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Jueves, 27 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

Apocalipsis en el río Kafue: la sombra del Gobierno comunista chino sobre las aguas de Zambia

[Img #27691]El río Kafue agoniza en silencio. Sus aguas, que durante milenios han sido fuente de vida para millones de zambianos, ahora arrastran muerte. Peces flotando sin vida sobre la superficie. Aves desaparecidas. Cultivos destruidos. Un ecosistema entero colapsado en cuestión de horas.

 

"Antes del 18 de febrero, este era un río vibrante y lleno de vida", relata Sean Cornelius con la mirada perdida en la corriente turbia que fluye frente a su hogar. Sus manos, curtidas por años de trabajo junto al Kafue, tiemblan ligeramente mientras señala las orillas. "Ahora todo está muerto, es como un río completamente muerto. Increíble. De la noche a la mañana, este río murió".

 

Lo que Sean describe no es una catástrofe natural. Es el resultado de la codicia humana y la negligencia corporativa. Cincuenta millones de litros de desechos ácidos, cargados de metales pesados y compuestos tóxicos, se derramaron sobre uno de los principales sistemas fluviales de África tras el colapso de una presa de relaves de una mina de cobre. Una mina operada por Sino-Metals Leach Zambia, propiedad mayoritaria del gigante estatal China Nonferrous Metals Industry.

 

En la provincia de Copperbelt, el activista ambiental Chilekwa Mumba contempla el paisaje devastado con una mezcla de rabia e impotencia. "Es realmente un desastre ambiental de consecuencias catastróficas", sentencia. Su voz, aunque firme, no logra ocultar el dolor de quien ha advertido durante años sobre los peligros de la explotación minera descontrolada.

 

La Institución de Ingeniería de Zambia confirma lo que muchos locales ya sabían: el colapso no fue un accidente impredecible, sino el resultado de años de operaciones que priorizaron la producción sobre la seguridad. Los sistemas de contención, que debían proteger las fuentes de agua de los residuos altamente corrosivos, cedieron ante la presión de prácticas industriales cuestionables.

 

Mientras tanto, a más de 100 kilómetros río abajo, los efectos del desastre se hacen evidentes de manera macabra. Un periodista de Associated Press documenta la escena: cientos de peces muertos llegan a las orillas, transportados por una corriente que ahora sirve como vehículo para la destrucción en lugar de la vida.

 

La presencia china en Zambia no es nueva. Durante décadas, el régimen comunista ha establecido una red de intereses económicos a lo largo del cinturón de cobre zambiano, posicionándose como el actor dominante en la extracción del mineral esencial para la fabricación de smartphones y tecnologías que abastecen al mundo.

 

Pero detrás de las promesas de desarrollo y prosperidad se esconde una realidad más oscura. Las minas operadas por empresas chinas han sido repetidamente acusadas de ignorar regulaciones ambientales, laborales y de seguridad. El costo humano y ecológico de esta negligencia sistemática ha quedado brutalmente expuesto con el reciente desastre.

 

Y como si esto fuera poco, días después del colapso en Sino-Metals, un segundo derrame en otra mina de propiedad china fue descubierto en la misma región. Más alarmante aún: las autoridades acusan a los responsables de intentar ocultar el incidente. Un trabajador perdió la vida tras caer en un depósito de ácido, mientras la mina continuaba operando a pesar de las órdenes de cierre emitidas por el gobierno.

 

La policía zambiana ha arrestado a dos gerentes chinos, pero para muchos locales, estos arrestos son apenas un gesto simbólico frente a un problema estructural mucho más profundo.

 

El río Kafue no es solo un curso de agua; es la arteria vital que sustenta a aproximadamente el 60% de la población de Zambia. Veinte millones de personas dependen de sus aguas para beber, cultivar, pescar y mantener sus industrias. Entre ellos, cinco millones —incluidos los habitantes de Lusaka, la capital— obtienen directamente su agua potable de este río ahora contaminado.

 

El presidente zambiano Hakainde Hichilema ha declarado la situación como una crisis nacional. "Esto amenaza no solo a nuestra gente, sino a toda forma de vida a lo largo del Kafue", afirmó en un discurso urgente a la nación. Su gobierno ha desplegado la fuerza aérea en una operación desesperada: arrojar cientos de toneladas de cal para neutralizar el ácido que contamina las aguas.

 

Lanchas rápidas patrullan el río aplicando más cal, en un intento por mitigar el daño. Pero los expertos coinciden: las consecuencias a largo plazo podrían ser irreversibles.

 

En la ciudad de Kitwe, hogar de 700.000 personas, el suministro de agua ha sido completamente interrumpido. Filas interminables de residentes esperan por agua potable transportada en camiones cisterna. La angustia es palpable en cada rostro.

 

Zhang Peiwen, presidente de Sino-Metals Leach Zambia, se presentó ante ministros del gobierno zambiano con una disculpa que para muchos suena hueca. "Este desastre ha sido una gran alarma para Sino-Metals Leach y para la industria minera", declaró, prometiendo "hacer todo lo posible para restaurar el ambiente afectado lo más pronto posible".

 

Pero para Mweene Himwinga, ingeniero ambiental presente en aquella reunión, las palabras de Zhang no son suficientes. "Todo esto realmente destaca la negligencia que algunos inversionistas tienen en cuanto a la protección ambiental", señaló con indignación. "No parecen tener ninguna preocupación, ningún respeto en absoluto. Y creo que es realmente preocupante porque, al final del día, nosotros, los zambianos, ésta es la única tierra que tenemos".

 

La frustración de Himwinga resuena entre muchos zambianos, que ven cómo su país, ya agobiado por más de 4.000 millones de dólares en deuda con China, sufre ahora las consecuencias ambientales de esta relación desigual.

 

Mientras el gobierno intenta contener la crisis y evalúa el daño ambiental, una pregunta flota en el aire tan pesada como los metales tóxicos que ahora contaminan el Kafue: ¿podrá el río recuperarse alguna vez?

 

Los científicos temen que la contaminación no se limite a las aguas superficiales. Existe el riesgo real de que los químicos tóxicos se filtren hacia las aguas subterráneas, extendiendo el desastre a regiones aún no afectadas y amenazando las reservas de agua potable para generaciones futuras.

 

En las orillas del río moribundo, Sean Cornelius contempla lo que alguna vez fue su sustento. Los campos de cultivo, antes verdes y prósperos, ahora presentan un aspecto amarillento y enfermizo. Ya no hay redes de pesca secándose al sol. No hay niños jugando en las aguas poco profundas. Solo queda el silencio interrumpido por el fluir de un río que arrastra muerte en lugar de vida.

 

"¿Quién responderá por esto?", se pregunta, mientras una lágrima solitaria rueda por su mejilla curtida por el sol africano. Su pregunta queda suspendida en el aire, como un eco sin respuesta sobre las aguas contaminadas del Kafue.


Este reportaje ha sido elaborado con información de testimonios locales, informes oficiales y la cobertura de Associated Press sobre el desastre ambiental en el río Kafue, Zambia.

 

 

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