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Arturo Aldecoa Ruiz
Martes, 28 de Enero de 2025 Tiempo de lectura:

Unamuno, de Archanda al Sinaí

[Img #27304]Como recordaba Eugenio Matus,  Miguel de Unamuno no debió de ser un tipo agradable. Parece que pensaba que su misión era provocar descontento, agitar los espíritus:  "Tiene que despertar de su modorra el pueblo español", decía. En eso empleaba su inteligencia y su palabra.

 

Por eso no sorprende que sobre Don Miguel, que tantos callos pisaba, se desataran en ocasiones respuestas airadas, y campañas de infundios lanzados para intentar su descrédito, lo que hoy llamamos "fake news".

 

Un día de 1900 se celebraba en el Teatro Arriaga de Bilbao un gran espectáculo: los primeros juegos florales, que no pasarían desapercibidos para la historia vasca pues Unamuno era el encargado de pronunciar el discurso oficial.

 

La sala estaba llena. El patio y los palcos rebosaban de gente elegante, y el gallinero de bilbaínos de a pie. Aquella era la gran fiesta de la plutocracia bilbaína, y nadie quería perdérsela. Los organizadores esperaban naturalmente de Unamuno algunas palabras de circunstancia. No le conocían.

 

Lo que había preparado el nuevo Rector de Salamanca será una bomba.

 

Hablará de la lengua vasca, considerando que en aquellos años se extinguía irremediablemente y que ello debería aceptarse. Algo inadmisible para los bizcaitarras presentes en la sala (que él conoce bien, pues de joven mantuvo ideas muy parecidas), que pretenden convertirla en lengua oficial. El ambiente comienza a calentarse. De este asunto se ha escrito mucho, pero hubo bastante más.

 

Don Miguel fue aún más lejos: acusó a los capitalistas locales de explotar miserablemente a las decenas de miles de obreros inmigrantes que habían llegado a Vizcaya para trabajar en las minas y la siderurgia. A esos mismos obreros les echó en cara lo mal que trabajaban.

 

A los vascos en general les dijo que no sabían hablar bien el castellano, y les advirtió que "el maketo” (apodo despectivo que se daba entonces a los inmigrantes castellano hablantes) "es más inteligente que vosotros, y, como sabe hablar, se está infiltrando en vuestra vida", y "un buen día vuestras mujeres, como las Sabinas, se dejarán robar por los romanos" maketos.

 

Está afirmación causará la ira más absoluta en el público bizcaitarra.

 

Se acusará a Unamuno de haber insultado a la mujer vasca en general y haberse dirigido a la reina de los juegos florales de manera grosera: "Vas cargada de joyas, pero eres cursi y no sabes llevarlas: es que te sobra dinero, pero te falta cultura". Se afirmará que salpicó su discurso con un copioso vocabulario de “descriptiva fisiología sexual”.

 

La acusación la recogió Sabino Arana en la "Revista Euzkadi",  pues aunque él en persona no estuvo presente en el Teatro Arriaga algunos correligionarios le fueron con el cuento.

 

Y como Arana lo publicó, otros  lo repitieron después y, de vez en cuando, vuelve a asomar esta historia, pese a ser falsa y a que los testigos presenciales del acto que han dejado memorias de aquella jornada, nunca la oyeron tales afirmaciones de Unamuno sobre la mujer vasca.

 

Así, su amigo el Doctor Areilza que allí estuvo presente: “Si la noche de los juegos florales no está el teatro lleno de señoras, ocurre una catástrofe por el veneno profundo que engendró su sermón. Lo dijo de una mane ra tan frailuna y tan de dómine que era insoportable aún para los mismos admiradores...”. Como se ve, no le escuchó ofender a las mujeres.

 

Así, María de Maeztu, que también estuvo ese día en el Teatro Arriaga, y recuerda que tras las palabras de Don Miguel  "Se produjo un escándalo formidable. Los bizcaitarras quieren matar a don Miguel, y, de un brinco, saltan al escenario. Los padres, esposos y hermanos de las damas de honor acuden prestos a salvarlas. El escenario queda vacío, pero don Miguel, imperturbable, continúa su discurso".

 

Al día siguiente la prensa de Madrid comenta con regocijo el escándalo habido, y posteriormente se afirma que desde Valladolid se invitó a Unamuno para dar una conferencia en el teatro Calderón de la Barca, el principal de la ciudad. Una multitud llenó la sala. Se esperaba naturalmente que Don Miguel repitiera sus palabras de Bilbao, que criticara a los vascos separatistas y que hiciera un elogio de Castilla pues en ese momento residía en Salamanca. Esto era no conocer a Unamuno, cuyo discurso empezó con los versos de Antonio Machado: "Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora". Naturalmente, se repitió el escándalo de Bilbao.

 

Cuenta María de Maeztu que un día le preguntó a Unamuno que por qué hacía eso:

 

-"Cuando me presento en público”- contestó don Miguel -, “llevo en mis bolsillos un puñado de sal cáustica y la arrojo sobre la muchedumbre".

 

-"Pero se quemará usted también las manos".

 

-"Claro que sí, y más que las manos se me quema el alma, que arde como tiene que arder: como ardía la zarza mosaica a la que bajaba Dios".

 

Una zarza que para Unamuno el día de los juegos florales de Bilbao en vez de en el Sinaí,  debía  estar en Archanda.

 

Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado de las Juntas Generales de Bizkaia 1999 - 2019

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