El secreto de las angulas
![[Img #27081]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/12_2024/1892_screenshot-2024-12-22-at-11-42-39-angulas-youtube-buscar-con-google.png)
Recuerdo que hace años durante unas Navidades hablando de las angulas, su creciente precio y sus cualidades, mi padre, entonces capitán mercante retirado, apuntó haber oído que durante la segunda guerra mundial estos peces les interesaron por alguna causa no gastronómica a los alemanes, y no podía imaginar qué interés podría tener la Alemania nazi en el alevín de la anguila si no era como plato.
Pasaron los años y casi había olvidado el asunto, cuando leí en un relato la relación de los nazis con este pez, aunque después de analizarlo con sentido crítico no me quedó nada claro si todo era solamente una leyenda urbana, como la existencia de cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York.
Para mí sorpresa, hace poco he encontrado en una publicación científica datos que me sugieren que los alemanes quizás si podían buscar algo en estos peces, que demostraría que la naturaleza esconde secretos poderosos y temibles incluso en sus seres más humildes.
Para conocer la historia, seguiremos los datos que aporta Julián del Valle en uno de sus libros y en un antiguo reportaje en La Gaceta de el Norte. Solo puedo decir al respecto que "si non e vero e ven trovato".
Todo comenzó en la aldea británica de Glosta, cerca de Newport y Cardiff, por la que discurre la ría que se inicia al terminar el canal de Bristol.
Fue a principios de 1936, cuando adquiriendo una granja abandonada, se asentó allí una familia de alemanes.
Cayeron bien a los habitantes locales, pues se presentaron como víctimas de la furia nazi por su presunto origen judío. La investigación policiaca local comprobó cuanto dijeron y pronto la familia Wolf fue una más entre los vecinos de Glosta.
Dedicados a las faenas del campo, en pocos meses hicieron fructificar aquella tierra, abandonada cuando ellos la adquirieron.
Y sucedió que el hijo mayor de los Wolf, un fornido rubiales de veinticinco años se hizo socio del Aviation Club local, adscrito a Cardiff, destacando por su ingenio en la construcción de avionetas caseras y su pericia en manejarlas.
Recordemos que los años treinta del pasado siglo eran los tiempos en que la aviación iba a más. No sorprendía el que un joven activo y animoso que tuviera afición se graduara fácilmente como piloto civil y tuviera un avión en su propiedad.
Visto con perspectiva histórica es fácil deducir que el "chico" venía preparado por el III Reich y que la familia Wolf no era en realidad sino un equipo durmiente de espías.
El joven Wolf volaba sin cesar y cada vez era más admirado por sus convecinos, pues incluso llegó a ganar un primer premio en una competición aérea celebrada en Londres.
Pero lo que no sabía nadie es que el rubiales surcaba también el espacio en vuelos nocturnos transportando una mercancía "especial" que el mismísimo Sherlock Holmes jamás habría sospechado que pudiera ser en realidad el componente esencial de una futura arma de guerra.
Aunque nadie lo sabía, la familia ocupaba las noches oscuras y épocas propicias de diciembre a marzo pescando angulas en el río.
En los sótanos de la granja disponían de una completa instalación para la conservación de los pececillos, consistente en depósitos de cemento por los que discurría el agua de forma ininterrumpida, al objeto de mantener vivas las angulas y hacer que la baba o espuma que desprendían fuese recogida aparte en un recipiente de madera de roble.
Las angulas, una vez limpias, eran devueltas al río por medio de un ingenioso mecanismo, pues no les interesaban.
La mercancía transportada en los vuelos nocturnos por el joven Wolf a Alemania era la "baba" que habían desprendido las angulas y que los científicos nazis pretendían utilizar para la síntesis de productos con aplicación militar.
¿Era real la historia o una simple “serpiente de verano” para llenar paginas?
Como he dicho, al principio no me convenció, pues no veía la utilidad de la sustancia.
¿Qué sabemos de cierto de la anguila y su alevín, la angula?
El área de distribución europea de las anguilas se extiende desde la península de Kola, al norte de Rusia, por todas las cuencas de ríos del continente y del Mediterráneo hasta el Mar Negro y las Islas Canarias.
Cuando apenas miden dos centímetros, las crías de las anguilas, las angulas, viajan desde el Mar de los Sargazos, donde nacen, hasta los ríos europeos donde viven entre cinco y 20 años y sufren dos metamorfosis antes de convertirse en anguilas, ejemplares adultos.
Ya como anguilas recorren de nuevo los miles de kilómetros que las separan del lugar donde nacieron en el mar de los Sargazos para desovar y morir.
Solo por esto son una especie extraordinaria.
Pero recientemente he conocido en una publicación especializada las propiedades químicas y físicas de la baba del pez bruja, un mixino pariente de nuestra humilde angula.
El pez bruja vive en el fondo marino. Cuando un depredador intenta comérselo, segrega como defensa una sustancia gelatinosa por unas glándulas especiales que convierte el agua circundante en irrespirable por sus branquias para el pez atacante. La anguila y la angula hacen lo mismo, se defienden con su baba.
El caso es que durante mucho tiempo los científicos han estado interesados en esa baba gelatinosa. ¿Por qué?
Porque a esta baba se la considera uno de los biomateriales elásticos más maleables que se conocen.
Esta sustancia contiene un moco formado por miles de largas fibras de diversas proteínas. Las mismas se combinan y convierten el agua que hay alrededor del pez bruja en una baba viscosa.
Esa baba obstruye las branquias de los posibles depredadores, lo que los obliga a escupir al pez bruja y a huir para no morir.
La baba de las diversas especies de mixinos tiene propiedades especiales:
- Cada uno de estos hilos proteicos es cien veces más fino que un cabello humano, pero hasta diez veces más fuerte que el nailon.
- Cuando la mezcla de moco y fibras se libera en el agua de mar, forma una estructura similar a una red tridimensional muy tupida.
- Esta estructura puede retener una cantidad de agua 26.000 veces superior a su propio peso. De hecho, casi el 100 % de la baba es agua.
Los científicos no han podido hasta ahora reproducir artificialmente esta baba gelatinosa. Es un sistema natural demasiado complejo, por lo que están actualmente intentando reproducir genéticamente las fibras de estas proteínas usando bacterias.
Su objetivo es desarrollar un producto que sea ligero, resistente, elástico y biodegradable. Los hilos de proteína sintéticos podrían usarse para desarrollar materiales sostenibles para la industria textil y para usos médicos.
Las aplicaciones de esta sustancia podrían ser infinitas. Incluidas, por desgracia, las militares, quizás como agente sofocante, que me temo es una de las ideas que tuvieron los alemanes.
Afortunadamente, las angulas no les revelaron a los nazis su secreto, tan misterioso como su doble viaje de seis mil kilómetros de ida y vuelta al mar de los Sargazos.
Así que cuando estás navidades escuche a alguien comentar lo caras que están las angulas, pídale que lo haga con respeto, pues su valor va mucho más allá del gastronómico, ya que la naturaleza esconde en ellas algunos de sus secretos más extraordinarios.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 -2019. Químico físico
Recuerdo que hace años durante unas Navidades hablando de las angulas, su creciente precio y sus cualidades, mi padre, entonces capitán mercante retirado, apuntó haber oído que durante la segunda guerra mundial estos peces les interesaron por alguna causa no gastronómica a los alemanes, y no podía imaginar qué interés podría tener la Alemania nazi en el alevín de la anguila si no era como plato.
Pasaron los años y casi había olvidado el asunto, cuando leí en un relato la relación de los nazis con este pez, aunque después de analizarlo con sentido crítico no me quedó nada claro si todo era solamente una leyenda urbana, como la existencia de cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York.
Para mí sorpresa, hace poco he encontrado en una publicación científica datos que me sugieren que los alemanes quizás si podían buscar algo en estos peces, que demostraría que la naturaleza esconde secretos poderosos y temibles incluso en sus seres más humildes.
Para conocer la historia, seguiremos los datos que aporta Julián del Valle en uno de sus libros y en un antiguo reportaje en La Gaceta de el Norte. Solo puedo decir al respecto que "si non e vero e ven trovato".
Todo comenzó en la aldea británica de Glosta, cerca de Newport y Cardiff, por la que discurre la ría que se inicia al terminar el canal de Bristol.
Fue a principios de 1936, cuando adquiriendo una granja abandonada, se asentó allí una familia de alemanes.
Cayeron bien a los habitantes locales, pues se presentaron como víctimas de la furia nazi por su presunto origen judío. La investigación policiaca local comprobó cuanto dijeron y pronto la familia Wolf fue una más entre los vecinos de Glosta.
Dedicados a las faenas del campo, en pocos meses hicieron fructificar aquella tierra, abandonada cuando ellos la adquirieron.
Y sucedió que el hijo mayor de los Wolf, un fornido rubiales de veinticinco años se hizo socio del Aviation Club local, adscrito a Cardiff, destacando por su ingenio en la construcción de avionetas caseras y su pericia en manejarlas.
Recordemos que los años treinta del pasado siglo eran los tiempos en que la aviación iba a más. No sorprendía el que un joven activo y animoso que tuviera afición se graduara fácilmente como piloto civil y tuviera un avión en su propiedad.
Visto con perspectiva histórica es fácil deducir que el "chico" venía preparado por el III Reich y que la familia Wolf no era en realidad sino un equipo durmiente de espías.
El joven Wolf volaba sin cesar y cada vez era más admirado por sus convecinos, pues incluso llegó a ganar un primer premio en una competición aérea celebrada en Londres.
Pero lo que no sabía nadie es que el rubiales surcaba también el espacio en vuelos nocturnos transportando una mercancía "especial" que el mismísimo Sherlock Holmes jamás habría sospechado que pudiera ser en realidad el componente esencial de una futura arma de guerra.
Aunque nadie lo sabía, la familia ocupaba las noches oscuras y épocas propicias de diciembre a marzo pescando angulas en el río.
En los sótanos de la granja disponían de una completa instalación para la conservación de los pececillos, consistente en depósitos de cemento por los que discurría el agua de forma ininterrumpida, al objeto de mantener vivas las angulas y hacer que la baba o espuma que desprendían fuese recogida aparte en un recipiente de madera de roble.
Las angulas, una vez limpias, eran devueltas al río por medio de un ingenioso mecanismo, pues no les interesaban.
La mercancía transportada en los vuelos nocturnos por el joven Wolf a Alemania era la "baba" que habían desprendido las angulas y que los científicos nazis pretendían utilizar para la síntesis de productos con aplicación militar.
¿Era real la historia o una simple “serpiente de verano” para llenar paginas?
Como he dicho, al principio no me convenció, pues no veía la utilidad de la sustancia.
¿Qué sabemos de cierto de la anguila y su alevín, la angula?
El área de distribución europea de las anguilas se extiende desde la península de Kola, al norte de Rusia, por todas las cuencas de ríos del continente y del Mediterráneo hasta el Mar Negro y las Islas Canarias.
Cuando apenas miden dos centímetros, las crías de las anguilas, las angulas, viajan desde el Mar de los Sargazos, donde nacen, hasta los ríos europeos donde viven entre cinco y 20 años y sufren dos metamorfosis antes de convertirse en anguilas, ejemplares adultos.
Ya como anguilas recorren de nuevo los miles de kilómetros que las separan del lugar donde nacieron en el mar de los Sargazos para desovar y morir.
Solo por esto son una especie extraordinaria.
Pero recientemente he conocido en una publicación especializada las propiedades químicas y físicas de la baba del pez bruja, un mixino pariente de nuestra humilde angula.
El pez bruja vive en el fondo marino. Cuando un depredador intenta comérselo, segrega como defensa una sustancia gelatinosa por unas glándulas especiales que convierte el agua circundante en irrespirable por sus branquias para el pez atacante. La anguila y la angula hacen lo mismo, se defienden con su baba.
El caso es que durante mucho tiempo los científicos han estado interesados en esa baba gelatinosa. ¿Por qué?
Porque a esta baba se la considera uno de los biomateriales elásticos más maleables que se conocen.
Esta sustancia contiene un moco formado por miles de largas fibras de diversas proteínas. Las mismas se combinan y convierten el agua que hay alrededor del pez bruja en una baba viscosa.
Esa baba obstruye las branquias de los posibles depredadores, lo que los obliga a escupir al pez bruja y a huir para no morir.
La baba de las diversas especies de mixinos tiene propiedades especiales:
- Cada uno de estos hilos proteicos es cien veces más fino que un cabello humano, pero hasta diez veces más fuerte que el nailon.
- Cuando la mezcla de moco y fibras se libera en el agua de mar, forma una estructura similar a una red tridimensional muy tupida.
- Esta estructura puede retener una cantidad de agua 26.000 veces superior a su propio peso. De hecho, casi el 100 % de la baba es agua.
Los científicos no han podido hasta ahora reproducir artificialmente esta baba gelatinosa. Es un sistema natural demasiado complejo, por lo que están actualmente intentando reproducir genéticamente las fibras de estas proteínas usando bacterias.
Su objetivo es desarrollar un producto que sea ligero, resistente, elástico y biodegradable. Los hilos de proteína sintéticos podrían usarse para desarrollar materiales sostenibles para la industria textil y para usos médicos.
Las aplicaciones de esta sustancia podrían ser infinitas. Incluidas, por desgracia, las militares, quizás como agente sofocante, que me temo es una de las ideas que tuvieron los alemanes.
Afortunadamente, las angulas no les revelaron a los nazis su secreto, tan misterioso como su doble viaje de seis mil kilómetros de ida y vuelta al mar de los Sargazos.
Así que cuando estás navidades escuche a alguien comentar lo caras que están las angulas, pídale que lo haga con respeto, pues su valor va mucho más allá del gastronómico, ya que la naturaleza esconde en ellas algunos de sus secretos más extraordinarios.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 -2019. Químico físico