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Elena García
Domingo, 27 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:

La mujer y la política

La forma que hay en las democracias para intervenir en política es: 1) a través del voto como ciudadano; 2) pertenecer a grupos activistas de presión y 3) dedicándose a la política como profesión dentro de un partido, o sea, ejercer de político.

 

Los hombres tuvieron derecho a voto antes que las mujeres sí, pero no mucho antes, porque el sistema democrático es relativamente reciente; y tampoco en un principio lo tenían todos los ciudadanos. Una razón, entre otras, era que se entendía que las mujeres estaban representadas por sus maridos o por sus padres, que votaban por ellas, porque los intereses que tenían que defender eran comunes, y que, por otra parte, ellas no se ocupaban mucho de cuestiones políticas.

      

A comienzos del s. XX, cuando el movimiento sufragista en Inglaterra es más fuerte, surge la Liga contra el sufragio femenino, apoyada por Gertrud Bell. ¿Quién fue Gertrud Bell? Pues fue la primera mujer que se licenció en Oxford en historia moderna; escribió siete libros y gran número de artículos, tanto en revistas académicas como en The Times, y un libro blanco que el gobierno británico calificó de “obra maestra”. Fue la única mujer que consiguió el grado de agente político durante la Primera Guerra Mundial y la única que consiguió el nombramiento de secretaria para asuntos en Oriente; recibió la medalla de oro de la Real Sociedad Geográfica y fue designada directora honoraria del museo arqueológico de Bagdad y condecorada con la Orden del Imperio Británico. Muchos hombres consideraron que en los años posteriores a la Primera guerra Mundial había sido la mujer más poderosa del Imperio Británico. “La reina sin corona de Irak”. No solo el “heteropatriarcado” no le impidió dedicarse a lo que le gustaba y para lo que tenía grandes capacidades, sino que reconoció sus méritos y su valía y buen hacer en sus negociaciones con el mundo musulmán y masculino de Oriente Próximo. No tuvo barreras en un mundo de hombres.

 

Sin embargo, ella se opuso al voto femenino ¿Por qué? Porque consideraba que la gran mayoría de las mujeres no estaba preparada, no tenía suficiente cultura y sus preocupaciones se centraban más en el hogar que en lo político. Y porque creía que el principal papel de la mujer era el de esposa y madre; tuvo “el poder y la gloria”, pero su principal anhelo fue casarse y tener hijos. Algo que no consiguió y que le produjo bastante amargura.

 

En nuestros días el porcentaje de mujeres y hombres que llegan a la enseñanza superior se desplaza favorablemente hacia las mujeres (60 %). Además, la mujer se ha independizado económicamente ya que su incorporación al trabajo se ha realizado en todos los sectores productivos. No puede decirse que tenga menos formación que los hombres.

 

Hoy día las mujeres gozan del derecho a voto en las mismas condiciones que los hombres. Y podemos decir que el porcentaje de mujeres que acude a votar es ligeramente superior al de los hombres, algo más del 50%. Las mujeres tienden a votar más a los partidos de siempre -consolidados- que a los que emergen nuevos y se encuentran en los extremos del espectro, para los que el porcentaje de votos masculinos es significativamente mayor (El periódico 3/08/2023). Esto nos lleva a pensar que el voto de la mujer es más conservador que el de los hombres, o sea lo ya conocido se impone.      

 

En cuanto a la política como dedicación profesional de las mujeres. Aun no se ha llegado a la paridad. El Parlamento Europeo se escandaliza. Prevé que hasta 2034 no habrá paridad entre hombres y mujeres en los parlamentos, en las instituciones de la UE y en los consejos de administración de empresas europeas. “Evolucionamos muy lentamente” -dice M. Tarabella- eurodiputado socialista y ponente del informe presentado en el Parlamento Europeo (10/03/2015) sobre Igualdad de género. En las últimas elecciones (2024, Euronews) ha descendido ligeramente el porcentaje de mujeres (1%); representan el 38,75% de los miembros del recién elegido Parlamento Europeo y ya sabemos que las listas son confeccionadas por los partidos y muchas teniendo en cuenta las cuotas paritarias, con lo cual no sabemos si están ahí por sus méritos, porque están dentro de la cuota o porque son más obedientes. A España le cabe la satisfacción, para las feministas radicales, de haber llegado al 50% junto con Suecia, Finlandia y Francia.

 

La pregunta sería ¿y por qué tiene que haber paridad? ¿es qué las satisfacciones y felicidad que comporta la dedicación a la política no tienen parangón? ¿es el espíritu de servicio, ejercido de una manera impersonal, lo que incita a la actividad política? Decimos impersonal, porque el espíritu de servicio personal próximo la mujer lo tiene bien desarrollado y demostrado como madre, enfermera, asistente social, maestra, religiosa, etc.; quizá más que el hombre. ¿Es el salario, por encima de la media de cualquier otra profesión lo que vale tanto la pena? ¿el poder quizá? ¿cuál es el atractivo realmente? También podría suceder que a una mayoría importante de mujeres no les guste tal ocupación, que  no les interese; que no entre dentro de sus prioridades. La vida del político, sin horarios, siempre de guardia, siempre disminuyendo o impidiendo su privacidad, el desarrollo de su vida personal; puede que a la mujer no le resulte tan atractiva como las feministas nos quieren hacer ver. El poder y el dinero ¿valen ese sacrificio? Parece que para muchas mujeres no.

 

Hace poco, en una encuesta de las muchas que hacen los periódicos digitales acerca de un tema político de actualidad, había sido contestada por un 77% de hombres y un 23% de mujeres. Lo mismo ocurre si echamos una ojeada a las cartas al director de un periódico cualquiera: abrumadora mayoría de hombres. Con estos datos es fácil deducir que había casi tres veces más de hombres que de mujeres leyendo el periódico o interesándose por los  problema planteados. Si este es el interés que sienten las mujeres por las cuestiones políticas y sociales en general (muchas de las cuales varían continuamente, y en poco tiempo se quedan viejas o sirven para rellenar “papel”, mientras acucia la resolución de los problemas que se presentan en la vida cotidiana) y lo extrapolamos a su dedicación a la política, podemos concluir que las mujeres están sobrerrepresentadas en relación con su atracción por estos temas.     

 

Por otra parte, los intereses de los hombres, ni coincidían ni coinciden con los de las mujeres, ni con su manera de preocuparse con los acontecimientos la vida. El caso es que las feministas tratan de imponer con fuerza la obligatoriedad de llevar en las listas electorales, o en los gobiernos, a un 50% de mujeres porque sí, con independencia de sus gustos, de su valía y de su formación.  

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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