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Pablo Mosquera
Lunes, 11 de Marzo de 2024 Tiempo de lectura:

Aquel socialismo de antaño

No tengo ninguna autocensura que me impida recordar aquel gobierno socialista encabezado por Felipe y Alfonso que ganó las elecciones el 28 de octubre de 1982 -con sus virtudes y defectos-. Las gentes de Vitoria, Barcelona, Madrid y Galicia con las que me relacionaba y eran miembros de mi generación -1947- hacían dos comentarios. "¡Qué va a pasar!", "Estos no están preparados para afrontar la gobernabilidad de una España complicada con un reciente golpe de Estado -febrero de 1981- y el terrorismo diario de ETA".

 

Pues bien, gobernaron los socialistas hasta 1996 y siendo justos tenemos que reconocer modernizaron la España que había dejado primero el franquismo y después la UCD con Adolfo Suarez. Fueron los artífices de una España menos cañí y más europea.  

 

"Socialismo es libertad", rezaba el famoso cartel con el que el PSOE encaraba su Congreso de 1976. Muchos lo han dejado por escrito en El Socialista desde que hace 135 años empezó su andadura. Hoy, como entonces, reivindicar el valor de la palabra libertad es un deber moral para un partido como el PSOE, que no ha dejado de ensancharla en la España democrática. Si bien a estas alturas del debate ideológico hay que hablar de libertades y de cómo estas colisionan entre sí o con otros derechos fundamentales. Tema apasionante pero para gentes cultas, instruidas y honestas intelectualmente.

 

ANÁLISIS DE LA PUBLICIDAD POLÍTICA DEL PSOE EN LAS ELECCIONES GENERALES (1982-2019) Trabajo Fin de Grado - Disertación Lucía Prado de la Fuente. Muy interesante para conocer como conectaban los socialistas con el tejido social español para captar su voto en las urnas. "Por el cambio". Se veía una estancia en la que alguien abría la ventana para que entrara aire y ventilara el ambiente.  "Cien años de honradez": no es en absoluto casual que ese fuera el lema de presentación del Partido Socialista ante la sociedad cuando España recuperó la democracia. Y no lo es porque el PSOE ha fantaseado siempre con su supuesta superioridad moral sobre todos los demás. Para los socialistas, el suyo es el partido de la honestidad por definición, mientras sus competidores, por la derecha o por la izquierda, deben demostrar la suya a cada paso. ¡Malos tiempos para la lírica!

 

Quiero inspirarme en algunos periodistas eruditos cuyos trabajos eran devorados en su tiempo por lo que el chotis madrileño que describe Madrid denomina "la intelectualidad". Empiezo con Mariano José de Larra.

 

"Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes, tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes, que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen. Paréceme que por hoy habré hecho lo bastante si me doy a conocer al público yo y mis intenciones. Reímos de las ridiculeces: esta es nuestra divisa; ser leídos: este es nuestro objeto; decir la verdad: este es nuestro medio". Le debemos artículos como "Vuelva usted mañana" y "¿Entre qué gente estamos?". De aplicación en este crudo invierno del presente 2024...

 

"Un candidato" Leopoldo Alas «Clarín: "Tiene la cara de pordiosero; mendiga con la mirada. Sus ojos, de color de avellana, inquietos, medrosos, siguen los movimientos de aquel de quien esperan algo como los ojos del mono sabio a quien arrojan golosinas, y que, devorando unas, espera y codicia otras. No repugna aquel rostro, aunque revela miseria moral, escaso aliño, ninguna pulcritud, porque expresa todo esto, y más, de un modo clásico, con rasgos y dibujo del más puro realismo artístico: es nuestro Zalamero, que así se llama, un pobre de Velázquez. Parece un modelo hecho a propósito por la Naturaleza para representar el mendigo de oficio, curtido por el sol de los holgazanes en los pórticos de las iglesias, en las lindes de los caminos. Su miseria es campesina; no habla de hambre ni de falta de luz y de aire, sino de mal alimento y de grandes intemperies; no está pálido, sino aterrado; no enseña perfiles de hueso, sino pliegues de carne blanda, fofa. Así como sus ojos se mueven implorando limosna y acechando la presa, su boca rumia sin cesar, con un movimiento de los labios que parece disimular la ausencia de los dientes. Y con todo, sí tiene dientes, negros, pero fuertes. Los esconde como quien oculta sus armas. Es un carnívoro vergonzante". 

 

¿A dónde quiero ir?. Estoy con una duda casi existencial. ¿Somos un país de pícaros o los pícaros son los que acceden al país para que sea posible ser mandarines?. Y es que el sanchismo nos ha sorprendido a todos. Por lo menos con tres virguerías. Que una noticia con escándalo tape a otra de las mismas felonías. Que la ideología haya desaparecido y así ser arte entre prestidigitación y sonambulismo para el pueblo espectador. Que la honradez como el terrorismo sean conceptos a revisar y redefinir desde la curia que resiste para mantenerse en el poder.

 

¿y... dónde están los socialistas de antaño?. Sí. Aquellos que ganaron en Suresmes, modernizaron España, nos prometieron libertad y honestidad. Los que como mi padre, amigo y compañero del Dr. Donato Fuejo que era también gallego, pertenecían al PSP del profesor Tierno Galván. ¿Qué tendrían que decir en la actual coyuntura ?. Mientras los sanitarios hacíamos lo que podíamos y nos enfrentábamos con un virus que llegaba a matar 800 seres humanos todos los días en el reino de España, una cuadrilla de golfos ligados a las siglas del socialismo se untaban con mordidas de las que aún solo conocemos el vértice del Iceberg.

 

Les aplico imaginativamente la pluma de dos de mis periodistas favoritos, por si su repaso entre las lecturas de los españoles a estos compatriotas les ayuda a encontrar otra memoria histórica mientras tienen a bien repasar sus obras, entre otros motivos por algo que me enseñaron en la Universidad. La cultura es incómoda, pero nos ayuda a ser libres y poder ejercer la ciudadanía real, esa que no tiene género y es fuente de derechos. Amén.         

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