El sistema autonómico, una lacra para el ciudadano
![[Img #26632]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2024/7865_dalle-2024-10-22-084543-a-detailed-horizontal-map-of-spain-showcasing-its-autonomous-communities-each-region-colored-distinctly-to-highlight-their-boundaries-the-map-includ.webp)
La división administrativa del país, surgida con la Constitución del 78, ha supuesto un caballo de Troya para los ciudadanos. Se planteó la autonomía -es decir, "el ir por libre"- para unas supuestas comunidades históricas cuya única justificación era que en ellas se hablaba, además del español, un idioma distinto. Fuimos ajenos o ignorantes de que la diversidad de idiomas dentro de un mismo país es habitual. Ciertamente, en estas regiones, hoy comunidades autónomas, se ha ido construyendo un relato que nada tiene que ver con la realidad histórica. En realidad, no se trata más que de un anhelo romántico surgido en el siglo XIX, en paralelo a la eclosión de los nacionalismos racistas, y que ha explosionado realmente en el XX. La realidad es que la historia secular de estas regiones ha estado siempre unida a la del resto de la Hispania romana, por citar una referencia temporal. Y, si aquellas autonomías iban a disfrutar de privilegios por ser supuestamente históricas, todas las demás regiones quisieron subirse al mismo carro autonómico que ellas.
Pero aquel caballo de Troya ha ido supurando abusos, agravios, despotismo, excesos, deslealtades, e injustas diferencias, en fin, entre unos españoles y otros. La vida nos la han complicado cuando nos vemos obligados a vivir por temporadas en una comunidad distinta a la de origen. Mucho más si nos referimos a personas ancianas o a niños menores. El sistema de salud pública es distinto en cada una de las comunidades autónomas. La atención médica de los especialistas se hace difícil, si no imposible. La extracción de medicamentos en una farmacia que se encuentre fuera de tu comunidad puede convertirse en una odisea difícil de superar.
El sistema educativo es diferente en cada una de las comunidades autónomas. Cada una establece los contenidos que se han de aprender. Se omite la historia y la geografía del país para centrarse en lo más propio de la comunidad; y si no hay mucho contenido, se inventa o se estira desproporcionadamente para inculcar apego a lo regional y desinterés, cuanto menos, por lo español. Si existe un idioma local se potencia a toda costa, llegando a la imposición, al tiempo que se menosprecia el español hasta llegar paulatinamente a la prohibición.
Ni se estudia lo mismo ni los exámenes son equiparables. La prueba que antes era conocida como "Selectividad" y que posteriormente se denominó PAU es distinta en las diferentes comunidades autónomas. Ni siquiera el nombre coincide en todas ellas. En unas se le llama EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad) y en otras EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad). Diferencias absurdas que pretenden distanciarnos a unos españoles de otros y que nos confunden y complican a todos. Tampoco la prueba de acceso a los ciclos formativos de grado superior es la misma en unas comunidades u otras. Cada comunidad determina las asignaturas, los temarios y los criterios de evaluación de las pruebas. Cualquier estudiante ajeno a esa región, que aterrice coyunturalmente por allí, se verá obligado a buscar dónde examinarse fuera de Cataluña.
Así podríamos continuar indefinidamente, hablando de diferencias y más diferencias entre unos españoles y otros. Diferencias en los impuestos que pagamos, diferencias en la gestión y asignación de ayudas a la dependencia, diferencias en los servicios de seguridad a los ciudadanos, diferencias en el acceso a la vivienda, diferencias en los sueldos y en el poder adquisitivo, diferencias en las comunicaciones e infraestructura de carreteras, etc., etc. Salir de nuestra comunidad puede convertirse en una aventura tan ardua o más como viajar a un país extranjero.
La división administrativa del país, surgida con la Constitución del 78, ha supuesto un caballo de Troya para los ciudadanos. Se planteó la autonomía -es decir, "el ir por libre"- para unas supuestas comunidades históricas cuya única justificación era que en ellas se hablaba, además del español, un idioma distinto. Fuimos ajenos o ignorantes de que la diversidad de idiomas dentro de un mismo país es habitual. Ciertamente, en estas regiones, hoy comunidades autónomas, se ha ido construyendo un relato que nada tiene que ver con la realidad histórica. En realidad, no se trata más que de un anhelo romántico surgido en el siglo XIX, en paralelo a la eclosión de los nacionalismos racistas, y que ha explosionado realmente en el XX. La realidad es que la historia secular de estas regiones ha estado siempre unida a la del resto de la Hispania romana, por citar una referencia temporal. Y, si aquellas autonomías iban a disfrutar de privilegios por ser supuestamente históricas, todas las demás regiones quisieron subirse al mismo carro autonómico que ellas.
Pero aquel caballo de Troya ha ido supurando abusos, agravios, despotismo, excesos, deslealtades, e injustas diferencias, en fin, entre unos españoles y otros. La vida nos la han complicado cuando nos vemos obligados a vivir por temporadas en una comunidad distinta a la de origen. Mucho más si nos referimos a personas ancianas o a niños menores. El sistema de salud pública es distinto en cada una de las comunidades autónomas. La atención médica de los especialistas se hace difícil, si no imposible. La extracción de medicamentos en una farmacia que se encuentre fuera de tu comunidad puede convertirse en una odisea difícil de superar.
El sistema educativo es diferente en cada una de las comunidades autónomas. Cada una establece los contenidos que se han de aprender. Se omite la historia y la geografía del país para centrarse en lo más propio de la comunidad; y si no hay mucho contenido, se inventa o se estira desproporcionadamente para inculcar apego a lo regional y desinterés, cuanto menos, por lo español. Si existe un idioma local se potencia a toda costa, llegando a la imposición, al tiempo que se menosprecia el español hasta llegar paulatinamente a la prohibición.
Ni se estudia lo mismo ni los exámenes son equiparables. La prueba que antes era conocida como "Selectividad" y que posteriormente se denominó PAU es distinta en las diferentes comunidades autónomas. Ni siquiera el nombre coincide en todas ellas. En unas se le llama EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad) y en otras EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad). Diferencias absurdas que pretenden distanciarnos a unos españoles de otros y que nos confunden y complican a todos. Tampoco la prueba de acceso a los ciclos formativos de grado superior es la misma en unas comunidades u otras. Cada comunidad determina las asignaturas, los temarios y los criterios de evaluación de las pruebas. Cualquier estudiante ajeno a esa región, que aterrice coyunturalmente por allí, se verá obligado a buscar dónde examinarse fuera de Cataluña.
Así podríamos continuar indefinidamente, hablando de diferencias y más diferencias entre unos españoles y otros. Diferencias en los impuestos que pagamos, diferencias en la gestión y asignación de ayudas a la dependencia, diferencias en los servicios de seguridad a los ciudadanos, diferencias en el acceso a la vivienda, diferencias en los sueldos y en el poder adquisitivo, diferencias en las comunicaciones e infraestructura de carreteras, etc., etc. Salir de nuestra comunidad puede convertirse en una aventura tan ardua o más como viajar a un país extranjero.