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Miércoles, 26 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:
Una reseña de Luca Siniscalco

Ernst Jünger y la paz como una fuerza espiritual

Ernst JüngerErnst Jünger

Para que la lucha contra el nihilismo tenga éxito, debe librarse en el corazón del individuo. Todos están implicados, y nadie puede prescindir del remedio preparado por el mundo del dolor». Estas fueron las palabras de Ernst Jünger en Paz (1945), un solitario contemplativo de este «breve siglo» que, sin embargo, ha demostrado ser tan duradero, cargado con la pesada carga de ideologías y narrativas de las que nuestra era contemporánea lucha por deshacerse, prefiriendo en su lugar reciclarlas en formas posmodernas de pastiche y collage.

 

Hoy, casi 130 años después del nacimiento de este dandi polifacético, capaz de capear tormentas de acero y movilizaciones totales con la misma mirada profunda y desapegada con la que contemplaba lo sagrado y analizaba el nihilismo, su obra sigue ofreciendo revelaciones de sorprendente actualidad.

 

La paz

 

 

En el contexto geopolítico actual, nos parece especialmente pertinente evocar algunas de las ideas desarrolladas en La Paz, un ensayo que ya no se encuentra disponible en Italia y que fue considerado erróneamente de menor importancia, a pesar de que encierra muchas de las principales ideas del pensamiento de Jünger. Escrito en medio de las ruinas de una Europa desgarrada por el enfrentamiento fratricida, Paz es una verdadera obra de construcción de intuiciones utópicas (pero sin ser utopías) para la «reestructuración» de la civilización europea. Para Jünger, el punto de partida de tal proyecto no está en la relación de fuerzas, sino en la sustancia misma del individuo: es en el hombre diferenciado, capaz de superar el nihilismo dándole forma y sometiéndolo a su propia disposición interior, donde reside la posibilidad de fundar una Europa nacida del «matrimonio de sus pueblos», dirigida hacia una «libertad superior» mediante un «acto espiritual».

 

La despiadada crítica de Jünger a los totalitarismos «rojo y negro»

 

Un proyecto así sólo puede tener éxito «si los hombres se fortalecen desde un punto de vista metafísico»: por eso la crítica despiadada de Jünger a los totalitarismos «rojo y negro» tampoco deja indemne la perspectiva liberal: «en su polémica contra los nihilistas, los liberales se parecen a los padres que se quejan de sus hijos fracasados, sin darse cuenta de que la culpa es de una educación defectuosa». En otras palabras, ninguna forma política de la modernidad escapa al nihilismo.

 

La victoria contra este «huésped inquietante» de Europa llegará cuando la decisión soberana del individuo resuene con la emergencia de una «Nueva Teología», capaz de una resimbolización orgánica de la realidad. Sólo entre estos «espíritus que viven en la totalidad de la creación» puede existir la paz. La paz impuesta por la ley, la coacción o la amenaza es meramente externa; la paz auténtica es un ejercicio «interno», incluso más valiente que la guerra. Sólo se alcanzará, profetizó Jünger, si «sabemos liberarnos del odio y de sus divisiones». El individuo es como la luz que, al resplandecer, obliga a la oscuridad a retroceder».

 

A sus casi 130 años, Jünger está más vivo que muchos de los muertos vivientes.

 

Nota: Cortesía de Euro-Synergies

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