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Martes, 25 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:
Una reseña de Troy Southgate

Julius Evola y la Flamma non urens

Julius EvolaJulius Evola

Julius Evola (1898-1974), en su obra de 1931, La Tradición Hermética: Símbolos y Enseñanzas del Arte Real, señala que «el fuego es la virtud propia del principio solar, no el fuego del deseo, del ardor generador o de la lujuria, sino el flamma non urens, el principio inmaterial de toda animación. La luz, en sí misma, está más estrechamente relacionada con el principio femenino, lunar, como Sabiduría que, en relación con el [sol], tiene la misma naturaleza que la luz que la Luna refleja del principio solar» (p.35).

 

Veamos este concepto en términos cotidianos. Cuando leemos a la luz de una pequeña lámpara de mesilla colocada a un lado de nosotros, ya sea a la izquierda o a la derecha, la página más alejada de la lámpara recibe más luz que la más cercana a la fuente luminosa. Esto se debe, por supuesto, a la posición de la luz y al efecto de sombra. No hay nada especialmente sorprendente en esta observación, pero la página más luminosa puede servir para iluminar la página menos perceptible para el ojo humano. En otras palabras, la luz de la superficie de la página más brillante puede dirigirse a la página menos brillante.

 

En astronomía, este proceso se conoce como «luz cenicienta» y se produce cuando la luz solar se refleja en la superficie de la Tierra e ilumina la parte no iluminada de la Luna. Esto significa que la luz solar se refleja dos veces: primero en la Tierra y luego en la Luna. Si imaginamos que el Sol es la bombilla de nuestra lámpara de cabecera y que la Tierra es la página más alejada del libro, podemos ver que la página menos luminosa se ilumina de la misma forma que la porción no iluminada de la Luna.

 

Lo que Evola quiere decir, por seguir con mi analogía, es que el texto de la página más oscura se vuelve esencialmente legible gracias a la luz reflejada en la superficie de la que es comparativamente más brillante. La perspectiva femenina en la cosmovisión de Evola se basa, pues, en consideraciones materiales, y su «luz» del deseo humano no es comparable con la pureza más trascendente del principio solar.

 

Por otro lado, la bombilla incandescente de mi ejemplo, basada en la creación artificial de luz, es en sí misma el resultado de factores generativos y -para ser coherentes- puede describirse como flamma non urens, o llama sin fuego.

 

Cortesía de Euro-Synergies

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