Vamos a contar mentiras
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Creo que fue mi abuela Francisca Bravo Oregui quién me enseñó cuando yo era muy niño las dos primeras canciones que aprendí. Una era el solemne himno religioso en “vascuence” de San Ignacio de Loyola que aún tarareo los 31 de julio. La otra, su opuesto en todos los sentidos, era la canción infantil en castellano “Vamos a contar mentiras”.
A mi abuela, nacida en un caserío de Berriz y vascoparlante, le hacía mucha gracia aquella melodía tradicional con su letra de ”Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas”. Por lo visto la conocía desde niña, pues aunque los Bravo llegaron a mediados del siglo XVIII a la Vizcaya foral desde Mecerreyes, en Burgos, en la familia mantuvieron su recuerdo y ella la escuchó de pequeña.
Con los años he descubierto que la canción tenía raíces mucho más antiguas: fue citada por Rodrigo Caro en sus “Días geniales o lúdicros” (sic), obra de comienzos del siglo XVII, como una canción ya entonces tradicional castellana que cantaba “por la mar corren las liebres, por la tierra las anguilas” y entre cuyos antiquísimos antecedentes estaba nada menos que un texto del escritor Tertuliano, de los siglos II - III d.C., ridiculizando la herejía de los valentinianos y sus fantasías pues, según el padre de la Iglesia, para ellos, como para los niños pequeños era creíble que, como en un dicho latino de sus días, “in mari poma nasci et in arbore pisces”. (las manzanas nacen en el mar y los peces en el árbol).
Así que la genealogía de las trolas es muy antigua y la canción de mi abuela alude a la credulidad de la gente de las tonterías más inverosímiles y su capacidad de autoengañanos, dando por ciertas todo tipo de noticias falsas si se “visten” con la música adecuada.
En nuestra época quién mejor supo ver, está permanente debilidad humana frente a la mentira, fue Joseph Goebbels, el maligno ministro de propaganda de la Alemania Nazi y gran maestro de la propaganda negra y mentirosa de todos los tiempos.
Goebbels formuló once Principios simples que no han perdido vigencia y que sus seguidores actuales en los gobiernos, partidos y organizaciones que acostumbran a mentir como elemento vertebral de su estrategia política, aplican hoy en día sin que muchos ciudadanos se den cuenta.
Estos son los once Principios de la propaganda nazi creados por Goebbels, según el compendio que de ellos hace Fernando Uribe:
1.- Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo e individualizar al adversario como si fuera un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en una suma individualizada, aunque no sean iguales.
3.- Principio de la transposición: Conviene cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque, incluso mintiendo. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
4.- Principio de la exageración y desfiguración para distraer la atención y ocultar la realidad: conviene convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
6.- Principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7.- Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias o ficticias.
9.- Principio de la silenciación: Acallar cualquier debate sobre cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, contraprogramando otras con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión: La propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea de mitología nacional (“mi nación, partido o grupo humano es superior”) o política (“mis ideas son mejores”), o de un complejo de odios y prejuicios tradicionales; Conviene difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas, irracionales.
11.- Principio de la unanimidad: Conviene llegar a convencer a la gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
Con la que está cayendo últimamente desde que se conocieron los escándalos de corrupción del llamado “caso Koldo”, seguro que conocen ejemplos bien recientes de aplicación de cada uno de los anteriores Principios mediante mentiras manifiestas, uso de rumores y datos falseados como si fueran hechos probados, cortinas de humo mediáticas, preguntas no contestadas, silencios clamorosos y medias verdades sacadas de su contexto, que son empleadas sistemáticamente para ocultar la realidad por aquellos a quienes no interesa que se conozca lo sucedido y las responsabilidades existentes, ayudados por los “mass media” que tienen bajo control o en nómina.
Y solo con repasar un poco la hemeroteca reciente podrá comprobar cuántas falsas liebres corren por el mar y cuántas sardinas inventadas nadan por el monte de la información política procedentes de los criaderos de mentiras de nuestros Goebbels de hoy. Trolas igual de mendaces que aquellas que me cantaba mi abuela cuando yo era niño, pero menos divertidas.
Los embustes en la sociedad humana no son una novedad, pues como dice el Eclesiastés, “nada nuevo hay bajo el sol”. Siempre ha habido demagogos y mentirosos. Lo que importes detectarlos y cuando lleguen las elecciones mandarlos a su casa con las sardinas y las liebres.
Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019
Creo que fue mi abuela Francisca Bravo Oregui quién me enseñó cuando yo era muy niño las dos primeras canciones que aprendí. Una era el solemne himno religioso en “vascuence” de San Ignacio de Loyola que aún tarareo los 31 de julio. La otra, su opuesto en todos los sentidos, era la canción infantil en castellano “Vamos a contar mentiras”.
A mi abuela, nacida en un caserío de Berriz y vascoparlante, le hacía mucha gracia aquella melodía tradicional con su letra de ”Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas”. Por lo visto la conocía desde niña, pues aunque los Bravo llegaron a mediados del siglo XVIII a la Vizcaya foral desde Mecerreyes, en Burgos, en la familia mantuvieron su recuerdo y ella la escuchó de pequeña.
Con los años he descubierto que la canción tenía raíces mucho más antiguas: fue citada por Rodrigo Caro en sus “Días geniales o lúdicros” (sic), obra de comienzos del siglo XVII, como una canción ya entonces tradicional castellana que cantaba “por la mar corren las liebres, por la tierra las anguilas” y entre cuyos antiquísimos antecedentes estaba nada menos que un texto del escritor Tertuliano, de los siglos II - III d.C., ridiculizando la herejía de los valentinianos y sus fantasías pues, según el padre de la Iglesia, para ellos, como para los niños pequeños era creíble que, como en un dicho latino de sus días, “in mari poma nasci et in arbore pisces”. (las manzanas nacen en el mar y los peces en el árbol).
Así que la genealogía de las trolas es muy antigua y la canción de mi abuela alude a la credulidad de la gente de las tonterías más inverosímiles y su capacidad de autoengañanos, dando por ciertas todo tipo de noticias falsas si se “visten” con la música adecuada.
En nuestra época quién mejor supo ver, está permanente debilidad humana frente a la mentira, fue Joseph Goebbels, el maligno ministro de propaganda de la Alemania Nazi y gran maestro de la propaganda negra y mentirosa de todos los tiempos.
Goebbels formuló once Principios simples que no han perdido vigencia y que sus seguidores actuales en los gobiernos, partidos y organizaciones que acostumbran a mentir como elemento vertebral de su estrategia política, aplican hoy en día sin que muchos ciudadanos se den cuenta.
Estos son los once Principios de la propaganda nazi creados por Goebbels, según el compendio que de ellos hace Fernando Uribe:
1.- Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo e individualizar al adversario como si fuera un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en una suma individualizada, aunque no sean iguales.
3.- Principio de la transposición: Conviene cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque, incluso mintiendo. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
4.- Principio de la exageración y desfiguración para distraer la atención y ocultar la realidad: conviene convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
6.- Principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7.- Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias o ficticias.
9.- Principio de la silenciación: Acallar cualquier debate sobre cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, contraprogramando otras con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión: La propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea de mitología nacional (“mi nación, partido o grupo humano es superior”) o política (“mis ideas son mejores”), o de un complejo de odios y prejuicios tradicionales; Conviene difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas, irracionales.
11.- Principio de la unanimidad: Conviene llegar a convencer a la gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
Con la que está cayendo últimamente desde que se conocieron los escándalos de corrupción del llamado “caso Koldo”, seguro que conocen ejemplos bien recientes de aplicación de cada uno de los anteriores Principios mediante mentiras manifiestas, uso de rumores y datos falseados como si fueran hechos probados, cortinas de humo mediáticas, preguntas no contestadas, silencios clamorosos y medias verdades sacadas de su contexto, que son empleadas sistemáticamente para ocultar la realidad por aquellos a quienes no interesa que se conozca lo sucedido y las responsabilidades existentes, ayudados por los “mass media” que tienen bajo control o en nómina.
Y solo con repasar un poco la hemeroteca reciente podrá comprobar cuántas falsas liebres corren por el mar y cuántas sardinas inventadas nadan por el monte de la información política procedentes de los criaderos de mentiras de nuestros Goebbels de hoy. Trolas igual de mendaces que aquellas que me cantaba mi abuela cuando yo era niño, pero menos divertidas.
Los embustes en la sociedad humana no son una novedad, pues como dice el Eclesiastés, “nada nuevo hay bajo el sol”. Siempre ha habido demagogos y mentirosos. Lo que importes detectarlos y cuando lleguen las elecciones mandarlos a su casa con las sardinas y las liebres.
Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019