino del mundo mundial porque no existe ningún otro país, aparte de España, donde haya Koldos. Y también hizo de las suyas, solo que muchas más que este Koldo de ahora, no solo porque se llevara una mordida como se ha llevado este, que también (ya veremos cómo lo hizo por vía de una herencia que no le correspondía), sino porque convirtió toda su vida en un simulacro, en un fraude, en una mentira sobre otra mentira, dirigidas todas hacia todos los que tenía cerca y porque vivió de ello y con ello sin que nadie le descubriera nunca (a diferencia de lo que le ha pasado al Koldo de ahora) o porque, cuando le descubrieron en alguna de las muchas que hizo, ya era demasiado tarde para tomar medidas contra él, o porque, de haber tomado alguna medida proporcionada al desaguisado cometido, se hubiera llevado por delante, con él, a todo el partido fundado por su hermano.

 

En efecto, el ejemplo más clamoroso de engaño fue el que cometió con su propio hermano Sabino, que confiaba ciegamente en él, que hasta le convirtió en su precursor ideológico, que le dedicó su primer libro Bizkaya por su independencia y en el que se apoyó, nombrándole vicepresidente, para que llevara toda la logística del partido y de los periódicos que fundaron.

 

Pero para ser todo eso, Luis tenía que cumplir como el que más todos los requisitos de ingreso en el partido, al mismo nivel que su propio hermano Sabino, el fundador. Pues bien, el caso es que no cumplió ninguno, aunque aparentemente los cumpliera, pero haciéndolo de una manera torticera y falaz o, dicho de otro modo, apoyándose en una grandísima suplantación de identidad.

 

Fijémonos un momento en algo muy básico. Los estatutos del nuevo partido fundado por Sabino Arana, en su capítulo II, que era el fundamental donde se recogían los principios fundacionales de todo el nacionalismo sabiniano, decían que Bizkaya era católica, apostólica y romana (artº 3), que tenía que haber una perfecta armonía y conformidad entre la religión y la política, o lo que es lo mismo, entre el orden divino y el orden humano (artº 5) y que tenía que darse una completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso o del Estado a la Iglesia (artº 7). Y para corroborar todos estos principios había una sarta de artículos en los que, de no cumplir alguno de los preceptos, se decretaba la expulsión ipso facto del interfecto, por ejemplo, el artículo 49 decía: “Si algún Diputado o Concejal electo por la Sociedad, incurriese en falta grave de acción u omisión contra los intereses de Bizkaya, entendidos tal como se significan en el Capítulo II, dictará su expulsión y publicará su excomunión”. Han leído bien: decía excomunión. Además de esto, en las condiciones de ingreso (artº 59), se establecía un filtro jerarquizador de los militantes en función de los apellidos, de modo que en la escala más alta estaban los que tenían los cuatro primeros apellidos eusquéricos (a esta categoría de socios se les llamaba “originarios”), después estaban los que no los tenían todos pero sus abuelos eran nacidos aquí (los “adoptados”) y por último los “adictos”, que eran los que tenían algún apellido no eusquérico heredado de abuelos nacidos fuera, o los que tenían todos no eusquéricos pero sus abuelos eran de aquí. Esta clasificación triple era para los solteros o viudos sin hijos. Si se trataba de casados, la regla se aplicaba también a la mujer, de modo (y fíjense si es sangrante esto) que “si el socio es casado, o viudo con familia, estas condiciones exigidas se atenderán en ambos consortes, confiriéndosele el grado según las del que las reúna más inferiores”. Han leído bien: “más inferiores”, lo cual quería decir lisa y llanamente que tener apellidos eusquéricos te concedía un rango superior y que no tenerlos te convertía en inferior. Más clara definición de lo que es supremacismo no puede haber.

 

Pero fíjense ahora si nuestro Koldo Arana Goiri cumplía alguna de estas condiciones, mucho menos para ejercer como vicepresidente del partido, si atendemos a qué es lo que hizo entre 1893 y 1898, es decir, los cinco años decisivos que van desde el discurso de Larrazábal, donde por primera vez Sabino Arana expuso su ideología, hasta 1898, cuando Sabino Arana se convirtió en el primer diputado provincial nacionalista, pasando por 1895, que fue la fecha de fundación del partido en la que se empiezan a aplicar oficialmente todos los preceptos que acabamos de consignar. Ni que decir tiene que, como ya hemos dicho antes, en todos esos actos fundacionales del primer nacionalismo vasco Koldo estaba al lado de su hermano como alter ego, insustituible mano derecha y, tras la fundación del partido, como vicepresidente.

 

¿Y qué es lo que hizo Koldo Arana Goiri durante ese periodo sin que su hermano supiera absolutamente nada y sin que nadie se enterara? Pues verán. Para empezar, si Koldo, procedente de Barcelona, donde había estado estudiando durante 15 años la carrera de arquitectura, se presentó en abril de 1893 en Bilbao para colaborar con su hermano en la fundación del partido, resulta que un par de meses antes, el 9 de febrero de ese año, había tenido un hijo con su criada aragonesa en Barcelona. Bautizaron al niño, haciendo creer al cura que ellos, los padres, estaban casados, cuando no lo estaban, como veremos enseguida. Estamos ante una primera falsificación clamorosa. A continuación, Luis llevó a la madre con el recién nacido al pueblo de origen de ella, Urrea de Jalón, provincia de Zaragoza y allí los mantuvo escondidos de la opinión pública y él se vino a Bilbao, a fundar con su hermano el partido más ultracatólico de los que existían entonces y más racista, porque no solo contaba los apellidos de cada militante sino también los de sus mujeres respectivas, si eran casados. De haberse casado con la madre de su hijo, maketa por los cuatro costados, Luis habría pasado a ser un simple militante con la más baja categoría de todas, la de adicto. Y por no casarse con la madre de su hijo habría sido expulsado de modo fulminante, por incumplir uno de los más sagrados preceptos de la Iglesia católica como es el sacramento del matrimonio. De cualquiera de las dos maneras, de haberse sabido lo suyo, habría quedado automáticamente fuera del partido o relegado a comparsa del mismo.

 

Al cabo de cinco años, el 3 de diciembre de 1898, se casaron en secreto Koldo y Josefa Alejandra Englada Hernando. Lo hicieron en una parroquia perdida llamada San Martín Obispo, en un pueblo en la periferia de Vitoria como es Foronda. Luis tenía mano con los curas, parece ser, y ni que decir tiene que durante la ceremonia ocultarían al hijo, que tendría entonces casi seis años. Pero no se fueron a vivir juntos tampoco, seguido de este acto. La primera casa en el País Vasco francés donde empezaron a construir su nueva vida juntos no la alquilaron hasta noviembre de 1899. Luis, mientras, se quedó en Bilbao, primero para cobrar la herencia de su madre (otra corruptela de las gordas, porque se hizo pasar por soltero, eso lo veremos en el siguiente capítulo) y después finiquitar su relación con el partido. A partir de ahí, ya instalados en Francia, empezaron a tener hijos uno tras otro, hasta cuatro más, en cuyas sucesivas partidas de bautismo, Luis le fue cambiando a Josefa Alejandra tanto el nombre como los apellidos y el lugar de nacimiento, hasta quedar como María Josefina Eguaraz y Hernandorena, natural de Tudela, Navarra. Segunda falsificación que, no obstante, Jean-Claude Larronde la lía un poco más si cabe, porque dice en su biografía de Luis Arana que cuando nacieron los hijos segundo, tercero y cuarto la había puesto en el registro como María Josefina de Eguaraz Hernandorena, y cuando nació el quinto y último la nombró María Josefa Eguaraz y Hernandorena, que sería, digo yo, porque lo de Josefina quedaba como excesivamente francés en Madrid, donde nació el último vástago. El caso es que durante sus últimos años de vida la mujer se llamó de nuevo María Josefina Eguaraz Hernandorena, olvidado ya su Josefa Alejandra Englada Hernando original. Todo esto lo cuenta con detalle de datos y documentos Jean-Claude Larronde en su biografía oficial de Luis Arana Goiri (publicada por la Fundación Sabino Arana en 2010).

 

(continuará)

 

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