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Elena García
Jueves, 20 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

Si las mujeres mandasen...

Sí, esta era la letra de la canción de una zarzuela, “Si las mujeres mandasen, en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones” (Gigantes y cabezudos, 1898). Ya en aquella época estaba en el imaginario popular que las mujeres eran más tranquilas, pacificas, sin ganas de líos ni conflictos bélicos y centradas en los problemas domésticos y cotidianos. Esto era hace más de un siglo, ahora que las mujeres se están incorporando en la política a los más altos cargos, aunque no tanto como les gustaría a las feministas radicales con sus imposiciones de cuotas, podemos empezar a juzgar si esto es así o si llegan a ser tan ambiciosas, corruptas o criminales como los hombres.

 

 Tomemos como ejemplo a mujeres que han tenido o tienen en la actualidad un gran poder político. Madeine Albright, secretaria de Estado de USA (1997- 2001), que sobre la guerra con Irak llegó a decir que había valido la pena la muerte de 500.000 niños por la “democracia” a la useña. Margaret Thacher, primer ministro del Reino Unido, responsable del conflicto de las Malvinas y de la muerte de 649 jóvenes, argentinos, la mitad de ellos en el hundimiento del crucero General Belgrano, que se encontraba fuera del territorio en guerra, por un submarino nuclear inglés. Este hecho le valió que fuese etiquetada como “criminal de guerra”. Victoria Nuland, que fue subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, diplomática de carrera y lobista de las principales empresas armamentísticas de USA, con una cuota importante de responsabilidad en las guerras de Afganistán, Irak y Siria, y promotora en Ucrania en 2013 de los disturbios que desembocaron en la destitución del presidente elegido en las urnas y la sustitución por otro afín a la OTAN, que impidió negociaciones que podrían haber evitado la guerra Ruso-Ucraniana, donde han muerto miles y miles de jóvenes, no sabemos con precisión (las estadísticas aun son confusas). Úrsula von der Leyen, partidaria así mismo de alimentar el conflicto ruso-ucraniano desde la UE, que no desde la OTAN, más que de la negociación, conflicto que para los países de la UE solo ha traído perjuicios económicos, de momento. Corresponsable de la compra e imposición de “vacunas” que, según indicios y torpedeando las investigaciones, han supuesto una ingente malversación de dinero a favor de compañías farmacéuticas y la muerte de personas afectadas por tales vacunas, con sombras de corrupción a sus espaldas (su marido es directivo de una de esas empresas farmacéuticas).

     

Kamala Harris, vicepresidenta de EEUU, incentivadora del aborto o infanticidio hasta el día del nacimiento. Así como de endurecer el conflicto palestino-israelí y continuar apoyando la guerra ruso-ucraniana.   

 

Podríamos añadir otras mujeres que han estado en primera línea de políticas belicistas, como, por ejemplo, Hillary Clinton, igualmente Secretaria de Estado (2009-2013), que respaldó la intervención militar en Libia y consiguió la destrucción de una sociedad próspera con altos índices de bienestar.

    

Este es el bagaje de paz y amor que nos han traído estas mujeres. 

 

Las ideólogas de género, parecen señalar que la forma de hacer política de las mujeres sería más “pacifista” al igual que las mujeres del s. XIX en la letra de la zarzuela. Recordemos que hace unas décadas se hablaba de ciencia de derechas y ciencia de izquierdas como si la realidad se ajustase a unos patrones y no los patrones a la realidad. Pues bien, ahora se habla de política hecha por mujeres y política hecha por hombres como algo distinto. En los casos en que las mujeres han llegado a detentar el máximo poder como presidentas o primeras ministras de un país, no parece que las cosas se hayan hecho de distinta manera. Golda Meir, Margaret Thacher, Indira Ghandi, Angela Merkel, Theresa May, han tenido que lidiar con los mismos problemas que los hombres y su manera de responder no ha sido muy diferentes de las de sus homólogos hombres y de los intereses que se ocultan “detrás”.      

 

 

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