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Domingo, 03 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:
Pedro Sánchez disfruta en Valencia de su propio alimento: el fango

Paiporta es la capital de España: Crónica rabiosa de la huida del tirano

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Pedro Sánchez ha visitado  el municipio de Paiporta, considerado como una de las "zonas cero" de la inundación que ha arrasado la provincia de Valencia. Como acostumbra a hacer el autócrata, lo ha hecho acompañado de un nutrido "ejército" de policías y escoltas, posiblemente con la intención de espetar en los morros de los sufridos habitantes de la localidad que, a diferencia de ellos, él sí dispone de los medios necesarios para su seguridad personal.

 

En esta ocasión, Sánchez no ha viajado acompañado de su mujer, Begoña, enfanganda hasta las trancas entre numerosas acusaciones de corrupción. Para visitar la India, Begoña sí tuvo tiempo de acompañar a su marido, el tirano socialista, pero la "primera dama" del PSOE habrá optado, en esta ocasión y puede que por sugerencia de sus abogados pagados a buen seguro con el dinero de todos, por quedarse en La Moncloa para preparar sus próximas visitas al juzgado donde se le volverá a tomar declaración en breve. Y es una pena, porque Begoña podría haberse desplazado junto a su marido hasta Paiporta para ver de primera mano lo que ambos, ella y él, él y ella, saben hacer como nadie: fango. Nadie mejor que esta pareja para ilustrarnos sobre la cuestión.

 

A pesar de la numerosa escolta, el inquilino de La Moncloa no ha debido verlas todas consigo. En vez presentarse solo, lo ha hecho acompañado del rey Felipe VI y la reina Letizia y el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. Ante la muy probable posibilidad de que saliera escaldado de Paiporta, Sánchez, tan chulo y ufano en otras ocasiones, se ha presentado en Valencia flanqueado por los monarcas y por Mazón con la intención de sentirse protegido. Por si acaso, la Unidad de Intervención Policial de Zaragoza (con unidad equina incluida), recién llegada a Valencia no para apoyar al pueblo sino al tirano, rondaba por la zona.

 

Solo a alguien del PSOE y de esta cloaca de gobierno se le podría ocurrir que el pueblo español, representado tan dignamente por los vecinos de Paiporta, iba a dejar pasar la ocasión de explicarle a la cara lo que piensa de él y de su partido de miserables e incompetentes. Así ha sido. Además de recibir la merecidísima lluvia de piedras, barro y fango que él y su organización se han dedicado a crear con tanto esmero durante estos años, el respetable le ha dejado claro, a voz en grito y de manera unánime, al autócrata de pacotilla lo que piensa de él: que es un hijo de puta y un asesino.

 

No. Los insultos y las piedras no han ido contra el rey y la reina, aunque Felipe VI como jefe de los ejércitos quizás podría haber hecho algo más. No. Por mucho que lo repitan los medios subvencionados de La Moncloa y Ferraz la ira del pueblo de Paiporta no ha ido contra el rey sino contra Sánchez. Prueba de ello es que Sánchez, al verse rodeado, ha demostrado, como decía aquella canción mexicana, la rata de dos patas que es y ha huido, dejando a los monarcas y a Mazón ante la multitud. Felipe VI ha intentado salir del trance y, a pesar de que su escolta le incitaba a que se marchase del lugar, ha hecho de tripas corazón y ha hablado, escuchado e intentado reconfortar a los damnificados y, a través de ellos, al resto de españoles. Mientras tanto, la reina Letizia lloraba desconsolada mientras escuchaba el drama que se ha vivido y se vive en Paiporta y en todo el Levante. 

 

Como era de esperar, Mazón sí ha recibido insultos por su gestión, sin duda alguna más que criticable y cuestionable, pero, a diferencia del cobarde Sánchez, se ha quedado en el lugar y ha afrontado la situación con cierta entereza. Minutos después, a través de sus perfiles sociales, ha reconocido que el pueblo de Paiporta y, por extensión, el de Valencia y el de España, tiene motivos más que justificados para estar enfurecido con todo lo que ha pasado y de cómo se han hecho las cosas.

 

Mientras tanto, el Ceaucescu socialista de baratillo corría despavorido hacia su coche oficial blindado. A pesar de la masiva escolta policial, el pueblo de Paiporta se las ha ingeniado para llegar hasta el vehículo que ha recibido piedras, palos y fango hasta quedar literalmente reventado. El tirano habrá pasado miedo en su interior. No se le veía tan chulo como suele ser. La sonrisa de matoncillo de discoteca que suele gastar se la ha dejado en Moncloa. Que no se queje Sánchez. Hay decenas de miles de coches igual en Valencia gracias a él y a su gobierno. No iba a ser el suyo menos que el de los demás, que aquí todos somos iguales, ¿no? Pena, a estas alturas del guión, ninguna.

 

En redes sociales se está especulando también con que Sánchez ha debido recibir un palazo en la espalda mientras huía de Paiporta. Es este un buen momento para recordar aquello de Pablo Iglesias sobre el miedo que iba a cambiar de bando, el jarabe democrático y el tic-tac. Hoy, Sánchez ha probado en sus carnes los tres conceptos en apenas unos minutos. Ojalá sea el inicio de una degustación más intensa. Y si no le gusta esto, ya sabe lo que puede hacer: ¿necesita ayuda? Pues que la pida.

 

Llegados a este punto, habrá quién diga que, tras lo sucedido, tenemos que estar todos unidos, guardar la compostura y posicionarnos en contra de la violencia. Lo primero, ya lo estamos: el pueblo español, al que no pertenecen Sánchez, su partido, sus votantes y sus socios de gobierno (proetarras, comunistas, antiespañoles y demás basura), está más unido que nunca en torno a nuestro sufrido y querido Levante, que volverá, una vez más, a ofrendar nuevas glorias a España. Porque, hoy, Paiporta es la capital de España. Con respecto a guardar la compostura, solo algún paniguado, melifluo y subvencionado de los que abundan en las tertulias de radios y televisiones puede decir semejante majadería. Con más de 200 muertos por el momento, casi 2.000 desaparecidos y una región destrozada solo un imbécil o un malnacido puede permanecer sentado tranquilamente en su salón o despacho. Los nervios están y deben estar a flor de piel. Por último, en cuanto a lo de posicionarnos en contra de la violencia, hay que ser un desecho de individuo para salir con esa monserga cuando hay cientos de personas que han perdido a sus hijos, a sus padres, a sus abuelos o a sus amigos en un mar de fango y lodo cuya responsabilidad institucional, política, moral y, en gran medida, material es de Sánchez, su gobierno, sus socios y sus votantes por este orden o el que ustedes quieran porque el orden de porquería no altera el fango. No admitamos ninguna lección sobre la violencia de aquellos que asuelan España en contubernio con proetarras, sueltavioladores, depredadores sexuales y similares.

 

Esos que hoy han definido perfectamente a Ceaucescu Sánchez en las calles de Paiporta como un asesino y un hijo de puta son los familiares, los amigos y los vecinos de esos cientos de muertos y miles de desaparecidos. De aquellos que han perdido sus casas, sus negocios, sus recuerdos. Porque, le guste o no al actual okupa de La Moncloa y su caterva de voceros, el pueblo ha dictado sentencia contra Sánchez. Y el pueblo, en esta ocasión, no se equivoca.

 

Tras largos años cultivando fango como única ocupación y única ideología desde su trono de La Moncloa, Sánchez ha probado hoy de su propio alimento. Y no nos queda duda de que el menú tan solo ha empezado a ser servido. El gobierno del autócrata que llegó ensuciando a niveles insospechados la vida política y la convivencia, ya está siendo arrastrado por una avalancha de fango hasta el vertedero ideológico del que nunca debió salir. Es cuestión de tiempo. El drama es lo que, de mientras, se ha llevado por delante.

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