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Miércoles, 08 de Enero de 2025 Tiempo de lectura:
Una reseña de Salvatore Bravo

La Educación Filosófica de Costanzo Preve

El libro de Educación Filosófica de Costanzo Preve no es sólo un viaje dentro del concepto de filosofía, sino que es un largo recorrido en el que los espectros y nihilismos de la época contemporánea se cruzan con el diálogo filosófico. La filosofía con su léxico y su aparato metodológico no retrocede ante las trampas y los abismos de su tiempo, sino que los vive y piensa de tal manera que se reafirma con la verdad el significado de la condición humana.

 

El texto en tiempos de "confusión y verdadera regresión" puede ser una brújula para orientar y reorientar el propio camino. El sentido del viaje es encontrarse a uno mismo después de haber pensado en los engaños y disfraces del nihilismo adaptativo y crematístico, pero encontrarse a uno mismo es el punto de partida y de llegada de un viaje comunitario y veraz que no conoce apriorismos y estructuras conceptuales esclerotizadas. El viaje hacia la verdad y por la verdad es una práctica que ya vive en el presente de quienes emprenden un largo camino para efectuar una profunda reorientación gestáltica, que nunca es sólo una sabia gestión de la existencia privada, sino que es una práctica política y social.

 

Lo real es racional, si por real entendemos la idealidad con la que evaluar el tiempo histórico y con la que comprometernos individual y colectivamente hacia un tiempo en el que nos humanicemos en la verdad dialógica. En la época caracterizada por el capitalismo integral, como lo definió Costanzo Preve como "capitalismo absoluto", la planificación empresarial se ha convertido en la peligrosa realidad que lo aniquila todo. La filosofía sobrevive sólo en la "fórmula de la filosofía de la educación", es decir, la filosofía se ha convertido en parte integral del aparato de ortopedización de los pueblos. La filosofía inclinada hacia la sociología o la psicología ha renunciado a la verdad para ser programáticamente adaptable. En las escuelas secundarias y academias se tolera, ya que es uno de los medios por los que se enseña un relativismo que sólo puede conducir a la creación de personalidades resilientes con poco valor para ofrecer al mercado. El relativismo permite la necrosis de la praxis y la desesperada naturalización del capitalismo. El holocausto de la verdad pone en marcha el ciclo del nihilismo que debilita a la humanidad y fortalece el mercado.

 

La distinción entre filosofía de la educación y educación filosófica es fundamental para orientarse en el extenso texto de Costanzo Preve. En una época de adaptación pasiva a los paradigmas económicos y relativistas, la educación filosófica transgrede el orden actual con sus programas a priori y bien preestablecidos según los deseos de los mercados y las oligarquías plutocráticas. La educación filosófica, por otra parte, es un espacio de libertad dialógica y amigable en el que la búsqueda de la verdad y su definición se convierte en el horizonte en el que la inmanencia y las diferencias se encuentran en una unidad que no conoce autoritarismos.

 

Necesitamos todo esto en la era de la reducción de la formación a mera instrucción carente de significado y conciencia: “Aunque la expresión filosofía de la educación también puede significar algo fundamentalmente bueno, inevitablemente lleva consigo un aire ligeramente sospechoso de conformismo edificante, como si una filosofía tuviera que ser “educativa” a toda costa, en el sentido de que cumpla con los principios morales, políticos y religiosos, valores considerados correctos y apropiados en una sociedad determinada”.

 

 

El coraje de la filosofía

 

La educación filosófica es antiadaptativa, es resistencia a los procesos en curso de deshumanización y cosificación. La educación filosófica implica vivir peligrosamente, no en el sentido nietzscheano, sino en el sentido filosófico. Existe el peligro de la soledad y la marginalidad al que debemos responder con equilibrio y valentía. Una existencia filosófica no siempre es fácil, ya que hay que saber resistir las presiones infiltrantes del sistema capitalista. Costanzo Preve nos muestra en su texto que la educación filosófica sólo puede formar "personalidades filosóficas" capaces de vivir los procesos de verdad con valentía y resistencia tenaz: “La expresión educación filosófica, en cambio, no sólo es compatible con una elección de resistencia y de rechazo a integrarse en los valores conformistas de la adaptación social, sino que casi parece aludir irresistiblemente a esta resistencia y a este rechazo, ya que los modelos conformistas y mayoritarios de la integración social casi siempre no es filosófica y, de hecho, a menudo es provocativamente antifilosófica”.

 

La educación filosófica es un camino, en el que educar significa poner a prueba la propia valentía y, por tanto, implica formar y tomar forma. La nuestra es la época del amorfismo, no tenemos forma, ya que no buscamos ni damos testimonio de metas objetivas, por eso nos dejamos envolver por los dogmas y la lógica del consumo, hasta el punto de salir desgastados y sin base . Filosofía y educación coinciden, pues realizan procedimentalmente el humanismo. La dignidad del ser humano es plantear la verdad, buscarla en la comunidad y afrontar las propias resistencias y preclusiones, sólo así se vuelve humano. Quienes están dispuestos a conocerse y escuchar a sus demonios no pueden dejar de convertirse en seres humanos comunitarios, ya que la palabra se convierte en fuente de verdad y comunicación en la que encontrarse: “Este es también el significado de la educación: un viaje en el que adquieres conocimientos y pones a prueba tu valentía. Este viaje dura toda la vida, y en este sentido podemos decir con seguridad que la educación coincide con la filosofía”.

 

La educación filosófica debe formar personalidades de manera integral. La forma y el contenido deben encajar de forma armoniosa y dialéctica. Para ser efectuados, los contenidos veraces no pueden dejar de requerir el coraje de la verdad. El coraje se forma en el diálogo veraz, ya que las personalidades aprenden a exponerse en el diálogo con la palabra sin temer el juicio de los demás, de hecho, la evaluación de las discusiones entre parresiastas [N. del T. se refiere a quienes hablan audazmente, con frnaqueza] fortalece a las personalidades, ya que se aprende gradualmente a abandonar las discusiones infundadas y retomar el camino con valentía; y honestidad. El coraje es testimonio de la verdad y ésta sólo puede materializarse en la comunidad, en la que el trabajo filosófico se convierte en un límite a la mentira y al conformismo del poder: “La filosofía vive exclusivamente del diálogo veraz, mientras que el diálogo intencional y programáticamente no veraz se llama retórica, no filosofía. La educación vive exclusivamente de un camino encaminado al conocimiento y a la valentía, porque siempre hace falta un poco de valentía para oponerse y resistir al sistema de valores y comportamientos dominantes en el tiempo histórico en que vivimos. El aprendizaje que no incluye la posibilidad de resistencia y oposición no se llama educación y no es educación. La retórica y la educación pueden y deben practicarse, porque son útiles para organizar la vida cotidiana, pero no deben convertirse en el horizonte general del sentido de la vida humana”.

 

El coraje filosófico se distingue del coraje inconsciente; este último, en realidad, es sólo coraje aparente, ya que no hay en él ninguna dimensión de conciencia. Vivimos fuera de nosotros mismos, la inconsciencia también es una forma adaptativa sin control que podría dañar gravemente a los amigos y a la comunidad. La persona inconsciente tiende a ser individualista. La valentía filosófica, en cambio, no hace daño, es la contradicción que permite que una comunidad se forme cualitativamente en la verdad, a la que se llega dialécticamente y se fortalece en la crítica. En el diálogo filosófico se presupone la amistad, por lo que la crítica es el medio para iniciar procesos de toma de conciencia. La crítica nunca es agresión, más bien es una forma afectuosa y amigable en la que cada uno es maestro del otro. El camino hacia el “bien y la verdad” es siempre peligroso; las ondas que sacuden a las personalidades nunca son destructivas, sino que, como el torpedo socrático, apuntan a la mayéutica. El coraje y la voluntad de formarse son un solo cuerpo del que florece la filosofía: “Quien tiene "coraje" sin conocimiento (pero ¿es realmente coraje?) en realidad está inconsciente y se arruina a sí mismo y a sus amigos. El viaje puede ser algo que nos lleve de regreso al punto de partida, pero enriquecido por el conocimiento y el coraje adquiridos durante el propio viaje”.

 

La filosofía es viajar

 

El tema del viaje se concreta en el texto de Costanzo Preve al explicar por etapas el camino formativo de Marx. Llegó a la evaluación holística del sistema capitalista y al paradigma del trabajador colectivo con el que juzgar el capitalismo y pensar el comunismo libertario a través de un largo proceso. El punto de partida de Marx es el materialismo, término con el que indica que no cree en Dios y, sobre todo, en la primera etapa de su viaje aplica la alienación ya no a la relación entre el hombre y Dios (Feuerbach) sino a la totalidad del sistema capitalista completamente alienante. En la segunda etapa que pasa por París y Francia, Marx vive y comparte la suerte de la clase obrera y escribe el Manifiesto Comunista (1848). En Londres (tercera etapa) se vuelve marxista, ya que elabora la crítica de la economía política con la teoría adjunta de la explotación y la crisis que debería haber llevado al trabajador colectivo asociado. Por tanto, el viaje filosófico de Marx comenzó y terminó en 1883 con su muerte. El viaje filosófico, si es auténtico, comienza y termina con la muerte: “El punto de partida del viaje de Marx es el de un joven filósofo revolucionario alemán. Que llama "materialismo" al hecho de no creer en el Dios de los sacerdotes católicos y protestantes, y de pensar que Dios no existe y que no hay más que materia y energía".

 

El incipit tiene un comienzo, pero el viaje filosófico termina con la existencia. Los herederos del pensamiento de Marx continuaron su camino en medio de debates, divisiones e interpretaciones.

 

El viaje filosófico en nuestro tiempo

 

La lógica profunda del camino que hemos esbozado brevemente nos interroga sobre nuestro presente erosionado y corroído por la esclerotización maligna del nihilismo crematístico.

 

La filosofía es diálogo veraz en la inmanencia de la historia y testimonia y demuestra que el ser humano es un animal simbólico que debe dar un sentido objetivo a su existencia. La conciencia de la muerte de Heidegger no puede dejar de exigir una respuesta y es el sentido veraz en el que basar la brevedad de la vida: “El presupuesto antropológico de la filosofía reside en el hecho de que el hombre, nuestro homo sapiens, no es sólo un animal fabricante de herramientas , es decir, un animal capaz de construir herramientas de trabajo artificiales, sino también un animal simbólico, que no puede hacer menos que dar sentido al mundo, como no puede evitar comer o sudar, un animal que sabe que tiene que morir y, por tanto, está irresistiblemente cargado de un sentido denso de la porción temporal en la que se desarrolla su historia".

 

Nuestro tiempo está marcado por la insensatez y el desencanto ante la caída del comunismo real. En este marco es necesario retomar el camino de rediseño del comunismo, conscientes de que el trabajador colectivo asociado es una posibilidad a realizar que no quedó sepultada por el derrumbe del Muro de Berlín, pero es una esperanza ideal que sigue siendo vital. El diálogo filosófico sin a priori debe continuar su camino sin preclusiones y protocolos preestablecidos. El diálogo socrático es la valentía de lo "nuevo", es investigación y reproposición dialéctica de la verdad que debe proponer medios y realidades políticas hacia las cuales orientarse con la conciencia histórica de la experiencia vivida y conceptualizada del pasado: “El modelo socrático de educación filosófica, en otras palabras, no se basa en una imposible completitud de contenidos ya enunciados a priori, sino que se legitima con una metodología dialógico-comunitaria que sólo conoce el punto de partida (en este caso, la no coincidencia). entre democracia y verdad), pero desconoce el posible punto de llegada. Una situación, en efecto, de tipo socrático, no de tipo hegeliano o marxista".

 

Cada uno de nosotros tiene la tarea de reiniciar el camino filosófico, no hay obligaciones ni caminos ya marcados, la filosofía es valentía en la libertad, desde el inicio es apertura al encuentro con la verdad que conduce hacia espacios de pensamiento impensables e inexplorados. El viaje filosófico es un gesto simbólico con el que escapamos de los procesos de dominación para resemantizar la realidad histórica. Esta no es una postura que se limita únicamente a la crítica, sino que es el coraje de planificar y conceptualizar lo nuevo sobre fundamentos metafísicos. Necesitamos todo esto para emanciparnos de la desesperación del nihilismo crematístico con su insensatez deshumanizante.

 

Traducción: Carlos X. Blanco
 

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