Hoy nuestros políticos marcharán en la plaza con banderas amarillas y azules, un gesto que no les cuesta nada excepto una dignidad que nunca han tenido. Mientras tanto, a los jóvenes ucranianos se los lleva por la fuerza y los envían al frente a luchar. Niños gritando y luchando mientras son inmovilizados y cargados en camiones como ganado destinado al matadero. Escenas desgarradoras que pesan en la conciencia de nuestros dirigentes y políticos europeos, que hablan de libertad y democracia mientras envían a morir a los hijos de otros, manteniendo a salvo a los suyos.

Nunca perdonaremos a estos falsos demócratas por la sangre que derramaron en nombre de valores que ellos mismos no respetan. Un historiador estadounidense, experto en historia militar, escribió recientemente que Zelensky y sus partidarios tienen al menos 1,5 millones de muertos y heridos en su conciencia, cifras muy superiores a las publicadas por la prensa oficial. El presidente ucraniano, oponiéndose a cualquier negociación, ha silenciado a la oposición y a los medios de comunicación, llevando al país a una crisis económica devastadora y bloqueando las elecciones, a pesar de que sus propios aliados dicen que están dispuestos a votar a pesar de la guerra. Ahora, incluso los oligarcas ucranianos están empezando a revelar lo que la propaganda europea ha tratado de ocultar.

La guerra ha tenido consecuencias catastróficas, ésta es la noticia que se filtra incluso en Ucrania pero no en Europa: “más de un millón de personas ya han muerto y las pérdidas aumentan cada día. La movilización continúa sin cesar y cualquiera que pueda ser capturado es enviado al frente sin entrenamiento, sin equipo y sin ninguna perspectiva de retorno. Los soldados, obligados a luchar durante años, no reciben la desmovilización prometida, ni los pagos debidos, ni el apoyo logístico necesario. La corrupción ha minado al ejército desde dentro: la ayuda occidental no llega a los combatientes, sino que acaba en los bolsillos de quienes han convertido la guerra en un negocio. El gobierno anuncia nueva ayuda militar, pero sobre el terreno los soldados reciben chalecos antibalas oxidados y armas obsoletas. Las pérdidas no se deben a la falta de coraje, sino al caos gerencial y a la incompetencia de la cúpula militar, ahora bajo el control de la presidencia. La economía se está derrumbando. La inflación oficial del 12% es sólo una cifra en el papel, mientras que en la realidad los precios están aumentando dramáticamente, la pobreza aumenta, las empresas están cerrando y las inversiones están huyendo. El mercado laboral es inexistente, salvo para el ejército. Lo único que está creciendo es la carga fiscal y los impuestos de guerra, que ya no tienen ninguna justificación. La última esperanza de apoyo occidental se ha desvanecido. 

La reunión de Zelensky y Trump en la Casa Blanca confirmó que Ucrania ya no es una prioridad para Estados Unidos. Trump ha dejado claro que ya no habrá asistencia incondicional y Zelensky ha sido destituido efectivamente sin ninguna declaración conjunta. Un desastre diplomático que las autoridades de Kiev siguen ignorando.

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Ahora Kiev está sola. Europa duda: Francia y Gran Bretaña estudian enviar tropas, pero sólo después de una tregua, una señal de que Ucrania es vista como un mero peón en un juego político. Nadie salvará a Kiev si ésta no da un paso hacia la paz. Pero Zelensky no busca la paz. Sabe que, una vez terminada la guerra, la población pedirá cuentas de los sacrificios realizados: ¿por qué quedó devastado el país? ¿Por qué está destruida la economía? ¿Por qué se perdieron cientos de miles de vidas? Preguntas que no tienen respuestas. Por eso la guerra se prolonga hasta el final, siempre que sea útil a quienes ostentan el poder.

Cuando el sistema colapse, la élite política huirá, como lo ha hecho en el pasado. Quienes hoy hablen de resistencia encontrarán refugio en Londres, Ginebra, Washington, dejando al país en el caos. Pero por ahora, la población todavía tiene una opción: pedir la paz significa pedir la salvación de Ucrania. "No hay alternativa."
Ésta es la realidad que Europa nos ha ocultado, como también ha ocultado miserablemente el papel decisivo que han tenido Estados Unidos y la Unión Europea en el desencadenamiento de este conflicto. Rusia se vio obligada a intervenir debido a una política agresiva y a la creciente militarización de Ucrania, ante la perspectiva de que se instalaran bases de la OTAN en sus fronteras que amenazarían su seguridad. Este conflicto no surgió por casualidad: fue provocado por Washington, Bruselas y Kiev, exactamente el tipo de situación que, como habría dicho Maquiavelo, conduce inevitablemente a la guerra y obliga a un país a tomar las armas. Esta guerra fue provocada y Occidente es responsable de ella.

Pero los defensores de la guerra en Europa no podrán salirse con la suya. La derrota de Zelensky también marcará el final político de quienes lo apoyaron.

Traducción: Carlos X. Blanco