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Arturo Aldecoa Ruiz
Sábado, 25 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura:

Cataluña: a la sombra de las columnas de “la soberbia Ilión”

[Img #26016]Si el espectador ha seguido las informaciones políticas de estos últimos y convulsos años en Cataluña habrá observado que la puerta principal de la Generalitat Catalana está flanqueada por cuatro columnas dóricas lisas de granito. Seguramente no se ha preguntado por su origen porque puede presuponer que son de la época en que se construyó la fachada renacentista del Palacio barcelonés.

 

Pero la realidad es mucho más sorprendente.  Las cuatro columnas de granito, de seis metros de altura y de unas veinte toneladas de peso cada una, son romanas, del siglo II después de Cristo. Y lo que es más curioso, y a la vez profético para un edificio de gobierno, tienen su origen en una cantera junto a la mítica ciudad de Troya.

 

¿Pero cómo llegaron a la península las columnas de Troya? Parece que se trajeron hasta Hispania en un gran envío por mar de decenas de fustes, para formar parte del templo dedicado a Augusto en el gran foro de Tarraco, cuando Tarragona era la capital de la Hispania romana,  edificio inaugurado con motivo de la visita del emperador Adriano durante el invierno del 122 al123 después de Cristo.

 

Según las fuentes arqueológicas hay documentados cuarenta y cinco fustes de granito de la Tróade (región de Troya) que fueron llevados a Tarraco.

 

Con la caída del Imperio Romano, el foro perdió su uso cívico y sus elementos arquitectónicos comenzaron a ser reutilizados. En el año 1598, cuatro de las columnas de Troya fueron trasladadas hasta Barcelona para presidir la fachada del palacio de la Generalitat. Y desde entonces allí presiden el paso de quienes entran, sin que los visitantes sospechen su mítico origen.

 

No es algo irrelevante tener semejante pedigrí histórico verdadero en la sede de una institución de gobierno, y más en un país como el nuestro, lleno de prestigios y memorias  históricas más falsas que un duro de Cádiz, inventadas a la medida de las necesidades partidistas del momento.

 

Y dicho prestigio real debiera ser un buen aliciente para que la clase política reflexionara sobre la experiencia histórica que los testimonios del pasado nos sugieren tener presente. Y más en el caso de Cataluña, tras los acuerdos de Puigdemont con Sánchez para permitirle gobernar en Madrid, pese a haber perdido las elecciones y su actual exigencia de reciprocidad para que Sánchez le permita gobernar en Cataluña pese a haber perdido Puigdemont igualmente, precisamente contra el candidato de Sánchez, Illa.

 

Ambos personajes, y sus partidos,  podrían haberse ahorrado todo este teatrillo desde el pasado agosto de 2024 si hubieran recordado una frase latina de la Eneida de Virgilio (libro II, 49), que resumen muy bien la conclusión de la guerra de Troya: Timeo Danaos et dona ferentes que significa «Temo a los dánaos (griegos) incluso cuando traen regalos».

 

Porque una cosa es conseguir estar “de regalo” en un gobierno mediante una serie de pactos y artimañas y otra muy distinta poder gobernar cuando se es prisionero permanente de los votos ajenos. Y en ambos casos, Sánchez en Madrid y Puigdemont en Barcelona quieren controlar un poder que ambicionan para el que carecen de las fuerzas parlamentarias necesarias, aunque pretendan conseguirlo “mediante intercambio de regalos’ y mantenerlo a cualquier precio, al margen de los deseos de la ciudadanía.

 

Por mucho orgullo que se tenga (de los que ambos  políticos están sobrados), las componendas que llevan tiempo urdiendo, y que ellos creen sabiduría negociadora y no son más que juegos de truco – trato, y no les conducen más que al desastre, porque como señala Homero “El orgullo es el precursor de la ruina” para ellos y para sus partidos.

 

Más pronto que tarde, posiblemente poco después de que se celebren las elecciones europeas los acontecimientos se precipitarán y de ambos podrá decirse como cantó Homero  que “su descenso fue como la caída de la noche”. Porque el Hades político espera a los soberbios.

 

En todo caso, querido lector, opino como decía Homero: “No sé lo que depara el porvenir, pero sé quién tiene el futuro en sus manos”: los ciudadanos con su voto las próximas elecciones europeas que está vez decidirán no solo el destino de Bruselas, sino también el la Troya catalana y de sus aspirantes, a la sombra de las cuatro columnas de “la soberbia Ilión”, como la llamó Dante.

 

(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 2999- 2019

 

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