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Pedro Chacón
Sábado, 04 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura:

El gran maqueto Pedro Sánchez

Me da que todavía no somos conscientes de la de cosas que ha cambiado la elección de Imanol Pradales Gil como futuro lendacari vasco. Desde el primer momento que saltó la noticia se produjo un auténtico terremoto, pero de una manera sorda, inaudible. Aquello fue como una carga de gran profundidad en la política y la historia vasca cuyas réplicas nos van a ir llegando poco a poco durante mucho, mucho tiempo.

 

Para empezar, vamos a explicar lo que entendemos en esta serie de El balle del ziruelo por maqueto. Sabido es que Sabino Arana utilizó este término a destajo, un término que existía en su época para denominar a los recién llegados a las minas y a las industrias de Bilbao y su entorno, procedentes de fuera del País Vasco, pero sin la mala baba supremacista y xenófoba que le aplicó luego el fundador del nacionalismo vasco. Su origen más probable parece que es el procedente de la parte de Cantabria más próxima a Vizcaya y que de ahí debió de entrar a las Encartaciones y de ahí luego a la contigua zona minera de la margen izquierda. Otros dicen que procede del término “macuto”, por el hatillo que traían con sus cosas los inmigrantes que llegaban por entonces a Bilbao. Y otros, en fin, dicen que procede del métèque francés, que significa extranjero, pero este origen cuesta más reconocerlo, ya que el francés aquí, en esta parte del País Vasco español, la verdad es que no tiene ninguna influencia.

 

Lo cierto es que el fundador del nacionalismo vasco, como ya tenemos explicado en varias publicaciones, recogidas en mi libro Sabino Arana: padre del supremacismo vasco, empleó el término con fruición y en un sentido perfectamente discriminatorio y excluyente. Y además con una particularidad, que ser maqueto era una condición que nadie se podría quitar de encima de ninguna manera si venía con ella, porque era de nacimiento. A un maqueto se le reconocía fundamentalmente por sus apellidos, cosa que o bien te los cambiabas o bien llevabas ese sambenito de por vida. Pero lo determinante aquí no era describir el significado por su origen sino atribuirle una clave discriminatoria. Es decir, que a esa condición de nacimiento se le añadían una serie de condiciones intrínsecas y constitutivas que inferiorizaban a su poseedor respecto de los nativos, de manera que no había forma de que eso se pudiera redimir o cambiar, en el caso de que uno quisiera: uno era así y no podía hacer nada por remediarlo. Y no tenía que ver tampoco con su categoría social: maquetos para Sabino Arana eran todos los que no tenían apellidos eusquéricos, y podía ser tanto el rey carlista Carlos VII como el último de sus servidores.

 

Lo trascendental para el caso, en estos últimos tiempos, es que desde el nombramiento de Imanol Pradales Gil como candidato del PNV a lendacari del Gobierno Vasco, esa condición peyorativa del maqueto ha quedado formalmente desterrada del nacionalismo vasco, si bien hay quien dice que ya desde hace años nadie, dentro del nacionalismo, consideraba en el País Vasco a alguien inferior o menos capaz por tener apellidos no eusquéricos. Bueno, vamos a pensar que así fuera, aunque, de hecho, si miramos las candidaturas electorales de los partidos nacionalistas a cualquiera de las elecciones que se han celebrado en el País Vasco desde 1979 hasta hoy, veremos una presencia de apellidos eusquéricos muy por encima de la presencia real de los mismos en nuestra sociedad. Pero bueno, sobre eso ya hemos hablado mucho por aquí para repetirnos de nuevo.

 

El caso es que ahora que los maquetos han sido cuidadosamente rehabilitados por el nacionalismo vasco, es cuando podemos retomar ese calificativo por nuestra parte, justamente ahora que los nacionalistas han decidido dejar de utilizarlo, para denominar una específica condición de ser vasco que ya no tiene que ver con los apellidos precisamente, aunque los sigamos utilizando para identificar al nuevo maqueto, sino con el comportamiento político de las personas que llevando apellidos no eusquéricos le hacen el caldo gordo al nacionalismo que un día les marginó y les excluyó y les discriminó y les humilló y que ahora les necesita porque si no no le dan los números.

 

Maquetos serían ahora, por tanto, quienes, teniendo apellidos no eusquéricos, prefieren olvidar o ignorar o hacer como que no saben que les llamaban así los primeros nacionalistas porque les consideraban inferiores, y prefieren seguirles ahora el juego a esos mismos nacionalistas, congraciarse con ellos, aunque históricamente les ningunearan y les quisieran lejos de aquí. Y no solo eso, sino que estos maquetos reciclados en nacionalistas contribuyen con su militancia, con su voto, con su adhesión de mil maneras a que ese nacionalismo siga siendo aquí dominante. Hubo muchos maquetos que militaron en ETA. Y hoy hay muchos maquetos que votan, militan y se sienten nacionalistas, tanto de la izquierda aberchale como también del PNV. Todos ellos representan para mí lo que significa ser maqueto hoy. Que alguien a quien Sabino Arana y todos sus secuaces marginaban, insultaban y discriminaban por no tener apellidos eusquéricos, vote ahora al PNV o lo represente en sus listas, como Imanol Pradales Gil, es para esta serie de El balle del ziruelo un signo inequívoco de que siguen siendo maquetos.

 

La diferencia es que yo no les critico ni menosprecio por sus apellidos, porque yo también los llevo, lógicamente. La diferencia es que yo les considero así única y exclusivamente por su comportamiento, por lo que hacen, por su seguidismo del nacionalismo vasco, por sumarse al coro mayoritario de quienes consideran España lo peor de lo peor. Quiero decir, por tanto, que ser maqueto es algo que se puede ser o no a voluntad del que lo es. No es algo, como pensaba el nacionalismo, con lo que uno viene de serie, desde que nace, y de lo que no se puede desprender aunque quiera. Ser maqueto hoy es una condición de la persona, una elección perfectamente libre: prefieres renunciar a tus orígenes, hablar mal de ellos, ignorarlos, hacer como que no sabes de dónde eran tus ancestros y prefieres sumarte a una condición que no contó contigo para nada en un principio, es más, a una condición desde la que a la gente como tú se la despreciaba por sus apellidos y por su origen.

 

La diferencia entre llamar a alguien maqueto por parte del nacionalismo vasco y llamárselo yo es que, por mi parte, a diferencia de lo que ocurría con el nacionalismo, no responde a ninguna discriminación racial o constitutiva de la persona, sino a un reproche moral e intelectual por un comportamiento, por una manera de pensar, por una actitud sumisa y avergonzada sobre lo que uno es en realidad. Comportamiento que se elige, comportamiento que no viene inserto desde nacimiento, comportamiento que se hace, no con el que se nace. Comportamiento que uno quiere adoptar por no se sabe qué extraña razón, qué extraño síndrome, qué extraño masoquismo. Ser maqueto hoy es avergonzarse de ser uno como es. Ser maqueto hoy es apoyar una ideología que nunca contó contigo para fundarse, es más, que se fundó contra ti y lo que representabas por tu origen.

 

Ser maqueto hoy, por tanto, es no ser quien uno es de verdad, sumarte a otros que sí saben lo que son y que sí reivindican su propio origen, y no como el maqueto, que no quiere saber de dónde es, que se desprecia a sí mismo.

 

Para mí llamar maqueto a alguien significa querer hacerle ver que está tomando una actitud, un camino contrario a su propio ser, a su propia condición como persona, que está renunciando a ser quien realmente es por querer ser lo que otros quieren que sea.

 

Y en esta atribución de responsabilidades, así como Imanol Pradales Gil se ha convertido, por propia elección, en el primer maqueto vasco, tenemos que Pedro Sánchez, el actual presidente del gobierno, es el gran maqueto español, o el gran charnego español, que tanto da. Es decir, el personaje político perfectamente español que está dispuesto a beneficiar a todos los nacionalismos, tanto vasco como catalán, para mantenerse él en el poder, sin tener en consideración que esos nacionalismos lo que quieren en realidad es anular a España, disgregarla, convertirla en una caricatura de lo que históricamente fue, es y seguirá siendo. Que Pedro Sánchez conserve el poder en España, a los nacionalistas tres pimientos que les importa. Lo que les importa es que ellos conserven el suyo en el País Vasco, gracias precisamente al gran maqueto español.

 

El gran maqueto Pedro Sánchez es el peor de todos los maquetos con diferencia, por ser el más poderoso de todos. Consiguió el poder, después de haber quedado segundo en las anteriores elecciones, gracias a que se ha confabulado con todos los enemigos de España. Él justifica su opción con la estúpida, sobrevenida e interesada razón de que así consigue cohesionar a los diferentes. Pero qué cohesión va a alcanzar nunca si los diferentes no le tienen ninguna estima salvo porque de la manera que está actuando está provocando a marchas forzadas que España deje de ser España para pasar a ser no se sabe qué.

 

Esta semana hemos tenido la prueba evidente de lo que el gran maqueto Pedro Sánchez es capaz de hacer. Utiliza el argumento de que tiene problemas con su pareja, porque, según él, esta está siendo sometida a presión por quienes quieren verle a él fuera del gobierno. Y de esa forma amaga con que se va. Y cuando vuelve y da a conocer su decisión (que ha sido, obviamente, la de seguir en el machito) dice que el tema de que se metan con él y con su mujer que ya lo tienen asumido y que lo pueden superar sin problemas. ¿En qué quedamos? ¿Desde cuándo lo tenían asumido, si resulta que la reflexión era porque no podían soportar esa situación? ¿Cuándo decía la verdad, antes, ahora o nunca?

 

El gran maqueto Pedro Sánchez juega descaradamente con sus más próximos, manteniéndoles ocultas sus verdaderas intenciones. Y así les vemos a sus peoncillos llorando y gimiendo por la marcha del líder, sin el cual se quedarían como dejados de la mano de Dios. Y, mientras, el gran maqueto Pedro Sánchez les observa desde la distancia, por el televisor, mientras ellos dan el espectáculo lamentable de implorar y pedir que se quede: ¡Pedro, quédate!

 

El gran maqueto Pedro Sánchez ha actuado con sus ministros como un biólogo que observa el comportamiento de los ratoncillos en un experimento. No se puede tener más desprecio por los congéneres con quienes se trabaja codo con codo para actuar así con ellos. No sé cómo después de este experimento nadie de sus más próximos puede fiarse un pelo de él. De sus más próximos y de sus más lejanos, de todos los que le han votado y le han aplaudido a rabiar cuando parecía que se iba. Hasta el mastuerzo ese de Óscar Puente lloriqueaba diciendo que la cosa estaba muy mal, que le habían tocado el punto débil al gran jefe y que a lo mejor se iba.

 

El gran maqueto Pedro Sánchez es el gran benefactor de nacionalistas vascos y catalanes. Nunca los nacionalistas vascos y catalanes habrían soñado que un maqueto, o charnego, que tanto da, les iba a beneficiar tanto. ¿Cómo no van a querer que se quede?

 

¿Pero le quieren a él? Los nacionalistas vascos no le quieren a él. Como tampoco quieren a Imanol Pradales Gil. Solo quieren lo que pueden conseguir a través de ellos.

 

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