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Pedro Chacón
Viernes, 21 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

De la España vaciada a la cúspide del nacionalismo vasco

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Cañamaque es un pueblo de 27 habitantes de la provincia de Soria de donde es la madre del inminente nuevo presidente del Partido Nacionalista Vasco, Aitor Esteban Bravo. Él dice que suele ir a menudo al pueblo de su madre. En el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, que es una obra clásica, en dieciséis volúmenes ordenados alfabéticamente, de la geografía humana de España, fechada entre 1845-1850, se describe el pueblo diciendo que “tiene 112 casas, además de la consistorial, la escuela de instrucción primaria, concurrida por 80 alumnos, a cargo de un maestro, cuya dotación consiste en unas 35 fanegas de trigo pagadas por los padres de los discípulos, según las respectivas clases, y una iglesia parroquial (San Juan Bautista), servida por un cura de entrada y provisión real y ordinaria según los meses en que concurra la vacante; el cementerio se halla en posición que no ofende la salubridad pública”. Su población es de 91 vecinos y 374 almas.

 

Y si del otro personaje con orígenes inequívocamente castellanos hablamos, es decir, el actual lendacari vasco Imanol Pradales Gil, poniendo como pueblo de referencia el de su apellido, Pradales, en Segovia, nos dice el mismo Diccionario de Madoz, que se trata de un “lugar con ayuntamiento de la provincia y diócesis de Segovia”, porque en su día era Pradales la cabecera del municipio. Hoy, en cambio, es Carabias. Y continúa así: “Tiene 30 casas de inferior construcción; la del ayuntamiento, escuela de primeras letras común a ambos sexos, dotada con 14 fanegas de grano, trigo y centeno; una fuente y un pozo de buenas aguas de las cuales se utilizan los vecinos, y una iglesia parroquial (La Visitación de Nuestra Señora) con curato de primer ascenso y provisión ordinaria; tiene un anejo en Caravias y otro en Ciruelas; para los cuales hay un teniente que nombra el párroco; el cementerio está en paraje que no ofende la salud pública”. También dice que tiene una población de 20 vecinos y 79 almas. Hoy está prácticamente desierto.

 

Cañamaque y Pradales son la España vaciada por antonomasia. De ahí emigraron muchos de sus naturales al País Vasco en pleno siglo XX y como consecuencia de ello hoy tenemos que el lendacari vasco y el presidente del Partido Nacionalista Vasco son descendientes de esos dos lugares.

 

Pero para nuestra sorpresa, señal evidente de que el ser humano es alguien propenso a irse por peteneras, ahí tenemos al lendacari Pradales diciendo que él forma parte del pueblo vasco y que por eso él no quiere saber nada de España. Él no es español. Aunque tenga carnet de identidad español como todo hijo de vecino. Pero él no se siente español. Por ejemplo, con ocasión del cisco que montaron en la Federación Internacional de Pelota Vasca, en una reunión que tuvieron en diciembre del año pasado, para que la Federación vasca pueda jugar al margen de la española e incluso coincidiendo con ella o enfrentándose con ella, todo lo cual está pendiente de resolución judicial en las instancias deportivas, salió el lendacari Pradales dándolo ya todo por hecho y diciendo que se trataba de una «buena noticia para la pelota, el deporte vasco y el euskera». Y además dijo que «esa oficialidad es un paso más para reconocer nuestra nación. Un paso importante para la proyección internacional de nuestro pueblo y para conquistar nuevos espacios para nuestra lengua y cultura, porque el euskera será lengua oficial en los torneos de pelota internacionales». O sea, que su nación y su pueblo son el vasco, solo el vasco. Y como si el euskera fuera la única lengua y la única cultura de los vascos. Aunque todo eso lo dijera en castellano, claro. O sea, que para Pradales el pueblo vasco es su pueblo, su único pueblo. Ya no se acuerda de Pradales en Segovia, ni de los pueblos de alrededor de Aranda de Duero, en Burgos, de donde procede toda su familia. Su pueblo es solo el pueblo vasco. Lo de la oficialidad de la selección vasca de pelota le parece «un sueño convertido en realidad». Y dijo más: «seguimos avanzando y soñamos con que todos los vascos podamos competir con nuestra selección en todos los deportes. Paso a paso, la oficialidad». Se refiere, naturalmente, a la selección vasca, nuestra selección. Nada de selección española. Una oficialidad de la selección vasca de pelota «que posibilita que las y los pelotaris vascos puedan desde ya vestir la camiseta de Euskadi y desfilar bajo la ikurriña en competiciones internacionales oficiales». Qué emoción para Imanol Pradales, vestir la camiseta de Euskadi y desfilar bajo la ikurriña en competiciones oficiales internacionales. Además, se comprometió «a seguir contribuyendo a desbrozar el camino hacia la oficialidad al mayor número de disciplinas deportivas posibles». Se refiere, claro está, a la oficialidad de disciplinas todas ellas vascas y solo vascas y si es posible enfrentarse a la selección española mucho mejor, así es como mejor se visualizará la contraposición insalvable entre lo vasco y lo español. Y lo dice él, que es originario de Aranda de Duero y que tiene un apellido que corresponde a una localidad de Segovia.

 

El caso es que la federación vasca de pelota solo engloba a las tres provincias de la Comunidad Autónoma Vasca, porque Navarra, que es la federación que tiene más pelotaris federados, permanece al margen de esta historia. Y lo curioso del caso es que quien ha posibilitado que la federación vasca pueda competir con la española, el presidente de la federación internacional de pelota vasca, un tal Xavier Cazaubon, francés pero que tiene la doble nacionalidad francesa y mexicana, con apoyo también de la federación francesa de pelota vasca, está contribuyendo decisivamente a que la oficialidad de la selección vasca de pelota sea una realidad pero sin que ello afecte al territorio francés para nada. O sea, los pelotaris vasco-franceses siguen compitiendo con la selección francesa. En fin, es todo demasiado absurdo como para poder racionalizarlo mínimamente.

 

Y todo esto sin contar con las últimas declaraciones del presidente del Consejo Superior de Deportes español, un tal José Manuel Rodríguez Uribes, que acaba de decir que la pelota vasca es un deporte solo vasco, que no se practica en el resto de España. O sea, que no sabe que la pelota vasca tiene una práctica deportiva bastante notable en otras comunidades españolas. Y es el presidente del Consejo Superior de Deportes del gobierno de España el que lo dice.

 

Creo que todo esto –empezando por la actitud del actual gobierno español, no se nos olvide, facilitando con un cambio de la ley del deporte que esto pueda ocurrir, para así seguir manteniendo el apoyo del nacionalismo vasco a su frágil gobierno– es una demostración más que evidente de que estamos en una época especialmente confusa que afecta a los fundamentos mismos de la vida social y política en general, y en particular en esta parte del mundo que llamamos España, y concretamente en este rinconcito del norte que linda con Francia y que llamamos País Vasco. Esperemos que con el tiempo las cosas vayan tomando un cariz un poco más racional que el que tienen ahora. Porque es que, ahora mismo, con un lendacari vasco llamado Imanol Pradales Gil que presume de ser solo vasco y un presidente del PNV llamado Aitor Esteban Bravo, originario de Cañamaque, provincia de Segovia, por parte de madre, la cosa está que no hay por dónde cogerla.

 

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