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Sábado, 23 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:
Autor de "España no se rinde"

Juan Pérez-Foncea: "La esencia de España es el catolicismo"

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Juan Pérez-Foncea, nacido en San Sebastián en 1965, es un escritor y abogado español. Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, se especializó en Derecho Internacional y Europeo en las universidades de Lovaina y Lieja, en Bélgica. Ejerció la abogacía durante 14 años en España y Francia antes de dedicarse por completo a la literatura en 2009.

 

Su carrera literaria comenzó en 2004 con la publicación de Iván de Aldénuri. El Bosque de los Thaurroks, una novela de fantasía que ha sido traducida a cuatro idiomas y ha vendido más de 50.000 ejemplares. Posteriormente, se enfocó en la novela histórica, destacando títulos como El Héroe del Caribe, que recupera la figura del almirante Blas de Lezo, y Los Tercios no se rinden.

 

Ahora acaba de publicar España no se rinde, una novela histórica que recrea la figura de Don Pelayo y los inicios de la Reconquista en el siglo VIII. La obra narra cómo Pelayo y un grupo de valientes se rebelaron contra el invasor musulmán, marcando un momento crucial en la historia de España.

 

Pérez-Foncea ha expresado en diversas entrevistas su interés por divulgar episodios gloriosos de la historia de España que, en su opinión, son poco conocidos o están distorsionados. Defiende que la historia española es de una grandeza y heroísmo colosales, no igualada por ningún otro país del mundo.

 

Además de sus novelas históricas, ha escrito obras de fantasía y una novela policiaca, demostrando su versatilidad como autor. Sus libros han sido bien recibidos tanto en España como en Hispanoamérica, consolidándolo como un referente en la literatura histórica contemporánea.

 

¿Qué le movió a centrar su novela en los primeros años de la Reconquista y en la figura de don Pelayo?

 

[Img #26887]Pienso que hubo dos motivos principalmente. En primer lugar, se trata de una época y de un personaje que desde siempre me han atraído de una manera muy especial. Y en segundo, he querido salir al paso de los iconoclastas de turno, a los que últimamente les ha dado por poner en solfa nada menos que la historicidad de la Reconquista. Por lo visto hay algunos para los que vale todo con tal de cuestionar la idea de España.

 

Pero basta con observar que los invasores musulmanes en el año 714 tenían ocupada la práctica totalidad de la península, y que resulta que en 1492 ya no ocupaban ni un palmo del territorio. Y que desde luego los invasores no se fueron porque se hubieran quedado sin tabaco, sino porque hubo un largo y continuado esfuerzo -de generaciones- por recuperar “la España (visigótica) perdida”. Es precisamente a ese largo periodo de esfuerzo común al que llamamos Reconquista.

 

También intentan desdibujar la figura de don Pelayo, como si fuera meramente legendaria o mítica. Y, sin embargo, es innegable su historicidad, tal y como aparece tanto en las fuentes cristianas como en las musulmanas.

 

¿Qué fuentes históricas o referencias utilizó para recrear la atmósfera de Asturias en el siglo VIII?

 

En cuanto a indumentaria, armamento, tipo de viviendas, comunicaciones, etc., hoy en día es relativamente fácil encontrar información muy útil y valiosa en Internet. Además, como siempre hago, he leído varios documentos de la época: fundamentalmente las crónicas albeldense y silense, así como una extensa bibliografía, entre la que destacaría las obras de Sánchez Albornoz y la muy reciente y muy brillante de Yeyo Balbás, publicada en 2022: Espada, hambre y cautiverio. La conquista de Spania.

 

¿Cómo maneja la tensión entre los hechos históricos y las licencias narrativas para mantener la fidelidad al contexto sin sacrificar el ritmo de la novela?

 

Mi modelo en este punto es la primera serie de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, la que empieza con Trafalgar y termina con la Batalla de los Arapiles. Por eso acostumbro a introducir una subtrama romántica, a través de cuyos personajes y sus peripecias, voy relatando los hechos históricos que suceden a su alrededor. Aunque, a decir verdad, en esta novela concreta no ha hecho falta acudir a ese recurso, ya que existe una subtrama romántica real, la de la hermana de Pelayo, que ha bastado para dar mayor agilidad a la novela. Por otra parte, siempre incluyo en mis libros una introducción y un epílogo en los que explico y delimito lo que es rigurosamente histórico y lo que es fruto de mi imaginación.

 

El periodo histórico en el que se centra su novelan define la "esencia de España". ¿Cómo cree que esos valores se reflejan en la actualidad?

 

Pienso, con Julián Marías y un gran número de autores, que la esencia de España es el catolicismo. Esto no significa que para ser español haya que ser necesariamente católico, significa que el catolicismo es nuestra raíz, nuestra madre, sin la que no se entiende ni nuestra historia, ni nuestra cultura, ni nuestro modo de ser.

 

España nace con el III Concilio de Toledo, en el año 589, cuando el rey godo Recaredo -sobre el que estoy escribiendo ahora-, se convierte al catolicismo y lo declara religión oficial del reino: también para la élite goda, que hasta entonces había sido arriana. Entonces existe ya un reino de España, con unos límites territoriales parecidos a los actuales (más grande entonces, al comprender la Lusitania y la Septimania, una franja costera en el sur de Francia, hasta el Ródano), cuyos habitantes comparten una misma lengua y religión.

 

Después de los godos viene la Reconquista, es decir, la lucha por mantener nuestra identidad católica y occidental frente a un poder invasor foráneo que intenta imponer su cultura islámica y oriental.

 

Y después resulta que el mismo año en que se derrota definitivamente al islam, 1492, se descubre América, a donde llevamos la fe católica, casi al mismo tiempo que nos dejamos la piel en Europa por defender el catolicismo frente al embate que supuso la ruptura protestante.

 

Todo esto por no hablar de nuestras victorias decisivas frente a la nueva amenaza musulmana en Europa, esta vez encarnada en el imperio turco: Lepanto, Budapest, Viena, etc.

 

En fin, que España no se entiende sin el catolicismo que está en sus raíces y que es una constante en su historia milenaria. De ahí la leyenda negra antiespañola, promovida por los enemigos de la Iglesia católica. Leyenda que sigue viva y, desgraciadamente, fomentada hoy en día también por algunos españoles, a los que les entusiasma tirar piedras contra su propio tejado.

 

Como digo, la leyenda negra sigue actuando tanto dentro como fuera de España. Pero esto, lejos de desanimarnos, debe darnos esperanza, pues significa que la España verdadera, la fiel a sus raíces, sigue viva en una parte no desdeñable de su población. Si no fuera así, haría ya tiempo que hubieran dejado de odiar y atacar a España.

 

¿Qué cree que hace tan simbólico el liderazgo de Pelayo en esta etapa inicial de la resistencia?

 

Bueno, como ha quedado ya apuntado en las respuestas anteriores, somos un país sometido a un férreo asedio de fuerzas enemigas de diverso tipo, que buscan aniquilarnos o, cuando menos, debilitarnos: hasta el punto de que puede decirse que es ya una constante de nuestra historia, al menos desde el surgimiento del protestantismo.

 

Y don Pelayo fue precisamente el primero que experimentó la amargura de la “pérdida de España”, una pérdida que parecía definitiva e irremediable, y que, sin embargo, con tesón y, sobre todo, con esperanza, fue capaz no sólo de afrontar, sino de sentar las bases para que a la larga pudiera revertirse de un modo completo. Fue casi un milagro. Y sin casi: Pelayo es un ejemplo en el que todos debemos mirarnos, sobre todo en momentos de dificultad y desánimo.

 

Parafraseando a Uderzo y Goscinny, de Pelayo podríamos decir: Toda la Spania está ocupada por los musulmanes… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles hispanos resiste al invasor.

 

¿Qué desafíos encontró al intentar capturar la épica de esta etapa y, al mismo tiempo, narrar una historia personal como la de Sisnando?

 

La verdad es que menos que en otras novelas. Porque aquí la épica estaba servida por todas partes y desde el primer momento, y porque la figura de Sisnando, el protagonista, un joven ganadero asturiano, encajaba perfectamente y sin problemas con el ambiente y el tipo de seguidores que rodeaban a don Pelayo.

 

¿En qué se diferencia España no se rinde de sus otras novelas históricas?

 

Creo que en pocas cosas, en la medida en que en todas busco dar a conocer algún hecho de nuestra historia que sea especialmente significativo, y que, sin embargo, sea poco conocido o hay quedado relegado al olvido.

 

En este caso, los hechos (Covadonga, don Pelayo, los inicios de la Reconquista…, etc.) tal vez no sean tan desconocidos, pero aunque suenen en general, son muy pocos los que conocen su verdadero alcance y magnitud.

 

Podemos encontrar otra diferencia en la época: mis anteriores novelas se desarrollan entre los siglos XVI-XVIII, y con Pelayo he retrocedido hasta el siglo VIII, un siglo que me ha entusiasmado.

 

¿Ve alguna lección o paralelismo entre los desafíos de los personajes de la novela y las luchas que enfrenta la sociedad actual?

 

¡Muchísimos! Y no soy el único: ahora el enemigo también está dentro y parece invencible, y sin embargo, estoy moralmente convencido de que, como don Pelayo, volveremos a derrotarlo y a reconstruir nuestra querida nación a partir de sus ruinas. Es otra de las constantes de nuestra historia.

 

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