Secesión de Cataluña
Mucha gente está de acuerdo en que las elecciones autonómicas de Cataluña no interesan a la mayoría de la población española. La desafección creada durante décadas de insultos, desplantes y desprecios ha surtido efecto. Creo que sólo interesan a quienes se reparten el poder. Mucho me temo que incluso en Cataluña la abstención sea muy alta, lo que demostrará que la política catalana no le importa tampoco a un porcentaje muy elevado de catalanes.
Sí podemos saber quiénes serán los únicos beneficiados, sea cual sea el resultado: la oligarquía política catalana, que se reparte el poder y los beneficios extraídos de expropiar a los catalanes y al resto de los españoles. Estar directamente en el poder o compartirlo con otros secesionistas será la única diferencia, pero se repartirán los puestos y continuarán viviendo a cuerpo de rey a costa de los demás.
El más despreciable de todos los partidos catalanes es el PSC, el más falso y el que más apuñala a España a la menor ocasión. No podemos exigir un mínimo de lealtad a los partidos nacionalistas y ya tampoco al PSC, el cual lleva décadas traicionando los intereses de la nación, dirigido ahora por uno de los máximos responsables de las desgracias de la pandemia y de los contratos fraudulentos de la compra de material sanitario que arrasaron con cientos de millones. Salvador Illa es un ejemplo perfecto de la Industria Política fascistoide creada por el sistema partitocrático español y catalán: un inepto que lleva viviendo a costa del erario público desde su más tierna y avispada juventud.
El grado actual de autonomía de Cataluña es tan alto que tal vez haya llegado el momento de preguntarse no si a Cataluña le interesa seguir siendo parte de España oficialmente, (que es evidente que sí le interesa porque así sigue exprimiéndonos), sino si a España le interesa seguir manteniendo a Cataluña como parte de la nación.
Habría que plantearse si ha llegado el momento de realizar un referéndum a nivel nacional sobre darle o no la independencia a Cataluña. Y caso de que el resultado sea positivo, esto es, que salga el sí (de lo que no tengo ninguna duda por el hartazgo general) ofrecérsela en las siguientes condiciones:
- Independencia total de Cataluña respecto a España.
- Salida de Cataluña de la Unión Europea.
- España dejaría de pagar la deuda catalana en el acto y los catalanes tendrían que ser, por fin, responsables de sí mismos y de sus propias pensiones y servicios.
- La nueva república catalana (me niego a ponerlo en mayúsculas) tendría que reconocer, a su vez, el derecho a la autodeterminación de cualquier entidad administrativa (provincias, comarcas, municipios) en su seno, de modo que cualquier provincia o localidad de Cataluña, una vez ésta sea un Estado independiente, tenga la opción de realizar consultas internas para decidir si prefiere quedarse en Cataluña o independizarse de su nuevo Estado.
No hemos pensado lo mucho que nos interesaría al resto de los españoles una Cataluña independiente: tendríamos un país bello, cercano y pobre al que ir de vacaciones baratas y, posiblemente, también un paraíso fiscal al alcance de la mano.
Bueno, eso durante cierto tiempo: hasta que se convierta en una república islámica.
Mucha gente está de acuerdo en que las elecciones autonómicas de Cataluña no interesan a la mayoría de la población española. La desafección creada durante décadas de insultos, desplantes y desprecios ha surtido efecto. Creo que sólo interesan a quienes se reparten el poder. Mucho me temo que incluso en Cataluña la abstención sea muy alta, lo que demostrará que la política catalana no le importa tampoco a un porcentaje muy elevado de catalanes.
Sí podemos saber quiénes serán los únicos beneficiados, sea cual sea el resultado: la oligarquía política catalana, que se reparte el poder y los beneficios extraídos de expropiar a los catalanes y al resto de los españoles. Estar directamente en el poder o compartirlo con otros secesionistas será la única diferencia, pero se repartirán los puestos y continuarán viviendo a cuerpo de rey a costa de los demás.
El más despreciable de todos los partidos catalanes es el PSC, el más falso y el que más apuñala a España a la menor ocasión. No podemos exigir un mínimo de lealtad a los partidos nacionalistas y ya tampoco al PSC, el cual lleva décadas traicionando los intereses de la nación, dirigido ahora por uno de los máximos responsables de las desgracias de la pandemia y de los contratos fraudulentos de la compra de material sanitario que arrasaron con cientos de millones. Salvador Illa es un ejemplo perfecto de la Industria Política fascistoide creada por el sistema partitocrático español y catalán: un inepto que lleva viviendo a costa del erario público desde su más tierna y avispada juventud.
El grado actual de autonomía de Cataluña es tan alto que tal vez haya llegado el momento de preguntarse no si a Cataluña le interesa seguir siendo parte de España oficialmente, (que es evidente que sí le interesa porque así sigue exprimiéndonos), sino si a España le interesa seguir manteniendo a Cataluña como parte de la nación.
Habría que plantearse si ha llegado el momento de realizar un referéndum a nivel nacional sobre darle o no la independencia a Cataluña. Y caso de que el resultado sea positivo, esto es, que salga el sí (de lo que no tengo ninguna duda por el hartazgo general) ofrecérsela en las siguientes condiciones:
- Independencia total de Cataluña respecto a España.
- Salida de Cataluña de la Unión Europea.
- España dejaría de pagar la deuda catalana en el acto y los catalanes tendrían que ser, por fin, responsables de sí mismos y de sus propias pensiones y servicios.
- La nueva república catalana (me niego a ponerlo en mayúsculas) tendría que reconocer, a su vez, el derecho a la autodeterminación de cualquier entidad administrativa (provincias, comarcas, municipios) en su seno, de modo que cualquier provincia o localidad de Cataluña, una vez ésta sea un Estado independiente, tenga la opción de realizar consultas internas para decidir si prefiere quedarse en Cataluña o independizarse de su nuevo Estado.
No hemos pensado lo mucho que nos interesaría al resto de los españoles una Cataluña independiente: tendríamos un país bello, cercano y pobre al que ir de vacaciones baratas y, posiblemente, también un paraíso fiscal al alcance de la mano.
Bueno, eso durante cierto tiempo: hasta que se convierta en una república islámica.