Autor del libro “Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad”
José Antonio Bielsa Arbiol: "El futuro pinta muy negro para los españoles autóctonos”
![[Img #25889]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/04_2024/5153_jose-antonio-bielsa-arbiol-la-agenda-2030-ya-esta-amortizada-mas-pronto-que-tarde-se-vendra-abajo.png)
El historiador aragonés José Antonio Bielsa Arbiol es, sin duda, uno de los investigadores más destacados en lengua española sobre el globalismo en general y de la Agenda 2030 como una de sus herramientas más destructivas en particular. Su libro, Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, publicado en marzo de 2021, se ha convertido en un best-seller y uno de los textos de referencia en nuestro idioma sobre la materia.
Tres años después de su lanzamiento, ¿qué valoración haces de Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad?
Positiva, desde luego. Ante todo debo vindicar el realismo moderado de un libro que, al comienzo, algunos tildaron de “conspiranoico” y alarmista: juicio éste muy alejado de la realidad, ya que cuanto entonces denunciamos se ha venido cumpliendo, sobre todo si tenemos presente que nuestro libro apareció antes del programa nacional de inoculaciones masivas desatado tras la “plandemia”, dispositivo que supuso un auténtico test de inteligencia para la población mundial, el cual llegaba tras la imposición de la obligación de llevar unas mascarillas tan inútiles como defectuosas (a la postre todo un lucrativo negocio para cierta élite política). He aquí la premisa ética que entonces nos hicimos al dar a la luz el libro: informar al público de cuanto estaba por venir, avisando con la debida urgencia. Los más rápidos de reflejos supieron reaccionar a tiempo, pero por desgracia la inmensa mayoría social sucumbió al plan sinárquico bajo el miedo generado por el desatado terrorismo desinformativo al que éramos sometidos… En este orden de cosas, celebro que un libro coyuntural como es Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, publicado por el sello Letras Inquietas, se siga leyendo después de tres años de su salida al mercado.
¿Por qué se ha convertido este libro en uno de los textos de referencia y best-seller en lengua española sobre la Agenda 2030? ¿Ha vuelto a quedar confirmado aquello de quien pega primero, pega dos veces al ser tu libro el primer gran trabajo publicado sobre esta cuestión en nuestro idioma?
Creo que la mayor virtud de esta obra fue fruto de la precariedad e inestabilidad psicosocial del momento en que fue pergeñada y escrita, esto es entre los meses de agosto de 2020 y febrero de 2021. Eran momentos de gran incertidumbre, y la información llegaba distorsionada, cuando no lateralizada. Los multimedios de comunicación mostraron al mundo su verdadera y pútrida cara: era vergonzoso ver aquellos periodistas embozados con sus micrófonos en mano, mientras tras ellos desfilaban en círculo ataúdes vacíos sobre ruedas... Ante esta aberrante pantomima, no bastaba con elaborar una mera exégesis de los acontecimientos “preparados” que iban surgiendo ante nuestros ojos. A decir verdad, tampoco hacía falta realizar un gran esfuerzo intelectivo por leer entre líneas la pirotecnia disfrazada tras los 17 objetivos de desarrollo sostenible que portaba la Agenda. Había que ensamblar análisis especulativos a partir de la dinámica genocida de unas élites que habían adquirido gran experiencia estratégica desde los días de la Agenda 21. Mi archivo personal, y una carpeta con fotocopias tomadas de la hemeroteca digital, sirvieron de base para hacer un borrador de urgencia. El libro realmente fue una simulación efectiva ante un escenario inminente, ya confirmado en gran parte, como quien dice. De ahí su rápida eficacia, su inmediatez: es breve, conciso, prescinde de rellenos y vacíos, carece por así decir de una doxa sentimental. Es un esqueleto de ideas, de argumentarios. De ahí también su fácil comprensión y legibilidad.
¿Qué es realmente la Agenda 2030?
En pocas palabras: es un dispositivo de aceleración de escenarios tecnotrónicos utópicos y/o distópicos, según se quiera mirar; una herramienta confusa (ya que carece de una metodología definida) al servicio del gran capital. Su pretexto último no es otro que el de acelerar los procesos de control global sobre los recursos naturales, así como la cosificación de las humanas voluntades y la difusión de medidas eugenésicas a gran escala, para radicalizar el viejo plan de reducción de población (bien oculto tras el subtexto de la Agenda). Pero si algo pretende en última instancia este engendro de apariencia buenista, políticamente correcto y resiliente, eso es desmantelar el paradigma antropológico existente, con la inmersión de la transhumanidad en la Industria 4.0., uno de los sueños lúbricos de Klaus Schwab. Los organismos públicos, discretos y secretos que la promueven, son en consecuencia todos aquellos testaferros que laboran para el susodicho gran capital, del arco que puede ir de la Fundación Gates al Gobierno español. En pocas palabras: son los mismos perros, pero con diferentes collares.
¿Podemos decir que la Agenda 2030 es la principal herramienta y más peligrosa arma diseñada por el globalismo para la implementación de un nuevo orden mundial?
Hace tres años, tal vez le diría que sí, pero en estos momentos de conflictos armados, es muy difícil asegurarlo, pues la Agenda 2030, por así decir, ha entrado en un momento de cuestionamiento y crisis autodestructiva, y son muchos los indicios que vaticinan que más pronto que tarde se vendrá abajo, quedándose a medias; por así decir, ya está amortizada. Así y todo, tenemos buenas noticias: son cada vez más los opositores que combaten la Agenda desde la sociedad civil. Y ni siquiera las corruptas élites sinárquicas se ponen de acuerdo, debido a que trabajan para “un sueño” con intereses confrontados: es decir, auguran un futurible impreciso con múltiples variantes posibles en su partida de dados, donde los juegos de poder son desiguales: no olvidemos que el proceso nunca termina de estar cumplimentado, sino que se rehace en función de unos “logros” u otros, a valorar según su “rentabilidad”. A la pregunta de si su éxito supondría la imposición de un nuevo orden mundial, todo apunta a que esto no ocurrirá tal y como pretende la UE atlantista, es decir en clave unipolar. La sinarquía labora por un mundo antitradicional de raigambre neoliberal, típicamente anglosionista. Pero el nuevo orden de mañana será más bien multipolar, y potencias como China, la India y la civilización rusa (a las que tal vez se sumen Irán o Brasil), decidirán el nuevo juego mundial, polifónicamente expansionado y con diferentes jugadores.
La Agenda 2030 está en boca de todos: políticos, medios de comunicación, analistas e, incluso, a nivel de la calle. ¿Es correcto el conocimiento general que se tiene sobre la misma o está distorsionado o es inexacto?
El grueso de los voceros de la Agenda 2030 están pagados y financiados: no sólo carecen de la más mínima ética profesional (lo cual era previsible), sino que además son traidores a su patria y a su gente. En cualquier sociedad civilizada serían expulsados o condenados; hoy gozan de la total impunidad que el Sistema les otorga. Y es que, y esto es lo más sintomático, no existe un “conocimiento general” sobre dicha Agenda, ni siquiera un conocimiento fragmentario, por el mero hecho de que la Agenda no presenta un programa sistemático, ni un soporte cognitivo racional que pueda fundamentarse empíricamente a la luz de unos datos constatados. Todo en ella apela a la emotividad, al sentimentalismo y, por supuesto, al credo propagandístico del globalismo genocida de las élites turbomundialistas, pintarrajeado de ecologismo, panteísmo y multiculturalismo.
Si tuvieras que añadir hoy un capítulo o un epílogo al libro y teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en este trienio (que, desde luego, no ha sido poco ni falto de gravedad) relacionado con la Agenda 2030, ¿sobre qué lo harías?
Ese capítulo o epílogo adicional ya fue escrito, y entraña realmente un libro-secuela aparecido unos meses después y titulado Avatar 2045: Atrapados en la granja tecnotrónica, también publicado por Letras Inquietas. Aunque el eco de esta obra ha sido más escaso, no obstante la considero indisociable de Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, pues ambos trabajos comportan un díptico centrado en los trastornos político-sociales y tecnológicos a los que nos conduce un nuevo paradigma antropológico.
¿Estamos a tiempo de impedir la aplicación de la Agenda 2030 en su totalidad? ¿Cómo puede el español de infantería luchar contra ella en la medida de sus posibilidades?
Es difícil pronunciarse, y no pecaré de clarividente. No obstante la situación actual, no me hago demasiadas ilusiones con el llamado “español de infantería”, pues en los últimos años este ente de ¿razón? ha procedido casi siempre contra sus propios intereses, y además con tozuda insistencia: lo hemos visto con la sumisión a las peores agendas, con la imposición de las mascarillas, con el sí masivo a una vacunación experimental, con la negación obsesiva de los procesos de geoingenería que desertizan España, con el mantenimiento en el poder de una casta parasitaria que envenena y repudre a la sociedad civil, más recientemente con las políticas beligerantes contra la Rusia de Putin, ahora contra el mundo persa... La deplorable situación política nacional, digna de un esperpento negro con emolientes sadomasoquistas, no hubiera sido posible sin la dócil mediocridad, el conformismo y la pobreza espiritual de un pueblo empobrecido, mutado en masa insensible, incapaz del más nimio juicio crítico. Más que del “español de infantería”, que por prudencia daremos por perdido al no generar ni garantizar esperanzas para la supervivencia de la nación, ni por defecto para la formación de una masa mínima crítica, creo que haríamos mejor en intentar focalizar nuestro combate y defensa en la salvaguarda y preservación de “los menos”, ese sustrato válido, patrio y por ende nacional, que bien podemos considerar la “España despierta”. Francamente, el futuro pinta muy negro para los españoles autóctonos. Es hora de actuar.
El historiador aragonés José Antonio Bielsa Arbiol es, sin duda, uno de los investigadores más destacados en lengua española sobre el globalismo en general y de la Agenda 2030 como una de sus herramientas más destructivas en particular. Su libro, Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, publicado en marzo de 2021, se ha convertido en un best-seller y uno de los textos de referencia en nuestro idioma sobre la materia.
Tres años después de su lanzamiento, ¿qué valoración haces de Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad?
Positiva, desde luego. Ante todo debo vindicar el realismo moderado de un libro que, al comienzo, algunos tildaron de “conspiranoico” y alarmista: juicio éste muy alejado de la realidad, ya que cuanto entonces denunciamos se ha venido cumpliendo, sobre todo si tenemos presente que nuestro libro apareció antes del programa nacional de inoculaciones masivas desatado tras la “plandemia”, dispositivo que supuso un auténtico test de inteligencia para la población mundial, el cual llegaba tras la imposición de la obligación de llevar unas mascarillas tan inútiles como defectuosas (a la postre todo un lucrativo negocio para cierta élite política). He aquí la premisa ética que entonces nos hicimos al dar a la luz el libro: informar al público de cuanto estaba por venir, avisando con la debida urgencia. Los más rápidos de reflejos supieron reaccionar a tiempo, pero por desgracia la inmensa mayoría social sucumbió al plan sinárquico bajo el miedo generado por el desatado terrorismo desinformativo al que éramos sometidos… En este orden de cosas, celebro que un libro coyuntural como es Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, publicado por el sello Letras Inquietas, se siga leyendo después de tres años de su salida al mercado.
¿Por qué se ha convertido este libro en uno de los textos de referencia y best-seller en lengua española sobre la Agenda 2030? ¿Ha vuelto a quedar confirmado aquello de quien pega primero, pega dos veces al ser tu libro el primer gran trabajo publicado sobre esta cuestión en nuestro idioma?
Creo que la mayor virtud de esta obra fue fruto de la precariedad e inestabilidad psicosocial del momento en que fue pergeñada y escrita, esto es entre los meses de agosto de 2020 y febrero de 2021. Eran momentos de gran incertidumbre, y la información llegaba distorsionada, cuando no lateralizada. Los multimedios de comunicación mostraron al mundo su verdadera y pútrida cara: era vergonzoso ver aquellos periodistas embozados con sus micrófonos en mano, mientras tras ellos desfilaban en círculo ataúdes vacíos sobre ruedas... Ante esta aberrante pantomima, no bastaba con elaborar una mera exégesis de los acontecimientos “preparados” que iban surgiendo ante nuestros ojos. A decir verdad, tampoco hacía falta realizar un gran esfuerzo intelectivo por leer entre líneas la pirotecnia disfrazada tras los 17 objetivos de desarrollo sostenible que portaba la Agenda. Había que ensamblar análisis especulativos a partir de la dinámica genocida de unas élites que habían adquirido gran experiencia estratégica desde los días de la Agenda 21. Mi archivo personal, y una carpeta con fotocopias tomadas de la hemeroteca digital, sirvieron de base para hacer un borrador de urgencia. El libro realmente fue una simulación efectiva ante un escenario inminente, ya confirmado en gran parte, como quien dice. De ahí su rápida eficacia, su inmediatez: es breve, conciso, prescinde de rellenos y vacíos, carece por así decir de una doxa sentimental. Es un esqueleto de ideas, de argumentarios. De ahí también su fácil comprensión y legibilidad.
¿Qué es realmente la Agenda 2030?
En pocas palabras: es un dispositivo de aceleración de escenarios tecnotrónicos utópicos y/o distópicos, según se quiera mirar; una herramienta confusa (ya que carece de una metodología definida) al servicio del gran capital. Su pretexto último no es otro que el de acelerar los procesos de control global sobre los recursos naturales, así como la cosificación de las humanas voluntades y la difusión de medidas eugenésicas a gran escala, para radicalizar el viejo plan de reducción de población (bien oculto tras el subtexto de la Agenda). Pero si algo pretende en última instancia este engendro de apariencia buenista, políticamente correcto y resiliente, eso es desmantelar el paradigma antropológico existente, con la inmersión de la transhumanidad en la Industria 4.0., uno de los sueños lúbricos de Klaus Schwab. Los organismos públicos, discretos y secretos que la promueven, son en consecuencia todos aquellos testaferros que laboran para el susodicho gran capital, del arco que puede ir de la Fundación Gates al Gobierno español. En pocas palabras: son los mismos perros, pero con diferentes collares.
¿Podemos decir que la Agenda 2030 es la principal herramienta y más peligrosa arma diseñada por el globalismo para la implementación de un nuevo orden mundial?
Hace tres años, tal vez le diría que sí, pero en estos momentos de conflictos armados, es muy difícil asegurarlo, pues la Agenda 2030, por así decir, ha entrado en un momento de cuestionamiento y crisis autodestructiva, y son muchos los indicios que vaticinan que más pronto que tarde se vendrá abajo, quedándose a medias; por así decir, ya está amortizada. Así y todo, tenemos buenas noticias: son cada vez más los opositores que combaten la Agenda desde la sociedad civil. Y ni siquiera las corruptas élites sinárquicas se ponen de acuerdo, debido a que trabajan para “un sueño” con intereses confrontados: es decir, auguran un futurible impreciso con múltiples variantes posibles en su partida de dados, donde los juegos de poder son desiguales: no olvidemos que el proceso nunca termina de estar cumplimentado, sino que se rehace en función de unos “logros” u otros, a valorar según su “rentabilidad”. A la pregunta de si su éxito supondría la imposición de un nuevo orden mundial, todo apunta a que esto no ocurrirá tal y como pretende la UE atlantista, es decir en clave unipolar. La sinarquía labora por un mundo antitradicional de raigambre neoliberal, típicamente anglosionista. Pero el nuevo orden de mañana será más bien multipolar, y potencias como China, la India y la civilización rusa (a las que tal vez se sumen Irán o Brasil), decidirán el nuevo juego mundial, polifónicamente expansionado y con diferentes jugadores.
La Agenda 2030 está en boca de todos: políticos, medios de comunicación, analistas e, incluso, a nivel de la calle. ¿Es correcto el conocimiento general que se tiene sobre la misma o está distorsionado o es inexacto?
El grueso de los voceros de la Agenda 2030 están pagados y financiados: no sólo carecen de la más mínima ética profesional (lo cual era previsible), sino que además son traidores a su patria y a su gente. En cualquier sociedad civilizada serían expulsados o condenados; hoy gozan de la total impunidad que el Sistema les otorga. Y es que, y esto es lo más sintomático, no existe un “conocimiento general” sobre dicha Agenda, ni siquiera un conocimiento fragmentario, por el mero hecho de que la Agenda no presenta un programa sistemático, ni un soporte cognitivo racional que pueda fundamentarse empíricamente a la luz de unos datos constatados. Todo en ella apela a la emotividad, al sentimentalismo y, por supuesto, al credo propagandístico del globalismo genocida de las élites turbomundialistas, pintarrajeado de ecologismo, panteísmo y multiculturalismo.
Si tuvieras que añadir hoy un capítulo o un epílogo al libro y teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en este trienio (que, desde luego, no ha sido poco ni falto de gravedad) relacionado con la Agenda 2030, ¿sobre qué lo harías?
Ese capítulo o epílogo adicional ya fue escrito, y entraña realmente un libro-secuela aparecido unos meses después y titulado Avatar 2045: Atrapados en la granja tecnotrónica, también publicado por Letras Inquietas. Aunque el eco de esta obra ha sido más escaso, no obstante la considero indisociable de Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad, pues ambos trabajos comportan un díptico centrado en los trastornos político-sociales y tecnológicos a los que nos conduce un nuevo paradigma antropológico.
¿Estamos a tiempo de impedir la aplicación de la Agenda 2030 en su totalidad? ¿Cómo puede el español de infantería luchar contra ella en la medida de sus posibilidades?
Es difícil pronunciarse, y no pecaré de clarividente. No obstante la situación actual, no me hago demasiadas ilusiones con el llamado “español de infantería”, pues en los últimos años este ente de ¿razón? ha procedido casi siempre contra sus propios intereses, y además con tozuda insistencia: lo hemos visto con la sumisión a las peores agendas, con la imposición de las mascarillas, con el sí masivo a una vacunación experimental, con la negación obsesiva de los procesos de geoingenería que desertizan España, con el mantenimiento en el poder de una casta parasitaria que envenena y repudre a la sociedad civil, más recientemente con las políticas beligerantes contra la Rusia de Putin, ahora contra el mundo persa... La deplorable situación política nacional, digna de un esperpento negro con emolientes sadomasoquistas, no hubiera sido posible sin la dócil mediocridad, el conformismo y la pobreza espiritual de un pueblo empobrecido, mutado en masa insensible, incapaz del más nimio juicio crítico. Más que del “español de infantería”, que por prudencia daremos por perdido al no generar ni garantizar esperanzas para la supervivencia de la nación, ni por defecto para la formación de una masa mínima crítica, creo que haríamos mejor en intentar focalizar nuestro combate y defensa en la salvaguarda y preservación de “los menos”, ese sustrato válido, patrio y por ende nacional, que bien podemos considerar la “España despierta”. Francamente, el futuro pinta muy negro para los españoles autóctonos. Es hora de actuar.