La verdadera libertad del nuevo lendacari Manuel Larreta
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La pregunta es: ¿qué es más complicado, a fin de cuentas, poder cambiarse los apellidos en un Registro Civil y en todos los documentos que afectan a nuestra vida particular o convertir Euskal Herria en Estado independiente?
Porque nadie me va a decir que cambiarse los apellidos, por ejemplo de Pradales a Larreta va a ser más difícil que conseguir la independencia de Euskal Herria, la independencia real, efectiva, contante y sonante, ¿no?
Una convención social tan simple como la de tener un apellido u otro, por mucha historia que lleve detrás, no puede ser más difícil que conseguir la independencia de una región entera.
¿Y no es eso lo que quiere todo nacionalista, apellidarse con un apellido eusquérico? ¿Por qué, si no, se llaman Imanol en lugar de Manolo, o Kepa en lugar de Pedro? Porque si se cambian todas las denominaciones que tenemos a la vista en el País Vasco y si todo el que puede se cambia el orden de sus apellidos o el de los de sus padres (caso de Koldo Tellitu, el tantos años presidente de las ikastolas) para tener apellidos eusquéricos, es porque ese es el sueño, la ambición de todo nacionalista. ¿O me van a decir que les da igual apellidarse de cualquier manera, con cualquier apellido español, pudiendo apellidarse con apellidos eusquéricos?
¿O es que me van a decir que tienen interiorizado que hacer eso en un Registro Civil es muy complicado y en cambio conseguir la independencia de Euskal Herria es más fácil y por eso lo van a conseguir antes?
El nuevo lendacari Manuel Larreta se dio cuenta por primera vez que cambiarse los apellidos en el Registro Civil era, a fin de cuentas, más factible que conseguir la independencia de Euskal Herria y que una vez cambiados todos los nombres de todas las cosas de la vida diaria y antes de conseguir la independencia solo quedaba poder cambiarse los apellidos. Y a eso dedicó todos los esfuerzos de su mandato.
La inspiración para esta idea le vino de la forma tan inopinadamente arbitraria y caprichosa con la que Sabino Arana cambió el nombre original de la anteiglesia de Pedernales, San Andrés de Pedernales, por Sukarrieta. Si eso se hizo con el nombre de un pueblo y si los nacionalistas lo han hecho con los nombres de todos los pueblos del País Vasco que no tenían nombre eusquérico (salvo con Segura, en Guipúzcoa, y no sé si con alguno más), así como con todos los accidentes geográficos y con los nombres de todas las calles, plazas, travesías, avenidas y callejones, ¿por qué no abordar con la misma determinación el caso de los apellidos?
Veamos lo que pasó con Pedernales.
En las fotos que aportamos aquí podemos ver los que son seguramente los dos únicos vestigios actuales de lo que fue el nombre de siempre de Pedernales.
El primero es el típico rótulo de la localidad en azulejos con el escudo de Vizcaya, cuya tipología es la misma que se puede ver en la mayoría de las entidades de población de la provincia, situado en este caso en un caserío a la entrada de Pedernales viniendo desde Mundaca. El segundo está en la fachada de una casa a la entrada de Pedernales viniendo desde Busturia. En ambas se puede apreciar el nombre de siempre de Pedernales, el que llevaban sus representantes a las Juntas Generales de Vizcaya donde tenían reservado desde el origen de los tiempos el asiento número 2, nada menos.
De que el nombre de Sukarrieta para denominar Pedernales es una inventada de Sabino Arana Goiri no hay la más mínima duda. Inés Pagola Hernández recoge el término “Sukarrieta” en su libro Neologismos en la obra de Sabino Arana Goiri (Bilbao, Euskaltzaindia, 2005, p. 324). Ahí se nos da la fuente de la propia confesión de Sabino Arana, que lo dice en el artículo “Euzko” del número 1, fechado en marzo de 1901, de su revista Euzkadi (en la nota 2 y 2bis de la página 1784, según su reproducción en las Obras Completas de Sabino Arana Goiri, 1980), donde dice: “En Sukaŕieta (Bizkaya). Llamo así a la anteiglesia en que resido, que gozó el voto segundo en las Juntas Generales de Gernika en los tiempos en que Bizkaya era independiente; y la llamo así traduciendo a la letra el nombre erdérico oficial de Pedernales con que algún hispanófilo de aquella época tuvo la consecuente ocurrencia de denominarlo por razón de la abundancia y crecidas piezas en que se encuentra dicho cuarzo en estas playas”. “Ocurrencia de algún hispanófilo de aquella época”, llama Sabino Arana al nombre histórico de Pedernales, con el que iba su representante a las Juntas Generales de Vizcaya, como si la historia de ese nombre fuera prescindible, como si el hecho de llamarse así no tuviera una explicación y una razón de ser.
En el registro de Actas Sacramentales, consultable en la página web “Artxibo” del Gobierno Vasco, encontramos ya una persona bautizada con ese apellido, llamada Marina Pedernales, en 1765 y en el municipio de Pedernales, como no podía ser de otro modo. Aunque ahora se llame Sukarrieta. Quiere decirse que Pedernales funcionaba también como apellido desde el siglo XVIII al menos.
La “inspiración” para esa transformación de Pedernales en Sukarrieta, dice Inés Pagola que Sabino Arana la habría encontrado en el diccionario de Van Eys, donde se explica la definición de pedernal como “suharri” y de aquí “sukarri”, más luego la pluralización para pedernales con la terminación “-eta”.
Aquí la única duda reside en cuándo empezó a llamar Sabino Arana a Pedernales como Sukarrieta, que es el nombre oficial actual. La respuesta más fácil y directa es que fue a partir de la llegada de Sabino Arana a vivir a Pedernales, en 1897.
Según el artículo de la revista Euzkadi de marzo 1905, firmado por “M” y recogido por Javier Corcuera en La patria de los vascos (página 544, nota 337), Sabino Arana se instaló por primera vez en Pedernales en 1897. Allí conoció a su futura esposa, Nicolasa Achica Allende y allí le compró a su futuro suegro el caserío de Abiña. Sabino Arana se casó en la ermita de San Antonio, aneja a dicho caserío, el 2 de febrero de 1900. En el acta de matrimonio pone bien claro que se casaron en la Anteiglesia de Pedernales.
De 1896 tenemos una prueba fehaciente de que aquello se llamaba Pedernales y de que a nadie todavía –empezando por Sabino Arana– se le había ocurrido todavía lo de que podría ser Sukarrieta. Y es que el Bizkai Buru Batzar (nombre del primer órgano directivo del PNV, reducido todavía a Vizcaya), en una sesión de fecha 17 de marzo de 1896, a la que asistieron los hermanos Arana Goiri, así como Juan de Aramburuzabala, Ciriaco Llodio y Elías Lecue, se aprobó por unanimidad el “Proyecto de división territorial de Bizkaya”, integrado por ocho regiones denominadas en principio con las letras A, B, C, D, E, F, G y H. De lo en mantillas que estaba lo de la llamada “normalización” del eusquera y de los topónimos y todo eso, da idea el hecho de que no les importó utilizar la letra C para denominar una de las regiones vizcaínas, siendo la C una letra extraña al eusquera sabiniano y luego también al batúa que conocemos hoy. Cada una de las regiones fue nombrada con un término eusquérico. Así, a la región A se le llamó Aréchaga (con tilde), porque “significa lugar del Roble”. Téngase en cuenta que esa región para el nacionalismo era la primera, suponemos que porque incluía a Guernica, que también la escribieron en el acta así, “Guernica”. En esa región también estaba Pedernales, que se denominó también así, “Pedernales”.
En el acta, a cada región la denominan de una forma lo más eusquérico-nacionalista posible y para hacerlo utilizan la expresión entre interrogantes: “se le impone” o “se le impondrá”, y que al final se someten a votación. Así, van escribiendo:
- A la región A: “se le impone el nombre de Aréchaga”.
- A la región B: “se le impondrá a esta el nombre de Aizqueta que significa región de peñas”
- A la región C: Uribe, que es el propio de la merindad y no corresponde a ningún pueblo en concreto.
- A la región D: “se le impondrá el nombre de Arechabalaga”
- A la región E: “se le impondrá el de Mallatu”
- A la región F: “se le impondrá el nombre de Arratia”
- A la región G: “se le impondrá el de Guerediaga”
- A la región H: “Componiéndose de todas las Encartaciones, y siendo español este nombre, ¿se le impondrá el de Urreisti que significa Avellaneda…”
Se someten a votación los dos proyectos, el de la división territorial y el de las denominaciones para cada “región” y se aprueban por unanimidad.
En la sesión del Bizkai Buru Batzar de 18 de marzo de 1896 se dice: “Merindad de Arechaga. Una anteiglesia de esta merindad se llama San Andrés de Pedernales, que es nombre español. ¿Se le impondrá el de Deun-Ander, que significa simplemente San Andrés?” Se aprobó por unanimidad, como todo lo que se iba preguntando. De modo que en la lista de pueblos da cada merindad que fueron elaborando, aparecía ya Deun Ander formando parte de la región de Aréchaga, en lugar de Pedernales.
Todo esto se recoge en el volumen 2 de Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, en las páginas 109 a 113.
Quiere decirse que todavía no había surgido la idea dentro del nacionalismo de llamar Sukarrieta a Pedernales.
Este cambio tenemos que rastrearlo en los artículos y escritos de Sabino Arana, pero sobre todo en sus cartas, donde pone el lugar desde el que fueron escritas.
Si se instaló en Pedernales en 1897, tenemos que empezar por ahí.
Javier Corcuera, en La Patria de los vascos, en la misma nota 337 de la página 554 que citamos antes dice: “Hasta su boda, sin embargo, sus estancias en Bilbao eran muy numerosas y largas, descendiendo a partir de entonces. Para afirmarlo me fundo en el lugar en que fecha su correspondencia: la mayoría de las cartas anteriores a 1900 están firmadas en Bilbao, y la mayoría –no todas– de las posteriores, en Pedernales (Sukarrieta)”.
Vemos entonces cómo la fecha de la boda de 2 de febrero de 1900 establecería el cambio de lugar de escritura mayoritario de las cartas, pero cuando dice que la mayoría de las cartas a partir de entonces se escribieron desde Pedernales (Sukarrieta), no especifica más. Es decir, que podrían estar escritas indistintamente como desde Pedernales o como desde Sukarrieta. Sin darle mayor importancia al cambio de denominación.
Pero ese cambio es precisamente el que nos interesa a nosotros.
En el número 10 de Baserritarra, de fecha 4 de julio de 1897, en el artículo titulado “Varios porqués y un cómo” utiliza varias veces el nombre de Pedernales todavía. Sin hacer mención a Sukarrieta en su lugar.
En el número 20 de El Correo Vasco, de fecha 23 de junio de 1899 también aparece el nombre de Pedernales., en un artículo titulado “Las cuotas concertadas”. Solamente por ese detalle del empleo de Pedernales aquí, y por el tono general del artículo, nos inclinamos a pensar que no es original de Sabino Arana, problema que ocurre con muchos de los artículos de El Correo Vasco recogidos en las llamadas Obras Completas de Sabino Arana Goiri editadas en 1980.
Pero en este mismo periódico El Correo Vasco, en el número 62 de 5 de agosto de 1899 aparece un “Remitido” de Sabino Arana al director del mismo, fechado ya desde Sukarrieta, en lugar de Pedernales. El lo escribe con una sola “r” y una rayita encima de la misma, para denotar la doble r. Así: Sukaŕieta.
Ahora vamos a ir a las cartas, a ver si se adelanta esa fecha de agosto de 1899 en la aparición del término Sukarrieta.
Ines Pagola, en su obra citada antes, en cuanto a la primera aparición de Sukarrieta, dice que “no hemos encontrado ejemplos fuera de su correspondencia personal”. Y da como ejemplo más temprano una carta a Ángel Zabala (Kondaño) de 20 de enero de 1899 (Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, vol. II, p. 635).
Esta sería la fecha más temprana conocida de su utilización del término Sukarrieta en lugar de Pedernales. Lo que ocurre es que a partir de entonces lo empleará pero no siempre sino solo con sus más íntimos, lo que nos da un dato a tener en cuenta.
En efecto, a partir de esa fecha ya encontramos cartas con el remite desde Sukarrieta, pero no siempre es así. Por ejemplo, las que envía a Engracio Aranzadi van siempre desde Sukarrieta, salvo una, de 20 de enero de 1902, donde pone Sukarrieta y luego, entre paréntesis, Pedernales.
Al padre Pedro Ignacio de Arrupe, de 3 de junio de 1901, desde Sukarrieta.
A Pedro Grijalba, el gerente de varios de sus negocios, también le escribe desde Sukarrieta durante 1903.
La última carta de Sabino a su hermano Luis, de 23 de octubre de 1903, también desde “Suk,” (Sukarrieta).
En cambio, el remitido al periódico Euskalduna, con el que inició una sonora polémica con este medio, de 23-IX-1901, lo escribe desde Pedernales.
El 16 de julio de 1903 escribe a Eduardo Arriaga también desde “Ped.” (Pedernales).
Y una carta a su médico Carlos Iruarrízaga de 13 de octubre de 1903 también la fecha en Pedernales.
A Aingeru Zabala (Kondaño), quien le sucederá al frente del partido, y como ya hemos dicho antes, siempre le escribirá a partir de enero de 1899 desde “Sukarrieta”. Pero, curiosamente, en la última carta que le escribe, que es además la última que se conoce de Sabino Arana, fechada el 12 de noviembre de 1903, habida cuenta que falleció el 25 de ese mes, demuestra que ya no estaba para muchas tonterías y la escribe desde “Ped.”, es decir, Pedernales.
Y ahora volvamos al principio. La pregunta era, ¿por qué ese desahogo con el que los nacionalistas se permiten redenominar una población que siempre durante toda la historia se había llamado Pedernales y ponerle en eusquera, así por las buenas, Sukarrieta, como si toda la historia se hubiera llamado mal, sin tener en cuenta que todos sus habitantes, durante toda su vida, la habían llamado así generación tras generación desde su mismo origen, por qué ese desahogo, decimos, no se lo aplican a sus propios apellidos en caso de no tenerlos eusquéricos?
Si tanto les molestaba el nombre hispanófilo, como decía Sabino, de la localidad, y no tuvieron la más mínima duda en cambiarlo, ¿por qué no hacen lo mismo con los apellidos de quienes consideran que son también vascos pero están mal apellidados?
¿Por qué ese respeto reverencial por el Registro Civil cuando no tienen ningún respeto por el resto de instituciones, mucho más relevantes y decisivas para nuestro orden político, como son la Monarquía, la Constitución, el Estado de las Autonomías?
¿Es que encuentran más dificultad en cambiar los apellidos de todos los documentos que afectan a su vida particular en los que constan en su forma castellana, que cambiar el orden jurídico-político del Estado español, que es el más antiguo de Europa?
Por ejemplo con el actual lendacari Pradales, a quien no hay quien le gane a vasco. ¿Por qué no se cambia su apellido y se pone Larreta? ¿Qué o quién se lo impide? ¿Que hay muchos problemas de registro y de documentación que solventar? Y qué son esos problemas comparados con la posibilidad de ponerse el apellido en eusquera y dejar de llevar ese infamante apellido español. Y qué es la dificultad del cambio en el registro de un apellido comparada con la dificultad de convertir una región en un Estado independiente.
¿Qué es más complicado, cambiar los apellidos en un Registro Civil o convertir Euskal Herria en Estado independiente?
Si no podían soportar que Pedernales se llamara con un nombre español, cómo es que soportan, en cambio, llevar un apellido español día y noche, las veinticuatro horas del día de los 365 días del año. Es que no lo entiendo. Cambian todas las legislaciones, quieren cambiar la Constitución, el Estatuto de Autonomía, quieren cambiarlo todo, llevarnos al derecho a decidir, cambian los nombres de todas las calles, de todos los pueblos, de todos los accidentes topográficos, y, en cambio, ¿no se atreven a cambiarse los apellidos?
Yo al lendacari Pradales, si no le parece mal, que supongo que no, le llamaré desde ahora indistintamente Pradales y Larreta. Además, Larreta existe como apellido, no sería nada raro llevarlo, no sería el único que lo llevara, vamos.
Por pura coherencia debería cambiárselo. Por pura economía de medios. Por pura lógica nacionalista, por pura necesidad, por puro orden de prioridades.
Antes que conseguir la independencia, tener la libertad de cambiarse los apellidos debería ser una norma a seguir por todo nacionalista. Lo primero los apellidos, después la independencia.
La nueva vida de Manuel Larreta consistió en eso: su gran aportación a la causa de la independencia fue conseguir que todo nacionalista portara apellidos eusquéricos. Si no podemos conseguir la independencia mañana, al menos conseguir la libertad de cambiarnos los apellidos. A lo mejor resulta que la verdadera libertad de los nacionalistas, antes incluso que la de conseguir la independencia, consistía en eso. Y no lo sabían.
La pregunta es: ¿qué es más complicado, a fin de cuentas, poder cambiarse los apellidos en un Registro Civil y en todos los documentos que afectan a nuestra vida particular o convertir Euskal Herria en Estado independiente?
Porque nadie me va a decir que cambiarse los apellidos, por ejemplo de Pradales a Larreta va a ser más difícil que conseguir la independencia de Euskal Herria, la independencia real, efectiva, contante y sonante, ¿no?
Una convención social tan simple como la de tener un apellido u otro, por mucha historia que lleve detrás, no puede ser más difícil que conseguir la independencia de una región entera.
¿Y no es eso lo que quiere todo nacionalista, apellidarse con un apellido eusquérico? ¿Por qué, si no, se llaman Imanol en lugar de Manolo, o Kepa en lugar de Pedro? Porque si se cambian todas las denominaciones que tenemos a la vista en el País Vasco y si todo el que puede se cambia el orden de sus apellidos o el de los de sus padres (caso de Koldo Tellitu, el tantos años presidente de las ikastolas) para tener apellidos eusquéricos, es porque ese es el sueño, la ambición de todo nacionalista. ¿O me van a decir que les da igual apellidarse de cualquier manera, con cualquier apellido español, pudiendo apellidarse con apellidos eusquéricos?
¿O es que me van a decir que tienen interiorizado que hacer eso en un Registro Civil es muy complicado y en cambio conseguir la independencia de Euskal Herria es más fácil y por eso lo van a conseguir antes?
El nuevo lendacari Manuel Larreta se dio cuenta por primera vez que cambiarse los apellidos en el Registro Civil era, a fin de cuentas, más factible que conseguir la independencia de Euskal Herria y que una vez cambiados todos los nombres de todas las cosas de la vida diaria y antes de conseguir la independencia solo quedaba poder cambiarse los apellidos. Y a eso dedicó todos los esfuerzos de su mandato.
La inspiración para esta idea le vino de la forma tan inopinadamente arbitraria y caprichosa con la que Sabino Arana cambió el nombre original de la anteiglesia de Pedernales, San Andrés de Pedernales, por Sukarrieta. Si eso se hizo con el nombre de un pueblo y si los nacionalistas lo han hecho con los nombres de todos los pueblos del País Vasco que no tenían nombre eusquérico (salvo con Segura, en Guipúzcoa, y no sé si con alguno más), así como con todos los accidentes geográficos y con los nombres de todas las calles, plazas, travesías, avenidas y callejones, ¿por qué no abordar con la misma determinación el caso de los apellidos?
Veamos lo que pasó con Pedernales.
En las fotos que aportamos aquí podemos ver los que son seguramente los dos únicos vestigios actuales de lo que fue el nombre de siempre de Pedernales.
El primero es el típico rótulo de la localidad en azulejos con el escudo de Vizcaya, cuya tipología es la misma que se puede ver en la mayoría de las entidades de población de la provincia, situado en este caso en un caserío a la entrada de Pedernales viniendo desde Mundaca. El segundo está en la fachada de una casa a la entrada de Pedernales viniendo desde Busturia. En ambas se puede apreciar el nombre de siempre de Pedernales, el que llevaban sus representantes a las Juntas Generales de Vizcaya donde tenían reservado desde el origen de los tiempos el asiento número 2, nada menos.
De que el nombre de Sukarrieta para denominar Pedernales es una inventada de Sabino Arana Goiri no hay la más mínima duda. Inés Pagola Hernández recoge el término “Sukarrieta” en su libro Neologismos en la obra de Sabino Arana Goiri (Bilbao, Euskaltzaindia, 2005, p. 324). Ahí se nos da la fuente de la propia confesión de Sabino Arana, que lo dice en el artículo “Euzko” del número 1, fechado en marzo de 1901, de su revista Euzkadi (en la nota 2 y 2bis de la página 1784, según su reproducción en las Obras Completas de Sabino Arana Goiri, 1980), donde dice: “En Sukaŕieta (Bizkaya). Llamo así a la anteiglesia en que resido, que gozó el voto segundo en las Juntas Generales de Gernika en los tiempos en que Bizkaya era independiente; y la llamo así traduciendo a la letra el nombre erdérico oficial de Pedernales con que algún hispanófilo de aquella época tuvo la consecuente ocurrencia de denominarlo por razón de la abundancia y crecidas piezas en que se encuentra dicho cuarzo en estas playas”. “Ocurrencia de algún hispanófilo de aquella época”, llama Sabino Arana al nombre histórico de Pedernales, con el que iba su representante a las Juntas Generales de Vizcaya, como si la historia de ese nombre fuera prescindible, como si el hecho de llamarse así no tuviera una explicación y una razón de ser.
En el registro de Actas Sacramentales, consultable en la página web “Artxibo” del Gobierno Vasco, encontramos ya una persona bautizada con ese apellido, llamada Marina Pedernales, en 1765 y en el municipio de Pedernales, como no podía ser de otro modo. Aunque ahora se llame Sukarrieta. Quiere decirse que Pedernales funcionaba también como apellido desde el siglo XVIII al menos.
La “inspiración” para esa transformación de Pedernales en Sukarrieta, dice Inés Pagola que Sabino Arana la habría encontrado en el diccionario de Van Eys, donde se explica la definición de pedernal como “suharri” y de aquí “sukarri”, más luego la pluralización para pedernales con la terminación “-eta”.
Aquí la única duda reside en cuándo empezó a llamar Sabino Arana a Pedernales como Sukarrieta, que es el nombre oficial actual. La respuesta más fácil y directa es que fue a partir de la llegada de Sabino Arana a vivir a Pedernales, en 1897.
Según el artículo de la revista Euzkadi de marzo 1905, firmado por “M” y recogido por Javier Corcuera en La patria de los vascos (página 544, nota 337), Sabino Arana se instaló por primera vez en Pedernales en 1897. Allí conoció a su futura esposa, Nicolasa Achica Allende y allí le compró a su futuro suegro el caserío de Abiña. Sabino Arana se casó en la ermita de San Antonio, aneja a dicho caserío, el 2 de febrero de 1900. En el acta de matrimonio pone bien claro que se casaron en la Anteiglesia de Pedernales.
De 1896 tenemos una prueba fehaciente de que aquello se llamaba Pedernales y de que a nadie todavía –empezando por Sabino Arana– se le había ocurrido todavía lo de que podría ser Sukarrieta. Y es que el Bizkai Buru Batzar (nombre del primer órgano directivo del PNV, reducido todavía a Vizcaya), en una sesión de fecha 17 de marzo de 1896, a la que asistieron los hermanos Arana Goiri, así como Juan de Aramburuzabala, Ciriaco Llodio y Elías Lecue, se aprobó por unanimidad el “Proyecto de división territorial de Bizkaya”, integrado por ocho regiones denominadas en principio con las letras A, B, C, D, E, F, G y H. De lo en mantillas que estaba lo de la llamada “normalización” del eusquera y de los topónimos y todo eso, da idea el hecho de que no les importó utilizar la letra C para denominar una de las regiones vizcaínas, siendo la C una letra extraña al eusquera sabiniano y luego también al batúa que conocemos hoy. Cada una de las regiones fue nombrada con un término eusquérico. Así, a la región A se le llamó Aréchaga (con tilde), porque “significa lugar del Roble”. Téngase en cuenta que esa región para el nacionalismo era la primera, suponemos que porque incluía a Guernica, que también la escribieron en el acta así, “Guernica”. En esa región también estaba Pedernales, que se denominó también así, “Pedernales”.
En el acta, a cada región la denominan de una forma lo más eusquérico-nacionalista posible y para hacerlo utilizan la expresión entre interrogantes: “se le impone” o “se le impondrá”, y que al final se someten a votación. Así, van escribiendo:
- A la región A: “se le impone el nombre de Aréchaga”.
- A la región B: “se le impondrá a esta el nombre de Aizqueta que significa región de peñas”
- A la región C: Uribe, que es el propio de la merindad y no corresponde a ningún pueblo en concreto.
- A la región D: “se le impondrá el nombre de Arechabalaga”
- A la región E: “se le impondrá el de Mallatu”
- A la región F: “se le impondrá el nombre de Arratia”
- A la región G: “se le impondrá el de Guerediaga”
- A la región H: “Componiéndose de todas las Encartaciones, y siendo español este nombre, ¿se le impondrá el de Urreisti que significa Avellaneda…”
Se someten a votación los dos proyectos, el de la división territorial y el de las denominaciones para cada “región” y se aprueban por unanimidad.
En la sesión del Bizkai Buru Batzar de 18 de marzo de 1896 se dice: “Merindad de Arechaga. Una anteiglesia de esta merindad se llama San Andrés de Pedernales, que es nombre español. ¿Se le impondrá el de Deun-Ander, que significa simplemente San Andrés?” Se aprobó por unanimidad, como todo lo que se iba preguntando. De modo que en la lista de pueblos da cada merindad que fueron elaborando, aparecía ya Deun Ander formando parte de la región de Aréchaga, en lugar de Pedernales.
Todo esto se recoge en el volumen 2 de Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, en las páginas 109 a 113.
Quiere decirse que todavía no había surgido la idea dentro del nacionalismo de llamar Sukarrieta a Pedernales.
Este cambio tenemos que rastrearlo en los artículos y escritos de Sabino Arana, pero sobre todo en sus cartas, donde pone el lugar desde el que fueron escritas.
Si se instaló en Pedernales en 1897, tenemos que empezar por ahí.
Javier Corcuera, en La Patria de los vascos, en la misma nota 337 de la página 554 que citamos antes dice: “Hasta su boda, sin embargo, sus estancias en Bilbao eran muy numerosas y largas, descendiendo a partir de entonces. Para afirmarlo me fundo en el lugar en que fecha su correspondencia: la mayoría de las cartas anteriores a 1900 están firmadas en Bilbao, y la mayoría –no todas– de las posteriores, en Pedernales (Sukarrieta)”.
Vemos entonces cómo la fecha de la boda de 2 de febrero de 1900 establecería el cambio de lugar de escritura mayoritario de las cartas, pero cuando dice que la mayoría de las cartas a partir de entonces se escribieron desde Pedernales (Sukarrieta), no especifica más. Es decir, que podrían estar escritas indistintamente como desde Pedernales o como desde Sukarrieta. Sin darle mayor importancia al cambio de denominación.
Pero ese cambio es precisamente el que nos interesa a nosotros.
En el número 10 de Baserritarra, de fecha 4 de julio de 1897, en el artículo titulado “Varios porqués y un cómo” utiliza varias veces el nombre de Pedernales todavía. Sin hacer mención a Sukarrieta en su lugar.
En el número 20 de El Correo Vasco, de fecha 23 de junio de 1899 también aparece el nombre de Pedernales., en un artículo titulado “Las cuotas concertadas”. Solamente por ese detalle del empleo de Pedernales aquí, y por el tono general del artículo, nos inclinamos a pensar que no es original de Sabino Arana, problema que ocurre con muchos de los artículos de El Correo Vasco recogidos en las llamadas Obras Completas de Sabino Arana Goiri editadas en 1980.
Pero en este mismo periódico El Correo Vasco, en el número 62 de 5 de agosto de 1899 aparece un “Remitido” de Sabino Arana al director del mismo, fechado ya desde Sukarrieta, en lugar de Pedernales. El lo escribe con una sola “r” y una rayita encima de la misma, para denotar la doble r. Así: Sukaŕieta.
Ahora vamos a ir a las cartas, a ver si se adelanta esa fecha de agosto de 1899 en la aparición del término Sukarrieta.
Ines Pagola, en su obra citada antes, en cuanto a la primera aparición de Sukarrieta, dice que “no hemos encontrado ejemplos fuera de su correspondencia personal”. Y da como ejemplo más temprano una carta a Ángel Zabala (Kondaño) de 20 de enero de 1899 (Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, vol. II, p. 635).
Esta sería la fecha más temprana conocida de su utilización del término Sukarrieta en lugar de Pedernales. Lo que ocurre es que a partir de entonces lo empleará pero no siempre sino solo con sus más íntimos, lo que nos da un dato a tener en cuenta.
En efecto, a partir de esa fecha ya encontramos cartas con el remite desde Sukarrieta, pero no siempre es así. Por ejemplo, las que envía a Engracio Aranzadi van siempre desde Sukarrieta, salvo una, de 20 de enero de 1902, donde pone Sukarrieta y luego, entre paréntesis, Pedernales.
Al padre Pedro Ignacio de Arrupe, de 3 de junio de 1901, desde Sukarrieta.
A Pedro Grijalba, el gerente de varios de sus negocios, también le escribe desde Sukarrieta durante 1903.
La última carta de Sabino a su hermano Luis, de 23 de octubre de 1903, también desde “Suk,” (Sukarrieta).
En cambio, el remitido al periódico Euskalduna, con el que inició una sonora polémica con este medio, de 23-IX-1901, lo escribe desde Pedernales.
El 16 de julio de 1903 escribe a Eduardo Arriaga también desde “Ped.” (Pedernales).
Y una carta a su médico Carlos Iruarrízaga de 13 de octubre de 1903 también la fecha en Pedernales.
A Aingeru Zabala (Kondaño), quien le sucederá al frente del partido, y como ya hemos dicho antes, siempre le escribirá a partir de enero de 1899 desde “Sukarrieta”. Pero, curiosamente, en la última carta que le escribe, que es además la última que se conoce de Sabino Arana, fechada el 12 de noviembre de 1903, habida cuenta que falleció el 25 de ese mes, demuestra que ya no estaba para muchas tonterías y la escribe desde “Ped.”, es decir, Pedernales.
Y ahora volvamos al principio. La pregunta era, ¿por qué ese desahogo con el que los nacionalistas se permiten redenominar una población que siempre durante toda la historia se había llamado Pedernales y ponerle en eusquera, así por las buenas, Sukarrieta, como si toda la historia se hubiera llamado mal, sin tener en cuenta que todos sus habitantes, durante toda su vida, la habían llamado así generación tras generación desde su mismo origen, por qué ese desahogo, decimos, no se lo aplican a sus propios apellidos en caso de no tenerlos eusquéricos?
Si tanto les molestaba el nombre hispanófilo, como decía Sabino, de la localidad, y no tuvieron la más mínima duda en cambiarlo, ¿por qué no hacen lo mismo con los apellidos de quienes consideran que son también vascos pero están mal apellidados?
¿Por qué ese respeto reverencial por el Registro Civil cuando no tienen ningún respeto por el resto de instituciones, mucho más relevantes y decisivas para nuestro orden político, como son la Monarquía, la Constitución, el Estado de las Autonomías?
¿Es que encuentran más dificultad en cambiar los apellidos de todos los documentos que afectan a su vida particular en los que constan en su forma castellana, que cambiar el orden jurídico-político del Estado español, que es el más antiguo de Europa?
Por ejemplo con el actual lendacari Pradales, a quien no hay quien le gane a vasco. ¿Por qué no se cambia su apellido y se pone Larreta? ¿Qué o quién se lo impide? ¿Que hay muchos problemas de registro y de documentación que solventar? Y qué son esos problemas comparados con la posibilidad de ponerse el apellido en eusquera y dejar de llevar ese infamante apellido español. Y qué es la dificultad del cambio en el registro de un apellido comparada con la dificultad de convertir una región en un Estado independiente.
¿Qué es más complicado, cambiar los apellidos en un Registro Civil o convertir Euskal Herria en Estado independiente?
Si no podían soportar que Pedernales se llamara con un nombre español, cómo es que soportan, en cambio, llevar un apellido español día y noche, las veinticuatro horas del día de los 365 días del año. Es que no lo entiendo. Cambian todas las legislaciones, quieren cambiar la Constitución, el Estatuto de Autonomía, quieren cambiarlo todo, llevarnos al derecho a decidir, cambian los nombres de todas las calles, de todos los pueblos, de todos los accidentes topográficos, y, en cambio, ¿no se atreven a cambiarse los apellidos?
Yo al lendacari Pradales, si no le parece mal, que supongo que no, le llamaré desde ahora indistintamente Pradales y Larreta. Además, Larreta existe como apellido, no sería nada raro llevarlo, no sería el único que lo llevara, vamos.
Por pura coherencia debería cambiárselo. Por pura economía de medios. Por pura lógica nacionalista, por pura necesidad, por puro orden de prioridades.
Antes que conseguir la independencia, tener la libertad de cambiarse los apellidos debería ser una norma a seguir por todo nacionalista. Lo primero los apellidos, después la independencia.
La nueva vida de Manuel Larreta consistió en eso: su gran aportación a la causa de la independencia fue conseguir que todo nacionalista portara apellidos eusquéricos. Si no podemos conseguir la independencia mañana, al menos conseguir la libertad de cambiarnos los apellidos. A lo mejor resulta que la verdadera libertad de los nacionalistas, antes incluso que la de conseguir la independencia, consistía en eso. Y no lo sabían.