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Viernes, 04 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:
La construcción del "mito" Picasso

José Antonio Bielsa Arbiol: "Picasso se vendió como un artista pobre cuando realmente era millonario"

José Antonio Bielsa Arbiol es historiador del arte, locutor radiofónico, crítico cinematográfico, profesor de filosofía y escritor. Licenciado en Historia del Arte y graduado en Filosofía por la Universidad de Zaragoza, es autor, entre otras, de best-sellers como Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad o Masonería vaticana: Los enemigos internos de la Iglesia al descubierto. Siguiendo con su faceta de historiador del arte disidente, publicó el año pasado con la editorial Letras Inquietas el libro Contra Picasso: La construcción de un mito posmoderno, una reflexión sintética pero profunda sobre la vacuidad del discurso posmoderno, a través del estudio de uno de sus más prominentes iconos mediáticos prefabricados: Picasso.

 

LTPV: El año pasado salió su libro Contra Picasso: La construcción de un mito posmoderno. ¿Qué propósito perseguía con este trabajo?

 

José Antonio Bielsa Arbiol: El libro apareció en plena coyuntura del 50 aniversario del fallecimiento del personaje. Aprovechando dicha fecha, y tras interiorizar muchas incoherencias promovidas por el discurso académico oficial, quería denunciar cómo Picasso ha devenido un instrumento más en manos del Poder, un instrumento trivial y momificado, sin otros nexos históricos con nuestro presente que los meramente mercantiles y decorativos, pues como ya demostré en el libro, su obra (como la de tantos otros artistas modernos) carece de todo simbolismo y de toda función arquetípica que permita entroncarlo con el Gran Arte.

 

 

¿Es Picasso "una firma" o un producto comercial antes que un genuino creador artístico?

 

Sin duda ambas cosas, aunque ha sido la mezquina instrumentalización del Arte el nudo gordiano sobre el que se entrelaza el discurso del libro: puede que en una era relativista como la nuestra todo sea opinable, pero a mi juicio, el grueso de las publicaciones sobre arte contemporáneo que se han venido publicando en las últimas décadas (entre las que debemos incluir los interminables panegíricos sobre Picasso) acusan un carácter tan fetichista e irreflexivo en su conjunto, que sólo pueden leerse desde una perspectiva paródica, o bien bajo el hechizo de la adhesión ciega de los incondicionales. He aquí el muy real triunfo de "la firma", como si de una marca registrada se tratara.

 

Háblenos de la “construcción” del mito Picasso…

 

Fue una labor colectiva, invariablemente coartada por las directrices de unos pocos “árbitros del gusto”, bien que mediadas éstas por la muy real influencia de los lobbies del anti-arte capitalizados en altísimo grado por el Gran Capital; aquí hay demasiada tela que cortar, por lo que haremos mejor en correr un grueso velo. No obstante, la construcción del inefable "mito Picasso" no hubiera alcanzado tal solidez sin la labor mixtificadora llevada a cabo por una legión de críticos de arte, plumíferos titulados, galeristas del día, expertos voceros, estrategas financieros y demás sujetos adheridos al negocio "de las telas", pues todos ellos se dedicaron de un modo u otro al lucrativo cometido de exprimir, trivializar y pervertir el significado de la Historia del Arte, sobre todo desde el advenimiento de las primeras vanguardias del siglo XX hasta nuestros días, en las que cualquier aberración pasa por ser "arte"

 

¿Por qué Picasso es considerado un icono postmoderno?

 

Porque cuadra perfectamente con una filosofía utilitaria, materialista, que es disolvente y nihilista al tiempo. En este sentido, al preguntarnos por la hipotética filosofía del comunista Pablo Ruiz Picasso, no más tenemos que traer aquí una frase del prólogo, que me permito suscribir en su integridad: "Picasso fue un superviviente sobre todas las cosas". En su completa vacuidad a-significativa, Picasso deviene cono posmoderno, sí, y como tal lo hace porque contribuye como pocos a consumar el gran experimento de ingeniería social macro que se llevó a cabo hará un siglo, experimento, decimos, encaminado a la modificación de la percepción, la debilitación del juicio, la programación mental diferida y, cómo no, la entronización de la Nada misma, más allá del estéril conflicto de las formas, latente tras toda esta polémica.

 

La evolución de la producción picassiana es bien paradigmática de las derivas disolventes de la postmodernidad…

 

Picasso involucionó de un academicismo bien aprendido (Ciencia y caridad) hasta las simas más inenarrables de la deconstrucción (véase su demasiado conocida serie sobre Las Meninas), de la que fue precursor. La crítica oficial hablará en un sentido inverso, esto es de "evolución": la justificación de esta narrativa neo-darwiniana dominante reposa sobre varios factores de peso, pero sin duda el más reiterado de todos ellos es el de sus "deformaciones", o lo que es lo mismo, su imparable agitación, que por caridad haremos mejor (a tenor de los resultados de sus diferentes períodos) en no confundir con el "estallido creativo del genio" (sic), como demostramos en la obra por medio de un ejercicio comparativo con los artistas del Renacimiento. Deformaciones devenidas "mutaciones" que entre el público culto no dejan lugar a dudas: postimpresionista, "primitivo", cubista, surrealista, neoclásico, postmoderno… El todoterreno Picasso chapotea con inaudito oportunismo en la Historia del Arte, haciendo y rehaciendo sus asuntos con un aplomo incontestable. "Inútil pretender abarcar, siquiera en síntesis, sus múltiples exploraciones", continúan afirmando sus entusiastas. Esta narrativa ha sido resultona en las últimas décadas, pero hoy, francamente, no se sostiene.

 

 

Una pregunta pertinente: ¿por qué ha sido tan sobrevalorado este autor?

 

Quizá porque fue simplemente "el elegido" frente a otras tantas decenas de artistas tan aplicados o mejores que él. Picasso fue ante todo un tipo afortunado, habilísimo gestor, un ser extremadamente inteligente, que supo distribuir sus energías con mano diestra. Sus contactos esparcidos por el mundo, su oportunismo en las relaciones (oportunismo que le llevó a traicionar a no pocos amigos), redundan en la naturaleza de un carácter de sagaz político... Fue un auténtico "Rey Midas" de las artes plásticas del siglo XX: por todo ello no es aceptable perdonarle a Picasso, por ofensiva y obscena, su falsa modestia de artista pobre, él que amasó millones en vida. En cuanto a su filiación comunista, resultó decorativa, pues jamás dejó de vivir como un burgués acomodado.

 

Uno de los aspectos más interesantes del libro es su análisis en torno a la "destrucción del lenguaje". Háblenos de esto.

 

Así es, y el razonamiento no puede ser más simple: para destruir el Orden tradicional y su cosmovisión se precisa por sobre todo destruir al Hombre, y para destruir al Hombre urge antes que nada una abolición progresiva del Lenguaje, ejecutando a continuación lo propio con las múltiples manifestaciones del espíritu humano, de las que el Arte resulta una de las más notables. Surge así la pregunta vehicular en este combate de fondo: ¿cómo abolir el paradigma significativo vigente? Sencillamente, violentando las más elementales normas escolares, dinamitando la caligrafía académica, legitimando el nuevo viraje bajo el amparo de un "evolucionismo" justificativo, una pretendida necesidad "por progresar" en el cultivo de la fealdad intencionada, de la necedad satisfecha y de la profanación auto-concluyente que los pastiches paródicos confirman en su descenso imparable hacia el cero, o lo que es lo mismo, hacia la legitimación irreversible del discurso postmoderno. Bien mirado, todo esto no es nuevo.

 

Unas últimas palabras en su defensa del discurso propuesto en su libro Contra Picasso: La construcción de un mito posmoderno...

 

Ante todo quiero subrayar que no hemos tenido ningún interés por indagar en los aspectos oscuros de la personalidad de Picasso, ni en sus muy reales problemas familiares. Jamás nos ha interesado esa vertiente en la biografía del artista. Ese vulgar cometido ya ha sido desarrollado por la prensa amarilla, y también por la prensa rosa, no menos abyecta a su manera. En nuestro caso nos hemos limitado a tomar la obra Picasso como si de un objeto de análisis se tratara: un estudio comparativo, neutral, alejado de cualquier partidismo… Y conforme el estudio del artista se va dilatando, no hace sino aflorar su fatal inconsistencia, su absoluta carencia de un programa coherente… Es, en fin, la estéril cháchara cubista de la que se nutren los catálogos, todas esas futesas del impulso cuantitativo propio de las sociedades capitalistas-degeneradas, las cuales mueren de tedio en su nociva inanidad; cedamos antes de terminar la palabra al eximio historiador del arte Ananda K. Coomarasway, quien ya hacia 1938 dejaba al descubierto la vacuidad del cubismo en estos términos: "Todos somos sabedores, por supuesto, de que el arte abstracto y salvaje se ha puesto de moda recientemente. Pero este arte abstracto nuestro no es nada sino una caricatura del arte primitivo; no es el lenguaje técnico y universal de una ciencia, sino una imitación de las apariencias o el estilo externo de los términos técnicos de una ciencia. Las configuraciones del arte cubista no están informadas por universales, sino que son sólo otra salida para nuestro insistente auto-expresionismo".

 

Contra Picasso: La construcción de un mito posmoderno se encuentra a la venta en la tienda on-line de Letras Inquietas clicando aquí, en librerías y establecimientos especializados y en Amazon

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