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Fernando José Vaquero Oroquieta
Lunes, 27 de Enero de 2025 Tiempo de lectura:

De epígonos de ETA a Movimiento Socialista: un inesperado sujeto político en la crisis de la extrema izquierda

[Img #27295]Las calles del centro de Bilbao y Pamplona, en la tarde del sábado 25 de enero, se tiñeron masivamente de rojo y negro: de rojo, por las banderas que portaban los disciplinados manifestantes de GKS (Gazte Koordinadora Sozialista o Coordinadora Juvenil Socialista) que las ocuparon; de negro, por el color predominante entre las chaquetas y pantalones de la marca The North Face que lucían en su mayoría. Es decir, el ya clásico estilo jurru, aberchaloide y contracultural, con tantísimos imitadores en el resto de España desde hace ya una década, pero mucho más pulcro y uniforme, con mayoritarios cortes de pelo marine, casi marcial.

 

Llevaban semanas preparando ambas manifestaciones: pancartas, encarteladas, pequeñas asambleas en colegios y espacios públicos, imaginativas acciones-exprés descentralizadas, elaboración de estéticos murales y pintadas cutres, masivas colocaciones de pegatinas… Su excusa: “contra la guerra y el fascismo”. Una convocatoria realizada en solitario, sin otros apoyos que los que, poco a poco, van sumando a su causa, y con el objetivo real de constituir una nueva organización comunista revolucionaria en el contexto de la crisis de la extrema izquierda española.

        

En Bilbao fueron unos 5.000 manifestantes, según la policía; en Pamplona, en torno a 2.500. Varones, en su gran mayoría, muchos de ellos adolescentes o en primeros años de universidad, si bien la presencia de cuadrillas de  muchachas jóvenes, espoleadas por la organización Itaia -más comunista que propiamente feminista-, fue llamativa. Y no llegarían a un 10% la presencia de fogueados y casi ancianos militantes procedentes de la izquierda abertzale y otras organizaciones de extrema izquierda. Unos pocos manifestantes de estética skin o punk aportaron un cierto grado de discordancia estético-tribal, mientras que los jóvenes “racializados” apenas podían contarse con los dedos de ambas manos.

        

Concretamente, en la Plaza del Castillo, de Pamplona, la numerosa incorporación del contingente procedente del barrio de la Chantrea fue muy llamativa y celebrada; sin duda, la hinchada ultra de sus equipos de fútbol, masivamente alineada con GKS, confieren a este colectivo el protagonismo juvenil en la vida del históricamente combativo y radical barrio pamplonés. Otro signo de los tiempos.

 

Los manifestantes -en ambas concentraciones- únicamente portaban las varias decenas de banderas rojas autorizadas por la organización, salvo alguna palestina… y ninguna ikurriña. Se desplazaban muy juntos y firmes, casi festivos, coreando rítmicamente el eslogan oficial que también portaban en sus pegatinas: gazte langileok borrokara! (jóvenes trabajadores a luchar) y ocasionales ¡Palestina vencerá! o Gora Palestina! Una pancarta en la cabeza de la marcha, otra en el cierre y una tercera, en el caso de Pamplona, reclamando el derribo del Monumento a los Caídos, en euskera, por supuesto. Mucha presencia policial, y próxima, con numerosos equipos antidisturbios de Policía Nacional, Foral y Ertzaintza, según los lugares. Pero a destacar que la mayoría de sus integrantes no tenían los rostros cubiertos… Otro signo a valorar.

 

Los discursos finales en ambas manifestaciones, el mismo y en párrafos temáticos en euskera y castellano sucesivamente, leídos con vigor por dos militantes anónimas, resumieron las razones de las marchas y sus objetivos: la necesidad de movilizarse frente al “rearme autoritario” de los Estados; la clase obrera debe organizarse frente al reformismo y las agresiones; los enemigos del proletariado son la agenda neoliberal de la oligarquía occidental, el machismo, el fascismo y la guerra; las políticas de la izquierda reformista e institucional facilitan la extensión entre la clase media y trabajadora del discurso fascista… Y terminaron con vivas al Partido Revolucionario Internacional (¿cuál?, ¿el suyo en ciernes…?) y al Estado Socialista (idem), sin Internacional ni Eusko gurariak; únicamente con unos austeros aplausos iniciados por las dos jóvenes del escenario.

 

GKS, cuyo año de fundación se radica en 2019 en Vitoria, es la principal fuerza del autodenominado y un casi anónimo, en su liderazgo, Movimiento Socialista. Su origen es una disidencia anterior de la izquierda abertzale “oficial” de Sortu, concretamente la de su veterana organización estudiantil Ikasle Abertzaleak. Aseguran que su objetivo es dotar de instrumentos de lucha a la clase obrera vasca, denunciando por reformistas a los demás partidos de izquierda, especialmente a PSOE y Sortu, a quien no dudan en calificar como traidor.

 

En el conjunto de su constante trabajo pre-político y comunitario, estos grupos se vienen esforzando en su formación doctrinaria en marxismo, de ahí la importancia que otorgan a los encuentros masivos, caso de los anuales Gazte Topagune Sozialista (Encuentro de Jóvenes Socialistas), ya superiores en asistencia a los organizados por sus ex-correligionarios abertzales de Hernai, y a la difusión de sus vídeos de debate, sesudos análisis y artículos doctrinales, especialmente a través de Gedar, su portal oficial en Internet y homónima revista teórica impresa. Sus contenidos y reflexiones resuenan anticuados y vetustos, más propios de las plomizas disquisiciones de ETA Berri, el EMK o las escisiones trotskistas de ETA, si bien les incorporan elementos novedosos, como es la evidente precarización del mercado laboral que afecta especialmente a los jóvenes, su casi imposible acceso a la vivienda, o las dificultades y problemáticas relaciones igualitarias entre ambos sexos.

 

Al contrario que otros fenómenos novedosos europeos de extrema izquierda, como el célebre pero irrelevante Frente Obrero de Roberto Vaquero, al que tildan directamente de fascista, los colectivos del Movimiento Socialista, denominación alegal que agrupa a esta hornada de grupos surgidos al  impulso de GKS e IA tanto en Vascongadas y Navarra como en otros territorios, no cuestionan la agenda LGTB y feminista, pero tampoco a las prácticas inmigracionistas que ya están deformando -velis nolis- demografía y sociología vascas. Mientras que aquéllos -Frente Obrero, en España, o Alianza Sahra Wagenknecht Justicia y Razón (BSW), en Alemania- consideran tales expresiones posmodernas de izquierdas woke como “armas del capital que precarizan al proletariado europeo”, para los jóvenes del MS su objetivo es la alianza revolucionaria de los nuevos sectores de la clase trabajadora en un objetivo final de creación de una sociedad comunista.

        

Por otra parte, y por si había dudas, con la perspectiva de las manifestaciones del sábado bien puede afirmarse que en Vascongadas y Navarra, Euskal Herria también para GKS, este incipiente Movimiento Socialista constituye su principal movimiento juvenil: ni los Boys Scouts, ni los coros Góspel evangélicos, ni siquiera las agrupaciones ultras futboleras, constituyen ya rival para esta organización. Huelga decir que las JJSS del PSOE, EGI del PNV o NNGG del PP y JJNN de UPN, apenas constituyen una realidad más virtual que real -en cualquier caso meras oficinas para la colocación de futuros y avispados políticos- totalmente ausentes en las escenas juveniles. Tampoco es una temeridad afirmar que en su sostenida y conflictiva rivalidad con las organizaciones “oficiales” de la izquierda abertzale, de las que proceden, aunque fuere a título de ruptura generacional, vienen alcanzando mayor capacidad de movilización y prestigio entre los ambientes juveniles todavía politizados.

 

Como su objetivo prioritario, más o menos próximo, señalan la constitución de un verdadero Partido Comunista, más que un retorno a ETA, por entender que son otras las condiciones objetivas y subjetivas del presente momento histórico y sus consiguientes exigencias estratégicas, entre las que señalan una “superación de viejos nacionalismos” (¡¡!!).

        

Españolistas para la izquierda abertzale “oficial”, abertzales para las izquierdas y derechas españolas, los grupos del MS ya se están dotando de estructuras orientadas a dicho objetivo orgánico-revolucionario; así el EHKS, o Consejo Socialista de Euskal Herria. Y su ejemplo y sorprendente éxito no pasan desapercibidos para otros jóvenes del resto de España que se sienten huérfanos de trincheras comunistas verdaderamente revolucionarias. Así, buena parte de las juventudes de las CUP rompieron con Arran en 2022, configurando una organización “hermana” de GKS, la ahora denominada Organització Juvenil Socialista de los “Países Catalanes”. Pero, también, buena parte de las juventudes del Partido Comunista de España, la UJCE, se escindieron del histórico partido en 2024, configurando una Coordinadora de la Juventud Socialista en una quincena de ciudades, que ya empieza a mostrar un sorprendente músculo organizativo, por ejemplo en la Complutense por medio de las jornadas de Universidad Popular, o en las calles madrileñas el pasado mes de diciembre, bajo el lema Construir la alternativa revolucionaria, que agrupó a varios millares de jóvenes también con el sugestivo grito de ¡No pasarán!

        

La cuestión que presenta este nuevo sujeto político, que pugna por organizarse y perseverar en un nuevo instrumento político al servicio del proletariado en un mundo posmoderno, es: ¿será capaz de mantener la tensión militante de estos años precedentes, sumando más voluntades y perfilando objetivos tácticos que refuercen la moral revolucionaria de estas nuevas generaciones deslumbradas por la utopía comunista o, por el contrario, terminarán reabsorbidos en las organizaciones de izquierda reformista, tal y como viene sucediendo desde los años 70 del pasado siglo? Habrá que mantenerse atentos, muy atentos, a su evolución y desarrollo.

 

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