La copa que hizo temblar al César
![[Img #27502]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/03_2025/8957_img_20250220_151533.jpg)
Entre los misterios tecnológicos de la antigüedad, uno de los más asombrosos es el de la presunta creación a principios de la era cristiana en Roma de un vidrio flexible e irrompible que, aunque durante siglos se pensó que era solo un mito, hoy sabemos que es real y ha comenzado a usarse en muchos dispositivos electrónicos.
Todo comenzó hace dos mil años. Según cuenta Petronio en su famosa obra “Satyricón”, un artesano presentó al emperador una pequeña copa hecha de vidrio que, al ser arrojada al suelo, no se rompió, sino que solo se abolló, algo imposible para el vidrio.
Para asombro de los presentes, el artesano reparó fácilmente la abolladura producida por el impacto contra el suelo con un pequeño martillo, lo que dejó al César impresionado y muy preocupado. Cuando a preguntas del emperador el artesano le confirmó que solo él conocía la técnica de fabricación, ordenó que fuera de inmediato decapitado, pues temía que un descubrimiento así devaluaría al difundirse el valor del oro y la plata y el cobre, que eran los pilares de la economía romana.
La fama de lo sucedido perduró, pero parece que ningún otro artesano se atrevió, por motivos obvios, a buscar la fórmula del vidrio flexible. Así que la arqueología nunca ha podido hallarlo en unas excavaciones, al menos hasta ahora.
La historia la conocemos principalmente a través de fuentes literarias romanas del siglo I d.C., como el citado Petronio (14 a 27-66 d.C.) y pocos años más tarde Plinio el Viejo (23-79 d.C.) quién en su enciclopedia del conocimiento de la época, Naturalis Historia publicada en 78 d.C., menciona que “era fama” aquel suceso, aunque él nunca había visto personalmente el vidrio flexible.
Plinio da más datos que Petronio: cuenta quién fue el emperador, Tiberio, y que no solo el vidriero fue ejecutado, sino también su taller destruido completamente (totam officinam artificis eius abolitam) para evitar que el nuevo material hiciera bajar el precio del cobre, la plata y el oro.
Posteriormente otra versión del relato fue recogida por Dion Casio (155-235 d.C.) que la presenta con otro protagonista, un arquitecto, y lo reinterpreta todo como una prueba de la “envidia” de Tiberio hacia el inventor.
En la Edad Media recoge la historia San Isidoro de Sevilla (560-636 d.C.), que en sus Etimologías (16,6) relata lo siguiente:
“Se cuenta que, en tiempos de Tiberio, cierto artesano descubrió un tratamiento del vidrio que lo hacía flexible y dúctil. Habiendo sido admitido ante el César, entregó a éste una “phiala”( copa poco profunda y abocinada, muy semejante a un plato hondo) que el César, irritado, arrojó al suelo. El artesano recogió del pavimento la “phiala”, que se había abollado como un vaso de bronce; a continuación, sacó de su seno un martillo y reparó la copa. Al terminar de hacerlo, el César le dijo al artesano: «¿Hay alguien más que sepa fabricar este tipo de vidrio?» Al jurarle el otro que nadie más lo sabía, el César ordenó que lo decapitaran, no fuera que, si se conocía el secreto, el oro fuese considerado como barro y todos los metales perdieran su valor. Y, a decir verdad, si los vasos de vidrio no se rompieran, serían mejores que el oro y la plata.”
Finalmente, en el siglo X, el autor llamado Pseudo-Heraclio, toma la historia de San Isidoro para incluirla en su manual de recetas técnicas para fabricar cristal “De Coloribus et Artibus Romanorum”, difundido en toda la Europa medieval.
Y así, el vidrio flexible e irrompible se convirtió en un mito durante otros mil años. Nadie lo había visto ni se encontraban pruebas físicas de su existencia en la antigüedad.
Lo cierto es que durante el siglo I d.C., los romanos desarrollaron técnicas propias y ajenas avanzadas de fabricación de vidrio, como el soplado de vidrio (originario de Siria y luego expandido por todo el mediterráneo), lo que sugiere que podrían haber experimentado con materiales innovadores. De hecho, acabaron produciendo el vidrio dicroico, origen de maravillosas obras de arte antiguas y medievales.
Para intentar explicar el relato de Petronio algunos historiadores sugirieron que el vidrio flexible podría haber sido una forma temprana de vidrio templado o incluso un material similar al aluminio (que los romanos no conocían), producido por casualidad al experimentar con sustancias para colorear el vidrio, generando un nuevo producto que podrían haber confundido con vidrio.
Hoy sabemos que el vidrio flexible no era una utopía, es posible fabricarlo. ¿Podrían haber hecho los romanos un producto similar?
Uno de los métodos actuales de fabricación de vidrio flexible nos da quizás alguna pista de cómo pudieron lograrlo los romanos artesanalmente y por pura casualidad. Al menos sugiere un camino.
Para comprenderlo, es necesario tener claro primero cómo es el vidrio común, por qué tiene sus propiedades y no es flexible:
El vidrio es un material frágil, es decir, que carece de zona plástica cuando es sometido a esfuerzos de tracción.
Un material sometido a flexión soporta tensiones de tracción y compresión y en el caso de un material frágil se produciría la rotura fundamentalmente por efecto de los esfuerzos de tracción. Por ello, mejorar la flexibilidad del vidrio significa que dicho material gana en resistencia a la flexión pues es capaz de deformarse cuando se aplica una presión.
Los materiales frágiles como el vidrio destacan por tener en su interior gran cantidad de poros y al ser sometidos a esfuerzos de tracción, los poros se comportan como grietas que se expanden a lo largo del material en la dirección en que la grieta es "más aguda".
Los poros del vidrio suelen ser visibles a simple vista cuando el material es de baja calidad pero se reduce su tamaño cuando su calidad mejora. Si los poros de un material frágil son rellenados mediante algún tipo de producto estable y afín a sus componentes, su resistencia a la flexión mejora de forma acusada. Por ejemplo, el hormigón relleno de un polímero retenido en el interior de sus poros de fraguado tiene un comportamiento similar al aluminio: no es demasiado duro, pero es menos frágil.
Extrapolando dicha conclusión al vidrio vemos que existiría la posibilidad de mejorar su resistencia a la flexión gracias a un producto que sea estable, se difunda en su interior sin descomponerse y a la vez facilite que los mismos componentes del vidrio rellenen los poros al reforzar sus enlaces internos.
Un material que sabemos que permite conseguir estos resultados es una de las formas alotrópicas del azufre.
Puesto que el azufre puro presenta una gran variedad de formas alotrópicas (la alotropía es la propiedad de algunos elementos químicos de poder presentarse en la naturaleza con estructuras moleculares distintas), la calidad del producto obtenido mejorará en la medida que se aprovechen del azufre (ó sulfuro) las formas alotrópicas de densidad más próxima a la densidad del vidrio. La forma alotrópica de óptima densidad para ello es el llamado “azufre S 6”, ciclohexaazufre (ciclohexasulfuro).
Así que pudiera ser que el artesano vidriero romano haciendo pruebas mezclara un azufre tratado previamente buscando mejorar sus propiedades (que por azar había resultado rico en S 6), con la pasta de vidrio y comprobara sus resultados: un vidrio flexible e irrompible.
Tras crear una bella pieza tuvo la malísima idea de presentarla a Tiberio, que enseguida pensó en los peligrosos efectos económicos que aquella innovación supondría de tener éxito para el valor de los metales que se usaban para crear las vajillas: cobre, plata y oro.
La historia demuestra que el cruel Tiberio no andaba descaminado. Lo sabemos porque cuando se descubrió el aluminio en el siglo XIX, la producción de pequeñas cantidades era tan costosa que llegó a considerarse un material más preciado que la plata o el oro.
Por ejemplo, durante la Exposición Universal de París en 1855 se expusieron al público unas barras de aluminio, y el emperador Napoleón III encargó una vajilla hecha del mismo metal dúctil e irrompible para agasajar a sus invitados, pues era entonces un producto de precio exorbitante, que hoy no valdría prácticamente nada (salvo como recuerdo histórico, por haber servido como servicio de mesa para una reunión de las testas coronadas de medio mundo).
“Sic transit gloria mundi” incluso para los metales más nobles, como sabía Tiberio y sospechaba San Isidoro de Sevilla.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 – 2019 / Químico-Físico
Más información:
https://patents.google.com/patent/ES2665816B2/es
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Vidrio_flexible
https://codigooculto.com/civilizaciones-antiguas/vidrio-flexible-irrompible-antigua-roma/
https://youtu.be/dADmv_IGuvI?si=cKoFnVFk851iFIFw
Entre los misterios tecnológicos de la antigüedad, uno de los más asombrosos es el de la presunta creación a principios de la era cristiana en Roma de un vidrio flexible e irrompible que, aunque durante siglos se pensó que era solo un mito, hoy sabemos que es real y ha comenzado a usarse en muchos dispositivos electrónicos.
Todo comenzó hace dos mil años. Según cuenta Petronio en su famosa obra “Satyricón”, un artesano presentó al emperador una pequeña copa hecha de vidrio que, al ser arrojada al suelo, no se rompió, sino que solo se abolló, algo imposible para el vidrio.
Para asombro de los presentes, el artesano reparó fácilmente la abolladura producida por el impacto contra el suelo con un pequeño martillo, lo que dejó al César impresionado y muy preocupado. Cuando a preguntas del emperador el artesano le confirmó que solo él conocía la técnica de fabricación, ordenó que fuera de inmediato decapitado, pues temía que un descubrimiento así devaluaría al difundirse el valor del oro y la plata y el cobre, que eran los pilares de la economía romana.
La fama de lo sucedido perduró, pero parece que ningún otro artesano se atrevió, por motivos obvios, a buscar la fórmula del vidrio flexible. Así que la arqueología nunca ha podido hallarlo en unas excavaciones, al menos hasta ahora.
La historia la conocemos principalmente a través de fuentes literarias romanas del siglo I d.C., como el citado Petronio (14 a 27-66 d.C.) y pocos años más tarde Plinio el Viejo (23-79 d.C.) quién en su enciclopedia del conocimiento de la época, Naturalis Historia publicada en 78 d.C., menciona que “era fama” aquel suceso, aunque él nunca había visto personalmente el vidrio flexible.
Plinio da más datos que Petronio: cuenta quién fue el emperador, Tiberio, y que no solo el vidriero fue ejecutado, sino también su taller destruido completamente (totam officinam artificis eius abolitam) para evitar que el nuevo material hiciera bajar el precio del cobre, la plata y el oro.
Posteriormente otra versión del relato fue recogida por Dion Casio (155-235 d.C.) que la presenta con otro protagonista, un arquitecto, y lo reinterpreta todo como una prueba de la “envidia” de Tiberio hacia el inventor.
En la Edad Media recoge la historia San Isidoro de Sevilla (560-636 d.C.), que en sus Etimologías (16,6) relata lo siguiente:
“Se cuenta que, en tiempos de Tiberio, cierto artesano descubrió un tratamiento del vidrio que lo hacía flexible y dúctil. Habiendo sido admitido ante el César, entregó a éste una “phiala”( copa poco profunda y abocinada, muy semejante a un plato hondo) que el César, irritado, arrojó al suelo. El artesano recogió del pavimento la “phiala”, que se había abollado como un vaso de bronce; a continuación, sacó de su seno un martillo y reparó la copa. Al terminar de hacerlo, el César le dijo al artesano: «¿Hay alguien más que sepa fabricar este tipo de vidrio?» Al jurarle el otro que nadie más lo sabía, el César ordenó que lo decapitaran, no fuera que, si se conocía el secreto, el oro fuese considerado como barro y todos los metales perdieran su valor. Y, a decir verdad, si los vasos de vidrio no se rompieran, serían mejores que el oro y la plata.”
Finalmente, en el siglo X, el autor llamado Pseudo-Heraclio, toma la historia de San Isidoro para incluirla en su manual de recetas técnicas para fabricar cristal “De Coloribus et Artibus Romanorum”, difundido en toda la Europa medieval.
Y así, el vidrio flexible e irrompible se convirtió en un mito durante otros mil años. Nadie lo había visto ni se encontraban pruebas físicas de su existencia en la antigüedad.
Lo cierto es que durante el siglo I d.C., los romanos desarrollaron técnicas propias y ajenas avanzadas de fabricación de vidrio, como el soplado de vidrio (originario de Siria y luego expandido por todo el mediterráneo), lo que sugiere que podrían haber experimentado con materiales innovadores. De hecho, acabaron produciendo el vidrio dicroico, origen de maravillosas obras de arte antiguas y medievales.
Para intentar explicar el relato de Petronio algunos historiadores sugirieron que el vidrio flexible podría haber sido una forma temprana de vidrio templado o incluso un material similar al aluminio (que los romanos no conocían), producido por casualidad al experimentar con sustancias para colorear el vidrio, generando un nuevo producto que podrían haber confundido con vidrio.
Hoy sabemos que el vidrio flexible no era una utopía, es posible fabricarlo. ¿Podrían haber hecho los romanos un producto similar?
Uno de los métodos actuales de fabricación de vidrio flexible nos da quizás alguna pista de cómo pudieron lograrlo los romanos artesanalmente y por pura casualidad. Al menos sugiere un camino.
Para comprenderlo, es necesario tener claro primero cómo es el vidrio común, por qué tiene sus propiedades y no es flexible:
El vidrio es un material frágil, es decir, que carece de zona plástica cuando es sometido a esfuerzos de tracción.
Un material sometido a flexión soporta tensiones de tracción y compresión y en el caso de un material frágil se produciría la rotura fundamentalmente por efecto de los esfuerzos de tracción. Por ello, mejorar la flexibilidad del vidrio significa que dicho material gana en resistencia a la flexión pues es capaz de deformarse cuando se aplica una presión.
Los materiales frágiles como el vidrio destacan por tener en su interior gran cantidad de poros y al ser sometidos a esfuerzos de tracción, los poros se comportan como grietas que se expanden a lo largo del material en la dirección en que la grieta es "más aguda".
Los poros del vidrio suelen ser visibles a simple vista cuando el material es de baja calidad pero se reduce su tamaño cuando su calidad mejora. Si los poros de un material frágil son rellenados mediante algún tipo de producto estable y afín a sus componentes, su resistencia a la flexión mejora de forma acusada. Por ejemplo, el hormigón relleno de un polímero retenido en el interior de sus poros de fraguado tiene un comportamiento similar al aluminio: no es demasiado duro, pero es menos frágil.
Extrapolando dicha conclusión al vidrio vemos que existiría la posibilidad de mejorar su resistencia a la flexión gracias a un producto que sea estable, se difunda en su interior sin descomponerse y a la vez facilite que los mismos componentes del vidrio rellenen los poros al reforzar sus enlaces internos.
Un material que sabemos que permite conseguir estos resultados es una de las formas alotrópicas del azufre.
Puesto que el azufre puro presenta una gran variedad de formas alotrópicas (la alotropía es la propiedad de algunos elementos químicos de poder presentarse en la naturaleza con estructuras moleculares distintas), la calidad del producto obtenido mejorará en la medida que se aprovechen del azufre (ó sulfuro) las formas alotrópicas de densidad más próxima a la densidad del vidrio. La forma alotrópica de óptima densidad para ello es el llamado “azufre S 6”, ciclohexaazufre (ciclohexasulfuro).
Así que pudiera ser que el artesano vidriero romano haciendo pruebas mezclara un azufre tratado previamente buscando mejorar sus propiedades (que por azar había resultado rico en S 6), con la pasta de vidrio y comprobara sus resultados: un vidrio flexible e irrompible.
Tras crear una bella pieza tuvo la malísima idea de presentarla a Tiberio, que enseguida pensó en los peligrosos efectos económicos que aquella innovación supondría de tener éxito para el valor de los metales que se usaban para crear las vajillas: cobre, plata y oro.
La historia demuestra que el cruel Tiberio no andaba descaminado. Lo sabemos porque cuando se descubrió el aluminio en el siglo XIX, la producción de pequeñas cantidades era tan costosa que llegó a considerarse un material más preciado que la plata o el oro.
Por ejemplo, durante la Exposición Universal de París en 1855 se expusieron al público unas barras de aluminio, y el emperador Napoleón III encargó una vajilla hecha del mismo metal dúctil e irrompible para agasajar a sus invitados, pues era entonces un producto de precio exorbitante, que hoy no valdría prácticamente nada (salvo como recuerdo histórico, por haber servido como servicio de mesa para una reunión de las testas coronadas de medio mundo).
“Sic transit gloria mundi” incluso para los metales más nobles, como sabía Tiberio y sospechaba San Isidoro de Sevilla.
(*) Arturo Aldecoa Ruiz. Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999 – 2019 / Químico-Físico
Más información:
https://patents.google.com/patent/ES2665816B2/es
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Vidrio_flexible
https://codigooculto.com/civilizaciones-antiguas/vidrio-flexible-irrompible-antigua-roma/
https://youtu.be/dADmv_IGuvI?si=cKoFnVFk851iFIFw