Planes en los que la democracia pierde
Hemos inaugurado una sección de trending.
Nuestra enhorabuena a Societat Civil Catalana por haber sido merecedora del Premio ‘Ciudadano Europeo 2014’ y por su iniciativa #10.000razones, a la que les invitamos a sumarse. Nuestra felicitación, igualmente, para Convivencia Cívica Catalana por el premio del Club Liberal Español.
Francesc de Carreras nos explica cómo se nos impuso esta condena y Gonzalo López agrega a la explicación los elementos coyunturales imprescindibles. Sean o no éstas las causas, lo cierto es que el nacionalismo se ha infiltrado como la niebla y que estamos muy necesitados de claridad democrática ante los trileros del concepto, maestros en el arte del escamoteo. ¿Acaso no fue el 9-N la rebelión de los ricos? Por suerte, no faltan lupas aplicadas a las urnas milagrosas ni contables honrados para hacer balance. Como en todos los procesos de sufragio político, todo el mundo se dio por vencedor, salvo la mayoría mayoritaria: los abstencionistas, abandonados de la mano de dios, los perdedores, los huérfanos (a quienes la izquierda ha marginado). Al final, todo era mentira, un artificio, como en ‘el show de Tru-mas’.
Pese a ello, se sigue abonando la tesis de que hay que dialogar (en lugar de castigar a los delincuentes), incluso El Mundo se ha apuntado a ella con devoción, como si fuera seguidor de la ‘declaración de Zaragoza’. Pero, ¿qué queda para negociar? ¿Con qué se podría satisfacer a quién no desea negociar? Y que conste que hay otras ‘soluciones’ democráticas.
Porque estos son los planes que, sin verse más que a sí mismos, hacen quienes ganaron sin ganar, quienes plantean la disyuntiva entre democracia o España, de aquellos a quienes viene estrecha la nación española. Y el resultado es una Cataluña ciertamente imperfecta, en la que campa la infamia.
Frente al resultado más evidente del 9-N: la debilitación de las instituciones del Estado, siguen alzándose voces contemporizadoras que abogan por el entendimiento, por vías intermedias, y por un estado postnacional.
Omitiremos la continuación del vodevil de la fiscalía, del que les sabemos bien informados, y sólo destacaremos dos noticias: la toma de postura de cierto mando militar que retrata la orfandad de quienes se oponen a la secesión y un pronóstico sobre el devenir político de la próxima semana. Y un acontecimiento desgraciado, el final anunciado, del futuro de UPyD con C’s.
Pese al mencionado éxito de CCC y a la admisión a trámite por el TC del recurso de la Generalitat contra el decreto del castellano (y de una sentencia ambivalente del TS), el panorama de la libertad lingüística se obscurece: el nuevo líder del PSOE ofrece ‘blindar’ la inmersión, ICV-EUiA no se quieren enterar de lo que pasa en las escuelas y tratan de matar al mensajero y se sigue dilapidando dinero público con el pretexto de la lengua.
Se publica un documento sobre el terrorismo vasco como patología política.
Y no se crean hay más, mucho Mas.
Hemos inaugurado una sección de trending.
Nuestra enhorabuena a Societat Civil Catalana por haber sido merecedora del Premio ‘Ciudadano Europeo 2014’ y por su iniciativa #10.000razones, a la que les invitamos a sumarse. Nuestra felicitación, igualmente, para Convivencia Cívica Catalana por el premio del Club Liberal Español.
Francesc de Carreras nos explica cómo se nos impuso esta condena y Gonzalo López agrega a la explicación los elementos coyunturales imprescindibles. Sean o no éstas las causas, lo cierto es que el nacionalismo se ha infiltrado como la niebla y que estamos muy necesitados de claridad democrática ante los trileros del concepto, maestros en el arte del escamoteo. ¿Acaso no fue el 9-N la rebelión de los ricos? Por suerte, no faltan lupas aplicadas a las urnas milagrosas ni contables honrados para hacer balance. Como en todos los procesos de sufragio político, todo el mundo se dio por vencedor, salvo la mayoría mayoritaria: los abstencionistas, abandonados de la mano de dios, los perdedores, los huérfanos (a quienes la izquierda ha marginado). Al final, todo era mentira, un artificio, como en ‘el show de Tru-mas’.
Pese a ello, se sigue abonando la tesis de que hay que dialogar (en lugar de castigar a los delincuentes), incluso El Mundo se ha apuntado a ella con devoción, como si fuera seguidor de la ‘declaración de Zaragoza’. Pero, ¿qué queda para negociar? ¿Con qué se podría satisfacer a quién no desea negociar? Y que conste que hay otras ‘soluciones’ democráticas.
Porque estos son los planes que, sin verse más que a sí mismos, hacen quienes ganaron sin ganar, quienes plantean la disyuntiva entre democracia o España, de aquellos a quienes viene estrecha la nación española. Y el resultado es una Cataluña ciertamente imperfecta, en la que campa la infamia.
Frente al resultado más evidente del 9-N: la debilitación de las instituciones del Estado, siguen alzándose voces contemporizadoras que abogan por el entendimiento, por vías intermedias, y por un estado postnacional.
Omitiremos la continuación del vodevil de la fiscalía, del que les sabemos bien informados, y sólo destacaremos dos noticias: la toma de postura de cierto mando militar que retrata la orfandad de quienes se oponen a la secesión y un pronóstico sobre el devenir político de la próxima semana. Y un acontecimiento desgraciado, el final anunciado, del futuro de UPyD con C’s.
Pese al mencionado éxito de CCC y a la admisión a trámite por el TC del recurso de la Generalitat contra el decreto del castellano (y de una sentencia ambivalente del TS), el panorama de la libertad lingüística se obscurece: el nuevo líder del PSOE ofrece ‘blindar’ la inmersión, ICV-EUiA no se quieren enterar de lo que pasa en las escuelas y tratan de matar al mensajero y se sigue dilapidando dinero público con el pretexto de la lengua.
Se publica un documento sobre el terrorismo vasco como patología política.
Y no se crean hay más, mucho Mas.