Desconfíen del consenso
Uno de los mayores peligros de la crisis es que salgamos de ella sin haber aprendido la lección, sin haber hecho las reformas de todo lo que funcionó mal desde el principio, desde la Jefatura del Estado hasta el concejal de cualquier aldea. No nos engañemos: España es un paraíso para los corruptos, porque la Justicia –perdón por llamarla así- está controlada por los mismos poderosos que han hecho de esta vieja y gran nación un paraíso para la estafa.
No repetiremos aquí el tópico que hemos llegado aquí porque tenemos lo que nos merecemos. Nadie lo merece. Al contrario. Porque eso hubiera sido así si hubiera habido libertad. Pero ya hemos demostrado muchas veces que los cabecillas que controlaban el Régimen de Franco en los setenta prepararon el terreno para seguir dominando las estructuras de poder del nuevo Régimen, bajo la cantinela de que ellos habían traído la democracia.
Y ellos son nuestro mayor peligro: que una Monarquía en sus horas más bajas y con los peores amigos, con los viejos partidos y con todos los apoyos mediáticos de la ya conocida como casta parasitaria responsable de la situación actual –casta sindical, empresarial, política y mediática- nos intenten vender la moto de que hay que volver a los consensos –más bien apaños- de la Transición. Porque eso significa mantener la raíz del problema: la falta de libertad, el socialismo radical para los ciudadanos sometidos mientras los poderosos disfrutan de un capitalismo de amigotes.
Ya no dan para más: ni siquiera son capaces de cumplir una Constitución cuyo desprestigio viene de quienes dicen defenderla, de la misma manera que pervierten la democracia diciendo que éste sistema repugnante, injusto, socialista y antinacional es un sistema democrático, un Estado garante de las libertades. No valen ya sus batallitas inventadas. Nosotros somos otras generaciones que queremos una España mejor y fuerte, donde no sea un privilegio atacar la unidad de la Nación y donde no pagar una multa de tráfico sea un delito peor que los miles de millones estafados por cualquier partido… Pero nos quieren volver a engañar. Tienen mucho poder. Aunque siempre puede haber una sorpresa porque han alimentado a Podemos y se pueden quemar.
¿Por qué tan pocos periodistas se han atrevido a cuestionar todos estos puntos? Y ¿por qué los que lo hacen, lo han hecho después de haber llegado a éste estado de las cosas? No se fíen. Ya no son creíbles. Tampoco los que dicen que defienden ahora lo público sólo porque no gobierna su secta. Algunos, de lo público, han hecho el mejor negocio privado de su vida. La solución está en cada uno: no se traguen las mentiras del consenso, luchen por la verdad porque entonces la libertad se dará por añadidura. Toca la batalla de las ideas.
Uno de los mayores peligros de la crisis es que salgamos de ella sin haber aprendido la lección, sin haber hecho las reformas de todo lo que funcionó mal desde el principio, desde la Jefatura del Estado hasta el concejal de cualquier aldea. No nos engañemos: España es un paraíso para los corruptos, porque la Justicia –perdón por llamarla así- está controlada por los mismos poderosos que han hecho de esta vieja y gran nación un paraíso para la estafa.
No repetiremos aquí el tópico que hemos llegado aquí porque tenemos lo que nos merecemos. Nadie lo merece. Al contrario. Porque eso hubiera sido así si hubiera habido libertad. Pero ya hemos demostrado muchas veces que los cabecillas que controlaban el Régimen de Franco en los setenta prepararon el terreno para seguir dominando las estructuras de poder del nuevo Régimen, bajo la cantinela de que ellos habían traído la democracia.
Y ellos son nuestro mayor peligro: que una Monarquía en sus horas más bajas y con los peores amigos, con los viejos partidos y con todos los apoyos mediáticos de la ya conocida como casta parasitaria responsable de la situación actual –casta sindical, empresarial, política y mediática- nos intenten vender la moto de que hay que volver a los consensos –más bien apaños- de la Transición. Porque eso significa mantener la raíz del problema: la falta de libertad, el socialismo radical para los ciudadanos sometidos mientras los poderosos disfrutan de un capitalismo de amigotes.
Ya no dan para más: ni siquiera son capaces de cumplir una Constitución cuyo desprestigio viene de quienes dicen defenderla, de la misma manera que pervierten la democracia diciendo que éste sistema repugnante, injusto, socialista y antinacional es un sistema democrático, un Estado garante de las libertades. No valen ya sus batallitas inventadas. Nosotros somos otras generaciones que queremos una España mejor y fuerte, donde no sea un privilegio atacar la unidad de la Nación y donde no pagar una multa de tráfico sea un delito peor que los miles de millones estafados por cualquier partido… Pero nos quieren volver a engañar. Tienen mucho poder. Aunque siempre puede haber una sorpresa porque han alimentado a Podemos y se pueden quemar.
¿Por qué tan pocos periodistas se han atrevido a cuestionar todos estos puntos? Y ¿por qué los que lo hacen, lo han hecho después de haber llegado a éste estado de las cosas? No se fíen. Ya no son creíbles. Tampoco los que dicen que defienden ahora lo público sólo porque no gobierna su secta. Algunos, de lo público, han hecho el mejor negocio privado de su vida. La solución está en cada uno: no se traguen las mentiras del consenso, luchen por la verdad porque entonces la libertad se dará por añadidura. Toca la batalla de las ideas.