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Miércoles, 16 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:

Cristóbal Colón, navegante judío

Hace casi cuatro décadas un marino ibicenco (Joan Verdera) y un periodista bilbaíno (José Javier Muñoz) registraron un programa de televisión con la misma tesis que ha demostrado el ADN de Cristóbal Colón: el descubridor no era genovés; era un navegante judío nativo del Mediterráneo occidental.


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Hace ahora casi 40 años que un navegante e investigador riguroso (Joan Verdera, que aportaba la información) y yo mismo (que escribí el guion) registramos y propusimos a TVE un programa sobre el origen de Cristóbal Colón, que la cadena estatal nos plagió en 1991. Presentamos, infructuosamente, una demanda (ver imágenes a continuación).

 

[Img #26594]Sin el respaldo incuestionable del ADN (que entonces era una técnica apenas aplicada) la conclusión de aquel documental era la misma que la del emitido el pasado 12 de octubre por TVE, distinto del nuestro, ya que este último trata específicamente sobre su ADN: Colón era judío procedente del Mediterráneo occidental. Quienes vieron el programa se enteraron por fin de que el descubridor no era genovés. Esa misma es la tesis que desde hace décadas mantiene Joan Verdera Escandell, que firma sus libros como Nito Verdera y ha dedicado la mayor parte de su vida a desentrañar esta incógnita. Su método supera los recursos de la bibliografía y la historiografía, y eso que conoce cuanto se ha publicado acerca del tema en los más diversos idiomas. No olvidemos que la Historia es ante todo información, y Verdera la ha recogido recorriendo el mundo para hablar con los estudiosos de primera línea, examinar en persona documentos originales en bibliotecas y archivos de universidades y centros oficiales, examinar mapas, contrastar fechas e imágenes… En su trabajo sobre el terreno cuenta además con una ventaja notable sobre la práctica totalidad de los historiadores: Verdera es diplomado en Ciencias del Mar y piloto de primera clase de la Marina Mercante.

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El patronímico genovés atribuido al descubridor del Nuevo Mundo carecía del más mínimo fundamento. Luego fueron apareciendo hipótesis sobre un posible Colón gallego, catalán, castellano, portugués, agote, mallorquín, griego y corso. Todos los indicios que puede aportar la Ciencia desmienten esas teorías. El enigma está resuelto; el excelente estudio genético realizado por el doctor José Antonio Lorente, de la Universidad de Granada, establece que el cromosoma “Y” de Cristóbal Colón obtenido de los restos que se conservan en la catedral de Sevilla y de su hijo natural Hernando, descarta cualquier vinculación o coincidencia con el ADN de centenares de personas vivas residentes en los lugares que reclaman su paternidad. El apellido original del descubridor no era ni Colombo, ni Colonne, ni Colom, sino que se trata de un patronímico adoptado en el momento del bautizo, que solo se explica por su condición de judío converso. ¿Fue esa la razón por la que Cristóbal Colón ocultaba su verdadera identidad? Siempre estuvo rodeado de judíos. Dos conversos, Luis Santángel y Gabriel Sánchez, aportaron 1.640.000 maravedíes para financiar el primer viaje. Ambos ostentaban cargos influyentes en la Corona de Aragón como hombres de confianza del rey Fernando. Y las famosas profecías de Colón “para la restauración idealista del Templo de Jerusalén” dan prueba de su afincada inclinación al judaísmo. Dando a conocer su origen y su currículum no habría contado con el imprescindible respaldo de los Reyes Católicos y nunca habría culminado su proyecto.  

 

En cartas dirigidas a su hijo Diego figura un anagrama que según Simon Wiesenthal y otros expertos representa los caracteres hebreos B y H escritos al modo semítico de derecha a izquierda, o lo que es lo mismo: la abreviatura de Baruch Haschem: "Alabado sea el Señor". Los cartógrafos judíos poseían en aquel tiempo prototipos de mapas antiguos, a los que Colón tuvo sin ninguna duda acceso. En varios de ellos aparecen los hemisferios claramente separados, lo que desmonta la extendida falacia de que el navegante se encontró inesperadamente con el continente americano mientras creía dirigirse a Asia. Colón sabía muy bien hacia dónde se dirigía. Más aún, en el primer viaje dijo que navegaría 700 leguas, o lo que es lo mismo 2.800 millas náuticas, y esa es la distancia real entre a Isla de Hierro y el Caribe.

         

Hay otro hecho significativo: el descubridor de América no sabía escribir toscano (origen del actual italiano). Las escasas veces que lo intentó —breves notas al margen de libros clásicos— lo hizo en un italiano tan defectuoso y macarrónico que Salvador de Madariaga, afirmó que esa escritura es propia de “un estado de aberración mental”. ¿Cómo se explica que la correspondencia de Colón con sus parientes más próximos, Bartolomé y Diego, supuestamente genoveses, sea toda ella en castellano? Incluso las cartas intercambiadas con sus amigos y protectores italianos las escribió en el idioma de Castilla… tres años antes de llegar a Castilla. Resulta particularmente curioso un detalle de la carta que Cristóbal Colón escribió a Ovando en 1504 recomendándole a un genovés llamado Fiesco. En ella dice textualmente: "y a Fiesco, que sabed que es de los principales de su tierra". ¿No resulta inverosímil que Colón aluda a su propio lugar de nacimiento en tercera persona, “su tierra”? Si su patria fuera Génova, y por tanto la compartiera con ese pariente Fiesco, ¿no sería lógico que la mencionara como “nuestra tierra”? Usaba el castellano como lengua vehicular, mezclada con numerosos catalanismos, entre ellos —y este es un dato demostrativo de su vinculación ibicenca— términos náuticos del catalán hablado en Ibiza.

 

Un primer indicio de su auténtico origen lo hallamos en la toponimia. Dada la tendencia de los seres humanos a recordar su lugar de origen cuando se encuentran lejos de él, los pioneros suelen poner a sus hallazgos nombres de su patria chica. En las tierras del nuevo continente recorridas por Colón quedan numerosos recuerdos de la isla de Ibiza: destacan Sa Caleta, Caragoler, Punta de la Rama, Punta de la Mata, Isla de las Ratas, Cabo Martinet, Bahía de Sant Antoni —antiguo Portus Magnus—, Pitiusa, Galera y Margalida. De la isla de Formentera hallamos al otro lado del Atlántico los nombres de Camarí, Anguila, Berbería y Saona. A la entrada del puerto de Argel hay una punta denominada “Caxinas”; en su cuarto viaje Colón bautizó con este nombre una punta costera en la actual Honduras. El topónimo argelino era grato al descubridor porque lo asociaba a la salvación y el refugio de su familia huida de Ibiza.

 

En definitiva, Cristóbal Colón solo se explica como catalanohablante, judío converso y criptojudío. El Colón que se yergue orgulloso sobre el Puerto de Barcelona no apunta con su dedo en dirección a América, sino a Ibiza. ¿Coincidencia, intuición o tal vez conocimiento por parte de su autor de unos hechos históricos que las investigaciones de Joan Verdera y el doctor Lorente han confirmado?

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