Autor del libro "Hacia una Europa islamizada"
Alejandro Espinosa Solana: “Cuanto mayor es la presencia de comunidades musulmanas en los países occidentales, más se exacerban los problemas de convivencia y nuestra islamización”
![[Img #26512]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/09_2024/3605_aes.jpg)
Alejandro Espinosa Solana (Baracaldo – Vizcaya-, 1965) es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y Máster en Comercio Internacional por la UPV / EHU. Comenzó su andadura profesional como analista de mercados en la Cámara Española de Comercio en Casablanca (Marruecos). Posteriormente, trabajó en la Dirección General XVI de Políticas Regionales de la Comisión Europea en Bruselas, y como 'free lance' en la de Información, Cultura y Audiovisual (X). Combinó esta última con otro trabajo en la oficina en Bruselas de la Fundación alemana Friedrich Ebert.
Más tarde fue Observador Internacional de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en sus misiones de Bosnia Herzegovina y Croacia tras la guerra de los Balcanes. En España ha trabajado, entre otros, en el departamento internacional de la Agencia Vasca para el Desarrollo Empresarial. También ha impartido conferencias en varias universidades españolas sobre su experiencia internacional.
Ahora, Espinosa Solana acaba de publicar con SND Editores un libro tan importante como necesario: Hacia una Europa islamizada, que lleva por subtítulo "El desafío migratorio musulmán: una guerra híbrida no declarada". Se trata de un ensayo demoledor en el que el autor aborda este complejo tema con una perspectiva crítica y magníficamente documentada, ofreciendo un análisis exhaustivo de los desafíos que enfrenta Europa en la actualidad relacionados con este tema.
¿Qué le motivó a escribir sobre la inmigración musulmana en Europa?
La visión y experiencia de algunos lugares céntricos de mi ciudad, ocupados en número creciente por jóvenes varones magrebíes incívicos, pendencieros, aspiradores de pegamento, ociosos y desarrapados que creaban problemas en el entorno de la céntrica estación de tren, robaban a los viajeros, se peleaban entre ellos de forma violenta, eran totalmente marginales e incluso se encaraban con la policía. Algunos pudieran estar a cargo de las administraciones públicas por su minoría de edad, o beneficiados y mantenidos con cualquier otro tipo de subsidios y ayudas, lo que supone que además de esa marginalidad voluntaria, conflictos y delincuencia, los costeamos nosotros con nuestros impuestos. El problema sólo ha ido a peor en mi ciudad y en el resto de las ciudades del país.
¿Hubo algún evento específico o tendencia que le impulsó a abordar este tema?
Como digo, el dolor que me causa la deriva a la que se conduce nuestro país y nuestra sociedad antaño ordenada, disciplinada, respetuosa, real -y no sólo falsamente- solidaria. Además del agravamiento del problema de convivencia que describía más arriba con el número creciente de llegadas de inmigrantes indocumentados desde África, me preocupa muchísimo, -hasta la incomprensión- la actitud de autoridades y medios afines a ellas que nos engañan e intentan ocultar este grave problema, aunque cada vez con menos éxito. Prácticamente toda la población española vive en sus propias carnes, en la de sus hijos e hijas, ancianos, vecinos, parientes, amigos … el aumento de la inseguridad en nuestras calles, paralela a aquellas llegadas. Pero el engaño martilleante al que nos vemos sometidos sólo es superado por el miedo impuesto por aquellas autoridades y sus medios afines, que nos amordaza e impide que nos expresemos libremente: nos acusan falsamente de racistas, xenófobos, discriminatorios, etc …
Quise advertir a mis conciudadanos del desorden y caos que nos espera, de nuestro paulatino declive económico, del socavamiento de nuestro orden y paz sociales, de la progresiva islamización de todos los sectores de nuestra sociedad bajo aquellos pretextos de la diversidad, la tolerancia infinita sin límite, ahora he oído también la humanidad, …
¿Cuánto tiempo le llevó la investigación y redacción de este libro?
Más de dos años y medio.
¿Cuál es la tesis central de su libro?
El caos al que nos dirigimos: delincuencia, declive económico, deterioro social, convivencia imposible, engaños y ocultación por parte de autoridades y medios de comunicación cómplices, falsa democracia, muy peligrosa división de la sociedad: tanto autóctona (buenos y malos, “fachas” y “progres”) como con nuevos pobladores procedentes de entornos, culturas, religión, geografías … que nada tienen que ver con nosotros y con los que somos incompatibles.
Continúo: el difícil o imposible encaje de un número cada vez mayor de inmigración musulmana y de sus descendientes en sociedades occidentales libres y, al menos supuestamente, democráticas. El desafío creciente y constante que estas comunidades nos imponen, el desgaste como sociedad, la atención a estos problemas creados de convivencia doméstica en vez de a otros que hagan desarrollar efectivamente nuestra sociedad: formación, educación, tecnología, industria, convivencia pacífica, vivienda, solidaridad real entre todos y no sólo unidireccional, siempre de unos hacia los otros, …
El engaño a los ciudadanos con ideas bonitas en teoría, de fácil consumo, pero falsas, que no funcionan en la realidad: la diversidad, el multiculturalismo, … máxime cuando tenemos tantos ejemplos tan próximos como Francia, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Alemania, … La imposición del miedo a pronunciarse libremente no sólo por parte de aquellas instituciones nacionales y europeas más su prensa afín que ya he mencionado, sino también de forma soterrada y aviesa por potencias arabo musulmanas y organizaciones islamistas infiltradas en muchas de nuestras instituciones sin que nos demos cuenta. Sus conceptos engañosos como el racismo, la xenofobia, la falsa islamofobia, el discurso del odio, …que nos oprime y nos acalla por temor, y que sólo funciona en una única dirección, culpando únicamente al autóctono víctima de robos, de violaciones, de una creciente delincuencia y pagador, además, con sus impuestos, de la manutención de muchos de aquellos extranjeros ociosos y enemigos declarados. Pero, aparentemente, el manifiesto incivismo de muchos de esos nuevos pobladores, su delincuencia cada vez más violenta, su desafío constante hacia nuestra sociedad, su abierto rechazo, … es sólo puntual, siempre individual o aislado, disculpable, ocultado, dulcificado, …
¿Cómo llegó a la conclusión de que existe una “guerra híbrida no declarada” en Europa?
Precisamente por lo que acabo de decir. Potencias arabo musulmanas, no sólo del Golfo, como Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, … sino también Turquía, países del Magreb, etc … pretenden la conquista u ocupación de Europa y Occidente para su islam. Aquellos primeros países ricos lo diseñaron ya hace décadas y lo siguen implementando ahora con millones de petrodólares y una fuerte influencia global en organismos internacionales, gobiernos nacionales y locales, mezquitas, organizaciones, ONGs, … para allanar su asentamiento en Europa y Occidente como efectivamente así está ocurriendo. En ese plan no sólo incluyen inversiones millonarias recientes en nuestros sectores estratégicos, si no nuestro socavamiento de facto como sociedades prósperas y libres.
Además, en cada uno de los países europeos u occidentales, existe un complejísimo entramado de organizaciones islamistas infiltradas en multitud de instituciones nacionales y europeas, partidos políticos, lobbies, asociaciones y fundaciones de muy diverso tipo, también privadas, … A través de ellas van introduciendo soterrada y calladamente una permisividad incondicional e incontestable a la progresiva islamización de nuestras sociedades, el acallamiento y el temor a cualquier oposición razonada a sus imposiciones, a su expansión … explotando artificialmente conceptos como los derechos humanos, la libertad religiosa, etc. … que, sin embargo, no es recíproca por parte de muchos musulmanes para con el resto. Muchas veces esas organizaciones se erigen como representantes moderados de las comunidades musulmanas en Occidente y reciben financiación de instituciones europeas y autóctonas para desarrollar proyectos de “desradicalización”, culturales, aparentemente inofensivos, pero que en no pocas ocasiones acaban financiando el terrorismo internacional. El ejemplo más claro son los Hermanos Musulmanes: soterrado proselitismo y oculta presencia del radicalismo expansivo en nuestras sociedades.
Unos y otros (países de mayoría musulmana y organizaciones extremistas infiltradas en las sociedades occidentales) también influyen en sus propias comunidades islámicas en Europa, exacerbando sus sentimientos religiosos y alimentando una animadversión y rechazo hacia las sociedades occidentales de acogida, distanciándoles del resto de la sociedad.
El resultado de todo ello es una convivencia cada vez más difícil y crecientes conflictos sociales; su constante y creciente desafío en nuestra casa.
En su libro, menciona la creciente población musulmana en Europa. ¿Puede proporcionarnos más detalles sobre cómo esta demografía está cambiando el paisaje social y cultural europeo?
Cuanto mayor sea la presencia de comunidades musulmanas en países occidentales, más se exacerban esos problemas de convivencia y nuestra islamización. Mayor es la autosegregación de esas comunidades y su repliegue sobre sí mismas al margen del resto de la sociedad autóctona.
La integración no existe, y la discriminación, tampoco. Esos guetos son automarginales, ellos mismos crean su propio aislamiento y segregación del resto, aunque después les resulte tan fácil acusarnos de discriminación porque nosotros mismos se lo hemos enseñado y seguimos dándoles pie para ello. Cuanto mayor es su presencia en un país occidental, esos guetos son cada vez mayores, concentran un alto desempleo y delincuencia, tráfico de drogas, aplicación de la sharía, la única autoridad del imam al margen de la del Estado, rechazo del país de acogida … Son un nido de pensamientos radicalizados, de autoexclusión, de resentimiento, … de espaldas al país receptor que en no pocas ocasiones los mantiene, y subsidia sus vidas ociosas y desempleadas.
Cuando ya son nacionales de ese país, se aprovechan de un pasaporte privilegiado y de unos servicios y beneficios sociales que jamás pudieron soñar en sus países de origen o en el de sus ancestros, por eso no dejan de venir a pesar de nuestra supuesta discriminación y racismo. Pero, en realidad, íntimamente siguen perteneciendo a aquellos países fracasados de los que huyeron, los añoran al tiempo que rechazan todo cuanto tenga que ver con el país infiel de llegada. Viven aislados en sus guetos, proyección éstos del país del que escaparon, con sus comercios halal, su propio idioma, sus costumbres arcaicas … sin necesidad de implicarse en la que debiera ser su nueva sociedad.
Cuando ya son nacionales de un país europeo, votan a aquellos partidos políticos que -sólo por electoralismo, aún en contra de su propia sociedad y a la búsqueda de votos al precio que sea- les son más favorables en cuanto a concesión de beneficios, de nacionalidad, etc … Ahí pueden, poco a poco, esos musulmanes nacionalizados, inclinar la balanza política en uno u otro sentido. Por eso ahora nuestro gobierno e izquierda populistas los está atrayendo masivamente antes de que quizás pueda cortarse el grifo de la inmigración desordenada. Estamos pagando con nuestros impuestos la estrategia particular de una izquierda populista en España y en Europa (por ejemplo, LFI en Francia). Con los presupuestos públicos para los que todos hemos cotizado, estamos pagando la cantera de futuros votantes de esa izquierda a la que sólo le interesan sus votos: ni los inmigrantes ni, mucho menos, el futuro de nuestra sociedad. Y lo hacen solapada, pero exitosamente, con la cantinela de la diversidad, la humanidad, los derechos humanos, …
Los españoles tenemos derecho a que nuestros impuestos reviertan en nuestra propia sociedad, en nuestras personas necesitadas, mayores, enfermos, jóvenes, … y no vayan a decenas de miles de extranjeros indocumentados llegados cada año, que nadie sabe quiénes son ni cómo o porqué se les permite entrar masivamente sin identidad.
Un musulmán sólo no es lo mismo que una comunidad de musulmanes juntos. Si bien esto es un principio seguramente válido para otras comunidades de fieles o grupos diversos, los fundamentalistas arrastran voluntades entre las comunidades musulmanas, y esto ocurre así cuanto más modestos o desinformados sean sus miembros, pasto del radicalismo. O, entre los jóvenes musulmanes de Occidente, muchas veces desorientados o sin unas raíces identitarias sólidas. La cuestión palestina, por ejemplo, es hoy utilizada como un instrumento claro de adhesión e islamización en Occidente, tanto entre los jóvenes musulmanes europeos, como entre alguna joven población autóctona que se manifiesta de forma furibunda por esa causa, mientras sus salarios no les permitan vivir el día a día, ni pagar un alquiler digno para independizarse.
¿Cuáles son las principales consecuencias socio-económicas de la inmigración musulmana en Europa, según su análisis?
El deterioro de nuestra sociedad desde un punto de vista social y delictivo, y nuestro lento, paulatino, declive económico.
Para que una sociedad progrese, sus ciudadanos deben remar todos “juntos y bien avenidos” hacia un mismo objetivo común. Eso ocurría en España hasta hace bien poco, un par de décadas, pero nuestro sistema se ha ido corrompiendo, creo que debido a algunos políticos incapaces y sólo interesados en medrar ellos engañando a la población. Ocurría también cuando nuestra sociedad era homogénea y todos nos comportábamos de forma parecida. Ahora se nos vende la “diversidad” como un concepto incuestionable, beneficioso, cuando -en realidad- muchas veces no lo es. Cuanto más diferentes sean nuestros nuevos conciudadanos, más difícil será adaptarlos a nuestras costumbres y modo de vida. Aquellos que son más similares a nosotros, como europeos y, en cierta medida, muchos hispanoamericanos, más fácil será que se integren en nuestra sociedad, estudien, trabajen y colaboren en una causa común.
Antes, una gran mayoría sabía comportarse en sociedad: estudiábamos, trabajábamos, respetábamos las leyes y al prójimo, ... Por eso llegamos a formar una de las civilizaciones más desarrolladas y avanzadas del mundo, si no la que más. Aunque ahora muchos la repudian desde la ignorancia inducida: la que algunos interesadamente les insuflan. Ahora, no pocos de entre nuestros nuevos pobladores, sobre todo según su procedencia, religión o cultura, no participan como el resto en nuestro mercado laboral. Tampoco se forman, ni aprenden el idioma con tesón para después sumarse a una formación que les posibilite aportar un plus a las sociedades que les acogen cuando huyen de las suyas por carecer en ellas de un presente y futuros dignos.
Algunos pueden criticar esta idea como “utilitarista” frente a otra más “humanista”, pero un Estado que se nutre de los impuestos de quienes trabajan y tiene el deber de redistribuirlos justamente, no es una institución de caridad para quienes manifiestamente no contribuyen con él.
Si a todo lo anterior sumamos una sociedad dividida, confrontada entre diversos grupos muy diferentes, con poco o nada en común, el deterioro económico y social está servido.
¿Puede profundizar en cómo la inmigración musulmana está afectando a la cohesión social y cultural en diferentes países europeos?
Parte de ello lo he explicado ya más arriba. Las comunidades musulmanas en Occidente, como tales, no individualmente considerados algunos de sus miembros, no se integran: viven su propia realidad separadamente del resto. Además, pretenden la expansión de sus ideas, religión y modo de vida en la casa a la que han llegado, algunas veces de forma exagerada o violenta. Yo creo que esto obedece al ideario religioso que se les inculca desde pequeños: su religión es la única verdadera y, de ser posible, deben hacer todo cuanto esté en su mano por expandirla y convertir a los no musulmanes. Algunos se consideran muy ajenos a nosotros, incluso en nuestros propios países de acogida, y profesan un abierto desafecto por ella. Al menos un cuarto de las poblaciones musulmanas de Occidente apoya, comprenden y justifican las acciones terroristas de sus correligionarios violentos. Entre los jóvenes nacidos o crecidos en Europa, ese porcentaje puede llegar en algunos casos hasta casi el 50% gracias a la labor proselitista fundamentalista de imanes, mezquitas, Internet, algunos centros de estudios islámicos, etc … y a su propio sentimiento de ser discriminados, equivocado a mi entender.
A ello hay que sumar otro sentimiento de resentimiento y victimización que también se les inculca muchas veces desde niños, y que retroalimentan generación tras generación en vez de mirar hacia adelante para progresar, como han hecho las sociedades occidentales u otras. Ese sentimiento lo es contra los imperialistas americanos, los colonialistas europeos, y los judíos, estos últimos culpables -según ellos- de todas las guerras y conflictos en el mundo. Si uno no tiene una personalidad fuerte y propia, todo ese batiburrillo puede hacerte caer en un abierto “rechazo al infiel”, a su prosperidad que ellos creen ha sido a costa suya, explotándoles. E incluso puede convertirse en odio si no son conscientes -o no quieren serlo- de que su precariedad social y económica, su marginalidad, etc … no es debida a su perenne y cansina supuesta discriminación del europeo hacia ellos, si no que ellos mismos no han sabido ni querido adaptarse con esfuerzo a una sociedad disciplinada muy diferente a las suyas.
¿Qué evaluación hace de las políticas migratorias actuales en Europa?
Decía Giovanni Sartori que Europa es un gigante con pies de barro que no es capaz ni si quiera de detener la inmigración masiva, muchas veces musulmana.
En todos los países europeos, antaño industrializados, que recibieron inmigración musulmana desde hace ya más de 50 años como mano de obra extranjera barata, y que luego éstos permanecieron en esos países y trajeron a sus familias, se han ido reduciendo todos los beneficios sociales de los que llegaron a abusar. En la medida de lo posible, también se han intentado reducir sus entradas, muchas veces sin éxito.
Si estamos constantemente hablando e intentando encontrar una solución a la inmigración masiva que nos desborda, es que esas políticas por la que usted me pregunta, o son inexistentes como en el caso español, o no funcionan, o resultan totalmente inútiles.
No sólo no solucionamos el problema en origen, si no que creamos otro que antes no existía en destino. Me permito recordar aquí que hubo un momento en que nuestros cooperantes viajaban a África para desarrollar allí proyectos: podía haber sido una buena solución para que nuestros jóvenes comenzasen sus carreras profesionales, o las continuasen, y de alguna manera también invertir en el desarrollo de aquellos países. Pero también le recuerdo que aquellos ciudadanos occidentales comenzaron a ser secuestrados por grupos fundamentalistas, amenazadas sus vidas y pedidos grandes rescates por ellos. Uno sólo de esos casos alteraba gravemente a la opinión pública y a los gobiernos del país occidental de procedencia durante un tiempo en que el país permanecía en vela. Así que dejó de practicarse aquello que podía haber sido un beneficio para ambos ante el gravísimo riesgo que acarreaba.
Si necesitamos trabajadores, sangre nueva en nuestros países, debemos ir a buscar a los que nos interesen, los que cubran nuestras necesidades, nuestras vacantes, los más capacitados. Cuando una empresa necesita un nuevo trabajador ¿lo selecciona de entre los varios candidatos o deja sus puertas abiertas para que entre quien sea, más incluso de los que necesita o no aptos para desarrollar su trabajo? Lo repito: un Estado que se gestiona con fondos públicos que provienen de nuestros impuestos no es la hacienda privada de sus gestores para que hagan con ese dinero lo que quieran sino que debe revertir en el propio beneficio de sus ciudadanos y de los contribuyentes.
¿Qué políticas cree que han sido más perjudiciales o beneficiosas?
Más perjudiciales: el miedo, la indecisión, lo políticamente correcto y lo que algunos llaman el “buenismo”. Todo ello nos atenaza y nos paraliza; cuando no hace que muchos políticos inconscientes e instituciones se sumen al fácil carro de lo comúnmente aceptado, aunque resulte dañino para nuestras sociedades. Esa corriente de opinión impuesta y engañosa, amenazante e intimidatoria si hiciera falta, y que distorsiona la percepción de la realidad, ha sido diseñada e implementada por aquellas entidades arabo musulmanas a través de las últimas décadas con mucho dinero, paciencia, tiempo e influencia global. Después se ha sumado -por sus propios intereses sociales, políticos o electoralistas- la mordaza “woke”, su engaño y también su miedo impuesto.
También resultan perjudiciales legislaciones que se han quedado obsoletas en materia de refugiados y asilados aprobadas cuando no existían estos flujos migratorios masivos ni los sospechábamos. Otras leyes nacionales demasiado garantistas en materia penal, procesal y judicial que nos dimos en nuestros propios países cuando éramos sociedades homogéneas y nos comportábamos de forma similar. Y leyes vigentes que no se cumplen: como permitir, o incluso alentar, la entrada a un país de decenas de miles de extranjeros indocumentados cada año.
También creo que es negativo privilegiar a esas decenas de miles de extranjeros cuya identidad real desconocemos y que nunca han cotizado en España antes que a nuestros propios nacionales necesitados: alojamiento, manutención, subsidios sin fin, … Aunque algunas veces se nos intente hacer creer que la legislación es la misma para todos, de facto, bien por su argumentado desarraigo, lógica falta de propiedades o ahorros en el país de acogida, al contrario que autóctonos modestos y trabajadores, o por lo que sea, resultan ampliamente más beneficiados.
En su libro, habla de la creación de sociedades paralelas y guetos. ¿Qué soluciones propone para, si es posible, mejorar la integración de los inmigrantes musulmanes?
No creo en la (fácil) integración de la inmigración musulmana y su descendencia en número creciente en sociedades occidentales. Empíricamente, mi libro demuestra que no existe, y que los problemas que irremediablemente surgen son muchos y muy graves: educación deficiente, “guetización”, mayor delincuencia, mayor desempleo y abuso de ayudas sociales, sobrepoblación carcelaria, confrontación con la sociedad de acogida, desafío constante al Estado y a nuestra sociedad, progresiva islamización, etc …
Las nuevas generaciones deberían comprender que pueden ejercer su libertad religiosa de forma compatible con su nueva sociedad, y agradecer a los países en los que han nacido o crecido que acogimos a sus padres cuando huyeron de sus propios países por falta de futuro en ellos. Sentir ese país y esa sociedad como suyos. Pero soy pesimista respecto de todo ello porque en otros países de nuestro entorno esto no ha funcionado así durante las décadas pasadas. Al contrario: invariablemente suponen sociedades voluntariamente autosegregadas, que muchas veces rechazan a ese país como suyo, y quejosas por su supuesta discriminación y racimo. Éste siempre es unilateral: sólo del autóctono hacia el inmigrante o sus descendientes, jamás al revés: del inmigrante hacia los europeos; y sin tampoco plantearse ni hacer una sincera introspección de porqué pudiéramos rechazarles.
En Francia se han aprobado más de 20 leyes en los últimos años tratando de acabar con lo que allí llaman el comunitarismo o el separatismo islamista, inútilmente.
Toda la atención, tiempo y dinero que empleamos en prevenir la radicalización, en la lucha antiterrorista yihadista, en intentar desradicalizarles después, en combatir el crimen organizado o la delincuencia común, en los tribunales y en las cárceles, en su manutención y sustento de menores, adultos y sus familias, muchas veces no agradecido ni devuelto o correspondido, en invertir en una educación no suficientemente aprovechada, … ¿compensa su recepción y acogida? ¿Lo compensan aquéllos que, de entre ellos, sí se comportan lealmente en nuestras sociedades? Nuestras autoridades sospechosamente se obstinan en no hacer encuestas y estudios objetivos de todos los diferentes grupos de población (incluyendo a los autóctonos, y que otros países sí hacen) so pretexto de no estigmatizarles, adelantándose o quizás intuyendo un resultado desalentador o alarmante; y para no evidenciar empírica y objetivamente lo que todos sabemos e intuimos.
¿Cómo ve el fenómeno de la radicalización terrorista dentro de las comunidades musulmanas en Europa?
Como ya he dicho en algún momento de esta entrevista, según muchos estudios y encuestas publicados en varios países, aproximadamente, al menos un cuarto de la población musulmana europea piensa, apoya y comprende los actos violentos del terrorismo yihadista. Curiosamente, entre los jóvenes ya nacidos en nuestro continente, ese porcentaje es mayor, quizás motivado por problemas de identidad y aprovechada esa circunstancia por imanes radicales, mezquitas salafistas e Internet. Son cifras terroríficas, si uno se para a pensarlas. Insisto no suficientemente en el hecho de que ese sentimiento es alentado con la financiación de países extranjeros árabes y/o de mayoría musulmana, y otras organizaciones fundamentalistas radicadas en todos y cada uno de nuestros países a las que ingenuamente nuestras autoridades también pueden llegar a financiar con fondos públicos y para otros motivos altruistas.
Afortunadamente, los atentados han descendido considerablemente por la labor policial constante y conjunta de los países europeos, pero ataques más o menos espontáneos de radicales individuales son muy difíciles de prevenir. En algún momento he llamado la atención sobre el dinero adicional que todo ello nos cuesta respecto de, por ejemplo, otro tipo de inmigración con la que no corriésemos ese riesgo siempre presente. Sus guetos separados y resentidos también alientan esa radicalización.
No he visto otros líderes religiosos, salvo a los musulmanes, repetir con tanta frecuencia que su religión es una religión de paz. Pero los hechos están ahí. Apuesto sin ninguna duda por una inmigración no musulmana, y por hacer decrecer la presencia de ésta y sus descendientes lo más posible en nuestros países con férreos controles fronterizos, devoluciones masivas (prohibidas ahora en nuestra legislación) y limitación total de regularizaciones y nacionalizaciones.
Me desalientan enormemente el problema de la radicalización y otros muchos que la inmigración musulmana creciente y su descendencia plantea en nuestras sociedades, como para hacernos reflexionar seriamente sobre su acogida y recepción masiva, y su difícil convivencia con nosotros.
¿Cuál es su visión para el futuro de Europa si no se realizan cambios en la gestión de la inmigración musulmana?
Soy muy pesimista, y veo muy difíciles cambios radicales, sobre todo en varios países donde su descendencia posee ya una nacionalidad europea. Sólo veo conflictos interétnicos y sociales crecientes y con frecuencia me pregunto si una solución pacífica y legal aún es posible.
¿Cree que aún hay tiempo para revertir algunas de las tendencias negativas que describe?
Muchas veces lo dudo y, en cualquier caso, no será sin un grandísimo esfuerzo y sufrimiento.
En la dedicatoria de su libro, menciona a los jóvenes de su país. ¿Qué mensaje desea transmitirles a través de esta obra?
Todos hemos sido jóvenes y sabemos cuán maleables los jóvenes pueden ser a influencias engañosas y perversas, pues aún se están formando y todavía carecen de la experiencia necesaria para alcanzar “un criterio propio y fundamentado de las cosas”.
Estamos en sus manos futuras, y deseo que se formen, que estudien, que se esfuercen, que trabajen, … porque sólo así se sale adelante, con tesón y responsabilidad, todos juntos hacia un objetivo común: una sociedad mejor y más próspera para ellos y sus familias, solidaria de verdad, justa, igualitaria, … Aquélla que ayudaron a crear nuestros padres y abuelos también con esfuerzo y responsabilidad, y que no sé si hemos sabido transmitirles a nuestros jóvenes mejorándola.
Su libro toca temas muy sensibles que siempre generan controversia… ¿Teme a las críticas que pueda recibir?
Las asumo ya de antemano, aunque me temo que no pocas serán parciales, interesadas y sectarias, si no malintencionadas, como cuando un par de periódicos se refieren inmediatamente al día siguiente a un conocido presentador de televisión como xenófobo por intentar abordar estos temas de la forma más objetiva y científica posible. Es lo que ha quedado en llamarse la cancelación, tu muerte civil, tu ostracismo cuando no tu persecución social o personal, difamaciones, etc, … No sólo por parte de esas organizaciones musulmanas ocultas y soterradas, si no también abiertamente por este régimen o el sistema actuales bajo el útil pretexto del discurso del odio.
Hasta el momento, ¿ha enfrentado algún tipo de repercusión personal o profesional por sus opiniones?
Aún es temprano porque el libro acaba de salir y no sabemos la repercusión que tendrá, pero estamos preparados para enfrentar lo que pueda venir desde instancias próximas al oficialismo con corto camino legal.
![[Img #26512]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/09_2024/3605_aes.jpg)
Alejandro Espinosa Solana (Baracaldo – Vizcaya-, 1965) es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y Máster en Comercio Internacional por la UPV / EHU. Comenzó su andadura profesional como analista de mercados en la Cámara Española de Comercio en Casablanca (Marruecos). Posteriormente, trabajó en la Dirección General XVI de Políticas Regionales de la Comisión Europea en Bruselas, y como 'free lance' en la de Información, Cultura y Audiovisual (X). Combinó esta última con otro trabajo en la oficina en Bruselas de la Fundación alemana Friedrich Ebert.
Más tarde fue Observador Internacional de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en sus misiones de Bosnia Herzegovina y Croacia tras la guerra de los Balcanes. En España ha trabajado, entre otros, en el departamento internacional de la Agencia Vasca para el Desarrollo Empresarial. También ha impartido conferencias en varias universidades españolas sobre su experiencia internacional.
Ahora, Espinosa Solana acaba de publicar con SND Editores un libro tan importante como necesario: Hacia una Europa islamizada, que lleva por subtítulo "El desafío migratorio musulmán: una guerra híbrida no declarada". Se trata de un ensayo demoledor en el que el autor aborda este complejo tema con una perspectiva crítica y magníficamente documentada, ofreciendo un análisis exhaustivo de los desafíos que enfrenta Europa en la actualidad relacionados con este tema.
¿Qué le motivó a escribir sobre la inmigración musulmana en Europa?
La visión y experiencia de algunos lugares céntricos de mi ciudad, ocupados en número creciente por jóvenes varones magrebíes incívicos, pendencieros, aspiradores de pegamento, ociosos y desarrapados que creaban problemas en el entorno de la céntrica estación de tren, robaban a los viajeros, se peleaban entre ellos de forma violenta, eran totalmente marginales e incluso se encaraban con la policía. Algunos pudieran estar a cargo de las administraciones públicas por su minoría de edad, o beneficiados y mantenidos con cualquier otro tipo de subsidios y ayudas, lo que supone que además de esa marginalidad voluntaria, conflictos y delincuencia, los costeamos nosotros con nuestros impuestos. El problema sólo ha ido a peor en mi ciudad y en el resto de las ciudades del país.
¿Hubo algún evento específico o tendencia que le impulsó a abordar este tema?
Como digo, el dolor que me causa la deriva a la que se conduce nuestro país y nuestra sociedad antaño ordenada, disciplinada, respetuosa, real -y no sólo falsamente- solidaria. Además del agravamiento del problema de convivencia que describía más arriba con el número creciente de llegadas de inmigrantes indocumentados desde África, me preocupa muchísimo, -hasta la incomprensión- la actitud de autoridades y medios afines a ellas que nos engañan e intentan ocultar este grave problema, aunque cada vez con menos éxito. Prácticamente toda la población española vive en sus propias carnes, en la de sus hijos e hijas, ancianos, vecinos, parientes, amigos … el aumento de la inseguridad en nuestras calles, paralela a aquellas llegadas. Pero el engaño martilleante al que nos vemos sometidos sólo es superado por el miedo impuesto por aquellas autoridades y sus medios afines, que nos amordaza e impide que nos expresemos libremente: nos acusan falsamente de racistas, xenófobos, discriminatorios, etc …
Quise advertir a mis conciudadanos del desorden y caos que nos espera, de nuestro paulatino declive económico, del socavamiento de nuestro orden y paz sociales, de la progresiva islamización de todos los sectores de nuestra sociedad bajo aquellos pretextos de la diversidad, la tolerancia infinita sin límite, ahora he oído también la humanidad, …
¿Cuánto tiempo le llevó la investigación y redacción de este libro?
Más de dos años y medio.
¿Cuál es la tesis central de su libro?
El caos al que nos dirigimos: delincuencia, declive económico, deterioro social, convivencia imposible, engaños y ocultación por parte de autoridades y medios de comunicación cómplices, falsa democracia, muy peligrosa división de la sociedad: tanto autóctona (buenos y malos, “fachas” y “progres”) como con nuevos pobladores procedentes de entornos, culturas, religión, geografías … que nada tienen que ver con nosotros y con los que somos incompatibles.
Continúo: el difícil o imposible encaje de un número cada vez mayor de inmigración musulmana y de sus descendientes en sociedades occidentales libres y, al menos supuestamente, democráticas. El desafío creciente y constante que estas comunidades nos imponen, el desgaste como sociedad, la atención a estos problemas creados de convivencia doméstica en vez de a otros que hagan desarrollar efectivamente nuestra sociedad: formación, educación, tecnología, industria, convivencia pacífica, vivienda, solidaridad real entre todos y no sólo unidireccional, siempre de unos hacia los otros, …
El engaño a los ciudadanos con ideas bonitas en teoría, de fácil consumo, pero falsas, que no funcionan en la realidad: la diversidad, el multiculturalismo, … máxime cuando tenemos tantos ejemplos tan próximos como Francia, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Alemania, … La imposición del miedo a pronunciarse libremente no sólo por parte de aquellas instituciones nacionales y europeas más su prensa afín que ya he mencionado, sino también de forma soterrada y aviesa por potencias arabo musulmanas y organizaciones islamistas infiltradas en muchas de nuestras instituciones sin que nos demos cuenta. Sus conceptos engañosos como el racismo, la xenofobia, la falsa islamofobia, el discurso del odio, …que nos oprime y nos acalla por temor, y que sólo funciona en una única dirección, culpando únicamente al autóctono víctima de robos, de violaciones, de una creciente delincuencia y pagador, además, con sus impuestos, de la manutención de muchos de aquellos extranjeros ociosos y enemigos declarados. Pero, aparentemente, el manifiesto incivismo de muchos de esos nuevos pobladores, su delincuencia cada vez más violenta, su desafío constante hacia nuestra sociedad, su abierto rechazo, … es sólo puntual, siempre individual o aislado, disculpable, ocultado, dulcificado, …
¿Cómo llegó a la conclusión de que existe una “guerra híbrida no declarada” en Europa?
Precisamente por lo que acabo de decir. Potencias arabo musulmanas, no sólo del Golfo, como Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, … sino también Turquía, países del Magreb, etc … pretenden la conquista u ocupación de Europa y Occidente para su islam. Aquellos primeros países ricos lo diseñaron ya hace décadas y lo siguen implementando ahora con millones de petrodólares y una fuerte influencia global en organismos internacionales, gobiernos nacionales y locales, mezquitas, organizaciones, ONGs, … para allanar su asentamiento en Europa y Occidente como efectivamente así está ocurriendo. En ese plan no sólo incluyen inversiones millonarias recientes en nuestros sectores estratégicos, si no nuestro socavamiento de facto como sociedades prósperas y libres.
Además, en cada uno de los países europeos u occidentales, existe un complejísimo entramado de organizaciones islamistas infiltradas en multitud de instituciones nacionales y europeas, partidos políticos, lobbies, asociaciones y fundaciones de muy diverso tipo, también privadas, … A través de ellas van introduciendo soterrada y calladamente una permisividad incondicional e incontestable a la progresiva islamización de nuestras sociedades, el acallamiento y el temor a cualquier oposición razonada a sus imposiciones, a su expansión … explotando artificialmente conceptos como los derechos humanos, la libertad religiosa, etc. … que, sin embargo, no es recíproca por parte de muchos musulmanes para con el resto. Muchas veces esas organizaciones se erigen como representantes moderados de las comunidades musulmanas en Occidente y reciben financiación de instituciones europeas y autóctonas para desarrollar proyectos de “desradicalización”, culturales, aparentemente inofensivos, pero que en no pocas ocasiones acaban financiando el terrorismo internacional. El ejemplo más claro son los Hermanos Musulmanes: soterrado proselitismo y oculta presencia del radicalismo expansivo en nuestras sociedades.
Unos y otros (países de mayoría musulmana y organizaciones extremistas infiltradas en las sociedades occidentales) también influyen en sus propias comunidades islámicas en Europa, exacerbando sus sentimientos religiosos y alimentando una animadversión y rechazo hacia las sociedades occidentales de acogida, distanciándoles del resto de la sociedad.
El resultado de todo ello es una convivencia cada vez más difícil y crecientes conflictos sociales; su constante y creciente desafío en nuestra casa.
En su libro, menciona la creciente población musulmana en Europa. ¿Puede proporcionarnos más detalles sobre cómo esta demografía está cambiando el paisaje social y cultural europeo?
Cuanto mayor sea la presencia de comunidades musulmanas en países occidentales, más se exacerban esos problemas de convivencia y nuestra islamización. Mayor es la autosegregación de esas comunidades y su repliegue sobre sí mismas al margen del resto de la sociedad autóctona.
La integración no existe, y la discriminación, tampoco. Esos guetos son automarginales, ellos mismos crean su propio aislamiento y segregación del resto, aunque después les resulte tan fácil acusarnos de discriminación porque nosotros mismos se lo hemos enseñado y seguimos dándoles pie para ello. Cuanto mayor es su presencia en un país occidental, esos guetos son cada vez mayores, concentran un alto desempleo y delincuencia, tráfico de drogas, aplicación de la sharía, la única autoridad del imam al margen de la del Estado, rechazo del país de acogida … Son un nido de pensamientos radicalizados, de autoexclusión, de resentimiento, … de espaldas al país receptor que en no pocas ocasiones los mantiene, y subsidia sus vidas ociosas y desempleadas.
Cuando ya son nacionales de ese país, se aprovechan de un pasaporte privilegiado y de unos servicios y beneficios sociales que jamás pudieron soñar en sus países de origen o en el de sus ancestros, por eso no dejan de venir a pesar de nuestra supuesta discriminación y racismo. Pero, en realidad, íntimamente siguen perteneciendo a aquellos países fracasados de los que huyeron, los añoran al tiempo que rechazan todo cuanto tenga que ver con el país infiel de llegada. Viven aislados en sus guetos, proyección éstos del país del que escaparon, con sus comercios halal, su propio idioma, sus costumbres arcaicas … sin necesidad de implicarse en la que debiera ser su nueva sociedad.
Cuando ya son nacionales de un país europeo, votan a aquellos partidos políticos que -sólo por electoralismo, aún en contra de su propia sociedad y a la búsqueda de votos al precio que sea- les son más favorables en cuanto a concesión de beneficios, de nacionalidad, etc … Ahí pueden, poco a poco, esos musulmanes nacionalizados, inclinar la balanza política en uno u otro sentido. Por eso ahora nuestro gobierno e izquierda populistas los está atrayendo masivamente antes de que quizás pueda cortarse el grifo de la inmigración desordenada. Estamos pagando con nuestros impuestos la estrategia particular de una izquierda populista en España y en Europa (por ejemplo, LFI en Francia). Con los presupuestos públicos para los que todos hemos cotizado, estamos pagando la cantera de futuros votantes de esa izquierda a la que sólo le interesan sus votos: ni los inmigrantes ni, mucho menos, el futuro de nuestra sociedad. Y lo hacen solapada, pero exitosamente, con la cantinela de la diversidad, la humanidad, los derechos humanos, …
Los españoles tenemos derecho a que nuestros impuestos reviertan en nuestra propia sociedad, en nuestras personas necesitadas, mayores, enfermos, jóvenes, … y no vayan a decenas de miles de extranjeros indocumentados llegados cada año, que nadie sabe quiénes son ni cómo o porqué se les permite entrar masivamente sin identidad.
Un musulmán sólo no es lo mismo que una comunidad de musulmanes juntos. Si bien esto es un principio seguramente válido para otras comunidades de fieles o grupos diversos, los fundamentalistas arrastran voluntades entre las comunidades musulmanas, y esto ocurre así cuanto más modestos o desinformados sean sus miembros, pasto del radicalismo. O, entre los jóvenes musulmanes de Occidente, muchas veces desorientados o sin unas raíces identitarias sólidas. La cuestión palestina, por ejemplo, es hoy utilizada como un instrumento claro de adhesión e islamización en Occidente, tanto entre los jóvenes musulmanes europeos, como entre alguna joven población autóctona que se manifiesta de forma furibunda por esa causa, mientras sus salarios no les permitan vivir el día a día, ni pagar un alquiler digno para independizarse.
¿Cuáles son las principales consecuencias socio-económicas de la inmigración musulmana en Europa, según su análisis?
El deterioro de nuestra sociedad desde un punto de vista social y delictivo, y nuestro lento, paulatino, declive económico.
Para que una sociedad progrese, sus ciudadanos deben remar todos “juntos y bien avenidos” hacia un mismo objetivo común. Eso ocurría en España hasta hace bien poco, un par de décadas, pero nuestro sistema se ha ido corrompiendo, creo que debido a algunos políticos incapaces y sólo interesados en medrar ellos engañando a la población. Ocurría también cuando nuestra sociedad era homogénea y todos nos comportábamos de forma parecida. Ahora se nos vende la “diversidad” como un concepto incuestionable, beneficioso, cuando -en realidad- muchas veces no lo es. Cuanto más diferentes sean nuestros nuevos conciudadanos, más difícil será adaptarlos a nuestras costumbres y modo de vida. Aquellos que son más similares a nosotros, como europeos y, en cierta medida, muchos hispanoamericanos, más fácil será que se integren en nuestra sociedad, estudien, trabajen y colaboren en una causa común.
Antes, una gran mayoría sabía comportarse en sociedad: estudiábamos, trabajábamos, respetábamos las leyes y al prójimo, ... Por eso llegamos a formar una de las civilizaciones más desarrolladas y avanzadas del mundo, si no la que más. Aunque ahora muchos la repudian desde la ignorancia inducida: la que algunos interesadamente les insuflan. Ahora, no pocos de entre nuestros nuevos pobladores, sobre todo según su procedencia, religión o cultura, no participan como el resto en nuestro mercado laboral. Tampoco se forman, ni aprenden el idioma con tesón para después sumarse a una formación que les posibilite aportar un plus a las sociedades que les acogen cuando huyen de las suyas por carecer en ellas de un presente y futuros dignos.
Algunos pueden criticar esta idea como “utilitarista” frente a otra más “humanista”, pero un Estado que se nutre de los impuestos de quienes trabajan y tiene el deber de redistribuirlos justamente, no es una institución de caridad para quienes manifiestamente no contribuyen con él.
Si a todo lo anterior sumamos una sociedad dividida, confrontada entre diversos grupos muy diferentes, con poco o nada en común, el deterioro económico y social está servido.
¿Puede profundizar en cómo la inmigración musulmana está afectando a la cohesión social y cultural en diferentes países europeos?
Parte de ello lo he explicado ya más arriba. Las comunidades musulmanas en Occidente, como tales, no individualmente considerados algunos de sus miembros, no se integran: viven su propia realidad separadamente del resto. Además, pretenden la expansión de sus ideas, religión y modo de vida en la casa a la que han llegado, algunas veces de forma exagerada o violenta. Yo creo que esto obedece al ideario religioso que se les inculca desde pequeños: su religión es la única verdadera y, de ser posible, deben hacer todo cuanto esté en su mano por expandirla y convertir a los no musulmanes. Algunos se consideran muy ajenos a nosotros, incluso en nuestros propios países de acogida, y profesan un abierto desafecto por ella. Al menos un cuarto de las poblaciones musulmanas de Occidente apoya, comprenden y justifican las acciones terroristas de sus correligionarios violentos. Entre los jóvenes nacidos o crecidos en Europa, ese porcentaje puede llegar en algunos casos hasta casi el 50% gracias a la labor proselitista fundamentalista de imanes, mezquitas, Internet, algunos centros de estudios islámicos, etc … y a su propio sentimiento de ser discriminados, equivocado a mi entender.
A ello hay que sumar otro sentimiento de resentimiento y victimización que también se les inculca muchas veces desde niños, y que retroalimentan generación tras generación en vez de mirar hacia adelante para progresar, como han hecho las sociedades occidentales u otras. Ese sentimiento lo es contra los imperialistas americanos, los colonialistas europeos, y los judíos, estos últimos culpables -según ellos- de todas las guerras y conflictos en el mundo. Si uno no tiene una personalidad fuerte y propia, todo ese batiburrillo puede hacerte caer en un abierto “rechazo al infiel”, a su prosperidad que ellos creen ha sido a costa suya, explotándoles. E incluso puede convertirse en odio si no son conscientes -o no quieren serlo- de que su precariedad social y económica, su marginalidad, etc … no es debida a su perenne y cansina supuesta discriminación del europeo hacia ellos, si no que ellos mismos no han sabido ni querido adaptarse con esfuerzo a una sociedad disciplinada muy diferente a las suyas.
¿Qué evaluación hace de las políticas migratorias actuales en Europa?
Decía Giovanni Sartori que Europa es un gigante con pies de barro que no es capaz ni si quiera de detener la inmigración masiva, muchas veces musulmana.
En todos los países europeos, antaño industrializados, que recibieron inmigración musulmana desde hace ya más de 50 años como mano de obra extranjera barata, y que luego éstos permanecieron en esos países y trajeron a sus familias, se han ido reduciendo todos los beneficios sociales de los que llegaron a abusar. En la medida de lo posible, también se han intentado reducir sus entradas, muchas veces sin éxito.
Si estamos constantemente hablando e intentando encontrar una solución a la inmigración masiva que nos desborda, es que esas políticas por la que usted me pregunta, o son inexistentes como en el caso español, o no funcionan, o resultan totalmente inútiles.
No sólo no solucionamos el problema en origen, si no que creamos otro que antes no existía en destino. Me permito recordar aquí que hubo un momento en que nuestros cooperantes viajaban a África para desarrollar allí proyectos: podía haber sido una buena solución para que nuestros jóvenes comenzasen sus carreras profesionales, o las continuasen, y de alguna manera también invertir en el desarrollo de aquellos países. Pero también le recuerdo que aquellos ciudadanos occidentales comenzaron a ser secuestrados por grupos fundamentalistas, amenazadas sus vidas y pedidos grandes rescates por ellos. Uno sólo de esos casos alteraba gravemente a la opinión pública y a los gobiernos del país occidental de procedencia durante un tiempo en que el país permanecía en vela. Así que dejó de practicarse aquello que podía haber sido un beneficio para ambos ante el gravísimo riesgo que acarreaba.
Si necesitamos trabajadores, sangre nueva en nuestros países, debemos ir a buscar a los que nos interesen, los que cubran nuestras necesidades, nuestras vacantes, los más capacitados. Cuando una empresa necesita un nuevo trabajador ¿lo selecciona de entre los varios candidatos o deja sus puertas abiertas para que entre quien sea, más incluso de los que necesita o no aptos para desarrollar su trabajo? Lo repito: un Estado que se gestiona con fondos públicos que provienen de nuestros impuestos no es la hacienda privada de sus gestores para que hagan con ese dinero lo que quieran sino que debe revertir en el propio beneficio de sus ciudadanos y de los contribuyentes.
¿Qué políticas cree que han sido más perjudiciales o beneficiosas?
Más perjudiciales: el miedo, la indecisión, lo políticamente correcto y lo que algunos llaman el “buenismo”. Todo ello nos atenaza y nos paraliza; cuando no hace que muchos políticos inconscientes e instituciones se sumen al fácil carro de lo comúnmente aceptado, aunque resulte dañino para nuestras sociedades. Esa corriente de opinión impuesta y engañosa, amenazante e intimidatoria si hiciera falta, y que distorsiona la percepción de la realidad, ha sido diseñada e implementada por aquellas entidades arabo musulmanas a través de las últimas décadas con mucho dinero, paciencia, tiempo e influencia global. Después se ha sumado -por sus propios intereses sociales, políticos o electoralistas- la mordaza “woke”, su engaño y también su miedo impuesto.
También resultan perjudiciales legislaciones que se han quedado obsoletas en materia de refugiados y asilados aprobadas cuando no existían estos flujos migratorios masivos ni los sospechábamos. Otras leyes nacionales demasiado garantistas en materia penal, procesal y judicial que nos dimos en nuestros propios países cuando éramos sociedades homogéneas y nos comportábamos de forma similar. Y leyes vigentes que no se cumplen: como permitir, o incluso alentar, la entrada a un país de decenas de miles de extranjeros indocumentados cada año.
También creo que es negativo privilegiar a esas decenas de miles de extranjeros cuya identidad real desconocemos y que nunca han cotizado en España antes que a nuestros propios nacionales necesitados: alojamiento, manutención, subsidios sin fin, … Aunque algunas veces se nos intente hacer creer que la legislación es la misma para todos, de facto, bien por su argumentado desarraigo, lógica falta de propiedades o ahorros en el país de acogida, al contrario que autóctonos modestos y trabajadores, o por lo que sea, resultan ampliamente más beneficiados.
En su libro, habla de la creación de sociedades paralelas y guetos. ¿Qué soluciones propone para, si es posible, mejorar la integración de los inmigrantes musulmanes?
No creo en la (fácil) integración de la inmigración musulmana y su descendencia en número creciente en sociedades occidentales. Empíricamente, mi libro demuestra que no existe, y que los problemas que irremediablemente surgen son muchos y muy graves: educación deficiente, “guetización”, mayor delincuencia, mayor desempleo y abuso de ayudas sociales, sobrepoblación carcelaria, confrontación con la sociedad de acogida, desafío constante al Estado y a nuestra sociedad, progresiva islamización, etc …
Las nuevas generaciones deberían comprender que pueden ejercer su libertad religiosa de forma compatible con su nueva sociedad, y agradecer a los países en los que han nacido o crecido que acogimos a sus padres cuando huyeron de sus propios países por falta de futuro en ellos. Sentir ese país y esa sociedad como suyos. Pero soy pesimista respecto de todo ello porque en otros países de nuestro entorno esto no ha funcionado así durante las décadas pasadas. Al contrario: invariablemente suponen sociedades voluntariamente autosegregadas, que muchas veces rechazan a ese país como suyo, y quejosas por su supuesta discriminación y racimo. Éste siempre es unilateral: sólo del autóctono hacia el inmigrante o sus descendientes, jamás al revés: del inmigrante hacia los europeos; y sin tampoco plantearse ni hacer una sincera introspección de porqué pudiéramos rechazarles.
En Francia se han aprobado más de 20 leyes en los últimos años tratando de acabar con lo que allí llaman el comunitarismo o el separatismo islamista, inútilmente.
Toda la atención, tiempo y dinero que empleamos en prevenir la radicalización, en la lucha antiterrorista yihadista, en intentar desradicalizarles después, en combatir el crimen organizado o la delincuencia común, en los tribunales y en las cárceles, en su manutención y sustento de menores, adultos y sus familias, muchas veces no agradecido ni devuelto o correspondido, en invertir en una educación no suficientemente aprovechada, … ¿compensa su recepción y acogida? ¿Lo compensan aquéllos que, de entre ellos, sí se comportan lealmente en nuestras sociedades? Nuestras autoridades sospechosamente se obstinan en no hacer encuestas y estudios objetivos de todos los diferentes grupos de población (incluyendo a los autóctonos, y que otros países sí hacen) so pretexto de no estigmatizarles, adelantándose o quizás intuyendo un resultado desalentador o alarmante; y para no evidenciar empírica y objetivamente lo que todos sabemos e intuimos.
¿Cómo ve el fenómeno de la radicalización terrorista dentro de las comunidades musulmanas en Europa?
Como ya he dicho en algún momento de esta entrevista, según muchos estudios y encuestas publicados en varios países, aproximadamente, al menos un cuarto de la población musulmana europea piensa, apoya y comprende los actos violentos del terrorismo yihadista. Curiosamente, entre los jóvenes ya nacidos en nuestro continente, ese porcentaje es mayor, quizás motivado por problemas de identidad y aprovechada esa circunstancia por imanes radicales, mezquitas salafistas e Internet. Son cifras terroríficas, si uno se para a pensarlas. Insisto no suficientemente en el hecho de que ese sentimiento es alentado con la financiación de países extranjeros árabes y/o de mayoría musulmana, y otras organizaciones fundamentalistas radicadas en todos y cada uno de nuestros países a las que ingenuamente nuestras autoridades también pueden llegar a financiar con fondos públicos y para otros motivos altruistas.
Afortunadamente, los atentados han descendido considerablemente por la labor policial constante y conjunta de los países europeos, pero ataques más o menos espontáneos de radicales individuales son muy difíciles de prevenir. En algún momento he llamado la atención sobre el dinero adicional que todo ello nos cuesta respecto de, por ejemplo, otro tipo de inmigración con la que no corriésemos ese riesgo siempre presente. Sus guetos separados y resentidos también alientan esa radicalización.
No he visto otros líderes religiosos, salvo a los musulmanes, repetir con tanta frecuencia que su religión es una religión de paz. Pero los hechos están ahí. Apuesto sin ninguna duda por una inmigración no musulmana, y por hacer decrecer la presencia de ésta y sus descendientes lo más posible en nuestros países con férreos controles fronterizos, devoluciones masivas (prohibidas ahora en nuestra legislación) y limitación total de regularizaciones y nacionalizaciones.
Me desalientan enormemente el problema de la radicalización y otros muchos que la inmigración musulmana creciente y su descendencia plantea en nuestras sociedades, como para hacernos reflexionar seriamente sobre su acogida y recepción masiva, y su difícil convivencia con nosotros.
¿Cuál es su visión para el futuro de Europa si no se realizan cambios en la gestión de la inmigración musulmana?
Soy muy pesimista, y veo muy difíciles cambios radicales, sobre todo en varios países donde su descendencia posee ya una nacionalidad europea. Sólo veo conflictos interétnicos y sociales crecientes y con frecuencia me pregunto si una solución pacífica y legal aún es posible.
¿Cree que aún hay tiempo para revertir algunas de las tendencias negativas que describe?
Muchas veces lo dudo y, en cualquier caso, no será sin un grandísimo esfuerzo y sufrimiento.
En la dedicatoria de su libro, menciona a los jóvenes de su país. ¿Qué mensaje desea transmitirles a través de esta obra?
Todos hemos sido jóvenes y sabemos cuán maleables los jóvenes pueden ser a influencias engañosas y perversas, pues aún se están formando y todavía carecen de la experiencia necesaria para alcanzar “un criterio propio y fundamentado de las cosas”.
Estamos en sus manos futuras, y deseo que se formen, que estudien, que se esfuercen, que trabajen, … porque sólo así se sale adelante, con tesón y responsabilidad, todos juntos hacia un objetivo común: una sociedad mejor y más próspera para ellos y sus familias, solidaria de verdad, justa, igualitaria, … Aquélla que ayudaron a crear nuestros padres y abuelos también con esfuerzo y responsabilidad, y que no sé si hemos sabido transmitirles a nuestros jóvenes mejorándola.
Su libro toca temas muy sensibles que siempre generan controversia… ¿Teme a las críticas que pueda recibir?
Las asumo ya de antemano, aunque me temo que no pocas serán parciales, interesadas y sectarias, si no malintencionadas, como cuando un par de periódicos se refieren inmediatamente al día siguiente a un conocido presentador de televisión como xenófobo por intentar abordar estos temas de la forma más objetiva y científica posible. Es lo que ha quedado en llamarse la cancelación, tu muerte civil, tu ostracismo cuando no tu persecución social o personal, difamaciones, etc, … No sólo por parte de esas organizaciones musulmanas ocultas y soterradas, si no también abiertamente por este régimen o el sistema actuales bajo el útil pretexto del discurso del odio.
Hasta el momento, ¿ha enfrentado algún tipo de repercusión personal o profesional por sus opiniones?
Aún es temprano porque el libro acaba de salir y no sabemos la repercusión que tendrá, pero estamos preparados para enfrentar lo que pueda venir desde instancias próximas al oficialismo con corto camino legal.











