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La Tribuna del País Vasco
Jueves, 03 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:

Europa expuesta, China en silencio: ¿hasta cuándo vamos a tolerar las vulnerabilidades digitales amparadas por Pekín?

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Lo que comenzó como una advertencia del navegador Firefox al acceder a la página web de la Embajada China en Madrid ha desembocado en un hallazgo escandaloso realizado por este periódico: ninguna embajada china en Europa utiliza el protocolo HTTPS, el estándar mínimo de seguridad digital en pleno siglo XXI. La excepción que confirma la regla es tan significativa como vergonzosa: la web del Gobierno central chino sí protege su tráfico con HTTPS.

 

Esto no es un descuido. No puede serlo. No cuando estamos hablando de docenas de embajadas repartidas por el continente europeo, de millones de ciudadanos potencialmente expuestos, de comunicaciones diplomáticas vulnerables. Lo que estamos viendo es una anomalía sistemática, una negligencia institucional o, peor aún, una estrategia deliberada.

 

Y frente a esto, ¿qué hace Europa? ¿Qué hace España? ¿Qué dice China?

 

La República Popular China debe dar explicaciones inmediatas, claras y públicas. No basta con cartas diplomáticas en las que se relativiza el problema calificándolo de “cuestión técnica”. No se trata de un problema técnico. Es político. Es geoestratégico. Es ético. Si el Gobierno chino es capaz de blindar su propio portal con cifrado HTTPS pero permite que todas sus embajadas en Europa operen sin protección, la pregunta es evidente: ¿por qué? ¿Para qué?

 

¿Es una forma de facilitar la interceptación de comunicaciones? ¿Un mecanismo para dejar abierta la posibilidad de manipulación de contenido? ¿O simplemente una expresión del desprecio hacia las normas digitales básicas en el continente que tanto cuestiona las prácticas tecnológicas del régimen chino?

 

El Gobierno de España debe responder de forma urgente. No puede permitirse que una embajada operando en el corazón de Madrid exponga a nuestros ciudadanos a riesgos digitales por falta de cifrado. No puede mirar hacia otro lado mientras se vulneran los estándares mínimos de protección establecidos por la propia Unión Europea.

 

¿Qué controles realiza el Ministerio de Asuntos Exteriores sobre las webs diplomáticas extranjeras? ¿Qué papel juega el Centro Criptológico Nacional? ¿Ha sido informado el CNI? ¿Se ha comunicado esta situación al Consejo de Seguridad Nacional? ¿O simplemente se ha optado por el silencio diplomático, ese que todo lo permite mientras no haga ruido?

 

Este no es un asunto bilateral. Es un problema paneuropeo. Todas las embajadas chinas del continente están operando al margen de los estándares digitales comunitarios. ¿Dónde está la Comisión Europea? ¿Dónde están los comisarios de Seguridad y Digitalización? ¿Dónde están las autoridades de protección de datos?

 

La UE no puede permitirse ser fuerte con los pequeños e indulgente con las grandes potencias. Si cualquier empresa europea dejara sin cifrar los datos de sus usuarios, sería multada con millones bajo el RGPD. ¿Y si lo hace una embajada china? ¿Lo dejamos pasar?

 

La realidad es dura: Europa está expuesta, China se aprovecha, y nuestros gobiernos lo permiten. Estamos normalizando una vulnerabilidad estructural, tolerando una excepción digital por parte de un régimen autoritario que exige respeto, pero no cumple con las normas mínimas de convivencia tecnológica.

Esto no va solo de certificados digitales. Va de soberanía. De dignidad institucional. De seguridad ciudadana.

 

Desde La Tribuna, exigimos:

 

  • Una respuesta oficial del Gobierno chino sobre la política digital de sus embajadas.

 

  • La actualización inmediata a HTTPS de todos los portales diplomáticos chinos en suelo europeo.

 

  • La intervención del Ministerio de Asuntos Exteriores de España para auditar las webs diplomáticas extranjeras.

 

  • Una resolución firme del Parlamento Europeo exigiendo el cumplimiento obligatorio de HTTPS en todas las representaciones diplomáticas extranjeras acreditadas en territorio comunitario.

 

Mientras una sola embajada china, o de cualquier otro país, funcione sin HTTPS, no solo está en riesgo la privacidad del visitante. Está en juego el respeto mismo a nuestra soberanía digital. Y eso, señores diplomáticos y señores gobernantes, no se negocia.

 

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