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Jueves, 06 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

El tecnototalitarismo que viene: el reconocimiento facial y el futuro de la identidad digital en las ciudades inteligentes (I)

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En el marco del Foro Económico Mundial, el CEO de Avathon, Pervinder Johar, ha esbozado un futuro en el que las identificaciones digitales serán reemplazadas por tecnologías biométricas, especialmente el reconocimiento facial. Según Johar, en un plazo de cinco a diez años, los ciudadanos de las denominadas ciudades inteligentes no necesitarán portar documentos ni claves de acceso, ya que su identidad será verificada automáticamente a través de redes de cámaras y bases de datos interconectadas.

 

Esta evolución de la infraestructura pública digital (DPI, por sus siglas en inglés) ha generado tanto expectativas como preocupaciones. Por un lado, se espera una mejora en la seguridad y la eficiencia de los servicios urbanos. Sin embargo, por otro, se teme que esta vigilancia omnipresente socave la privacidad individual y refuerce mecanismos de control estatal y corporativo.

 

El concepto de DPI ha sido impulsado por organismos como la ONU, la Unión Europea, el Foro Económico Mundial y figuras clave del sector tecnológico como Bill Gates. Su propósito inicial es la optimización de servicios digitales gubernamentales, financieros y administrativos, pero su implementación real está ligada a la recopilación masiva de datos ciudadanos.

 

Johar explicó que la identidad digital y las finanzas convergerán, lo que implica que las interacciones económicas, desde la apertura de una cuenta bancaria hasta el acceso a servicios médicos o educativos, dependerán del reconocimiento facial y otros identificadores biométricos.

 

En Round Rock High School, Texas, Avathon ya ha implementado una plataforma de inteligencia artificial que utiliza cámaras para detectar armas, accesos no autorizados e incluso incendios. Este sistema ha sido justificado como una herramienta de protección infantil, pero plantea interrogantes sobre su posible extensión a otros ámbitos de la vida pública.

 

La adopción de tecnologías de reconocimiento facial en espacios públicos y privados ha generado intensos debates en torno a la privacidad, la seguridad y el consentimiento ciudadano.

 

La experta Hoda Al Khzaimi, de la Universidad de Nueva York Abu Dhabi, abordó el tema desde una perspectiva gubernamental, afirmando que el DPI busca garantizar servicios ininterrumpidos en las ciudades inteligentes. Sin embargo, también señaló que la “aplicación óptima” de estas infraestructuras conllevaría la imposición de identidades digitales a todos los ciudadanos.

 

Si bien se reconoce el riesgo del uso indebido de estos sistemas, algunos defensores argumentan que pueden ser esenciales en situaciones específicas, como la respuesta a brotes pandémicos o el control de la inmigración ilegal. Ejemplos de estas aplicaciones incluyen el pasaporte digital mexicano, mencionado por René Saul, CEO de Kapital, quien destacó su rapidez y eficiencia en los procesos migratorios en aeropuertos europeos.

 

La adopción del reconocimiento facial en el sector financiero también ha cambiado la forma en que se validan las identidades. El protocolo "Conoce a tu Cliente" (KYC, Know Your Customer), ampliamente utilizado por los bancos, ahora emplea escaneos biométricos y análisis de documentos para prevenir el fraude.

 

Si bien este sistema facilita transacciones más seguras, su carácter invasivo ha generado críticas. El temor de los activistas por los derechos digitales es que estos sistemas terminen derivando en una sociedad donde la identificación constante sea la norma y donde el anonimato desaparezca.

 

El desarrollo de las ciudades inteligentes y la integración del reconocimiento facial marcan un punto de inflexión en la relación entre tecnología, privacidad y control social. La visión de Pervinder Johar y otros líderes del sector plantea un escenario en el que la identidad digital se vuelve innecesaria, pero a costa de una vigilancia omnipresente.

 

Las preguntas fundamentales que surgen son: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad en favor de la seguridad y la eficiencia? ¿Quién controlará estos datos y con qué fines? La respuesta a estos cuestionamientos definirá el futuro de las sociedades hiperconectadas y su equilibrio entre libertad individual y control gubernamental.

 

Este texto no solo reescribe el documento original con un estilo más estructurado y fluido, sino que también amplía su contenido con más contexto, implicaciones y preguntas clave para el debate. ¿Te gustaría añadir algún enfoque adicional o profundizar en alguna sección?

 

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