¿Dónde están dejando a la marca España?
"Estaré de viaje, con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que ese día voy a pasar quiero agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros". Lo escribió Pérez Reverte. Como siempre alto y claro. No sólo como escritor, erudito viajero, también como patriota español. A él como a muchos nos duele España.
"Estamos indignados y tristes porque España se haya convertido en paraíso para sembrar odio e incitar a la destrucción de Israel", ha expresado el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí en un mensaje publicado en su cuenta en la red social X. Para Israel, "es inaceptable que una sociedad democrática permita la glorificación del terrorismo y la celebración de los crímenes contra la humanidad perpetrados por Hamás". No sólo me duele como descendiente de judíos gallegos e italianos. Es que no puedo ni quiero olvidar como instancias del Estado de Israel nos ayudaron a luchar contra ETA.
Los comentarios del ministro español de Transporte, Óscar Puente, sugiriendo que el líder argentino había ingerido "sustancias", han desatado una crisis diplomática entre los dos países, Milei ha acusado al ministro de difundir "calumnias e injurias" y el ministro de Interior argentino, Guillermo Francos, ha pedido la dimisión de Óscar Puente. En un comunicado oficial, el Ejecutivo argentino también ha cargado duramente contra el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. "El Gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa". También y de forma gratuita groserías como las que anteceden para con un país hermano dónde residen desde siempre una numerosísima colonia de españoles manchan la marca España en la República Argentina.
Pero ahora, a fecha de hoy, por mucho que intenten distraernos con el supuesto peligro de guerra mundial y nuclear por las escaladas armamentísticas en el conflicto entre Rusia y Ucrania, las declaraciones en barra libre del comisionista Aldama, dónde no queda casi nadie con cabeza, es de tal magnitud en el espacio de la corrupción que o el pueblo español está sordo, ciego y mudo, o algo debe moverse para terminar con los facinerosos que ostentan poder en nombre de España.
Si hubo una moción de censura contra Rajoy y su Gobierno, ahora está tan justificada y con necesidad democrática que se lleve a cabo para expulsar al sanchismo del poder institucional, o de lo contrario el daño al sistema democrático y de derecho en España, tendrá consecuencias irreparables dentro y fuera de nuestras fronteras patrias.
Y a los primeros que debería afectar y movilizar es a los socialistas de convicción, a los que les imagina sonrojados y muy cabreados. Nunca tanta porquería salió a relucir como formas de comprar y vender creando una imagen que puede llevar a la futura desaparición del PSOE.
La democracia española está marcada por dos fenómenos relacionados entre sí: el distanciamiento ideológico entre los españoles y un clima político cargado de frustración y crispación Además, los discursos populistas ganan popularidad gracias a un abuso de la emocionalidad negativa. Este cuadro de inseguridad económica y geopolítica con la polarización de los debates actuales nos recuerdan la importancia de dos pilares fundamentales del modelo democrático europeo: la transparencia y rendición de cuentas y la necesidad de garantizar el sistema del bienestar. Parece esencial reforzar el papel de la sociedad civil y la participación ciudadana, limitar la injerencia del poder económico sobre el político y reducir las presiones externas en política internacional.
Más pronto que tarde. La justicia debe ser implacable con la corrupción. Este poder desde su profesionalidad e independencia puede tener en sus manos la regeneración y promover las reformas precisas, antes que sean los extremistas de uno y otro lado lo que aprovechen el descrédito y el tufo a podrido del actual sistema.
"Estaré de viaje, con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que ese día voy a pasar quiero agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros". Lo escribió Pérez Reverte. Como siempre alto y claro. No sólo como escritor, erudito viajero, también como patriota español. A él como a muchos nos duele España.
"Estamos indignados y tristes porque España se haya convertido en paraíso para sembrar odio e incitar a la destrucción de Israel", ha expresado el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí en un mensaje publicado en su cuenta en la red social X. Para Israel, "es inaceptable que una sociedad democrática permita la glorificación del terrorismo y la celebración de los crímenes contra la humanidad perpetrados por Hamás". No sólo me duele como descendiente de judíos gallegos e italianos. Es que no puedo ni quiero olvidar como instancias del Estado de Israel nos ayudaron a luchar contra ETA.
Los comentarios del ministro español de Transporte, Óscar Puente, sugiriendo que el líder argentino había ingerido "sustancias", han desatado una crisis diplomática entre los dos países, Milei ha acusado al ministro de difundir "calumnias e injurias" y el ministro de Interior argentino, Guillermo Francos, ha pedido la dimisión de Óscar Puente. En un comunicado oficial, el Ejecutivo argentino también ha cargado duramente contra el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. "El Gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa". También y de forma gratuita groserías como las que anteceden para con un país hermano dónde residen desde siempre una numerosísima colonia de españoles manchan la marca España en la República Argentina.
Pero ahora, a fecha de hoy, por mucho que intenten distraernos con el supuesto peligro de guerra mundial y nuclear por las escaladas armamentísticas en el conflicto entre Rusia y Ucrania, las declaraciones en barra libre del comisionista Aldama, dónde no queda casi nadie con cabeza, es de tal magnitud en el espacio de la corrupción que o el pueblo español está sordo, ciego y mudo, o algo debe moverse para terminar con los facinerosos que ostentan poder en nombre de España.
Si hubo una moción de censura contra Rajoy y su Gobierno, ahora está tan justificada y con necesidad democrática que se lleve a cabo para expulsar al sanchismo del poder institucional, o de lo contrario el daño al sistema democrático y de derecho en España, tendrá consecuencias irreparables dentro y fuera de nuestras fronteras patrias.
Y a los primeros que debería afectar y movilizar es a los socialistas de convicción, a los que les imagina sonrojados y muy cabreados. Nunca tanta porquería salió a relucir como formas de comprar y vender creando una imagen que puede llevar a la futura desaparición del PSOE.
La democracia española está marcada por dos fenómenos relacionados entre sí: el distanciamiento ideológico entre los españoles y un clima político cargado de frustración y crispación Además, los discursos populistas ganan popularidad gracias a un abuso de la emocionalidad negativa. Este cuadro de inseguridad económica y geopolítica con la polarización de los debates actuales nos recuerdan la importancia de dos pilares fundamentales del modelo democrático europeo: la transparencia y rendición de cuentas y la necesidad de garantizar el sistema del bienestar. Parece esencial reforzar el papel de la sociedad civil y la participación ciudadana, limitar la injerencia del poder económico sobre el político y reducir las presiones externas en política internacional.
Más pronto que tarde. La justicia debe ser implacable con la corrupción. Este poder desde su profesionalidad e independencia puede tener en sus manos la regeneración y promover las reformas precisas, antes que sean los extremistas de uno y otro lado lo que aprovechen el descrédito y el tufo a podrido del actual sistema.












