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Lunes, 10 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:
Una reseña de Jacopo E. Milani

Costanzo Preve y Diego Fusaro: ¿Un marxismo de dos caras?

Diego FusaroDiego Fusaro

Las reflexiones de Costanzo Preve y Diego Fusaro sientan sin duda las bases de un camino original. Llevan el pensamiento de Marx a la escena cultural italiana, actualizándolo e interpretándolo como un filósofo idealista, seguidor de Hegel y superador de Fichte, fundador de un sistema de pensamiento y de una ideología que vuelve a poner en el centro de la historia a un actor colectivo: la clase o, en el caso de estos últimos seguidores de Marx, la comunidad, que supera el papel de la burguesía que revolucionó el sistema político y económico creando uno propio, sobre una base individualista, encaminado a una acumulación infinita de riqueza: el capitalismo.


Preve, en su Elogio del Comunitarismo (Controcorrente edizioni, 2006), destaca los pasos que llevaron al capitalismo a convertirse en dominante después del colapso de la URSS, con el triunfo del sistema de mercado y su reorganización a escala global, a través de la globalización y la deslocalización de la producción. Para que el proyecto sea eficaz y sólido, Estados Unidos y los países europeos han ajustado su oferta política, reformulando sus propuestas electorales: ya no hay partidos fundados ideológicamente en el siglo pasado, sino nuevas formaciones en línea con el neoliberalismo.

 

Por eso, toda distinción política se desvanece, hasta el punto de crear un marco en el que hablar de partidos de derecha e izquierda ya no tiene sentido. Preve también critica a la izquierda reformista, que a su juicio ha aportado algunos conceptos instrumentales al sistema actual, como el pacifismo, ritualizado para perder todo sentido y convertirse en un apoyo a las guerras imperialistas llamadas "misiones de paz".

 

Emprende una historia de la filosofía en la que quiere demostrar que el objeto de las reflexiones del pensamiento occidental, desde Anaxágoras a Sócrates, de Platón a Aristóteles, de Tomás de Aquino a Kant y Hegel, ha sido la idea de Comunidad, de Verdad derivada de los principios en los que se funda esta comunidad, y de crítica hacia las fuerzas disolventes provenientes del individualismo y de los intentos realizados, en el curso de la historia, de anteponer los intereses particulares de los individuos o facciones a los de la comunidad, entendida como cohesionada y compacta. Como los sofistas Protágoras y Gorgias, contestados por Sócrates por su relativismo y por haber vendido la filosofía a los jóvenes ricos atenienses para entrenarse a imponer la opinión conveniente a sus intereses particulares en lugar de apuntar a la verdad y al bien de la comunidad.

 

De la misma manera, según Preve, la Ilustración que inspiró las revoluciones burguesas también tuvo como resultado fundar un sistema de pensamiento sobre una crítica individualista, sobre la que luego se apoyaron y fortalecieron el sistema económico capitalista y los sistemas políticos posteriores; En este contexto, Fichte, Hegel y Marx habrían representado una reacción comunitaria que completaba este tipo de análisis, poniendo de nuevo a un sujeto colectivo en el centro de un proyecto político: la nación alemana para el primero, el Estado ético para el segundo, el proletariado para el tercero, que a través de la revolución habría tenido que superar el capitalismo y recomponer a los hombres en una sociedad sin clases. En este objetivo, sin embargo, el comunismo del siglo XX fracasó, abriendo el camino al triunfo del capitalismo burgués, donde la mercancía se convierte en la medida y fin de toda acción humana, y el liberalismo en la propaganda de un sistema de dominación que logra mantenerse, consolidando el consenso entre las masas, principalmente gracias a la hipostatización del concepto de democracia, entendida no como la idea derivada de esa vía que de las revoluciones burguesas llega a los Estados de derecho, sino como una alegoría que representa los sistemas de gobierno existentes, oligarquías para las que el sufragio universal vale un plebiscito en defensa de una economía de mercado igualmente libre de forma ilusoria. Lo mismo se aplica al uso de los derechos humanos, utilizados como bandera de las políticas imperialistas.

 

A raíz de estas reflexiones, Preve somete a una crítica detallada al marxismo, que, precisamente por haberse constituido siguiendo las sistematizaciones sucesivas del pensamiento del filósofo de Tréveris, de sistema de pensamiento filosófico se transforma en ideología política materialista: convertida ya en práctica en la Unión Soviética, o en los partidos socialdemócratas (el socialismo "de los asalariados" de Kautsky y Bebel) o en las reflexiones de los ‘desarraigados’, que han transformado la lucha de clases en emancipación total del individuo de su propia comunidad, representando esa línea de pensamiento que desde Marcuse a Toni Negri llega a la izquierda de hoy y que representa, precisamente por este aspecto, uno de los mejores apoyos del propio capitalismo.

 

Diego Fusaro, que se presenta al público como uno de los alumnos más cercanos de Preve, se ha dado a conocer tanto por su carrera de niño prodigio en el mundo académico italiano, reuniendo a la joven edad de treinta años una decena de ensayos filosóficos y un puesto de ayudante en la Universidad San Raffaele de Milán, como por el éxito que su figura de intelectual disidente está disfrutando en ciertos ámbitos de la opinión pública, convirtiéndole en uno de los puntos de referencia de aquellos movimientos políticos que pretenden proponer un euroescepticismo de izquierdas. En los años en que la crisis económica iniciada en Estados Unidos golpeaba a los países europeos y algunos intelectuales redescubrían a Marx, Fusaro publicó Bentornato, Marx! (Bompiani, 2009), obra en la que recorre el pensamiento del filósofo alemán siguiendo los pasos de Preve, consolidando y ampliando intuiciones que habían quedado al margen del mundo cultural. Con un trabajo minucioso traza un hilo rojo con el que une todas las obras del pensador de Tréveris, desde las de su juventud, como La cuestión judía , hasta las colaboraciones con Engels, como el Manifiesto del Partido Comunista , pasando por los Grundrisse y el mastodóntico El Capital, en una obra que está a medio camino entre la biografía y la historia de la filosofía, y extrae el pensamiento de Marx de las numerosas interpretaciones y complementos que, a lo largo de las décadas, han desarrollado los pensadores que se remontan a él y que, según el joven filósofo turinés, representan desviaciones del pensamiento original: naturalmente, ésta de Fusaro tampoco es otra cosa que una interpretación de Marx.

 

 

En la posterior Minima Mercatalia (Bompiani, 2012), Fusaro enriquece la interpretación de Preve de la historia de la filosofía utilizando las mismas tesis y argumentos, pero centrándose más en el pensamiento de los autores a los que se refiere para demostrar la validez de la posición que ha adoptado; Según las mismas premisas, Fusaro traza las bases para una reelaboración del pensamiento de Marx que pueda ir más allá de las perspectivas teóricas y llegar a una perspectiva comunitaria.

 

Pero las intervenciones por las que el joven estudiante de Preve es más conocido por sus lectores y, más recientemente, por los entusiastas de YouTube, son las duras críticas al mundo político y cultural de la izquierda italiana, con la interpretación, por ejemplo, de 1968 como el triunfo de la ética de la rebelión contra todo límite y norma de la ética comunitaria, y del capitalismo actual como el triunfo de la rebelión de 1968.

 

Fusaro no escatima flechas contra ninguna propuesta política reformista, desde el Partido Democrático al partido de Vendola o el de Ferrero, ni tampoco contra los temas más populares que siempre han promovido, desde la lucha por la laicidad del Estado, a la de los derechos civiles de la minoría homosexual, al antifascismo y la lucha contra Silvio Berlusconi. Por el contrario, a menudo expresa simpatía por una nueva propuesta desde cero de un programa marxista anticapitalista y se acerca a políticas neokeynesianas como base de un proyecto destinado a reconstruir una fuerte presencia del Estado en la economía.

 

En sus artículos en la revista digital Lo Spiffero, critica la lucha contra la homofobia, materializada con una propuesta de ley para hacer legalmente válida una forma de matrimonio homosexual que, en su opinión, amenaza el estatus de la familia tradicional, bastión de restricciones éticas que frenan los valores negativos del libre mercado. Asimismo, impugna la lucha por la laicidad del Estado, porque al combatir la metafísica religiosa sobre la base de la ciencia vista como el único conocimiento válido, termina por contrastar la única fuerza ética capaz de contrarrestar el poder excesivo de la economía, y produce un fortalecimiento del individualismo en detrimento del sentido de comunidad. No se pasan por alto dos temas fundamentales, derivados de décadas de lucha política: el antifascismo, que Fusaro considera inútil en ausencia del régimen de Mussolini y que, como el anticomunismo especular, ha sido funcional para bloquear el debate político en alineaciones de derecha e izquierda intercambiables en términos de programa político y estrategias; y la lucha política contra Silvio Berlusconi, acompañada de la defensa del líder en sentido garantista, igualmente funcional tanto para bloquear al electorado en los dos grandes partidos políticos, con el pretexto del voto útil, como para promover una lucha política ya no en conflicto con el sistema sino en defensa de sus formas y leyes, de las que la izquierda, otrora en la oposición, se ha convertido en la fuerza guardiana y más plenamente representativa.

 

Según Fusaro, como antes para Preve, es necesaria una estrategia para salir de la Unión Europea y del sistema monetario del euro, que ambos consideran el principal instrumento con el que el gran capital, especialmente el financiero, consigue controlar las políticas de los países para doblegarlas a sus propios intereses y separar a los ciudadanos de cualquier sentido de comunidad que pueda implicarlos en la participación democrática. Por ello, la lucha contra la Unión Europea y el euro encuentra un complemento en la reconstitución de Estados nacionales, con pleno control sobre la economía interna y en los que la comunidad nacional pueda ser reconstituida como entidad concreta, en una idea de comunidad viva ante todo desde el punto de vista cultural, en la que los ciudadanos puedan ser participantes activos y actores históricos, y no ya consumidores alienados funcionales a los intereses del capitalismo.

 

Las críticas dirigidas a la izquierda reformista actual, que no lucha por este tipo de objetivos y por lo tanto es acusada de ser una falsa oposición funcional a la globalización, unidas a la ambición de refundar los viejos Estados nacionales y un concepto de comunidad cultural , así como una posición antagónica hacia el imperialismo estadounidense, encuentran simpatías en la extrema derecha y en los nuevos populismos que de hecho han tenido contacto con Costanzo Preve. Ejemplos de ello los encontramos en diversas ocasiones de diálogo, la más extensa de las cuales está recogida en el volumen Il paradosso de Benoist (ediciones Settimo Sigillo, 2006), que recoge el debate entre Preve y el anciano y controvertido pensador francés; En él Preve reconoce la originalidad de este último, su irreductibilidad a las categorías tradicionales de derecha e izquierda y, naturalmente, el interés por las perspectivas anticapitalistas, derivadas sin embargo de las influencias de Nietzsche y Heidegger.

 

El resultado es una figura positiva de un intelectual que inspira a partidos como el Bloc Identitaire o el ala del Frente Nacional de Marine Le Pen cercana a Alain Soral, entidades políticas que bajo la apariencia de una lucha por la autonomía regional, y con la motivación de salvaguardar el medio ambiente y la cultura francesa del capitalismo destructor, quisieran volver a dar relevancia a las propuestas de comunidades sobre una base etnocultural, proponiendo la creación de una democracia estrictamente limitada a los ciudadanos pertenecientes a la cultura local dominante y marginando en consecuencia a los extranjeros, entre otras cosas en un país ya densamente poblado por una ciudadanía multiétnica.

 

Tiempo después, Preve expresó más explícitamente sus simpatías populistas, anunciando, durante las últimas elecciones francesas, su preferencia por Marine Le Pen; Decide pues confiar en la posición anticapitalista, localista y euroescéptica del candidato francés antes que en sus vacilaciones sobre una propuesta política con un pasado y un presente decididamente conservador y xenófobo.

 

 

El enfoque de Preve y Fusaro más allá de la izquierda y la derecha, que encuentra mucha simpatía entre los militantes populistas y nacionalistas, como la Liga Norte, ha sido criticado por intelectuales del ámbito progresista o de izquierda como 'rojipardo’, es decir, un híbrido entre propaganda de izquierda y contenidos de derecha, útil para difundir ideas neofascistas entre los militantes y el ámbito de izquierda.

 

Las realidades rojipardas siempre han existido en la historia de la extrema derecha, Aleksandr Duguin y Claudio Mutti, por ejemplo, que fueron interlocutores de Preve, a través del proyecto Eurasia y la organización del Campo Antiimperialista durante las guerras en Libia y Siria, combinan una lucha contra el imperialismo estadounidense con un proyecto federal paneuropeo basado en la colaboración en un sentido proteccionista, tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista político interno, dirigido a la "defensa de las tradiciones" en lugar de la defensa de la pureza étnica. Luego están los casos del movimiento Stato e Potenza de Stefano Bonilauri, que de manera similar combina políticas nacionalistas con un programa estalinista prorruso y prochino, y del movimiento Comunismo e Comunità de Maurizio Neri, que remite directamente a las tesis de Preve o del intelectual francés Alain Soral, quien con su movimiento Égalité et Réconciliation intenta precisamente unir las tesis socialistas y el patriotismo en un innovador respaldo al Front National.

 

En realidad, Preve y Fusaro, si bien compartían, de forma más o menos explícita, el pensamiento y las perspectivas de los diversos partidos populistas que se cruzaron en su camino, nunca abrazaron evidentemente una visión nacionalista o tradicionalista, y nunca se alejaron demasiado de lo que la exégesis marxista les permitía hacer. Dado el corto período de tiempo en el que este fenómeno ha logrado desarrollarse y atraer interlocutores, todavía es prematuro emitir un juicio. También es cierto, sin embargo, que una lectura de Marx que, para purificar su pensamiento, excluya la recuperación de todo el legado ilustrado y socialista anterior en el que Marx, como sostiene también Hobsbawm, se inspiró para criticar a sus contemporáneos, le deja a uno perplejo. Además, hablar de soberanía nacional y basar su propuesta en una lucha comunitaria, sin especificar en qué tipo de comunidad y en qué valores se basa esta lucha, y al mismo tiempo no evaluar la hipótesis de una comunidad fundada en la liberté, égalité, frâternité y los derechos humanos, significa dejar un vacío importante que otros pueden llenar con elementos de extrema derecha.

 

Traducción: Carlos X. Blanco

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