La península a oscuras: un bochorno inadmisible
El siglo XXI nos prometió redes inteligentes, resiliencia energética y sociedades hiperconectadas. Hoy, esa promesa se ha apagado con un chasquido.
Que en 2025 la península ibérica quede sumida en la oscuridad durante horas es algo más que un fallo técnico: es un bochorno monumental. Un retrato de la negligencia, de la complacencia y de la arrogancia de quienes gobiernan y gestionan nuestras infraestructuras críticas.
¿Dónde estaban las inversiones en modernización? ¿Dónde los sistemas de respaldo? ¿Dónde los expertos que aseguran que nuestras redes son "imposibles de tumbar"?
Hoy no hay excusas. Hoy no valen comunicados tibios ni ruedas de prensa llenas de tecnicismos. Hoy millones de ciudadanos han comprobado que basta un incidente —del que aún ni siquiera tenemos explicación clara— para paralizar hospitales, aislar ciudades, interrumpir comunicaciones y reducir a la impotencia a toda una región.
¿Transición energética? ¿Digitalización? Primero, garanticen que las luces no se apaguen.
España, Portugal y parte de Francia merecen algo más que lamentos. Merecen respuestas, responsabilidades y reformas profundas.
Un sistema que puede colapsar así no es solo vulnerable: es inaceptable.
Exigimos una auditoría inmediata e independiente. Exigimos transparencia total. Exigimos que quien haya fallado, pague el precio de su incompetencia.
Y recordamos a todos: la civilización moderna no descansa sobre promesas de futuro, sino sobre realidades sólidas. Hoy, esa realidad ha demostrado estar hecha de humo.
Nunca más.
El siglo XXI nos prometió redes inteligentes, resiliencia energética y sociedades hiperconectadas. Hoy, esa promesa se ha apagado con un chasquido.
Que en 2025 la península ibérica quede sumida en la oscuridad durante horas es algo más que un fallo técnico: es un bochorno monumental. Un retrato de la negligencia, de la complacencia y de la arrogancia de quienes gobiernan y gestionan nuestras infraestructuras críticas.
¿Dónde estaban las inversiones en modernización? ¿Dónde los sistemas de respaldo? ¿Dónde los expertos que aseguran que nuestras redes son "imposibles de tumbar"?
Hoy no hay excusas. Hoy no valen comunicados tibios ni ruedas de prensa llenas de tecnicismos. Hoy millones de ciudadanos han comprobado que basta un incidente —del que aún ni siquiera tenemos explicación clara— para paralizar hospitales, aislar ciudades, interrumpir comunicaciones y reducir a la impotencia a toda una región.
¿Transición energética? ¿Digitalización? Primero, garanticen que las luces no se apaguen.
España, Portugal y parte de Francia merecen algo más que lamentos. Merecen respuestas, responsabilidades y reformas profundas.
Un sistema que puede colapsar así no es solo vulnerable: es inaceptable.
Exigimos una auditoría inmediata e independiente. Exigimos transparencia total. Exigimos que quien haya fallado, pague el precio de su incompetencia.
Y recordamos a todos: la civilización moderna no descansa sobre promesas de futuro, sino sobre realidades sólidas. Hoy, esa realidad ha demostrado estar hecha de humo.
Nunca más.