Martes, 23 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 23 de Septiembre de 2025 a las 07:54:25 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Pedro Chacón
Viernes, 14 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

El lendacari vasco se somete en USA al imperialismo cultural de sus élites demócratas

[Img #27590]

 

El lendacari Pradales, tal como hizo antes el lendacari Urkullu cuando fue a Japón, equiparando a Euskadi con el Imperio del Sol Naciente y al bombardeo de Guernica con el de Hiroshima y Nagasaki, ha ido ahora, con este ridículo y grotesco logo que vemos aquí arriba, de viaje a los Estados Unidos. Un logo con el que se quiere poner de igual a igual, de tú a tú, un liliputiense gobierno autónomo, cuya extensión total es menor que la de la provincia de Orense, o la de Ávila, o la de Almería, con la mayor potencia política, militar y económica del planeta.

 

Y allí se plantó este lendacari nuestro de origen castellano-viejo por sus cuatro costados (es que no puede ser todo más absurdo) para decirle al mandatario norteamericano, así como a la cara y en su propia casa, que “Estados Unidos es mucho más que Trump y sus delirios imperiales y expansionistas”.

 

Sí, claro, es mucho más. Es tanto más que nuestro lendacari castellano-viejo va y se reúne con la dirección de la Fundación Solomon Guggenheim de Nueva York, donde ha estado toda la comitiva, formada, en sus papeles estelares, por el lendacari Pradales, la consejera de Cultura, Ibone Bengoetxea, la diputada general de Vizcaya, Elixabete Etxanobe, el director saliente del Museo Guggenheim de Bilbao, Juan Ramón Vidarte, que nunca en su vida se imaginó un chollo semejante, sin tener ni puñetera idea de arte, así como la flamante recién elegida directora Miren Arzalluz, la que se copió a sí misma un tercio de su tesis, fusilando casi todo el libro que escribió sobre el modisto Balenciaga doce años antes, la hija del tonante de su padre, el xenófobo y supremacista antiespañol Xabier Arzalluz, que fue presidente del PNV durante veinte años.

 

La Fundación Guggenheim, como toda fundación de ideología demócrata en Estados Unidos, tiene a gala decir que está enfrentada al presidente Trump mientras luce sus riquezas estratosféricas por todo el mundo. Y su enfrentamiento viene de la anterior legislatura del actual mandatario norteamericano, la de los años 2017-2021. El que era entonces director del Museo, Richard Armstrong, ya se pronunció contra el veto inmigratorio de Trump diciendo que muchos artistas y coleccionistas de arte tuvieron que huir de Europa y recalar en Estados Unidos debido a las guerras mundiales y así enriquecieron el fondo de la colección Guggenheim que hoy conocemos. Durante su mandato como director del museo fue cuando Trump, que ocupaba la Casa Blanca por primera vez, le pidió, a través de su mujer Melanie, como suele ser costumbre en los inquilinos de la Casa Blanca con los museos norteamericanos, una obra para decorar los salones de la residencia presidencial. Eligieron el cuadro de Van Gogh titulado “Paisaje con nieve”. Y el Museo Guggenheim de Nueva York, por boca de una de sus conservadoras, Nancy Spector, les dijo que no podían prestarle esa obra porque la habían comprometido para una exposición en el Guggenheim de Bilbao. Y a cambio le ofrecieron la obra del artista Maurizio Cattelan, titulada “América”, que no era otra cosa que un retrete de oro macizo de 18 quilates, que este artista italiano concibió como una sátira sobre el despilfarro en Estados Unidos. Este Cattelan es el mismo que convirtió en obra de arte un plátano pegado con cinta de carrocero en la pared. Desde el museo, en una muestra desvergonzada de superioridad intelectual, artística y moral, consideraron que ese préstamo artístico era más adecuado para el presidente Trump que el Van Gogh que pedía. Así es esta élite multimillonaria demócrata que pretende imponer su ideología, su cultura y su moral por todo el mundo, dictando sentencia de lo que está bien y lo que está mal tanto en arte como en comportamiento político y moral, a lo que se ve. Y a esta élite demócrata infatuada es a la que el gobierno vasquito rinde pleitesía con todo y a la que se somete para que le diga lo que tiene que exponer, lo que tiene que ensalzar en arte y si tiene o no que ampliar sus instalaciones hasta el mismo corazón verde de Vizcaya.

 

Porque, en efecto, semejante despliegue de la plana mayor del PNV de las instituciones políticas vizcaína y vasca para plantarse en la Fundación Guggenheim de Nueva York no es para otra cosa que para que les digan allí a ver lo que han decidido o lo que están decidiendo con lo de hacer otro museo en Vizcaya, esta vez en la cuenca del Urdaibai, nada menos que en su Reserva de la Biosfera, en los terrenos del astillero de Murueta y de la antigua fábrica de cubiertos Dalia de Guernica. Están a lo que decidan en Nueva York que hay que hacer. Hasta el punto de que este Gobierno Vasco ha contratado los servicios de la Universidad de Columbia de Nueva York, asesorados los de aquí (es un eufemismo) también para ello por la Fundación Guggenheim, para auscultar la opinión de la comarca, porque no las tienen todas consigo y tampoco se fían allí, en Nueva York, de que ese trabajo de recabar opiniones lo haga cualquier centro sociológico vasco de investigación o la propia Universidad del País Vasco, que para eso está y que debe conocer mejor el terreno y sus gentes que los investigadores de una Universidad norteamericana que lo más seguro es que no hayan estado aquí en su vida, ni siquiera sepan que esto existe. La Universidad de Columbia estará asistida, en su labor de auscultación de lo que piensa la comarca vizcaína de Urdaibai, por el Agirre Lendakari Center (con el nombre en inglés ya lo está diciendo todo), creado para mayor gloria del exlendacari Ibarretxe.

 

Los nacionalistas que nos gobiernan son así. La cosa es rendirle pleitesía al amigo americano, concretamente al demócrata multimillonario, mientras dicen que Trump es un imperialista delirante. Están haciendo exactamente igual que cualquier paleto español de la posguerra que veía pasar de largo los coches que iban para la capital y cuyos ocupantes les saludaban con la mano mientras ellos miraban con los ojos como platos, como las vacas al tren: ¡Ongi etorri, Marshall jauna!

 

https://amzn.to/3rvLG5t
https://donorbox.org/ayudanos-a-decir-en-publico-lo-que-piensas-en-privado-1

 

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.