Un artículo de Salvatore Bravo
La nada: Bienvenidos a los tiempos turbulentos
La verdad en su crudeza está ante nosotros. Los oligarcas no ocultan sus “intenciones” y su “naturaleza”. Los plutócratas viudos de guerra la alaban, la persiguen, la adulan y la miman. La “nada” es la trágica verdad de Occidente, que ha superado la fase del “bombardeo ético” y está pasando hacia la fase del “bombardeo” sin el velo de Maya. Costanzo Preve definió como “bombardeo ético” la fórmula con la que las “democracias liberales” hicieron que la gente aceptara guerras sin límites ni fronteras morales en nombre de los derechos y de la paz.
La máscara ha caído, después de décadas de férrea educación en el nihilismo corporativo y la reducción del ser humano a un simple acumulador de dinero y deseos, el sistema muestra su verdadera cara de Medusa, porque es seguro que no habrá reacciones políticas significativas desde la base. Las personas son similares a los “siervos”, no usan la razón pública, sino que obedecen a los mercados, son sumisos a la religión del “becerro de oro”.
Los gobiernos que no tienen altares metafísicos se adaptan rápidamente a las circunstancias. Los pueblos que han perdido el sentido del bien y del mal permanecen indiferentes e impotentes ante el absurdo que se revela diariamente en su crueldad. El más fuerte dicta la ley, nos adaptamos en un tiempo rapidísimo sin filtros y sin mascarillas. Los oligarcas son los modelos del tecnofeudalismo, con su gestión oportunista y mediocre de los acontecimientos políticos enseñan la mediocridad cínica de quienes han perdido todo camino que conduce a fines objetivos.
Zelensky es sólo un ejemplo paradigmático de ello: pasó en pocas horas del “conflicto con Trump” a aceptar todos los acuerdos hasta ponerse bajo las alas de Trump. ¡Pobre Ucrania! La guerra y el saqueo de las tierras raras y de los graneros del mundo están ya a la vuelta de la esquina; ahora es un protectorado estadounidense. El pueblo ucraniano no aparece, no sabemos qué piensa y cómo actúa. Los medios de comunicación defienden la guerra en Ucrania, pero los ucranianos no aparecen, son objeto de un juego en el que no participan. Rusia y Estados Unidos se repartirán los recursos, mientras Europa, huérfana por la guerra y las tierras raras, apunta al rearme, para gran alegría de las multinacionales armamentísticas. Ya no tiene relevancia política, es una semicolonia sin rumbo que sigue llevando la guerra a los altares, pero ya ha sido abandonada incluso por Zelensky. El bloque occidental está desgarrado por guerras internas entre bandas de capitalistas.
El tecnofeudalismo es claramente una jerarquía de comerciantes unidos únicamente por su hambre sagrada de dinero. Aquí está la “nada” entre nosotros, es una nada en la que las vidas de las personas son absorbidas por una violencia sin esperanza. Ante el triunfo del más fuerte no debemos dejarnos llevar por la desesperación y el pesimismo paralizante. Para reconstruir la política y devolver la verdad al reino de las mentiras absolutas, debemos trabajar en múltiples frentes: la metafísica y la praxis deben reunirse para que la política pueda silenciar las armas y conducir hacia objetivos compartidos.
Práctica y política
La práctica política sin un fundamento veraz no puede sino verse desbordada, porque si el objetivo no está fundado es fácil ceder a la impotencia ante la derrota. Para salir del pantano del tecnofeudalismo es necesario un cambio cultural y político de largo plazo; es nuestra apuesta por un futuro que parece cada vez más nebuloso. A todo hombre y mujer de buena voluntad el compromiso de reconstruir en el año cero de la política el “sentido” perdido entre mentiras y bombardeos.
Los seres humanos no pueden ser producidos en masa, como lo demuestra la resistencia de quienes persiguen la búsqueda del bien común. El dolor de vivir es el síntoma de que el ser humano es un “animal metafísico y simbólico”. No debemos desesperar, porque el espino en el que nos encontramos es el signo de la naturaleza ética y política que ninguna producción en masa puede borrar. El sufrimiento es la manifestación del vacío metafísico sin el cual la existencia no es humana y no puede humanizarse. Si el bombardeo ético con sus razones ideológicas parece decaer y la “verdad cruda” parece desmantelar la última capa de la ética, tan delgada que es “la nada disfrazada de ser”, sólo queda en el campo la “masacre administrativa”.
“La Masacre Administrativa marca la máxima pérdida de control y dominio de los sujetos individuales y sociales sobre los productos de su acción, un tema privilegiado en el pensamiento de Heidegger, quien por esta razón sigue siendo uno de los pocos pensadores “decentes” del siglo XX. “La Masacre Administrativa consiste en el cumplimiento de órdenes legalmente legítimas y casi siempre motivadas ideológicamente con complejas estrategias periodísticas y políticas de persuasión, órdenes cuyo contenido es simplemente el Mal Absoluto”.
Si a estas alturas el “Mal absoluto” es evidente, pero está oculto a la mirada ética y epistemológica de muchos, pues el hábito de escuchar a pesimistas sin remedio sólo puede llevar a la adaptación por la mera supervivencia. Los hombres y mujeres que no se han dejado encantar por el “Mal” tienen la tarea de mostrar con racionalidad filosófica y testimonio que otro modo de vida es posible y que esa “potencialidad” debe transformarse en realidad histórica; no es, por tanto, sólo un ideal. La nueva política debe declarar la guerra al último hombre nietzscheano.
ð Preve más allá de Preve (Tomo I) de Salvatore Bravo y edición de Carlos X. Blanco
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ð También disponible en tapa blanda
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— Letras Inquietas (@let_inquietas) February 22, 2025
El último hombre
El último hombre no es tal por condición ontológica, sino que es producto de la desesperación, es el hombre al que se le ha quitado el fundamento de la verdad, sin la cual el ser humano no es más que una copia lúgubre de sí mismo. Sin planificación ni pensamiento fuerte, el ser humano sólo es humano en apariencia, pues en su corazón se siente “no nacido”. El segundo nacimiento, el primero es el nacimiento biológico, no es negociable, sin él la masacre ya ha ocurrido aunque uno siga vivo. El segundo nacimiento es el logos que genera proyectos compartidos y autoconocimiento: “El propietario activo y pasivo de la Masacre Administrativa es sustancialmente el Último Hombre anunciado por Nietzsche (…). A un nivel más “moderado”, las Masacres Administrativas siguen repitiéndose en medio de la total indiferencia de quienes pasarían horas y horas discutiendo sobre el piloto Schumacher o el futbolista Ronaldo, y el embargo de medicamentos a Irak con el consiguiente exterminio de pacientes inocentes es por ejemplo una forma absolutamente actual de Masacre Administrativa. (…) Este Último Hombre es el producto terminal del olvido de toda ciencia filosófica del hombre, y por tanto de todo horizonte veraz del conocimiento filosófico. “Se le puede hacer cualquier cosa porque ya no tiene anticuerpos de resistencia”.
Costanzo Preve es grande en su análisis porque es profundo. La planificación del nihilismo hedonista y propietario ha alcanzado el apogeo de su fuerza destructiva. La dominación no oculta sus razones con bellas palabras e ideales exhibidos, todo se reduce a dinero. El presidente de Estados Unidos tiene la palabra “dinero” en la boca y la utiliza como un hipnótico, pues es muy consciente del largo trabajo que los medios de comunicación y las multinacionales han realizado para infectar el cuerpo social con el nihilismo crematístico. La filosofía está viva, continúa su acción kársicamente, por eso en este momento debemos salir al campo con palabras y acciones para restablecer el bien sobre fundamentos metafísicos. Todos estamos llamados a esta revolución social, es la revolución del alma y del logos. Debemos partir de las condiciones históricas que han producido el “mal” y continúan perpetuándolo para responder al “Mal Absoluto”: “El vínculo social de la sociedad de las soledades, que se engaña pensando que puede comunicarse sin intermediarios seleccionando individualmente a sus interlocutores a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, es el código genético de la era de la globalización. Por supuesto, esto no sólo es incompatible, sino que requiere una integración artificial, desde los gigantescos conciertos de rock y techno hasta las ovaciones deportivas tribales y metropolitanas. Pero estas integraciones comunitarias artificiales dividen y aíslan a las generaciones entre sí, en lugar de ponerlas de alguna manera en contacto. Una filosofía del futuro debe, pues, asumir abiertamente la crisis del vínculo social como objeto privilegiado y legítimo de reflexión”.
Libertad y límite
El primer paso es extraer el código genético de la globalización sin esperanza y hacer público el análisis con la contribución de todos aquellos que quieran participar en el análisis. Sin la inquietante claridad del “Mal” en la forma de nuestro tiempo no será posible emancipar las conciencias y restablecer un proyecto difícil pero ya inaplazable. Con la extracción comunitaria del “código genético” la acción no puede sino presentarse como una necesidad histórica. La verdad y el bien deben ser mediados en la historia, por lo tanto, como nos enseñó Marx, la libertad es conciencia de la necesidad histórica. Debemos renunciar conscientemente a la sociedad de mercado y al monoteísmo de las finanzas, ellos son ahora parte del aliento vital del hombre contemporáneo, pero no son la totalidad del ser humano, por lo tanto la lucha corta o larga es posible. La posibilidad de problematizar es el signo de la libertad política del ser humano: “El pensamiento único de la globalización no puede renunciar a su carácter de religión monoteísta de la economía porque sólo la religión puede garantizar una aceptación resignada y dogmática de su dominio. Si, de hecho, se problematizara filosófica y políticamente este dominio, el elemento de fatalidad inevitable al que deben someterse miles de millones de personas desaparecería, y esos miles de millones de personas podrían «recuperar la palabra», una palabra que hoy se les niega.
Retomemos nuestra palabra y reabramos los cerrojos de la historia cerrados y encerrados por la malvada religión de las finanzas. La palabra es el logos que nos sitúa unos frente a otros y nos permite reconocernos como hombres y mujeres en nuestra verdad y necesidad histórica, este es el punto de partida para divergir de la lógica de la guerra que amenaza a todo ser humano. La lógica de la guerra consustancial contra el capitalismo y el poder está en el signo de la ilimitación, por lo tanto el "bien" sólo puede fundarse en el "límite", que caracteriza la naturaleza humana y es la condición que permite la relación solidaria en la que cada persona puede vivir la plenitud de sí misma: “Puesto que el hombre es el único animal que sabe que debe morir, es normal que busque ese impotente pero a veces consolador sustituto de la inmortalidad que es el sentido de su propia vida”.
Al tecnofeudalismo del sinsentido debemos oponer “el sentido del proyecto colectivo y comunitario” a través del cual podemos reconstruir el sentido del “límite” que traza fronteras sobre las que es posible, a través del encuentro, establecer caminos de verdad comunitaria. Donde hay conciencia de los límites, hay libertad. Estamos llamados a esto o no habrá más historia humana ni historia de los seres humanos.
Traducción: Carlos X. Blanco
La verdad en su crudeza está ante nosotros. Los oligarcas no ocultan sus “intenciones” y su “naturaleza”. Los plutócratas viudos de guerra la alaban, la persiguen, la adulan y la miman. La “nada” es la trágica verdad de Occidente, que ha superado la fase del “bombardeo ético” y está pasando hacia la fase del “bombardeo” sin el velo de Maya. Costanzo Preve definió como “bombardeo ético” la fórmula con la que las “democracias liberales” hicieron que la gente aceptara guerras sin límites ni fronteras morales en nombre de los derechos y de la paz.
La máscara ha caído, después de décadas de férrea educación en el nihilismo corporativo y la reducción del ser humano a un simple acumulador de dinero y deseos, el sistema muestra su verdadera cara de Medusa, porque es seguro que no habrá reacciones políticas significativas desde la base. Las personas son similares a los “siervos”, no usan la razón pública, sino que obedecen a los mercados, son sumisos a la religión del “becerro de oro”.
Los gobiernos que no tienen altares metafísicos se adaptan rápidamente a las circunstancias. Los pueblos que han perdido el sentido del bien y del mal permanecen indiferentes e impotentes ante el absurdo que se revela diariamente en su crueldad. El más fuerte dicta la ley, nos adaptamos en un tiempo rapidísimo sin filtros y sin mascarillas. Los oligarcas son los modelos del tecnofeudalismo, con su gestión oportunista y mediocre de los acontecimientos políticos enseñan la mediocridad cínica de quienes han perdido todo camino que conduce a fines objetivos.
Zelensky es sólo un ejemplo paradigmático de ello: pasó en pocas horas del “conflicto con Trump” a aceptar todos los acuerdos hasta ponerse bajo las alas de Trump. ¡Pobre Ucrania! La guerra y el saqueo de las tierras raras y de los graneros del mundo están ya a la vuelta de la esquina; ahora es un protectorado estadounidense. El pueblo ucraniano no aparece, no sabemos qué piensa y cómo actúa. Los medios de comunicación defienden la guerra en Ucrania, pero los ucranianos no aparecen, son objeto de un juego en el que no participan. Rusia y Estados Unidos se repartirán los recursos, mientras Europa, huérfana por la guerra y las tierras raras, apunta al rearme, para gran alegría de las multinacionales armamentísticas. Ya no tiene relevancia política, es una semicolonia sin rumbo que sigue llevando la guerra a los altares, pero ya ha sido abandonada incluso por Zelensky. El bloque occidental está desgarrado por guerras internas entre bandas de capitalistas.
El tecnofeudalismo es claramente una jerarquía de comerciantes unidos únicamente por su hambre sagrada de dinero. Aquí está la “nada” entre nosotros, es una nada en la que las vidas de las personas son absorbidas por una violencia sin esperanza. Ante el triunfo del más fuerte no debemos dejarnos llevar por la desesperación y el pesimismo paralizante. Para reconstruir la política y devolver la verdad al reino de las mentiras absolutas, debemos trabajar en múltiples frentes: la metafísica y la praxis deben reunirse para que la política pueda silenciar las armas y conducir hacia objetivos compartidos.
Práctica y política
La práctica política sin un fundamento veraz no puede sino verse desbordada, porque si el objetivo no está fundado es fácil ceder a la impotencia ante la derrota. Para salir del pantano del tecnofeudalismo es necesario un cambio cultural y político de largo plazo; es nuestra apuesta por un futuro que parece cada vez más nebuloso. A todo hombre y mujer de buena voluntad el compromiso de reconstruir en el año cero de la política el “sentido” perdido entre mentiras y bombardeos.
Los seres humanos no pueden ser producidos en masa, como lo demuestra la resistencia de quienes persiguen la búsqueda del bien común. El dolor de vivir es el síntoma de que el ser humano es un “animal metafísico y simbólico”. No debemos desesperar, porque el espino en el que nos encontramos es el signo de la naturaleza ética y política que ninguna producción en masa puede borrar. El sufrimiento es la manifestación del vacío metafísico sin el cual la existencia no es humana y no puede humanizarse. Si el bombardeo ético con sus razones ideológicas parece decaer y la “verdad cruda” parece desmantelar la última capa de la ética, tan delgada que es “la nada disfrazada de ser”, sólo queda en el campo la “masacre administrativa”.
“La Masacre Administrativa marca la máxima pérdida de control y dominio de los sujetos individuales y sociales sobre los productos de su acción, un tema privilegiado en el pensamiento de Heidegger, quien por esta razón sigue siendo uno de los pocos pensadores “decentes” del siglo XX. “La Masacre Administrativa consiste en el cumplimiento de órdenes legalmente legítimas y casi siempre motivadas ideológicamente con complejas estrategias periodísticas y políticas de persuasión, órdenes cuyo contenido es simplemente el Mal Absoluto”.
Si a estas alturas el “Mal absoluto” es evidente, pero está oculto a la mirada ética y epistemológica de muchos, pues el hábito de escuchar a pesimistas sin remedio sólo puede llevar a la adaptación por la mera supervivencia. Los hombres y mujeres que no se han dejado encantar por el “Mal” tienen la tarea de mostrar con racionalidad filosófica y testimonio que otro modo de vida es posible y que esa “potencialidad” debe transformarse en realidad histórica; no es, por tanto, sólo un ideal. La nueva política debe declarar la guerra al último hombre nietzscheano.
ð Preve más allá de Preve (Tomo I) de Salvatore Bravo y edición de Carlos X. Blanco
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El último hombre
El último hombre no es tal por condición ontológica, sino que es producto de la desesperación, es el hombre al que se le ha quitado el fundamento de la verdad, sin la cual el ser humano no es más que una copia lúgubre de sí mismo. Sin planificación ni pensamiento fuerte, el ser humano sólo es humano en apariencia, pues en su corazón se siente “no nacido”. El segundo nacimiento, el primero es el nacimiento biológico, no es negociable, sin él la masacre ya ha ocurrido aunque uno siga vivo. El segundo nacimiento es el logos que genera proyectos compartidos y autoconocimiento: “El propietario activo y pasivo de la Masacre Administrativa es sustancialmente el Último Hombre anunciado por Nietzsche (…). A un nivel más “moderado”, las Masacres Administrativas siguen repitiéndose en medio de la total indiferencia de quienes pasarían horas y horas discutiendo sobre el piloto Schumacher o el futbolista Ronaldo, y el embargo de medicamentos a Irak con el consiguiente exterminio de pacientes inocentes es por ejemplo una forma absolutamente actual de Masacre Administrativa. (…) Este Último Hombre es el producto terminal del olvido de toda ciencia filosófica del hombre, y por tanto de todo horizonte veraz del conocimiento filosófico. “Se le puede hacer cualquier cosa porque ya no tiene anticuerpos de resistencia”.
Costanzo Preve es grande en su análisis porque es profundo. La planificación del nihilismo hedonista y propietario ha alcanzado el apogeo de su fuerza destructiva. La dominación no oculta sus razones con bellas palabras e ideales exhibidos, todo se reduce a dinero. El presidente de Estados Unidos tiene la palabra “dinero” en la boca y la utiliza como un hipnótico, pues es muy consciente del largo trabajo que los medios de comunicación y las multinacionales han realizado para infectar el cuerpo social con el nihilismo crematístico. La filosofía está viva, continúa su acción kársicamente, por eso en este momento debemos salir al campo con palabras y acciones para restablecer el bien sobre fundamentos metafísicos. Todos estamos llamados a esta revolución social, es la revolución del alma y del logos. Debemos partir de las condiciones históricas que han producido el “mal” y continúan perpetuándolo para responder al “Mal Absoluto”: “El vínculo social de la sociedad de las soledades, que se engaña pensando que puede comunicarse sin intermediarios seleccionando individualmente a sus interlocutores a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, es el código genético de la era de la globalización. Por supuesto, esto no sólo es incompatible, sino que requiere una integración artificial, desde los gigantescos conciertos de rock y techno hasta las ovaciones deportivas tribales y metropolitanas. Pero estas integraciones comunitarias artificiales dividen y aíslan a las generaciones entre sí, en lugar de ponerlas de alguna manera en contacto. Una filosofía del futuro debe, pues, asumir abiertamente la crisis del vínculo social como objeto privilegiado y legítimo de reflexión”.
Libertad y límite
El primer paso es extraer el código genético de la globalización sin esperanza y hacer público el análisis con la contribución de todos aquellos que quieran participar en el análisis. Sin la inquietante claridad del “Mal” en la forma de nuestro tiempo no será posible emancipar las conciencias y restablecer un proyecto difícil pero ya inaplazable. Con la extracción comunitaria del “código genético” la acción no puede sino presentarse como una necesidad histórica. La verdad y el bien deben ser mediados en la historia, por lo tanto, como nos enseñó Marx, la libertad es conciencia de la necesidad histórica. Debemos renunciar conscientemente a la sociedad de mercado y al monoteísmo de las finanzas, ellos son ahora parte del aliento vital del hombre contemporáneo, pero no son la totalidad del ser humano, por lo tanto la lucha corta o larga es posible. La posibilidad de problematizar es el signo de la libertad política del ser humano: “El pensamiento único de la globalización no puede renunciar a su carácter de religión monoteísta de la economía porque sólo la religión puede garantizar una aceptación resignada y dogmática de su dominio. Si, de hecho, se problematizara filosófica y políticamente este dominio, el elemento de fatalidad inevitable al que deben someterse miles de millones de personas desaparecería, y esos miles de millones de personas podrían «recuperar la palabra», una palabra que hoy se les niega.
Retomemos nuestra palabra y reabramos los cerrojos de la historia cerrados y encerrados por la malvada religión de las finanzas. La palabra es el logos que nos sitúa unos frente a otros y nos permite reconocernos como hombres y mujeres en nuestra verdad y necesidad histórica, este es el punto de partida para divergir de la lógica de la guerra que amenaza a todo ser humano. La lógica de la guerra consustancial contra el capitalismo y el poder está en el signo de la ilimitación, por lo tanto el "bien" sólo puede fundarse en el "límite", que caracteriza la naturaleza humana y es la condición que permite la relación solidaria en la que cada persona puede vivir la plenitud de sí misma: “Puesto que el hombre es el único animal que sabe que debe morir, es normal que busque ese impotente pero a veces consolador sustituto de la inmortalidad que es el sentido de su propia vida”.
Al tecnofeudalismo del sinsentido debemos oponer “el sentido del proyecto colectivo y comunitario” a través del cual podemos reconstruir el sentido del “límite” que traza fronteras sobre las que es posible, a través del encuentro, establecer caminos de verdad comunitaria. Donde hay conciencia de los límites, hay libertad. Estamos llamados a esto o no habrá más historia humana ni historia de los seres humanos.
Traducción: Carlos X. Blanco