Buscando un refugio ante la tormenta
No sé si será verdad. Aquello de... la diferencia entre un optimista y un pesimista es que éste es aquel otro, pero bien informado...A demás tengo un gran amigo vasco-alavés-galaico que me corrige en la distancia o me ilustra con magníficos artículos de la prensa escrita en papel- somos de los de antes-, nos gusta leer y subrayar lo que merece la pena tener en cuenta a modo filosófico, es decir, para ordenar nuestro pensamiento.
Le digo que en las actuales circunstancias no hay mejor refugio que la cultura. Y me corrige diciendo que además de seguir aprendiendo hay que actuar. Algo así como aquello que recuerdo escribió Julián Marías -discípulo predilecto de Ortega- "No basta con preocuparse, hay que ocuparse, y no basta predicar con el ejemplo, hay que hacerlo con la iniciativa". Le hago caso. A duras penas pues mi sensibilidad queda gravemente herida con la cantidad de hediondeces que producen los todavía dirigentes del sistema democrático. Y es que se han empeñado en cargárselo por tierra, mar y aire.
Jaque mate a la independencia de los tres poderes que señaló Montesquieu. A la participación real de la sociedad civil, pero al mismo tiempo respetando su espacio sin intromisiones o pautas de cautiverio procedentes de la política. Seguridad jurídica que empieza por el respeto a la Constitución española. El Estado de Derecho frente a repúblicas bananeras disfrazadas con el presunto derecho de los pueblos (?) a la autodeterminación. -¡Y al que no se quiere autodeterminar, le obligaremos!- La solidaridad entre los territorios que constituyen el sustrato físico de la nación española. La igualdad en el ejercicio de la ciudadanía como sujeto de los derechos fundamentales y sociales. La cultura de los valores morales. La verdad frente a la manipulación. Hasta aquí el pesimista...
Me refugio en un gran europeísta desaparecido: Jacques Delors.
Europa es una construcción que hay que reinventar constantemente. Ahí está el problema en su frontera norte con Rusia y en su frontera sur con la emigración procedente de África.
La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Accesible, honesta, y ahora en colisión con la subcultura procedente de esos malditos espacios que son las redes sociales o próximamente con la inteligencia artificial.
La paz no se logrará solo a través de acuerdos y tratados, sino a través del entendimiento y la colaboración entre los pueblos. Estamos bajo la sospecha de una tercera guerra mundial. Con el fracaso de los organismos creados precisamente para ser antenas de diálogo, respeto y convivencia.
La solidaridad es el valor fundamental que sustenta a Europa. Tenía como utopía aquella Europa de los ciudadanos y la han convertido en la Europa de los mercaderes. Con cifras de pobreza escalofriante. El mercado no puede ser un fin en sí mismo, debe estar al servicio del bienestar y el progreso de todos. La igualdad de oportunidades es esencial para construir una sociedad justa y equitativa. No hay duda que J.D. era un líder progresista.
La democracia no es solo el derecho a votar, sino también el derecho a participar en la toma de decisiones. De ahí la pugna entre los espacios de la sociedad civil y la invasión de tales por la actividad política. Están pervertidas las relaciones entre ambas -sociedad civil y política-.
Tenemos la responsabilidad de proteger y preservar nuestro planeta para las generaciones futuras. Lo que hoy constituye el grave peligro por el cambio climático sobre el que colisionan los informes de los científicos y los intereses de las compañías que hacen negocio con toda clase de vertidos hacia la atmosfera. La solidaridad intergeneracional es fundamental para asegurar un futuro sostenible.
La política debe servir a las necesidades de la sociedad, no a los intereses particulares. Ahí es dónde se rompe el propio sistema. Los intereses de unos pocos, sea por mantenerse en el poder, sea por constituirse en casta dominante, ha puesto en quiebra a la democracia. La justicia social es un principio irrenunciable en la construcción de Europa.
Tras estas ideas generales, pero de fondo, me sitúo en el quehacer diario. Elecciones vascas que parecen no ser de interés mediático. Me atrevo a pronosticar. Si el PNV no quiere dejar ese poder que considera consustancial con la esencia de ser vasco, debe convencer al PSE de renovar el pacto y a los ciudadanos sobre el modelo de sociedad "tipo Albania del pasado siglo" que pretende Bildu. Ya está bien de blanquear a Bildu. Hay que evitar se convierta en el voto útil de los que están hartos de la vieja política que se practica en las Cortes o en el Estado de las autonomías, pues se aleja de la realidad demandada por la gente corriente. Por cierto, el PP vasco no aporta nada, ni siquiera en la Rioja alavesa dónde siempre ganaban los partidos constitucionalistas. Me temo cometerán el error de hacer una campaña dependiente de las visitas por los líderes nacionales, cuando lo que toca es mostrar líderes alaveses o como aquel añorado Goyo Ordoñez.
En Cataluña, al menos Puigdemont de tanto mirarse al espejo y sentirse Moisés, ha metido la pata. Ni es Tarradellas. Ni es Pujol. Es un payés gerundense que se ha creído ungido por el destierro. Puede que hasta se deje detener y encarcelar para ser como Oriol Junquera. Pero, por lo de pronto, la coalición que ha formado da pena. En Cataluña ganará Illa. Otra cuestión es con quienes sumará para gobernar.
No sé si será verdad. Aquello de... la diferencia entre un optimista y un pesimista es que éste es aquel otro, pero bien informado...A demás tengo un gran amigo vasco-alavés-galaico que me corrige en la distancia o me ilustra con magníficos artículos de la prensa escrita en papel- somos de los de antes-, nos gusta leer y subrayar lo que merece la pena tener en cuenta a modo filosófico, es decir, para ordenar nuestro pensamiento.
Le digo que en las actuales circunstancias no hay mejor refugio que la cultura. Y me corrige diciendo que además de seguir aprendiendo hay que actuar. Algo así como aquello que recuerdo escribió Julián Marías -discípulo predilecto de Ortega- "No basta con preocuparse, hay que ocuparse, y no basta predicar con el ejemplo, hay que hacerlo con la iniciativa". Le hago caso. A duras penas pues mi sensibilidad queda gravemente herida con la cantidad de hediondeces que producen los todavía dirigentes del sistema democrático. Y es que se han empeñado en cargárselo por tierra, mar y aire.
Jaque mate a la independencia de los tres poderes que señaló Montesquieu. A la participación real de la sociedad civil, pero al mismo tiempo respetando su espacio sin intromisiones o pautas de cautiverio procedentes de la política. Seguridad jurídica que empieza por el respeto a la Constitución española. El Estado de Derecho frente a repúblicas bananeras disfrazadas con el presunto derecho de los pueblos (?) a la autodeterminación. -¡Y al que no se quiere autodeterminar, le obligaremos!- La solidaridad entre los territorios que constituyen el sustrato físico de la nación española. La igualdad en el ejercicio de la ciudadanía como sujeto de los derechos fundamentales y sociales. La cultura de los valores morales. La verdad frente a la manipulación. Hasta aquí el pesimista...
Me refugio en un gran europeísta desaparecido: Jacques Delors.
Europa es una construcción que hay que reinventar constantemente. Ahí está el problema en su frontera norte con Rusia y en su frontera sur con la emigración procedente de África.
La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Accesible, honesta, y ahora en colisión con la subcultura procedente de esos malditos espacios que son las redes sociales o próximamente con la inteligencia artificial.
La paz no se logrará solo a través de acuerdos y tratados, sino a través del entendimiento y la colaboración entre los pueblos. Estamos bajo la sospecha de una tercera guerra mundial. Con el fracaso de los organismos creados precisamente para ser antenas de diálogo, respeto y convivencia.
La solidaridad es el valor fundamental que sustenta a Europa. Tenía como utopía aquella Europa de los ciudadanos y la han convertido en la Europa de los mercaderes. Con cifras de pobreza escalofriante. El mercado no puede ser un fin en sí mismo, debe estar al servicio del bienestar y el progreso de todos. La igualdad de oportunidades es esencial para construir una sociedad justa y equitativa. No hay duda que J.D. era un líder progresista.
La democracia no es solo el derecho a votar, sino también el derecho a participar en la toma de decisiones. De ahí la pugna entre los espacios de la sociedad civil y la invasión de tales por la actividad política. Están pervertidas las relaciones entre ambas -sociedad civil y política-.
Tenemos la responsabilidad de proteger y preservar nuestro planeta para las generaciones futuras. Lo que hoy constituye el grave peligro por el cambio climático sobre el que colisionan los informes de los científicos y los intereses de las compañías que hacen negocio con toda clase de vertidos hacia la atmosfera. La solidaridad intergeneracional es fundamental para asegurar un futuro sostenible.
La política debe servir a las necesidades de la sociedad, no a los intereses particulares. Ahí es dónde se rompe el propio sistema. Los intereses de unos pocos, sea por mantenerse en el poder, sea por constituirse en casta dominante, ha puesto en quiebra a la democracia. La justicia social es un principio irrenunciable en la construcción de Europa.
Tras estas ideas generales, pero de fondo, me sitúo en el quehacer diario. Elecciones vascas que parecen no ser de interés mediático. Me atrevo a pronosticar. Si el PNV no quiere dejar ese poder que considera consustancial con la esencia de ser vasco, debe convencer al PSE de renovar el pacto y a los ciudadanos sobre el modelo de sociedad "tipo Albania del pasado siglo" que pretende Bildu. Ya está bien de blanquear a Bildu. Hay que evitar se convierta en el voto útil de los que están hartos de la vieja política que se practica en las Cortes o en el Estado de las autonomías, pues se aleja de la realidad demandada por la gente corriente. Por cierto, el PP vasco no aporta nada, ni siquiera en la Rioja alavesa dónde siempre ganaban los partidos constitucionalistas. Me temo cometerán el error de hacer una campaña dependiente de las visitas por los líderes nacionales, cuando lo que toca es mostrar líderes alaveses o como aquel añorado Goyo Ordoñez.
En Cataluña, al menos Puigdemont de tanto mirarse al espejo y sentirse Moisés, ha metido la pata. Ni es Tarradellas. Ni es Pujol. Es un payés gerundense que se ha creído ungido por el destierro. Puede que hasta se deje detener y encarcelar para ser como Oriol Junquera. Pero, por lo de pronto, la coalición que ha formado da pena. En Cataluña ganará Illa. Otra cuestión es con quienes sumará para gobernar.











