La imagen que nos trasladan los padres de la patria es repugnante. No resiste un análisis sereno. Raya en el paroxismo. Ya sé que estamos en un periodo decadente para el sistema democrático, en parte por la manipulación de los dirigentes políticos e institucionales. Ya sé que las crisis ideológicas tienen mucho que ver con las conductas humanas. Ya sé que la perversión del sistema democrático siempre ha venido dada por indigencia cultural-desprecio a la responsabilidad ante la sociedad desde el día siguiente que se consigue el acta institucional-corrupción.

Mi generación representa el pasado. Somos ciudadanos amortizados con el paso del tiempo y nuestra condición de "pasivos o jubilados". Tiene sus ventajas. Como disponer de tiempo libre para dedicarlo al estudio y análisis. Tiene sus inconvenientes. La incertidumbre del tiempo que nos queda. Tiene una realidad. Ser de inmediato señalados como reaccionarios por no aceptar lo que se ha impuesto en la sociedad.

Me preocupa el concepto que tengo de proresismo. Que ni es de derechas ni de izquierdas. Es creerme que mi trabajo y conducta han servido para que la generación de mis hijos viva mejor que la mía, pero sobre todo, haya recogido y asimilado ideas, pensamientos, conductas y compromisos que permitan avanzar en la historia de mi patria-país-nación- condición humana.

Por lo de pronto señalo que el gran problema de este país, una vez más, tiene que ver con la cultura. Ese derecho social que debe acceder hasta cualquier ciudadano dónde quiera que haya decidido libremente residir en el mosaico del reino de España. Ese derecho social que los padres practicamos, para ir vigilando, trasladamos al sistema educativo, y que impacta con la subcultura convertida en perverso negocio, hoy por hoy que va ganando la partida.

La sustitución del conocimiento de lo que llamamos en mi generación humanidades se disuelve como azucarillo en el recipiente de la zafiedad, manipulación a través de la redes sociales y programas basura de los grandes medios de comunicación audiovisuales, y algo más perverso. Esas nuevas tecnologías que de forma incontrolada por los poderes públicos responsables para evitar el caos y la desobediencia a la ley van avanzando y ganando el espacio mental y conductual de los jóvenes, ya no tan jóvenes.

Voy a señalar dos hechos que no puedo aceptar. La presunta profesión u oficio de “influencer”. Hasta el punto de que como llegó a suceder en el Salnés, puede que al preguntarle a una criatura que deseo tiene para ser algo, diga.. . contrabandista como mi padre... influencer como mi madre. O esa manera cómoda y desvergonzada, al menos con mi generación con 46 años de cotización a la Seguridad Social, vivo en casa de papá y me llega con los entre 400 y 600 euros que me pagan gracias al sanchismo, así que como aquel anuncio..." a mi plin, que duermo en Picolín"...

¿No habrá nadie que copiando a Ortega, a sus discípulos Julián Marías o Marañón no diga alto y claro, Dios mío que es España ?. ¿Qué ejemplo dan los dirigentes, el último ese pedazo de badulaque engüerado llamado Errejón, que durante diez años ejerció el acoso y derribo a las damas, mientras predicaba algo así como esos miembros de la iglesia que ejercían la pederastia?. Y es que somos un país fácil de ilusionar. Que no es lo mismo que emocionar. Cualquier trilero nos engaña y haberlos ahílos.

¿Y qué decir del estado de la corrupción? Nos hemos instalado en su presencia. Como le oí decir a un trabajador de Alcoa. El problema no está en robar.. esstá en que te pillen... Hay quien no dejará su escaño ni a gorrazos. Pues no sólo le ha permitido afanar. es que ahora le defiende ante la justicia, y además amenaza con contarlo todo y votar con la oposición rompiendo la exigua mayoría.

¿Tiene arreglo? Si. Pero atacando el fondo más que las formas. Siendo intransigente. Educando.