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Blas Piñar Pinedo
Sábado, 25 de Octubre de 2014 Tiempo de lectura:

"Los Muros de Cataluña" y la falta de libertad

[Img #5096]“Los Muros de Cataluña” es un libro publicado a mediados del año pasado, fundamental para entender el separatismo que se ha asentado en Cataluña con las imprescindibles concesiones de los gobiernos centrales del PP o del PSOE. Al fin y al cabo, los pactos de la Transición son inconcebibles sin los separatistas.

 

El nacionalismo es al patriotismo lo que la pornografía al amor: una perversión. El patriotismo es sano, nace del amor a la nación y a su Historia -a los padres- mientras que el nacionalismo es un sentimiento superficial, que nace a la vez del complejo y del odio, que busca fuera los culpables de los propios errores y que cae en la estupidez de creerse superiores habiendo estado siempre oprimidos... Es una falacia basada en la lengua que no habla la mayoría y en el mito de que España les roba cuando toda su historia es un chantaje para recibir más y más dinero y tapar su propia corrupción...

 

Pero lo grave no es lo que pueda lograr el separatismo, generando falta de libertad, envenenando a los niños con el odio a la verdadera y única patria, esquilmando a los ciudadanos para financiar no las necesidades sociales más urgentes sino los intereses de la casta nacionalista, con todos sus chollos, estafas y corrupciones. Eso no es lo realmente grave, siendo repugnante. Lo grave es que sea el Estado, los poderes de la nación, el Gobierno, esto es, los responsables de impedir las agresiones continuas y la vulneración no ya de las leyes sino de la misma Constitución, quienes lo permiten. No puedo dejar de pensar en esos ciudadanos españoles de Cataluña que sufren las consecuencias de la implantación de una tiranía clientelar en la que el nacionalismo es más que la excusa para un negocio: destrozar España es para ellos mucho más importante que el bien de su propia región...

 

Es importante resaltar que la casta mediática, hoy más dependiente que nunca del poder del Estado, es tan responsable como los políticos de los graves problemas de la nación. En el caso catalán, vendieron a Pujol como hombre de Estado, el mismo que quebró un banco en los primeros ochenta a base de llenarse los bolsillos y financiar el independentismo y para cuyo rescate España ya puso 300.000 millones de pesetas; aún hoy dicen que el sentimiento de unidad nacional caracterizó los Juegos de Barcelona 92, cuando allí se mostró a las claras la pretensión independentista de internacionalizar el problema y que desde entonces se agrava en cada evento deportivo con los más inquietantes berridos a los símbolos de España y, cuando conviene, callan sobre la terrible situación en los colegios catalanes, donde es imposible recibir la educación en la lengua oficial del Estado y donde se educa a los niños para que nunca olviden que los buenos catalanes son los independentistas... Y ahora, como perfectos totalitarios, marcan como amigos ciertos comercios, quedando sin marcar, pero muy bien identificados, los enemigos. Qué mala pinta tiene esto... 

 

¿Para qué seguir? Lean “Los Muros de Cataluña”, de un periodista nacido en Barcelona, Javier Montilla y les quedará clara la situación totalitaria que hoy viven los catalanes, generada por el separatismo y permitida por el Estado. Entenderán perfectamente lo que siempre ha sido el nacionalismo: una mentira, un montaje de odio generado por las élites corruptas para seguir sometiendo y esquilmando al pueblo. Lo grave es que hoy, el Estado, siendo tan corrupto como esas élites regionales, no sólo permite el dislate, sino que es cómplice, colaborador y beneficiario -según sus oscuras pretensiones- pues ya es evidente que el enemigo de España más importante es el sistema político que padecemos.

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