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Viernes, 12 de Julio de 2024 Tiempo de lectura:
Autor de “Masonería vaticana: Los enemigos internos de la Iglesia al descubierto”

José Antonio Bielsa: "El Vaticano del Papa Francisco y sus secuaces es la mismísima sede del Anticristo"

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¿Qué es la masonería vaticana? ¿Cómo ha logrado hacerse con el control de la Iglesia? ¿Quiénes son sus miembros más destacados? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Corre peligro el catolicismo? Con ánimo sintético y afán revisionista, Masonería vaticana: Los enemigos internos de la Iglesia al descubierto, el último libro de José Antonio Bielsa Arbiol publicado por la editorial Letras Inquietas, destapa uno de los mayores escándalos de nuestro tiempo: de cómo la acción infiltradora de la masonería anticatólica usurpó gradualmente las estructuras legales e históricas de la Iglesia Católica para crear, tras el Concilio Vaticano II, algo totalmente nuevo y herético: la Contra-Iglesia paramasónica postconciliar, pilotada (en las últimas décadas y desde las altas jerarquías vaticanas) por los enemigos seculares de la Catolicidad.

 

¿Sigue siendo la Ciudad del Vaticano la sede de la Iglesia católica o se ha convertido en una logia masónica?

 

De facto, ni una cosa ni la otra, aunque presuponga ambas desde diferentes prismas. Más propiamente, y apelando a profecías autorizadas como la de Nuestra Señora de la Saleta, diría que el Vaticano de Bergoglio y sus secuaces es la mismísima sede del Anticristo, o un trasunto de la misma, si es que tal sede existe como tal.

 

¿No es una afirmación tremendista?

 

En absoluto, a juzgar por la deriva catastrófica de las últimas décadas, en la que una suerte de “terrorismo espiritual” de cepa neomodernista ha sembrado el más alto grado de confusión entre la feligresía. El Vaticano opera como la centralita espiritual de la ONU, que es la estructura sinárquica visible del Nuevo Orden anticatólico: sirve pues a sus amos internacionales, pisoteando sórdidamente el bimilenario Magisterio de la Iglesia.

 

No obstante, ¿es pertinente seguir diferenciando Iglesia de Vaticano?

 

La Iglesia, ciertamente, está eclipsada, y no debemos cometeremos el error de asociar “Iglesia” con “Vaticano”. Esta operación de desmontaje, a pleno rendimiento, alcanzó su cénit el pasado 18 de diciembre, con la publicación de ese demencial engendro intitulado Fidúcia Súpplicans, el cual permite a los presbíteros postconciliares “bendecir el pecado” (sic), como dijo un relevante prelado cuyo nombre omitiré. La sarta de excesos e irreverencias es tal, que haremos mejor en correr un grueso velo.

 

¿Cuándo comienza la infiltración de la masonería en la Iglesia? ¿Qué objetivos persiguen "los hijos de la viuda"?

 

[Img #26288]Prácticamente, desde los inicios de la masonería especulativa. Fue un florentino, Rainiero Delci (ordenado sacerdote en 1699 y fallecido en 1761) el primer cardenal masón reconocido, y como tal aparecía afiliado a una logia romana. Él fue el primero de una interminable lista de varios millares de altos cargos eclesiásticos en su especie: masones sin mandil y con sotana. Hoy por hoy, y aunque mucha disidencia controlada pretenda aparentar lo contrario, masonería e iglesia postconciliar son indisociables, de puro cohesionadas se muestran en su misión acatólica y disolvente: esto es, alejar de un modo u otro a las gentes del reinado social de Cristo, difundiendo bajo pretexto ecuménico auténticos disparates y aberraciones, y todo esto como si de “doctrina católica” se tratase. Hay ejemplos para dar y tomar: el pasado 16 de febrero, en Milán, la Fundación Cultural Ambrosiana organizó el seminario “Iglesia Católica y Masonería”. En dicho contexto, el cardenal Francesco Coccopalmerio, ex presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, dijo dos meses antes, el 16 de febrero y en una reunión con representantes masones en Milán, que existe una “evolución de la comprensión mutua” entre los “católicos” y los francmasones. ¿Qué no se pretende con ello sino normalizar los vínculos existentes entre “Iglesia” (léase Contra-Iglesia) y Masonería, para así afianzar el sueño masónico de la fraternidad universal? ¡Todo es tan obvio!

 

¿Es el Concilio Vaticano II el mayor triunfo obtenido por los masones que operan en el seno de la Iglesia?

 

Tal cual. Este presunto “concilio”, que haríamos mejor en llamar conciliábulo de apostasía (la expresión no es mía, sino del filósofo argentino Patricio Shaw) supuso realmente el triunfo del proyecto masónico para infiltrar y usurpar desde dentro la Iglesia, imponiendo una Contra-Iglesia, y enviando así al desierto a la legítima y verdadera Iglesia, tal y como S.S. Pío XII la dejó al morir, el año de 1958. Ésta es la tesis central de nuestro libro Masonería Vaticana: Los enemigos internos de la Iglesia al descubierto, y no presenta fisuras de peso a menos que el creyente tenga algunos conocimientos básicos. Cierto es que los defensores del conciliábulo, asidos a todo tipo de intereses no precisamente espirituales, son todavía legión, pero entre la feligresía “rasa” el número de críticos aumenta imparable. Para ratificar este hecho es importante leer bien a los enemigos internos de la Iglesia, especialmente a los teólogos neomodernistas, revolucionarios y herejes todos ellos, como fue el caso del P. Edward Schillebeeckx, O.P., quien con cuya crudeza habitual no tuvo empacho alguno en afirmar que “el Vaticano II fue […] un Concilio liberal, que ha consagrado los nuevos valores modernos de la democracia, de la tolerancia y de la libertad. Todas las grandes ideas de la revolución estadounidense y francesa, combatidas por generaciones de Papas, todos los valores democráticos fueron adoptados por el Concilio. Por otra parte, el Concilio no ha podido dar una respuesta a los fermentos de revuelta, que ya se preanunciaba […] Ha aceptado un poco nuestra teología, confirmándonos en nuestra investigación teológica. Nos hemos sentido libres como teólogos y liberados de sospechas, del espíritu de inquisición y condena. Pesaba sobre nosotros el espíritu de la Humáni Géneris (1950), la encíclica de Pío XII que condenó Le Saulchoir y Fourvière: las escuelas de los dominicos y los jesuitas. Todos nosotros estábamos bajo sospecha antes del Concilio y el Concilio nos ha liberado”. Palabra de Schillebeeckx, una de las mentes más penetrantes de la Nueva Teología.

 

¿Es el actual papa Jorge Mario Bergoglio miembro de la masonería?

 

El perfil masónico de este detestable personaje, masón reconocido durante la segunda mitad de los años 70, no debería hacernos olvidar la cuestión crucial: ¿es acaso Papa? El Canon 188 (sección 4) del Código de Derecho Canónico de 1917, aclara las dudas a cualquier posible contestatario: “Hay ciertas causas que efectúan la renuncia tácita (silente) de un cargo, cuya renuncia es aceptada de antemano por obra de la ley, y por ende es efectiva sin necesidad de declaración alguna. Estas causas son… (§ 4) si el clérigo defecciona públicamente de la Fe Católica”. Las apostasías sin término de Bergoglio, su horrible legado de impiedad, redundan en todo lo dicho: Francisco no es Papa, nunca lo fue, y no pretendo convencer a nadie de que crea lo contrario, aunque seguramente coincidamos en que uno más dos es igual a tres. Las voces más autorizadas así lo constatan, por ejemplo San Alfonso María de Ligorio, el Doctor de la Iglesia más odiado por los masones, quien se expresa en estos términos: “Si incluso el Papa, como persona privada, cae en herejía, cesa en el momento del Pontificado”. Otro Doctor de la Iglesia, San Roberto Belarmino, rubrica lo expuesto en su De Romano Pontifice: “Un Papa que es un hereje manifiesto automáticamente deja de ser Papa y cabeza de la Iglesia, así como deja de ser cristiano y miembro de la Iglesia. Por lo tanto, puede ser juzgado y castigado por la Iglesia. Todos los primeros Padres son unánimes en enseñar que los herejes manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción…”. Volviendo a la pregunta de partida, hay que confirmar que, en efecto, el heresiarca Bergoglio carga a sus espaldas con un fuerte pasado masónico: en Argentina es bien sabido que cuando Francisco todavía era el P. Jorge Mario Bergoglio Sívori, éste acostumbraba a firmar como lo hacen sus compañeros de logia. En una previa entrevista realizada para el digital Libros con Valor, tomamos como ejemplo una misiva suya, fechada el 28 de octubre de 1977 y dirigida al obispo Mario Picchi, en la que podíamos ver los inconfundibles tres puntos masónicos (∴) al final de su firma. Es un detalle, otro más, y no más torpe de otros muchos ligados a esta esperpéntica figura a la que muchos incautos llaman “Papa Francisco”.

 

¿Es la infiltración masónica la principal responsable de la grave crisis que sufre la Iglesia o hay más actores y factores coadyuvantes?

 

Todas las sinergias de la posmodernidad abominan del Catolicismo, conjurando contra el mismo desde lo más variopintos ámbitos. Por ende, la masonería deviene el primer responsable, cierto, pero el primero de una interminable secuencia de entes disolventes. La complejidad de este asunto, de hecho, requeriría de varios libros voluminosos.

 

Por último, ¿es posible a estas alturas extirpar la infiltración masónica en la Iglesia católica?

 

La pregunta estaría mal formulada, puesto que realmente la Iglesia Católica no está aquejada de ninguna toxina masónica que la haya desnaturalizado. Afirmar esto es un grave error. Nada hay que “extirpar” de la Iglesia Católica, por el mero hecho de que la Iglesia Católica se mantiene Una en Cristo.

 

Entonces...

El problema es que mucha gente todavía comete el error de identificar la Neo-iglesia postconciliar (es decir, la falsa iglesia salida del Concilio Vaticano II, lo que en el libro llamamos la “Contra-Iglesia”) con la verdadera Iglesia, la cual ha ido por así decir a refugiarse a las catacumbas. Y es que son dos cosas diferentes, y excluyentes. Se trata realmente de una usurpación: el filósofo argentino Patricio Shaw, brillante firmante del epílogo de este libro, lo ha expresado magistralmente en estos términos: “Roma está muerta y podrida, y la majestuosa fachada de Bernini es un cadáver. Se impone al mundo, bajo el disfraz de una legalidad que continuaría la legalidad histórica...”. Por todo ello, no hay que temer: el último Papa, Pío XII, murió en 1958, y fue el último de la serie histórica de los papas. El interregno subsiguiente no es más que una demostración de la verdad de la Sagrada Escritura, del “Fin de los tiempos” anunciado en Apocalipsis. La única posición coherente, y consecuente con los actuales tiempos, es la sedevacantista.

 


 

El libro Masonería vaticana: Los enemigos internos de la Iglesia al descubierto de José Antonio Bielsa Arbiol se encuentra a la venta en la tienda online de Letras Inquietas clicando aquí. También está disponible en librerías y establecimientos especializados y en Amazon.

 

 

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