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Elena García
Miércoles, 10 de Julio de 2024 Tiempo de lectura:

El desprestigio de la maternidad (II)

En este mundo feliz se acaba también con el problema de las violaciones y la prostitución. Todos están a disposición de todos. No hay carencias.


Pero, además, lo que es más importante, la familia ya no se interpondrá, y especialmente la mujer, para que el dominio por parte del Estado sea total sobre mentes y cuerpos. En nuestros días, ya está bastante adelantado el proyecto de arrebatar a la familia la educación de los hijos por parte de la progresía, oculta tras la ideología de género, los lobbies LGTBI+ y su penetración en las instituciones y centros educativos a través de la amenaza y acusación de delito de odio a quién se oponga a tales colectivos y a tales parodias de familia, manejado exclusivamente por estos colectivos ante los cuales se pliegan todos los dirigentes occidentales, unos porque están de acuerdo y otros por cobardía y temor a ser acusados de “odiadores” o “machistas”, incluso “fascistas”. Porque ya se sabe que hoy los argumentos, la indiferencia o la neutralidad no existen, solo amor y odio, a esto han reducido la variada gama de sentimientos que puede inspirar otro ser humano, por ejemplo, amor, admiración, cariño, lastima, piedad, ternura, conmiseración; nuestro vocabulario está siendo reducido a los propósitos de los constructores de una nueva realidad ̶ estamos en el mundo de 1984, la novela de G. Orwell. Reduciendo nuestro vocabulario reducimos nuestro pensamiento y la realidad o, como decía un filósofo: “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Estás con ellos o estás con nosotras, no hay nada más, y si no estas con nosotras, con las ideólogas de género, ¡prepárate!


El Estado totalitario tiene vía libre para planificar la vida de los individuos, sin que pueda haber conato alguno de resistencia; ¿para qué “si todos quieren lo que tienen” y nada más que lo que tienen?, o como se dice ahora “no tendrás nada y serás feliz”. Que se traduce en que todos tienen lo que (previamente) se les ha hecho querer que tengan. Conformismo desde el nacimiento. El tener aspiraciones lleva a la inquietud, al sufrimiento, a la lucha, al esfuerzo, a la superación. Así pues, las aspiraciones han quedado eliminadas; uno es aquello para lo que está predeterminado, programado y, además, no tiene dificultades ni problema alguno para conseguirlo. El control es total y, por añadidura, plenamente aceptado.

 

Hasta que llegue ese Mundo feliz, o esa pesadilla, según se mire, se ha comenzado por desvirtuar la maternidad. La maternidad resulta muy sacrificada, te quita libertad, te impide hacer tu vida -viajar, por ejemplo, noches sin dormir, preocupaciones, etc.- a algunas mujeres progresar en su carrera profesional. Y, así, muchas se dejan llevar por estas exhortaciones hacia la comodidad. Por supuesto nunca hablan de lo que perderán y de lo que obtendrán a cambio: una vida de soledad, vacía, sin cariño y sin metas, “sin un ancla”, como dijo Carol Bushnell, autora de Sex and the city, porque a los 50 años las cosas no se ven como a los 30. Hasta que un día se dan cuenta de que quieren tener hijos y entonces ya será demasiado tarde.


Por tanto, se trata de controlar primero la maternidad para después dirigir la educación a través del Estado. Aunque quizá esto no sea tan fácil como creen. ¿Hasta qué punto podría hacerse posible lo que sucede en estas dos distopías en que se intenta la construcción total del individuo, la dirección absoluta de los “esclavos gobernados”? ¿No habría ningún tipo de rebelión?


¿Creen las ideólogas de género que tendrán éxito con su propaganda y su educación dirigida por el Estado? ¿creen que podrán anular la naturaleza? ¿creen que podrán arrancar por completo la educación a los padres y en especial a la madre? Hasta están teniendo éxito. ¿Por cuánto tiempo? Están convencidas de que no existe naturaleza alguna, ni individual, ni de mujer o de hombre, que cualquier ser humano es totalmente moldeable. ¿En qué se basan? ¿Qué es para ellas la ciencia de la genética?


El caso es que, para hacerse con el poder total, el Estado tiene que destruir a la familia y para destruir a la familia tiene que destruir a la mujer. Y en esas están. No es que el Estado quiera proteger a la mujer tratando de cambiar su manera de ser, sus intereses; es que si no anula su naturaleza no puede tener el control total de la sociedad.

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