Iñigo Urkullu, premio Sabino Arana 2025
Ahora que acaban de anunciar los premios Sabino Arana 2025 y que entre los premiados está Iñigo Urkullu, pienso que es buen momento para recordar un aspecto de su currículum que clama al cielo de la incoherencia política y la penuria intelectual que nos asola. Supongo que no hará falta recordar que Iñigo Urkullu fue el anterior lendacari vasco, antes de que llegara el actual, Imanol Pradales Gil. Fue lendacari nada menos que durante tres legislaturas completas, entre 2012 y 2024. Antes de eso fue también presidente del PNV entre 2008 y 2012. Vamos, que no fue un cualquiera dentro del nacionalismo vasco.
Que le hayan dado ahora el Premio Sabino Arana tampoco es ninguna novedad, puesto que la Fundación Sabino Arana se lo ha ido dando a todos los lendacaris nacionalistas según iban dejando el cargo. No así a Pachi López. Hasta ahí podíamos llegar.
Pues bien, tratándose del personaje político más influyente de nuestra historia vasca contemporánea, me refiero a Sabino Arana, siempre, desde que vengo publicando en prensa, y hasta hoy, he tratado por todos los medios de criticar la influencia nefasta de dicho personaje y de sacar a relucir la verdadera lacra que supone para nuestra sociedad que un personaje así tenga la influencia que tiene. No nos lo merecemos.
Y qué mejor ocasión que aprovechar esta efeméride anual de su nacimiento, tan celebrada por su partido, para alzar la voz y poner al descubierto el escándalo social, moral e histórico que supone tener a ese individuo como referente político o social o no digamos cultural. Mi primer artículo en prensa, precisamente, versó sobre eso (se tituló “Lectura maketa de Sabino Arana Goiri” y salió en El Correo de 3-11-2010). A ese artículo me replicó el que fuera rector de la Universidad del País Vasco entre 1996 y 2000, Pello Salaburu, con un artículo titulado “Fuera de contexto” en El Correo de 7-11-2020. Y yo le contesté con otro también en El Correo, titulado “Los maketos seguimos fuera de contexto más de un siglo después” de 25-11-2010.
Luego escribí otro más, aprovechando precisamente la efeméride del nacimiento de Sabino Arana que da pie a la entrega de los Premios Sabino Arana por estas fechas de enero, que salió también en El Correo, el 25-1-2011, y se titulaba “Regalo de cumpleaños para Sabino Arana Goiri”. Pues bien, a este artículo me contestó precisamente, en persona, el propio Iñigo Urkullu, cuando era presidente del Euzkadi Buru Batzar del PNV, con uno titulado “Un muerto muy vivo” (El Correo, 30-1-2011).
Y es sobre este último artículo sobre el que voy a decir algo que demuestra la ignorancia supina de Iñigo Urkullu sobre la obra del fundador de su partido, Sabino Arana Goiri, aprovechando que ahora, como decía al principio, le acaban de dar el Premio Sabino Arana. Si Iñigo Urkullu, con su trayectoria política, demostró ese conocimiento de Sabino Arana, cuál será el nivel medio entre la militancia de base, o incluso entre los cuadros dirigentes del partido.
Mi artículo titulado “Regalo de cumpleaños para Sabino Arana Goiri” iba de que Sabino Arana se llamaba en realidad Sabino Policarpo, lo cual no tiene ninguna importancia, como es natural, pero lo interesante es que el escritor Ramón Saizarbitoria (cuya novela Martutene es considerada por el crítico Jon Kortazar cumbre de la literatura vasca) escribió un relato sobre el tema ese del nombre Policarpo, que me dio la pauta para escribir el mío. La clave del relato de Saizarbitoria es que ninguno de los personajes que intervienen en la trama sabe que el auténtico segundo nombre de pila de Sabino Arana es Policarpo, lo cual da pie a una serie de malentendidos –o sobreentendidos– muy reveladores. Entre mis deducciones a propósito de dicho relato, quizás la más colateral es la que me llevó a afirmar que el nivel de lectura en el País Vasco debe ser muy bajo, para explicarme por qué la gente no lee hoy las obras de Sabino Arana y desconocen tanto sobre su obra y su persona, hasta el punto de que nadie sepa ni su segundo nombre de pila ni tampoco –que es lo verdaderamente decisivo– las barbaridades que escribió el fundador del nacionalismo vasco sobre los españoles que llegaban a tierra vasca.
Del artículo firmado por Urkullu, titulado “Un muerto muy vivo” (El Correo, 30-1-2011), fácilmente encontrable en Internet, que salió en domingo, cuando más se lee el periódico –no como el mío, que salió un martes–, sobra decir que con toda seguridad Iñigo Urkullu no lo escribió, sino que se lo escribieron. Incluso puedo suponer quién lo hizo, a juzgar por el estilo y los datos que ahí se manejan, dado que era una firma habitual entonces en El Correo. Pero el caso es que lleva la autoría de Urkullu, de eso no hay duda, y es por eso que se ganó a pulso todo lo que voy a decir yo ahora sobre él. Ahí se ceba este señor conmigo, llamándome incluso “machacón” y la excusa que pone para desacreditar todo lo que digo es porque digo en mi artículo que en el País Vasco se lee poco, porque si se leyera algo más se habrían descubierto hace tiempo las mamarrachadas que escribió Sabino Arana Goiri y se le habría mandado a freír espárragos. Y entonces resulta que Iñigo Urkullu intenta tumbar todo mi artículo por ese dato de que en el País Vasco se lee poco. Y a que no saben con qué lo refuta: pues diciendo que, según los índices de lectura del Estado español, en el País Vasco se lee más que en el resto de España. O sea, que para lo que les conviene España es referencia mundial. Hay que joderse. Y ya con eso el chistulari aficionado este considera que todo lo demás que digo en mi artículo está viciado de raíz, solo porque digo que en el País Vasco se lee poco, lo cual, según él, no es cierto porque leemos más que en el resto de España. Alucina.
En ese artículo titulado “Un muerto muy vivo”, también se dice de mí que “ni en diez vidas sería capaz de aportar ni la décima parte de lo legado por Sabino Arana”. Ahí queda eso. Previamente a esa frase pretendidamente lapidaria, Iñigo Urkullu afirmaba, ufano él, que Sabino Arana compuso: “14 libros de contenido social y político, más de 30 obras de carácter poético y 600 artículos periodísticos”. Lo cual resulta la demostración palmaria de que este Urkullu no tiene ni puñetera idea de la obra del fundador del PNV.
Y voy a explicar por qué. Nada más leer esos datos sobre la obra de Sabino Arana me quedé un momento pensando de dónde los habría sacado Urkullu. Pero sabiendo lo tramposos que son estos nacionalistas, me fui a lo más fácil, con lo que evidentemente acerté. Me bastó con ir al índice de las llamadas Obras Completas de Sabino Arana Goiri, a la edición que manejo yo mismo de 1980, para comprobar que el número de “obras” que aparecen ahí coincidía a la perfección con la del recuento. El autor de “Un muerto muy vivo”, o sea Urkullu, cogió dicho índice y contó las obras, así, pasando el dedo por encima de dicho índice, una tras otra, y efectivamente, si no tienes ni idea de lo que contiene cada título de ese índice, te salen justo esas cifras: 14 “libros de contenido social y político” y 30 “obras de carácter poético”. Pero veamos lo que eso significa.
Fíjense, para empezar, lo que el panegirista sabiniano, autor del artículo “Un muerto muy vivo”, considera “libros de contenido social y político”. De esos 14 llamados “libros”, que le salieron contando uno por uno en el índice de las obras completas, resulta que 5 son folletos filológicos (los titulados Etimologías euskéricas, Pliegos Euskeráfilos, Pliegos Histórico-Políticos I y II y Pliegos Euskeralógicos). De estos folletos, el que más páginas tiene por la paginación de las Obras Completas en que se insertan, es el titulado Pliegos Euskeráfilos, que pasa por poco de veinte páginas (en su publicación como folleto aparte creo que llega a las 37 páginas). Los demás andan por las diez páginas o menos de las Obras Completas. Con lo que ya me dirán si se les puede llamar “libros”. Los siguientes de esos 14 “libros” son, por una parte, la reproducción toda seguida de dos calendarios (uno de bolsillo y otro de pared), así como de un silabario para niños. Luego está el conocido “discurso de Larrazábal” (por el nombre eusquérico que le puso Sabino Arana al caserío donde se reunieron para proclamar por primera vez su doctrina, pero que en realidad se llamaba “Caballuco”, como consta en Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, volumen I, p. 166), discurso que se ventila en siete páginas. Luego está la polémica recogida en el folleto “El partido carlista y los fueros vasko-nabarros”, con la que llegamos a diez “libros”. Luego hay dos trabajos ya más consistentes y que estos sí tienen toda la apariencia de libros propiamente dichos, como son el Tratado Etimológico de los Apellidos Euzkericos y el titulado Lecciones de Ortografía del Euskera Bizkaino y nos queda la recopilación de cuatro artículos que convirtió en librito aparte, de 138 páginas en su edición original de 1892, titulado Bizkaya por su independencia. Y me queda la obra de teatro Libe. Total 14. Como el autor de “Un muerto muy vivo” no tiene ni idea de la obra de Sabino Arana, se permite no contar la otra obra de teatro, De fuera vendrá…, que no está recogida en las Obras Completas.
Por lo tanto, de los 14 “libros de contenido social y político” en realidad tendríamos que hablar de tres, el de apellidos, las lecciones de ortografía y el Bizkaya por su independencia. El resto son seis folletos (los cinco de Barcelona y la polémica con los carlistas), dos calendarios, un silabario, un discurso y una obra de teatro.
En cuanto a los 600 artículos periodísticos, aquí Urkullu ya fue a voleo, porque le dio un poco de pereza ponerse a contar con el dedo, uno a uno, los artículos periodísticos del índice de las Obras Completas. Así que decidió calcular por lo grueso. Por eso resulta que, si sumamos los que aparecen en las Obras Completas, es decir, los artículos procedentes de los periódicos que publicó Sabino Arana (Bizkaitarra, Basterritarra, El Correo Vasco, La Patria y Patria) y de la revista Euzkadi, solo salen 460. Y si les sumamos los que aparecen en el tomo IV de Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos –algo que, por descontado, el autor de “Un muerto muy vivo” no hizo, ya que está bastante claro que su única guía fue el índice de las Obras Completas– entonces salen 580 artículos periodísticos en total. Ahora bien, aquí hay una salvedad importante, y es que sobre todo para El Correo Vasco y para La Patria y Patria tenemos pruebas fehacientes de que hay artículos que no son de Sabino Arana o no es nada seguro que lo sean. Y no estamos hablando de dos o tres sino de bastantes más.
Y dejamos para el final el caso donde más se notan las intenciones de quien habla de la obra de Sabino Arana sin conocerla y en particular del autor de “Un muerto muy vivo”, que aparece firmado, lo repito una vez más, por el mismísimo Íñigo Urkullu. ¿Qué querría decir con eso de “30 obras de carácter poético”? Cualquiera que lea esa expresión pensará que se trata de 30 libros poéticos de cierto empaque y contenido. Y es que, si pasamos el dedo por encima del índice de las Obras Completas y vamos contándolas, efectivamente, salen 30, pero lo que Iñigo Urkullu llama “obras de carácter poético” son en realidad títulos de composiciones poéticas de las que la mitad de ellas son de dos o tres estrofas y que en conjunto ocupan en las Obras Completas la friolera de 21 páginas. Ni para un librito de poesía darían. Da bastante vergüenza la manipulación de la obra de Sabino Arana por parte del autor de “Un muerto muy vivo”.
En dicho artículo se dice, como ya comenté antes, que yo ni en diez vidas alcanzaría a escribir la décima parte de lo que escribió Sabino Arana. La décima parte sería, según este recuento, y siendo generosos para Sabino Arana: de 14 libros, teniendo en cuenta lo que es cada uno de esos libros, la décima parte sería, como digo, y siendo muy generosos, un libro y un folleto; de 30 poesías, pues 3; y de 600 artículos periodísticos, pues 60. Obviamente no haría falta vivir diez vidas pues con la que llevo vivida ya tengo publicado mucho más que todo eso. Con decir que en esta serie de “El balle del ziruelo” llevo, con este, 183 artículos publicados, y muchos de ellos nada escuetos, como lo saben bien mis lectores, sería suficiente. En el caso de las poesías, no obstante, si bien he escrito algunas en mi adolescencia –algo nada raro a esa edad–, nunca tuve la osadía de intentar publicarlas. Lo que es cierto es que he vivido ya bastantes años más de los que vivió Sabino Arana, que falleció a los 38, y eso también cuenta, lo reconozco. Si bien es cierto que Iñigo Urkullu, cuando dice que ni en diez vidas alcanzaría yo a escribir la décima parte de lo que escribió Sabino Arana, no dice de cuántos años tendría que ser cada vida. Miguel de Unamuno nació un año antes que Sabino Arana, en 1864, también en Bilbao. Sería cuestión de comparar lo que escribieron ambos coetáneos y coterráneos hasta 1903, fecha de fallecimiento de Arana. A lo mejor alguien que lea estas líneas se anima a hacerlo. Yo lo intenté, pero la diferencia en producción es tan abismal que no me merecía la pena seguir.
Hay otra cuestión que demuestra la mala baba y la ignorancia también de los seguidores de Sabino Arana, que no tienen ni idea de su obra ni de su vida pero que encizañan todo lo que pueden, pretendiendo que así le hacen un favor a su memoria, cuando lo único que buscan es reforzar su ideología. Y es cuando el autor de “Un muerto muy vivo”, o sea Iñigo Urkullu, dice que Sabino Arana “fue perseguido y sufrió cárcel, contrayendo en la misma una grave enfermedad”. La enfermedad de Addison, que le llevó a Sabino Arana a la temprana muerte a la edad de 38 años, es una alteración hormonal, causada por una insuficiencia de las glándulas suprarrenales que, de acuerdo con los especialistas en endocrinología, puede tener su origen en una tuberculosis. Y Sabino Arana padeció tuberculosis en el colegio de Orduña donde estudió, que le obligó a examinarse del bachillerato en la cama. Fue en la recuperación de esa enfermedad, ya en la casa de Abando, donde sucedió el famoso episodio de la conversación con su hermano Luis, donde este le transmitió la buena nueva nacionalista. Un cuento chino ese de la conversación que ya hemos explicado y descubierto y desmentido en numerosos trabajos.
Ahora que acaban de anunciar los premios Sabino Arana 2025 y que entre los premiados está Iñigo Urkullu, pienso que es buen momento para recordar un aspecto de su currículum que clama al cielo de la incoherencia política y la penuria intelectual que nos asola. Supongo que no hará falta recordar que Iñigo Urkullu fue el anterior lendacari vasco, antes de que llegara el actual, Imanol Pradales Gil. Fue lendacari nada menos que durante tres legislaturas completas, entre 2012 y 2024. Antes de eso fue también presidente del PNV entre 2008 y 2012. Vamos, que no fue un cualquiera dentro del nacionalismo vasco.
Que le hayan dado ahora el Premio Sabino Arana tampoco es ninguna novedad, puesto que la Fundación Sabino Arana se lo ha ido dando a todos los lendacaris nacionalistas según iban dejando el cargo. No así a Pachi López. Hasta ahí podíamos llegar.
Pues bien, tratándose del personaje político más influyente de nuestra historia vasca contemporánea, me refiero a Sabino Arana, siempre, desde que vengo publicando en prensa, y hasta hoy, he tratado por todos los medios de criticar la influencia nefasta de dicho personaje y de sacar a relucir la verdadera lacra que supone para nuestra sociedad que un personaje así tenga la influencia que tiene. No nos lo merecemos.
Y qué mejor ocasión que aprovechar esta efeméride anual de su nacimiento, tan celebrada por su partido, para alzar la voz y poner al descubierto el escándalo social, moral e histórico que supone tener a ese individuo como referente político o social o no digamos cultural. Mi primer artículo en prensa, precisamente, versó sobre eso (se tituló “Lectura maketa de Sabino Arana Goiri” y salió en El Correo de 3-11-2010). A ese artículo me replicó el que fuera rector de la Universidad del País Vasco entre 1996 y 2000, Pello Salaburu, con un artículo titulado “Fuera de contexto” en El Correo de 7-11-2020. Y yo le contesté con otro también en El Correo, titulado “Los maketos seguimos fuera de contexto más de un siglo después” de 25-11-2010.
Luego escribí otro más, aprovechando precisamente la efeméride del nacimiento de Sabino Arana que da pie a la entrega de los Premios Sabino Arana por estas fechas de enero, que salió también en El Correo, el 25-1-2011, y se titulaba “Regalo de cumpleaños para Sabino Arana Goiri”. Pues bien, a este artículo me contestó precisamente, en persona, el propio Iñigo Urkullu, cuando era presidente del Euzkadi Buru Batzar del PNV, con uno titulado “Un muerto muy vivo” (El Correo, 30-1-2011).
Y es sobre este último artículo sobre el que voy a decir algo que demuestra la ignorancia supina de Iñigo Urkullu sobre la obra del fundador de su partido, Sabino Arana Goiri, aprovechando que ahora, como decía al principio, le acaban de dar el Premio Sabino Arana. Si Iñigo Urkullu, con su trayectoria política, demostró ese conocimiento de Sabino Arana, cuál será el nivel medio entre la militancia de base, o incluso entre los cuadros dirigentes del partido.
Mi artículo titulado “Regalo de cumpleaños para Sabino Arana Goiri” iba de que Sabino Arana se llamaba en realidad Sabino Policarpo, lo cual no tiene ninguna importancia, como es natural, pero lo interesante es que el escritor Ramón Saizarbitoria (cuya novela Martutene es considerada por el crítico Jon Kortazar cumbre de la literatura vasca) escribió un relato sobre el tema ese del nombre Policarpo, que me dio la pauta para escribir el mío. La clave del relato de Saizarbitoria es que ninguno de los personajes que intervienen en la trama sabe que el auténtico segundo nombre de pila de Sabino Arana es Policarpo, lo cual da pie a una serie de malentendidos –o sobreentendidos– muy reveladores. Entre mis deducciones a propósito de dicho relato, quizás la más colateral es la que me llevó a afirmar que el nivel de lectura en el País Vasco debe ser muy bajo, para explicarme por qué la gente no lee hoy las obras de Sabino Arana y desconocen tanto sobre su obra y su persona, hasta el punto de que nadie sepa ni su segundo nombre de pila ni tampoco –que es lo verdaderamente decisivo– las barbaridades que escribió el fundador del nacionalismo vasco sobre los españoles que llegaban a tierra vasca.
Del artículo firmado por Urkullu, titulado “Un muerto muy vivo” (El Correo, 30-1-2011), fácilmente encontrable en Internet, que salió en domingo, cuando más se lee el periódico –no como el mío, que salió un martes–, sobra decir que con toda seguridad Iñigo Urkullu no lo escribió, sino que se lo escribieron. Incluso puedo suponer quién lo hizo, a juzgar por el estilo y los datos que ahí se manejan, dado que era una firma habitual entonces en El Correo. Pero el caso es que lleva la autoría de Urkullu, de eso no hay duda, y es por eso que se ganó a pulso todo lo que voy a decir yo ahora sobre él. Ahí se ceba este señor conmigo, llamándome incluso “machacón” y la excusa que pone para desacreditar todo lo que digo es porque digo en mi artículo que en el País Vasco se lee poco, porque si se leyera algo más se habrían descubierto hace tiempo las mamarrachadas que escribió Sabino Arana Goiri y se le habría mandado a freír espárragos. Y entonces resulta que Iñigo Urkullu intenta tumbar todo mi artículo por ese dato de que en el País Vasco se lee poco. Y a que no saben con qué lo refuta: pues diciendo que, según los índices de lectura del Estado español, en el País Vasco se lee más que en el resto de España. O sea, que para lo que les conviene España es referencia mundial. Hay que joderse. Y ya con eso el chistulari aficionado este considera que todo lo demás que digo en mi artículo está viciado de raíz, solo porque digo que en el País Vasco se lee poco, lo cual, según él, no es cierto porque leemos más que en el resto de España. Alucina.
En ese artículo titulado “Un muerto muy vivo”, también se dice de mí que “ni en diez vidas sería capaz de aportar ni la décima parte de lo legado por Sabino Arana”. Ahí queda eso. Previamente a esa frase pretendidamente lapidaria, Iñigo Urkullu afirmaba, ufano él, que Sabino Arana compuso: “14 libros de contenido social y político, más de 30 obras de carácter poético y 600 artículos periodísticos”. Lo cual resulta la demostración palmaria de que este Urkullu no tiene ni puñetera idea de la obra del fundador del PNV.
Y voy a explicar por qué. Nada más leer esos datos sobre la obra de Sabino Arana me quedé un momento pensando de dónde los habría sacado Urkullu. Pero sabiendo lo tramposos que son estos nacionalistas, me fui a lo más fácil, con lo que evidentemente acerté. Me bastó con ir al índice de las llamadas Obras Completas de Sabino Arana Goiri, a la edición que manejo yo mismo de 1980, para comprobar que el número de “obras” que aparecen ahí coincidía a la perfección con la del recuento. El autor de “Un muerto muy vivo”, o sea Urkullu, cogió dicho índice y contó las obras, así, pasando el dedo por encima de dicho índice, una tras otra, y efectivamente, si no tienes ni idea de lo que contiene cada título de ese índice, te salen justo esas cifras: 14 “libros de contenido social y político” y 30 “obras de carácter poético”. Pero veamos lo que eso significa.
Fíjense, para empezar, lo que el panegirista sabiniano, autor del artículo “Un muerto muy vivo”, considera “libros de contenido social y político”. De esos 14 llamados “libros”, que le salieron contando uno por uno en el índice de las obras completas, resulta que 5 son folletos filológicos (los titulados Etimologías euskéricas, Pliegos Euskeráfilos, Pliegos Histórico-Políticos I y II y Pliegos Euskeralógicos). De estos folletos, el que más páginas tiene por la paginación de las Obras Completas en que se insertan, es el titulado Pliegos Euskeráfilos, que pasa por poco de veinte páginas (en su publicación como folleto aparte creo que llega a las 37 páginas). Los demás andan por las diez páginas o menos de las Obras Completas. Con lo que ya me dirán si se les puede llamar “libros”. Los siguientes de esos 14 “libros” son, por una parte, la reproducción toda seguida de dos calendarios (uno de bolsillo y otro de pared), así como de un silabario para niños. Luego está el conocido “discurso de Larrazábal” (por el nombre eusquérico que le puso Sabino Arana al caserío donde se reunieron para proclamar por primera vez su doctrina, pero que en realidad se llamaba “Caballuco”, como consta en Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos, volumen I, p. 166), discurso que se ventila en siete páginas. Luego está la polémica recogida en el folleto “El partido carlista y los fueros vasko-nabarros”, con la que llegamos a diez “libros”. Luego hay dos trabajos ya más consistentes y que estos sí tienen toda la apariencia de libros propiamente dichos, como son el Tratado Etimológico de los Apellidos Euzkericos y el titulado Lecciones de Ortografía del Euskera Bizkaino y nos queda la recopilación de cuatro artículos que convirtió en librito aparte, de 138 páginas en su edición original de 1892, titulado Bizkaya por su independencia. Y me queda la obra de teatro Libe. Total 14. Como el autor de “Un muerto muy vivo” no tiene ni idea de la obra de Sabino Arana, se permite no contar la otra obra de teatro, De fuera vendrá…, que no está recogida en las Obras Completas.
Por lo tanto, de los 14 “libros de contenido social y político” en realidad tendríamos que hablar de tres, el de apellidos, las lecciones de ortografía y el Bizkaya por su independencia. El resto son seis folletos (los cinco de Barcelona y la polémica con los carlistas), dos calendarios, un silabario, un discurso y una obra de teatro.
En cuanto a los 600 artículos periodísticos, aquí Urkullu ya fue a voleo, porque le dio un poco de pereza ponerse a contar con el dedo, uno a uno, los artículos periodísticos del índice de las Obras Completas. Así que decidió calcular por lo grueso. Por eso resulta que, si sumamos los que aparecen en las Obras Completas, es decir, los artículos procedentes de los periódicos que publicó Sabino Arana (Bizkaitarra, Basterritarra, El Correo Vasco, La Patria y Patria) y de la revista Euzkadi, solo salen 460. Y si les sumamos los que aparecen en el tomo IV de Historia del Nacionalismo Vasco en sus Documentos –algo que, por descontado, el autor de “Un muerto muy vivo” no hizo, ya que está bastante claro que su única guía fue el índice de las Obras Completas– entonces salen 580 artículos periodísticos en total. Ahora bien, aquí hay una salvedad importante, y es que sobre todo para El Correo Vasco y para La Patria y Patria tenemos pruebas fehacientes de que hay artículos que no son de Sabino Arana o no es nada seguro que lo sean. Y no estamos hablando de dos o tres sino de bastantes más.
Y dejamos para el final el caso donde más se notan las intenciones de quien habla de la obra de Sabino Arana sin conocerla y en particular del autor de “Un muerto muy vivo”, que aparece firmado, lo repito una vez más, por el mismísimo Íñigo Urkullu. ¿Qué querría decir con eso de “30 obras de carácter poético”? Cualquiera que lea esa expresión pensará que se trata de 30 libros poéticos de cierto empaque y contenido. Y es que, si pasamos el dedo por encima del índice de las Obras Completas y vamos contándolas, efectivamente, salen 30, pero lo que Iñigo Urkullu llama “obras de carácter poético” son en realidad títulos de composiciones poéticas de las que la mitad de ellas son de dos o tres estrofas y que en conjunto ocupan en las Obras Completas la friolera de 21 páginas. Ni para un librito de poesía darían. Da bastante vergüenza la manipulación de la obra de Sabino Arana por parte del autor de “Un muerto muy vivo”.
En dicho artículo se dice, como ya comenté antes, que yo ni en diez vidas alcanzaría a escribir la décima parte de lo que escribió Sabino Arana. La décima parte sería, según este recuento, y siendo generosos para Sabino Arana: de 14 libros, teniendo en cuenta lo que es cada uno de esos libros, la décima parte sería, como digo, y siendo muy generosos, un libro y un folleto; de 30 poesías, pues 3; y de 600 artículos periodísticos, pues 60. Obviamente no haría falta vivir diez vidas pues con la que llevo vivida ya tengo publicado mucho más que todo eso. Con decir que en esta serie de “El balle del ziruelo” llevo, con este, 183 artículos publicados, y muchos de ellos nada escuetos, como lo saben bien mis lectores, sería suficiente. En el caso de las poesías, no obstante, si bien he escrito algunas en mi adolescencia –algo nada raro a esa edad–, nunca tuve la osadía de intentar publicarlas. Lo que es cierto es que he vivido ya bastantes años más de los que vivió Sabino Arana, que falleció a los 38, y eso también cuenta, lo reconozco. Si bien es cierto que Iñigo Urkullu, cuando dice que ni en diez vidas alcanzaría yo a escribir la décima parte de lo que escribió Sabino Arana, no dice de cuántos años tendría que ser cada vida. Miguel de Unamuno nació un año antes que Sabino Arana, en 1864, también en Bilbao. Sería cuestión de comparar lo que escribieron ambos coetáneos y coterráneos hasta 1903, fecha de fallecimiento de Arana. A lo mejor alguien que lea estas líneas se anima a hacerlo. Yo lo intenté, pero la diferencia en producción es tan abismal que no me merecía la pena seguir.
Hay otra cuestión que demuestra la mala baba y la ignorancia también de los seguidores de Sabino Arana, que no tienen ni idea de su obra ni de su vida pero que encizañan todo lo que pueden, pretendiendo que así le hacen un favor a su memoria, cuando lo único que buscan es reforzar su ideología. Y es cuando el autor de “Un muerto muy vivo”, o sea Iñigo Urkullu, dice que Sabino Arana “fue perseguido y sufrió cárcel, contrayendo en la misma una grave enfermedad”. La enfermedad de Addison, que le llevó a Sabino Arana a la temprana muerte a la edad de 38 años, es una alteración hormonal, causada por una insuficiencia de las glándulas suprarrenales que, de acuerdo con los especialistas en endocrinología, puede tener su origen en una tuberculosis. Y Sabino Arana padeció tuberculosis en el colegio de Orduña donde estudió, que le obligó a examinarse del bachillerato en la cama. Fue en la recuperación de esa enfermedad, ya en la casa de Abando, donde sucedió el famoso episodio de la conversación con su hermano Luis, donde este le transmitió la buena nueva nacionalista. Un cuento chino ese de la conversación que ya hemos explicado y descubierto y desmentido en numerosos trabajos.