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Winston Galt
Domingo, 15 de Diciembre de 2024 Tiempo de lectura:

Cien homenajes a Franco

Sánchez está preparando cien actos en conmemoración de la caída del franquismo, y así lo cuenta y lo vende a su parroquia. Todos saben el truco: un problema, pues sacamos a Franco como fantasma del pasado del que nos libera el socialismo de Sánchez. Debe observarse que no se conmemora la Constitución ni la Transición ni el nacimiento de un régimen democrático. Sólo el final del franquismo. Como si no hubiera pasado nada desde entonces, como si el propio PSOE hubiera acabado con la dictadura.

 

Los que se informan saben que el PSOE no fue nada durante la dictadura, que apenas hizo oposición y que sólo diversas operaciones políticas profundas le promocionaron hasta convertirlo en el primer partido del país con la intención de que un partido socialdemócrata integrara a España en el grupo de las socialdemocracias europeas.

 

La apuesta salió bien, y el PSOE, alejado de su pasado marxista y guerracivilista que intentó imponer un régimen estalinista en los años treinta y que provocó la guerra civil, se convirtió en un partido de integración y aceptación de la democracia socialdemócrata (que no liberal) que homologara nuestro sistema al de los otros países europeos. Salió bien hasta que la cabra volvió al monte, como suele ocurrir, de la mano del abyecto Zapatero, el guerracivilista Zapatero, el que resucitó el odio de los abuelos entre los nietos y el sectarismo más estúpido y sucio y el acercamiento a todos los enemigos del país. El PSOE de hoy no es el de González (a pesar de los defectos graves que tenía también entonces), sino el de Largo Caballero, intentando imponer un régimen autocrático y basado en la corrupción sistemática y estructural. La corrupción como medio de cohesión del partido es algo que ya alumbrábamos hace algún tiempo. Algunos lo han descubierto recientemente, cayéndose del guindo por fin.

 

Pero la historia es curiosa e irónica. Los actos de agravio al franquismo que pretende el PASOE no son tales. En realidad, son actos de homenaje a Franco. Y la razón no puede ser otra que la que hemos dicho en ocasiones y ante lo que muchos se mostraban escépticos: el PSOE ha sido la verdadera continuación del franquismo. No es extraño que se acuerden tanto de él, pues es su modelo real: una vez instaurado en el poder, al final de la guerra civil, el franquismo sostuvo a España en la miseria más absoluta de la mano de sus políticas falangistas. El falangismo es, como todo el mundo sabe, un movimiento socialista hasta la médula. Sólo en los años sesenta y tras comprobar el desastre de los primeros veinte años, se decidió encargar el andamiaje económico a los llamados tecnócratas, que fueron más eficaces, pero no menos socialistas. Surgen entonces la Seguridad Social, el INI, las viviendas sociales (antecedente del nuevo chiringuito burocrático-corrupto para construcción de viviendas que anunció Sánchez hace unos días), las leyes de arrendamientos con vulneración de los derechos de propiedad, que eran una auténtica expropiación a los propietarios, las actividades reguladas: farmacias, estancos, el sector del taxi, etc. Esto es, todo políticas socialistas.

 

Es cierto que España vivió un auge económico importante, pero no es menos cierto que fue escaso y efímero. El mito de la prosperidad del franquismo se basa en que se partía de una situación económica tercermundista y se consiguieron avances, pero éstos no fueron sólidos, como demuestra que el mismo PSOE se encargara en los primeros ochenta de hacer una reconversión brutal de una industria que sólo llevaba en marcha unas pocas décadas. La España de los setenta y ochenta era un país paupérrimo comparado con los países occidentales importantes.

 

Por eso, los actos de indignación con retraso contra el franquismo son, en el fondo, actos de homenaje a Franco y a sus políticas, a quien cada vez se parece más el déspota. No es extraño, por tanto, que se acuerde tanto de él. En el fondo, no lo odia, lo admira y querría tener su poder, algo que cada vez está más cerca y sólo unos pocos jueces pueden evitar, ya que no se puede contar con la oposición, con un partido sometido al pensamiento de la inferioridad, incapaz de oponer un mensaje claro y opuesto al sanchismo, que intenta aprovechar la corrupción para ver si finalmente cae, pero que es incapaz de oponerse a sus medidas socialistas/franquistas y que cada vez que tiene ocasión traiciona a sus votantes, y otro partido desaparecido en combate que levanta mucho la voz y se opone muy poco a las políticas del PSOE.

 

España necesita, como Argentina, un loco que grite las verdades, porque los que creen que no lo están se sienten satisfechos de sí mismos, como esos estúpidos que creen vivir en sus juegos virtuales. Todos ellos están inmersos en la mentalidad franquista aunque no sean conscientes de ello. De ahí que todos lo homenajeen constantemente aunque simulen un falso repudio.

 

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